El sociólogo Alain Touraine ha recibido varios premios por su capacidad de analizar nuestras las sociedades, pero cuando habla de las elecciones de este domingo en su propia Francia, repite una palabra: “confusión”.
Los comicios regionales tienen al ultraderechista Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen como protagonista, tras haber ganado claramente la primera ronda de votación el domingo pasado.
Sin embargo, las cosas parecen haberse complicado desde entonces para Le Pen, candidata en la región norte (Norte-Paso de Calais-Picardía) y para su sobrina Marion Maréchal Le Pen, que encabeza una lista en el sureste (Provenza-Alpes-Costa Azul).
Ambas cosecharon más de 40% de los votos en el primer turno pero, lejos de asegurar su triunfo, las últimas encuestas publicadas antes de la segunda vuelta señalan que enfrentan un escenario difícil y podrían perder.
El cambio principal ha sido la decisión del gobernante Partido Socialista (PS) de retirar sus candidatos de esas regiones, donde salieron terceros en la primera vuelta, para evitar una victoria del FN.
Esto parece haber favorecido al partido opositor Los Republicanos, grupo de derecha liderado por el expresidente Nicolas Sarkozy y al que llamaron a votar figuras importantes del PS, en una alianza de hecho contra la ultraderecha.
En entrevista con BBC Mundo, Touraine sostiene que el FN recibe su fuerza “de la desaparición de los partidos políticos de la sociedad industrial”.
A los 90 años, este sociólogo creador del término “sociedad posindustrial” y siempre interesado en América Latina, evalúa el significado de las primeras elecciones en Francia tras los ataques del 13 de noviembre en París, en los que murieron 130 personas.
Un resumen del diálogo telefónico:
¿Qué está en juego en estas elecciones en Francia?
Aparentemente se trata de elecciones regionales, pero no de problemas locales. Se trata de una elección nacional. Es una indicación, una etapa en el camino largo que ha empezado unos 25 años atrás el Frente Nacional hacia la victoria en una elección importante, parlamentaria o presidencial.
¿Y cuál es la situación hoy?
Totalmente confusa. Y hay que salir de esa confusión. Había regiones tradicionales de Francia que votaban a la izquierda, especialmente el norte, que es la base principal del socialismo francés, porque hay una cultura obrera y un tipo de comunitarismo local de ayuda mutua. Ahora es una catástrofe porque se ha caído mucho el voto socialista. También en el sur de Francia, que no era una región obrera pero es donde llegaron los franceses de Argelia, y también hay una crisis. Las regiones norte y sur es donde el Frente Nacional ha progresado más y de manera dramática.
¿Por qué?
Por supuesto que no es porque la clase obrera que era de izquierda sea de derecha. Es estúpido decir una cosa así. Es que los obreros han desaparecido y ahora hay gente que son sencillamente cesantes, gente que no tiene trabajo, ni perspectivas, ni sindicatos. No tienen una cultura obrera. Están buscando trabajos más en los servicios que en las empresas industriales, que han desaparecido.
Francia ha perdido la misma cantidad de industria que Inglaterra, pero no tiene el equivalente del sistema bancario de Londres. Entonces si usted quiere defender la clase obrera, a la gente con un ingreso familiar relativamente bajo pero no de pobreza, hay que reindustrializar. Aumentar la Francia moderna. Los geógrafos franceses dicen que Francia es un país dual: hay una parte que son las metrópolis y otra que llaman “la periferia”. Tenemos metrópolis importantes como París, Lyon y Lille que se han desindustrializado por razones que no son muy claras, más políticas que económicas.
Francia era el país con aspectos tradicionales atrasados pero también con una parte moderna después de 30 años de reconstrucción post-guerra. Ahora de nuevo Francia es un país en que la parte atrasada es más numerosa que la parte modernizada.
¿Cómo se traduce esto a nivel electoral?
Si bien es cierto que el Frente Nacional tiene el antiguo electorado del Partido Comunista y parcialmente del Partido Socialista, obreros, empleados y jóvenes, si usted quiere tener una política de reindustrialización, de apertura hacia el mundo europeo y la economía mundial, no hay que votar al Frente Nacional porque no representa a la Francia moderna. Entonces el juego de palabras se hace confuso. Hay elementos atrasados, premodernos y antimodernos en la extrema derecha y la extrema izquierda porque son lo mismo.
La cosa dramática con la izquierda moderna es que no tiene la mayoría. Hizo una alianza con sectores nada modernos, de funcionarios que son demasiado numerosos, básicamente maestros y profesores. Entonces el Frente Nacional habla en nombre de gente que fue de izquierda pero es de extrema derecha. Y la izquierda es más moderna que la derecha, pero no tiene la mayoría y tiene que apoyarse en sectores de funcionarios que son a favor de una centralización estatista demasiado fuerte y que paraliza los sectores más modernos.
En este contexto, ¿el Frente Nacional aparece como el principal partido de Francia y Marine Le Pen como una de las políticas más poderosas?
No, yo no diría eso. Es de las que progresa más, es la que atrae más, pero por favor: para ser un gran partido político no es suficiente atraer votos. Hay que tener ideas, coherencia, capacidad de mantener una línea política a través de una situación compleja y que cambia constantemente. Marine Le Pen es un payaso en un circo que atrae los niños pero que no tiene nada que decirles, sino “dame plata” o “dame votos”. No sé si usted tiene idea clara de lo que sería el programa de ella en política fiscal, educativa, de salud pública y para el seguro social… Ni siquiera lo que sería la política internacional de un gobierno de niños borrachos, Dios nos proteja.
La descomposición de los partidos es muy avanzada, lo que es normal después de todo: tuvimos ciertos partidos en el período industrial, ahora hemos salido del período industrial y necesitamos otros partidos. Una redefinición. El Frente Nacional recibe el 80 por ciento de su fuerza de la desaparición de los partidos políticos de la sociedad industrial, lo que produce incomodidad. ¿Usted me puede asegurar que si yo echo al mar, incluso si mato, a dos millones de árabes mi situación económica va a mejorar? Francamente creo lo contrario.
Dice que se necesitan otros partidos, ¿pero quién detiene ahora el crecimiento del Frente Nacional?
En el momento actual la situación puede cambiar de un momento a otro. No se olvide que después del entusiasmo de los medios con el Frente Nacional el lunes, martes y miércoles, empezaron las encuestas y curiosamente anoche (viernes) no mostraban más una victoria de las dos señoras (Le Pen). Es absolutamente posible que ganen, pero es un hecho que en el momento de silencio durante el cual estamos hablando no hay encuesta disponible que se pueda publicar que indique una victoria de las dos señoras Le Pen.
Estamos en este mundo de contradicción entre realidad y palabra, realidad y sueño o símbolo. Entonces el Frente Nacional habla muy fuerte, todo el mundo habla de la catástrofe del partido de izquierda, mientras no hay a nivel nacional ningún cambio en el voto de la izquierda. Y con la alianza tremenda que ha hecho el Partido Socialista, de aceptar desaparecer en el norte y sur de Francia, anoche la gente empezaba a descubrir que la situación era más favorable para el Frente Nacional en elecciones de las que nadie había hablado, en Centro y Borgoña, dos pequeñas regiones que no tienen gran importancia. Entonces digo: confusión y complejidad extrema.
¿Cómo observa la reacción del gobierno y la sociedad francesa a los ataques recientes en París?
Mi único comentario es mi inmensa admiración y respeto para los franceses. Lo que han hecho es extraordinario. Hay 130 muertos, muertos en condiciones horrorosas por gente que son musulmanes a pesar de todo. ¿Y usted ha visto cosas como el Ku Klux Klan en el período de Martin Luther King en el sur de Estados Unidos? ¿O violencia de grandes manifestaciones reaccionarias contra los árabes, contra los musulmanes? ¿Escenas de linchamiento? Nada. Ni una palabra contra el Islam. Prácticamente ningún acto de violencia. La marcha de cuatro millones de franceses en enero es una marcha de amor a la libertad, de defensa absoluta de la libertad de opinión y expresión. Estuve tres horas en las calles de París y fue extraordinario. Me he avergonzado tantas veces del comportamiento de los franceses, que esta vez los encuentro geniales. Esa es la Francia de mañana, no de ayer.
¿Será que esto tan trágico al mismo tiempo ofreció a los franceses la oportunidad de reflexionar sobre lo que los une, en un Estado nación tan viejo que parecía haber perdido su capacidad de unir a la sociedad?
Es exactamente lo que pienso. De manera tal vez demasiado abstracta, la cosa que me ha conmovido más como sociólogo es que la referencia a valores universalistas superiores, como libertad o dignidad humana, todo eso se ha manifestado a través del duelo y la solidaridad con jóvenes que tenían una vida muy sencilla, que iban a escuchar un grupo de rock americano, pero que podía haber sido inglés, y a tomar un vaso de vino con amigos. Es decir, lo cotidiano y eterno se mezclan como en los mejores días. Tengo confianza en el porvenir, a pesar de todo.