Un enigmático y valiente caballero sale al rescate de una joven dama, que está siendo agredida brutalmente por un personaje monstruoso.
Naciones Unidas define la violencia de género como “todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública o privada”.
Cuando nos referimos a drama social, es importante no olvidar que, tal y como rezaba hace unos años esta campaña de sensibilización, en la violencia de género nunca hay una sola víctima.
Según la organización Save the Children, se calcula que anualmente entre 100 y 200 millones de niños y niñas presencian violencia entre sus progenitores o cuidadores de manera frecuente.
Las consecuencias que esto puede ocasionar en los menores son muy diversas, tanto a nivel psicológico como cognitivo y emocional: inseguridad, baja autoestima, miedos, pesadillas, retraso en el desarrollo del lenguaje, problemas de aprendizaje e interacción social, ansiedad, sentimientos de culpa, estrés postraumático… Y en algunos casos, los más extremos, agresiones físicas graves o la muerte.
La Academia Americana de Pediatría (AAP) asegura que ser testigo de violencia doméstica puede ser tan traumático para el niño como ser víctima de abusos físicos o sexuales.
En los hogares donde impera la violencia, los hijos e hijas presentan hasta 15 veces mayor probabilidad de padecer maltrato físico, abusos sexuales y negligencia, que en los hogares no violentos.
Erradicar la violencia de género implica necesariamente la concienciación y colaboración de todos los estratos sociales.
Y los propios niños y niñas son, sin duda, un elemento clave a la hora de construir una sociedad igualitaria y pacífica, que rechace por norma cualquier tipo de violencia o discriminación.
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