«Es con la sabiduría y el amor que construís vuestra verdadera morada. Los materiales de la sabiduría son sólidos, pero para resistir mucho tiempo necesitan ser sostenidos por un alma viva, si no pronto veréis grietas en las paredes. Y esta alma viva es el amor.
Cuando una casa está habitada, no se estropea tanto como cuando está vacía. La presencia del hombre, su actividad, su respiración, la vivifican. Ella dice: «Debo permanecer en pie, porque alguien vive aquí.» Pero si la abandonan, empieza a desmembrarse. Construid pues vuestra morada con la sabiduría como estructura, pero llenadla de amor para conservarla y consolidarla. Si no hay amor, si no hay vida que circule en el interior de la morada, ésta se derrumbará. Aquí tenéis la prueba: cuando el alma abandona el cuerpo del hombre, éste poco a poco se descompone. ¿Quién sostenía esta morada? La vida que circulaba dentro. »
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