domi Un Padre Nuestro Boricua

Para presentar cuál sería la traducción boricua del Padre Nuestro, permítanme explicar mejor qué significaron sus palabras para la audiencia original, y luego traerlo al Puerto Rico del siglo 21.

Padre Nuestro que estás en los cielos…

Llamar a Dios Padre es una de las enseñanzas más significativas de Jesús; pero no solo padre… La palabra aramea (idioma que habló Jesús) es Abba. Ab sería padre, Abba es más. Es el balbuceo de un bebé,  es un diminutivo que apunta a lo íntimo,  es decirle Papito, Papi, Papacito. Es trascender los preceptos de la religión judía por una relación basada en la confianza y dependencia del Papito nuestro.

Pero algo más… Llamar a Dios Padre es también un compromiso de que quienes me rodean se llaman hermanos y hermanas…

… santificado sea tu nombre…

Esta parte de la oración es interesante. De seguro tú y yo no podemos brindarle más santidad al Nombre Divino; de manera que ¿a qué se refiere esto?

Tanto en griego como en hebreo, santidad (kadosh {hb.} / jaguios {gr.}) no apuntaba a lo moral y ético necesariamente, sino a declarar algo separado, o decir que era lo otro, era distinto. Decir Dios es santo es, como decía Barth, que era el Absolutamente Otro; o como decía Otto: el Misterio Tremendo… esto significa que Dios tiene que continuar provocando en nosotr@s el asombro, decir «wow» cada vez que nos referimos a Él. Cuando sabemos «tanto» acerca de Dios que lo convertimos en el objeto de nuestro estudio y lo sometemos a nuestros entendimientos religiosos personales, necesitamos santificarlo; o sea, reconocer el Misterio Tremendo, el Otro que tiene la última palabra y no nosotr@s…

… venga tu reino…

Es difícil, viviendo en un sistema de gobierno democrático, comprender lo que era un reino en la antigüedad. El reino no era un pedazo de tierra. Era un sistema de valores, una lealtad absoluta al rey del reino. Se honraba al rey con todo, hasta con la vida misma. El reino de Dios es afirmar que, a pesar de vivir bajo el sistema que me ha tocado, mis valores son los de otro reino; uno donde se ama a los que me hacen daño, uno donde la justicia y la igualdad son posibles; uno donde los de abajo son los de arriba; donde la gente vale por lo que es y no por lo que tiene. Venga tu reino es todo eso y más…

… venga tu reino… (Parte 2)

Esta parte de la oración no es más una petición que una afirmación. Diría: ha venido tu reino, o tu reino está aquí. ¿Por qué digo esto? Porque el verbo (venga) en griego, el idioma original del texto, está en pasado (aoristo) lo cual implica algo que ya ocurrió. Esta afirmación es el momento en que todo lo que hasta ahora se ha comprendido como trascendente, más allá y misterio en la oración, se hace presente aquí y ahora. Este reino se comienza a participar en esta vida… a pesar de…

No hay aquí calles de oro ni mar de cristal; no es perfecta esta vida; pero ya somos parte de un reino que encarna a Dios en l@s de abajo, en la necesidad; y se inserta en nuestra existencia con una agenda clara: transformar el mundo…

… Sea hecha tu voluntad como en el cielo, así también en la tierra…

La «voluntad» de Dios para mucha gente puede ser algo bastante complicado, sobretodo por las implicaciones religiosas que la palabra en sí tiene. Preguntas como: ¿estás en la voluntad de Dios? ¿estás haciendo la voluntad de Dios? Son ejemplos de cómo esta palabra crea cierta ansiedad y tensión en quienes deseamos cultivar nuestra relación con Dios, nuestra espiritualidad. El término que se utiliza en la oración (voluntad) en su idioma escrito original es «zelo». Esto significa un deseo intenso. En otras palabras: que el intenso deseo de Dios se cumpla en nuestra vida. ¿Se siente distinto esto? El Padre tiene un deseo intenso. Jesús describió este deseo así: que ames a Dios con todo tu corazón, alma, mente y fuerzas…

Que se cumpla Tu deseo: que el amor que recibimos de Tí, sea la razón de amarte. Que si en el espacio trascendente, ese llamado cielo, permanece el amor; que así sea aquí y ahora también…

… El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy…

Hoy casi 1, 000 millones dormirán sin poder comerse un plato de comida. Desde nuestra privilegiada posición es difícil comprender el sentido de esta parte de la oración. Si no vives subsistiendio día a día literalmente como la gente que escuchó esta oración originalmente; que no sabían si mañana comerían o no, es difícil comprender esto. Jesús habla del Padre que está consciente; que se encarna en el hambre también; que puede comprender la tensión y la ansiedad que provoca sentirnos desprovist@s de tantas cosas; y que viste las flores, alimenta las aves y nos llama a confiar…

¿Y los 1,000 millones? El Padre espera que tú y yo seamos la respuesta a sus oraciones por el «pan de cada día» que no les llega por la desigualdad que hemos creado aquí…

… y perdona nuestras deudas como también perdonamos a nuestros deudores…

El perdón es el tema principal de la oración, como al final lo enfatiza Jesús: «porque si perdonan… también serán perdonad@s». Pedir perdón significa reconocer que tengo deudas. Por ejemplo: ¿a cuánta gente le debo amor? ¿a cuánta gente le debo justicia? ¿a cuánta gente le debo servicio? ¿a cuánta gente le debo un abrazo, una palabra de afecto? Cuando no lo hemos hecho a nuestro prójimo,  no lo hemos hecho a Dios enseñó Jesús. Pero el Padre es perdonador, en el idioma original, deja ir (afesis). Si el Padre «deja ir», dejemos ir también nosotr@s…

… Perdona nuestras deudas como también perdonamos… (Parte 2)

Para comprender porque Jesús enseña a orar: perdona nuestras deudas, hay que entender algo del contexto en que vivió él y la gente que le rodeaba. En Israel en el primer siglo todo el mundo tenía deudas. Se pagaba casi 80% en impuestos. L@s pobres le debían al gobierno romano, al gobierno judío y peor aún, al Templo. ¿Por qué? Porque tus pecados eran perdonados cuando ofrecías sacrificios que tenías que adquirir en el Templo a precios inaccesibles para la gente. Como seguías pecando, tu deuda crecía, hasta que era imposible relacionarte con el Dios del Templo. Esa deuda solo podía perdonarla el sacerdote a través de los sacrificios.

Jesús nos muestra al Padre que perdona nuestras deudas a pesar de que un sistema religioso no esté dispuesto a perdonar.

Hoy eres perdonad@, libre de las deudas de culpa que la religiosidad quiso imponerte…

… Y no nos metas en tentación mas líbranos del mal…

¿Qué clase de Dios estaríamos afirmando si nos «mete» en la tentación? ¿Estaría tirando una cascacarita a ver si te resbalas para entonces condenarte? ¿Qué implica tener que pedir a Dios que no nos meta en la tentación?

Los verbos que se utilizan en esta oración están en un tiempo pasado en griego (aoristo). Si lees esto en su idioma original diría: «No nos metiste en la tentación»; por lo cual es una afirmación de que Dios no tienta a nadie, ese es el verdadero sentido. Esta es la parte de la oración en que reconocemos que, mi crisis, mi momento difícil, mi fracaso, mi enfermedad no son resultado de un Dios que me está castigando o haciendo pagar por mis errores o por mi pasado…

Es la parte de la oración en la cual llego al Padre con mis heridas, con mis marcas y, a pesar de todo esto, y con todo esto, podemos acercarnos al Dios que nos libra del mal aún de maneras que no entendemos… Gracias por mostrarme que este momento difícil no es una señal de que me has abandonado, sino de que me estás librando, liberando, alivianándome de «cosas» que no me permitían crecer…

 

Un Padre Nuestro Boricua

Papito nuestro, que me recuerdas que no estoy solo en este mundo; y que trasciendes mi vida y mis limitaciones.

Eres el Misterio Tremendo que me asombra más cada día…

Comprendo q tu reino es una dimensión que vivimos aquí y ahora, lo cual nos hace parte de la solución y no del problema…

Que el deseo intenso que hay en Ti sea cumplido en nuestra vida, pues lo hemos descubierto: que te amemos más allá de todo…

Que la ansiedad y la tensión que me provoca enfocarme en las cosas que necesito no me ciegue de la realidad: si alimentas las aves, también nos darás lo necesario para nuestras habichuelas y para aquello de lo que realmente carecemos; pero que también seamos nosotr@s la respuesta a la oración de quienes tienen hambre…

Reconozco que debo tanto: debo amor, debo perdón, debo abrazos, en fin, soy deudor. Al comprenderlo, me asombro del Dios que ha dejado ir todo eso, dándome una nueva oportunidad de saldar mis deudas. En Tí he encontrado el perdón que sana, lo cual me provoca sanar a otros y otras con mi perdón…

Finalmente, gracias por mostrarme que este momento difícil no es una señal de que me has abandonado, sino de que me estás librando, liberando, alivianándome de «cosas» que no me permitían crecer; y gracias porque a pesar de las marcas que me ha dejado la vida puedo reconocer esto y seguimos aquí confiando…

¡Padre, estás por encima de todo; eres otra cosa; estás brutal!!

http://lamentededioseldesafio.blogspot.com.es/

Un comentario en “domi Un Padre Nuestro Boricua

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