El corazón de una mujer madura es un profundo mar de secretos que guarda en su cámara más íntima las palpitaciones del querer, del amar con consciencia y sentir con emoción, intuición y desafío.
Cuando decimos corazón nos referimos a ese algo intangible que equilibra las vivencias y que expone en sí mismo la puerta hacia un lugar inmenso que abre el recuerdo sensorial de maravillosos escenarios llenos de sensaciones.
El corazón, entendido como la mente, tiene ciclos y estaciones que recorren caminos en torno a una búsqueda y a una sucesión de períodos de soledad, de descanso, de pertenencia e incluso de desaparición.
La relación de una mujer madura consigo misma
La relación de una mujer madura consigo mismo misma y con su entorno se articula en base a una serie de necesidades afectivas que pueden resumirse en una frase: la mujer madura busca regresar a sí misma.
Es decir, la mujer en su madurez quiere volver a encontrar un punto emocional que le invite a saludar a sus secretos, a sus momentos y a sus cicatrices. Normalmente este es el momento en el que nos sentimos dispuestas a valorar y considerar nuestras equivocaciones, así como a valorar aquello que merecemos.
La mujer madura busca y recrea en sí un ambiente más propicio para ser ella misma, para buscar un centro de atención más saludable y encontrar la serenidad en la sangre ardiente de quien ha naufragado por sus debilidades y sobrevivido gracias a sus fortalezas.
“Cuando una mujer toma la decisión de abandonar el sufrimiento, la mentira y la sumisión. Cuando una mujer dice desde el fondo de su corazón: ‘Basta, hasta aquí he llegado’. Ni mil ejércitos de ego y ni todas las trampas de la ilusión podrán detenerla en la búsqueda de su propia verdad.
Ahí se abren las puertas de su propia Alma y comienza el proceso de sanación. El proceso que la devolverá poco a poco a si misma, a su verdadera vida. Y nadie dijo que ese camino sea fácil, pero es ‘el Camino’. Esa decisión en sí, abre una línea directa con su naturaleza salvaje y es ahí donde comienza el verdadero milagro”.
-Clarissa Pinkola-Estés-
El don emocional de la madurez femenina
La mujer madura experimenta poco a poco un viaje de regreso a la casa del alma que le invita a hacerse consciente de aquello que ha acontecido en su vida anterior. De este modo tiene la necesidad de resolver aquellos conflictos creados en los ciclos previos a la madurez.
Entonces el corazón de la mujer madura se ama más a sí mismo y se siente digno del respeto y repleto de aquellos valores que se acarician con la edad y que articulan la capacidad de amar y de trascender en la comprensión del sentir ajeno.
El proceso de búsqueda puede ser doloroso, pues encontrarse tan cerca requiere haber caminado muchos kilómetros, haberse alejado de uno mismo, haber retrocedido, haberse herido y haber echado raíces lejos de lo que uno anhela.
Perderse y encontrarse como mujer madura
Puede que la madurez emocional llegue antes o después, pero realmente está precedida de años y años de distracción, de accidentes sentimentales y de la anulación de una parte súper importante de nosotras mismas.
Saber dónde estamos y cuál es el lugar de nuestro mundo no es una tarea fácil, sino que requiere de la pérdida de la piel, del robo de la identidad que nos ha envuelto y con la que hemos batallado en cientos de campos.
Pero la mujer madura debe deshacerse de esa piel para dejar de rechazar las experiencias y sentirlas directamente, hacerlas suyas sin un escudo protector. En otras palabras, debe dejar ir, soltar, decir adiós y no aferrarse más a aquello que le impedía ser ella misma, a aquellas expectativas sociales que la consumen.
Entonces las crisis dejan de presentarse en nuestra casa de manera inesperada y la liberación emocional para a frecuentar nuestras dependencias, dando lugar a la determinación y al amor propio.
O sea, dejando paso a la primera persona, a las prioridades, a la rehidratación de la identidad propia, a la sabiduría de la mujer madura. Entonces comienza el recreo de las mujeres, las cuales alientan su vida secreta con fuerza gracias a sus instintos, a su experiencia y la fortaleza de su psicología femenina.