«La lucha de clases es llevada e implementada también en las filas del partido y la clase obrera. Como un organismo político con vida, el partido está caracterizado por una unidad que es la fuente de su fuerza e invencibilidad.
Sin embargo, sin la lucha sobre las contradicciones que emergen en su seno, no puede haber verdadera unidad y desarrollo revolucionario del partido, ni una educación de comunistas genuinamente revolucionaria.
En este aspecto, la lucha de clases en el partido para preservar y fortalecer su unidad no es solo un fenómeno objetivo inevitable, sino también una absoluta necesidad para la misma existencia del partido, para la continuación de su rol de liderazgo y su continua revolucionarización.
La lucha de clases en el partido es llevada a cabo en dos campos; por un lado, contra los elementos antipartido desviacionistas, los fraccionalistas y los enemigos emboscados quienes son la principal causa del debilitamiento del partido y, por el otro lado contra la influencia de las reminiscencias de la ideología extraña entre los comunistas, que están en contradicciones con la línea, principios y normas proletarias del partido y su harmoniosa unidad.
El camarada Enver Hoxha ha refutado la tesis maoísta que considera al partido como una arena de clases y la lucha de clases entre dos caminos, como una organización en la cual ambos, el proletariado y la burguesía, el «personal del proletariado» y el «personal de la burguesía» participan y las dos líneas existen.
Caracterizado por una unidad monolítica de pensamiento y acción, el partido tiene y no puede tener otra línea que la línea marxista-leninista.
El Partido del Trabajo de Albania apoya la tesis de que la lucha de clases en el socialismo no se desarrollo como una simple línea recta, sino que atraviesa por zigzags, por flujos y reflujos.
Los flujos y reflujos se llevan a cabo en la lucha de clases dentro del desarrollo objetivo de la lucha de clases y su grado de intensidad está relacionado con las cuestiones que esta lucha libra en concreto, con los momentos particulares, con la situación nacional e internacional, con las condiciones objetivas y subjetivas.
Nosotros estamos en contra tanto de la intensificación artificial como del apaciguamiento artificial de la lucha de clases.
Tampoco nos olvidamos de que el enemigo, aun cuando se mantiene un perfil bajo y hace un retiro temporal bajo los golpes aplastantes y derrotas que sufre, nunca renuncia a su objetivo de acabar con nosotros.
Por un lado, esto demanda para la lucha de clases, como el camarada Enver Hoxha nos enseña y nuestro partido ha hecho durante toda su vida revolucionaria, la lucha de clases debe de ser desarrollada no bajo sentimentales eslóganes vacíos, sino bajo puño y corazón de hierro, con madurez y partidismo proletario, no con moralidad vacía y en silencio, sino con pensamientos y juicios revolucionarios acompañados de vigorosas acciones.
Por otro lado, ello demanda que debemos fortalecer sin cesar nuestra vigilancia revolucionaria y que, en el desarrollo de la lucha de clases, mantener la iniciativa siempre en nuestras manos para que así siempre estemos en posiciones ofensivas y constantemente profundicemos la revolución, mientras cada vez se socava más y más las posiciones del enemigo, esto por tanto incurre no estar a la defensiva, bajo pasividad, esperando al ataque enemigo.
Las conclusiones de nuestro partido están directamente tanto contra las posiciones oportunistas como contra las posiciones sectarias en el desarrollo de la lucha de clases.
Estas posiciones son igualmente peligrosas para los destinos de la revolución y el socialismo, especialmente cuando el peligro es infravalorado y la lucha contra uno u otro es relajada.
En su conjunto, estas enseñanzas del partido y el camarada Enver Hoxha son una reflexión dialéctica de la lucha de clases, la cual ayuda a desarrollar siempre de modo correcto y consistentemente.
La experiencia revolucionaria del Partido del Trabajo de Albania y la negativa experiencia de algunos otros partidos indica que es de vital importancia librar la lucha de clases, no solo desde arriba, por medio del partido y el Estado de dictadura del proletariado, sino también desde abajo, por hacer entrar de modo general y amplio a las masas en esta lucha, por medio de implementar la línea de masas.
Este es el camino más seguro para bloquear todas las rutas de acceso a la amenaza de la degeneración burguesa-revisionista, así como para garantizar la educación y templanza revolucionaria de las propias masas.
Librar la lucha de clases sólo desde arriba, incluso si la clase obrera ejerce el poder del Estado, está cargado de peligrosas consecuencias, porque se postra a las masas en la indiferencia y la apatía política, como lo demuestra la experiencia de la Unión Soviética y otros países socialistas».
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