Tokio está a un paso de convertirse en un lugar inhabitable

Arielev
Sleepwalkings.wordpress.com

Niveles de radiación en Fukushima detectados por la NNSA el 22 de marzo de 2011. Wikipedia

Ya ha pasado un tiempo sustancial desde el desastre nuclear ocurrido en Fukushima Daiichi y, a pesar de esto, los males no dejan de golpear a los ciudadanos nipones en materia de salud, sociedad e infraestructura.

La preocupación en este sector del planeta (que también resulta serlo para toda la población mundial de una forma u otra) está arraigado a lo que radiación se refiere, ya que son varias las víctimas que se está cobrando un hecho que perdurará cientos de años en la memoria de todos, pero también en la salud de varios seres humanos.

Hasta hace no mucho tiempo atrás, los “expertos” afirmaban en casi todos los medios de comunicación que ningún tipo de inconveniente “aparecería” luego de el accidente nuclear ocurrido. Más de una persona se habrá dado cuenta de que esto no era más que una estrategia para mantener a la población promedio en un  nivel de preocupación manejable para el gobierno japonés, con el fin de no tener que experimentar revueltas sociales y un caos provocado por la desesperación e indignación de las personas para con la inoperancia de sus gobernantes.

Este intento por ocultar la mentira no duró lo que esperaban ni mucho menos, ya todos sabemos que la radiación que experimentan en algunas zonas de Japón es equivalente a la explosión de una bomba de Hiroshima por día; provocando así varias afecciones en los ciudadanos asiáticos, así como en los alimentos y, por ende, afectando de una manera bastante importante a la exportación y economía del país.

Los niveles altos de cesio-137, que literalmente vuelan con el viento, ingresan directamente al cuerpo de cada persona provocando serios inconvenientes en músculos y huesos. Si se tiene en cuenta que una mínima cantidad de este puede ser altamente tóxico, no es necesario explicar lo que ocurre dentro del cuerpo de cada ser humano que ingiere altas dósis diaras de este isótopo radiactivo.

Otro elemento tóxico que vuela sobre los cielos japoneses es el estroncio, este, como el cesio-137, genera graves complicaciones en los huesos al ser ingerido; tal es el punto de peligrosidad, que genera altas deficiencias óseas con un punto final en el cáncer de huesos, una afección irreversible y muy dolorosa para quienes la sufren. Helen Caldicott, en un artículo de opinión para The Guardian, dijo lo siguiente:

La radiación interna, por otra parte, emana de los elementos radiactivos que entran al cuerpo por inhalación, ingestión o absorción de la piel. Los Radionúclidos más peligrosos, como el yodo-131, cesio 137 y otros isótopos, en la actualidad, están siendo liberados por mar y aire alrededor de la bioconcentración de Fukushima  en cada eslabón de varias cadenas alimenticias (por ejemplo en algas, crustáceos, peces pequeños, peces más grandes, entonces en los seres humanos; o en el suelo, en hierbas, en vacas, carne y leche, entonces en los seres humanos).

[2] Después de entrar en el cuerpo, estos elementos – llamados emisores internos – emigran a órganos específicos, como tiroides, el hígado, los huesos y el cerebro, donde se irradian continuamente pequeñas cantidades de células con dosis altas de radiaciones alfa, beta y / o radiación gamma, y durante muchos años, pueden inducir a la replicación celular descontrolada – es decir, cáncer.  Además, muchos de los nucleidos radiactivos permanecen en el medio ambiente por generaciones, y en última instancia, provocarán una mayor incidencia de cáncer y enfermedades genéticas en el futuro.

El problema de Tokio

Luego de una breve introducción en la que usted puede calcular, a pequeños rasgos, la gravedad de los hechos, vayamos al tema que nos incumbe en este caso: La no muy lejana inhabitabilidad de la mega-ciudad de Tokio. Como he dicho antes, muy pocos medios se han atrevido a comentar las enormes dificultades que se viven actualmente en el país del continente asiático, así como la indignación en la que se ven sumergidos los ciudadanos que sienten como el gobierno les está dando la espalda al no generar medidas serias para terminar con la energía nuclear de una vez por todas.

Mientras la preocupación aumenta, europapress describe el comportamiento de las personas en esta zona de la siguiente manera:

La población de Tokio comienza a organizar evacuaciones a medida que se multiplican las advertencias sobre la llegada de radiación a la ciudad, proveniente de la central nuclear de Fukushima-1. Muchos ciudadanos han optado por hacer acopio de provisiones por temor a quedarse aislados en casa.

 En algunas tiendas comienzan a escasear radios, linternas, velas, bidones de combustible y sacos de dormir. Varias embajadas han pedido a su personal y a la población en general que abandonen las áreas afectadas, los turistas vuelven apresurados a sus lugares de origen y muchas multinacionales emplazan a sus empleados a que salgan de la urbe. (…)

Para darse una idea sobre la fuerza y cantidad de isótopos radiactivos que afectan a la zona, pensemos en la distancia que existe entre Fukushima y Tokio; estamos hablando de unos 240 kilómetros en los que todo este material vuela a través del aire sin ningún problema, mientras el resto mira por televisión como les dicen que todo estará bien en unos meses (ya han pasado varios y las cosas sólo empeoran). La gente, como es de esperarse, demuestra su enojo en las calles:

Protestas masivas en Tokio contra la energía nuclear (Russia Today)

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Imagínese usted todos los inconvenientes que podría traer una evacuación total o parcial de la ciudad de Tokio para la economía mundial, varios mercados dependientes de este sector del planeta caerían estrepitosamente, generando muchas más caídas en cadena para una economía que día a día recibe golpes de todo tipo. No sólo la salud está en juego, sino la estabilidad planetaria.

Entonces, ¿es posible que Tokio sea una ciudad fantasma en un tiempo? La respuesta es si y uno de los motivos es el siguiente:

El aire de todo Japón está completamente contaminado.

Si tenemos en cuenta que los isótopos pueden viajar a través del aire, y que no se han tomado las medidas preventivas necesarias ante un desastre histórico, las partículas de los materiales anteriormente mencionados y otros como el Cesio y el Plutonio pueden viajar a través del viento sin ningún problema, contaminando los pulmones y sistemas inmunológicos de toda la población.

¿Cómo puede ser que Tokio se contamine si está muy lejos de Fukushima?

Lo principal a  tener en cuenta para afirmar esto es que, además del aire, los materiales tóxicos están esparciéndose por todo el Japón a través de la tierra, de los alimentos, y de quizás lo más importante: El agua. El cuerpo, como bien sabemos, está conformado en su mayoría por este elemento, si el agua de Japón no se cuida de una manera más intensiva, pronto será completamente radiactiva, por lo que resultará imposible beberla, ergo, resultará imposible vivir en este país.

Con respecto a esta temática, Público.es dice lo siguiente:

Los materiales radiactivos liberados al mar en la crisis de la central atómica de Fukushima triplican con creces la cantidad estimada por la operadora de la planta, Tokyo Electric Power Co, según investigadores japoneses.

La energética más grande de Japón estimó que se liberaron alrededor de 4.720 billones de becquereles de cesio-137 y yodo-131 al Océano Pacífico entre el 21 de marzo y el 30 de abril, pero investigadores de la Agencia de Energía Atómica de Japón estimaron la cantidad en 15.000 billones de becquereles, o terabecquereles.

Las regulaciones gubernamentales prohíben el envío de alimentos que contienen más de 500 becquereles de material radiactivo por kilogramo.

El desastre ya ha ocurrido, varias personas inocentes han sido víctimas  y las consecuencias pueden ser devastadoras para todo el país, así como para todo el mundo. Es este uno de los puntos por el que los medios masivos de comunicación y los gobiernos de turno pierden constantemente credibilidad y aprecio por parte de los ciudadanos: El total desprecio por la vida de sus pares, puestos por debajo de varios ceros en sus cuentas bancarias.

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