Mi hija suele estar feliz, pero ese día estaba como más feliz que nunca. Al día siguiente cumplía 4 añitos. Siempre despliega todos sus juguetes cuando juega, y esta vez ordenó todo por su cuenta. Le venía avisando que la iba a bañar, a veces se suele resistir y reniego un poco hasta que la convenzo. Pero cuando le dije vamos a bañarte, fue solita derecho al baño, se desvistió y estuvo lista antes que yo.
Antes de seguir, aclaro que nunca le transmitimos cosas de espiritualidad, porque adherimos a la idea de que al niño hay que dejarlo ser niño, dejarlos que jueguen, ellos ya traen todo naturalmente y solo es acompañarlos a que vayan conectando con todo lo que ya son.
Ya bañándola, en ese estado de mucha felicidad, me dice:
– Pa, todo es un sueño
– Yo: Cómo hijita?
– Ella: Claro, todo es un sueño, la vida es un sueño!
– Yo: Cómo es eso?
– Ella: Mirame a los ojos. Y me toma mis mejillas con sus manitos. Y la miro, su mirada tan profunda, tan llena de comprensión, y una sonrisa de oreja a oreja, felicidad pura, me transportó a su estado, mis ojos se llenaron de lágrimas. Me lo explicó con su mirada. Y siguió explicándome,
– Todo es un sueño, la toalla es un sueño, esta casa es un sueño.
– Yo: Claro hijita! Es así… Todo es un sueño! cuando te portas mal, cuando te portas bien, cuando papa o mama te retan, todo es un sueño! Y qué pasa cuando nos despertamos?
– Ella: Ya no estamos más en el baño.
– Yo: Y cómo te diste cuenta?
Y nuevamente me mira a los ojos, con esa mirada cómplice y sabia.
– Porque si. Me di cuenta. Todo es un sueño! (Su alegría continuaba)
– Yo: Y cómo es que sabes todo eso siendo tan chiquitita?
– Ella: Porque se mucho.
– Yo: Hijita, sos muy grosa. Yo me di cuenta de grande, vos ya te estas dando cuenta ahora. Hagamos un trato, si yo me olvido, vos haceme acordar de que todo es un sueño, y si vos te olvidas, yo te hago acordar también, dale?
– Ella: Dale!
(Y varias veces, se puso a cantar). Todo es un sueño! Todo es un sueño! Todo es un sueño! Todo es un sueño!
Y siguió con eso. Cuando la bañamos suele colaborar y hacer renegar, todo junto, naturalmente, como todo niño. Creo que nunca fue tan fácil bañarla como esa vez.
Más allá del juego que le propuse, decidí no sacarle más el tema, y seguir dejando que sea un niño, y si en alguna ocasión me hablaba de eso, lo tomaría naturalmente como algo del momento, como un juego. Desde ese entonces, de vez en cuando me lo sigue diciendo. Pareciera que fue para ella una revelación muy importante.
Y por supuesto, lo tomo como una comprobación más de lo que ya sabemos. Nuestra Identidad Real es mucho más de lo que creemos. Estamos inmersos en un gran sueño, un gran juego al que llamamos vida, y mientras más sabemos que es así, más nos volvemos un soñador consciente, más plenamente podemos vivirlo, y ayudar a que sea un sueño más feliz y consciente para todos.
Gracias mi princesa hermosa, y gracias a todos estos pequeños maestros que, si estamos atentos, nos ayudan a recordar.
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