Más tarde, muchos se trasladan a distintas embajadas para solicitar visas.
Son señales en la calle de la ola de emigración que vive Grecia. Mientras el país se hunde en la crisis económica, miles deciden buscar suerte en otros lugares.
El desempleo se disparó a 16 por ciento este mes. El ministro de Finanzas, Evaggelos Venizelos, admitió públicamente que la economía se estaba contrayendo más rápido de lo que se temía, a una tasa de 5,2 por ciento, y que la tendencia continuaría el año siguiente.
Un informe publicado por el Instituto de Investigación Laboral, perteneciente al Sindicato General del Trabajo, formado por empleados del sector privado, pronosticó un mayor y rápido deterioro. Oficialmente, más de 790.000 griegos están desempleados, pero los números reales serían mayores, ya que muchos no habrían sido contados por razones logísticas.
Los jóvenes son los más afectados. El desempleo entre aquellos que tienen entre 15 y 29 años de edad creció por encima de 40 por ciento. Esto alimenta la ola de emigración.
Incluso algunos que sí tienen trabajo también abandonan el país.
Andreas Kallisteris renunció a un lucrativo empleo de asesor en el Ministerio de Empleo para acompañar a su esposa y su hijo a Berlín. Ella, traductora independiente, también tenía trabajo, pero decidió dejar el país de todas formas.
«Estamos pensando en no volver jamás», dijo a IPS Kallisteris, un profesional altamente calificado y vinculado a la política desde hace años. «No puedo incidir en el futuro y no puedo cambiar las decisiones tomadas por una administración y un sistema político fracasados. No hay posibilidades para este país».
«Estoy dejando atrás un lugar que se está convirtiendo en un desierto. Con la partida de los mejores recursos humanos, fenómenos como el aumento de la extrema derecha y el subdesarrollo se convertirán en agudos temas sociales pronto. Solo regresaré cuando se vaya esta generación que gobierna el país», añadió.
De esta forma, viejas rutas de la emigración reviven. Los habitantes del noreste de Grecia, la zona más sacudida por la crisis, quieren mudarse a Alemania o Escandinavia, tierra de origen de sus ascendientes, que llegaron a suelo griego para trabajar en los años 50 y 60.
Hasta ahora, Europa occidental, Estados Unidos, Canadá y Australia son los destinos más populares.
Hasta julio de este año, se registraron 106.775 visitas en el sitio web de Europass, muy popular entre los que buscan trabajo en la Unión Europea.
En la sudoriental ciudad australiana de Melbourne, la comunidad griega –la mayor en el exterior– se movilizó para recibir a nuevos inmigrantes.
Por su parte, la embajada australiana en Grecia anunció la realización de una conferencia en Atenas el 8 y el 9 de este mes para potenciales emigrantes. Se espera una gran concurrencia.
Pero también hay destinos poco habituales. Dionysis Raitsos, científico del Centro Griego para Investigación Marítima, nunca imaginó que se mudaría a Araba Saudita. «Yo tenía un buen empleo con un ambiente dinámico, pero con gran falta de fondos, que en su mayoría venían de programas europeos», dijo a IPS.
«Estuve cuatro años con un salario básico sin reales perspectivas de mejora. Los contratos de muchos de mis colegas estaban expirando y no eran renovados. Pronto vendría mi turno», contó. El año pasado se trasladó a la saudita Universidad Rey Abdalá de Ciencia y Tecnología.
«Fue una decisión inteligente. Recibí una beca y aterricé en un ambiente donde las cosas avanzan. A pesar de las diferencias culturales y las dificultades para emigrar, salir de Grecia era la única solución», señaló.
Es difícil precisar cómo impactará esta ola de emigración, pero expertos se muestran pesimistas. El jefe del Instituto de Investigación del Sindicato General del Trabajo, Savvas Robolis, señaló que se trataba de la «generación perdida de Grecia».
Este país no puede absorber a la mayoría de los 40.000 nuevos trabajadores que ingresan al mercado cada año, y por ello estos procuran una solución en el exterior. Pocos hablan de regresar alguna vez.
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