‘Terrícolas’, un documental

Este trabajo de vídeo llamado “Terrícolas” expone la evidencia sobre la forma en que la así llamada ‘civilización’ humana se relaciona con los animales. Un sistema de vida basado en el maltrato de los más débiles no puede aspirar al respeto por parte de otros seres, quizás mejor posicionados en algún sentido, hacia nosotros, y un paso esencial para reclamar un nuevo sistema donde abolir nuestra propia esclavitud debe pasar, por suprimir las formas de control, represión, asesinato o maltrato que hemos establecido en esta ‘civilización’ sobre los más ‘débiles’.

Muchas de las imágenes no son agradables y pueden herir la sensibilidad. La única justificación para verlas o postearlas es que estas cosas sigan ocurriendo a nuestro alrededor con la colaboración, siempre necesaria, de nuestro silencio o nuestro consentimiento informado, basado en la inconsciencia de las implicaciones que todo este horror tiene para los individuos y los colectivos que alimentan este aspecto del sistema de control.

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3 comentarios en “‘Terrícolas’, un documental

  1. Azquerosa humanidad, no es su totalidad, pero si la gran mayoria, matar a un animal por el simple hecho de que tenga un sabor agradable para el paladar de algunos, va más allá de la prepotencia o la ignorancia.

  2. esto es muy perturbador . asi es esta raza humana cruel carnivora sin sentimientos
    aqi mi familia ase muchos años no consumimos carne otamos por consumir vegetales y granos y algo de peces . hay qe ser consientes qe si segimos consumiendo carne y otros deribados de seres vivos somos culpables indirectamente por consumir y causar la muerte de nuestros hermanos menores CONCIENCIA CONCIENCIA

  3. ¿primero fue el huevo o la gallina? los primeros homínidos o pre-homínidos eran carnívoros y no sólo eso sino caníbales. Había partes de su cerebro que, aparte de necesitar consumir energía veloz procedente de las proteínas animales, estaban programadas o des-programadas para el resto de funciones. Tuvieron que adaptarse a medios hostiles con pocos elementos o disponibilidades, sintieron que la Naturaleza no era tal sino que era un medio hostil donde o matabas o eras muerto. Habían perdido el vínculo sagrado y espiritual que les unía a la Creación. Tuvieron que partir de cero como puras bestias, y a través de largos procesos irse integrando con la Naturaleza misma, de ahí fueron naciendo los rituales, en gran parte procedentes de los miedos ya que eran «pactos» para que la Naturaleza les concediera o bien el alimento o les perdonase la vida. Más tarde estos rituales fueron refinándose y derivaron en creencias, estas creencias fueron compartidas y en la medida en que fueron compartidas, fueron guardadas y transmitidas como «verdades» de sus ancestros. Las creencias derivaron en religiones, en posturas muchas veces ciegas de negación o aceptación de los diversos conceptos creados entre unos y otros. Ya a las puertas de una auténtica «evolución» o estado previo para el salto a la Gran Cordura o afirmación de la Existencia misma, donde el Hombre por fin reconocerá de nuevo el nexo espiritual con la Naturaleza, han surgido los flagelos que están impidiendo que este mismo desarrollo se de por completo. Han creado los flagelos del apocalipsis, cosa de la cual ahora muchos viven confundidos pensando que es una sarta de amenazas de exterminio: no es así, ya que ahora mismo estamos sumergidos en ese Apocalipsis tanto revelador como destructor. Ahí las bandas fuerzan tirantes: la muerte se da en gran escala tanto en hombres como en animales como en la Naturaleza misma de toda especie viviente; por el otro lado la banda tirante que fuerza para que este sacrificio final no se produzca y podamos nacer a la auténtica naturaleza Espiritual con la que fuimos creamos y podamos volver, por fin, a donde se nos dejó en aquellas puertas fuera del paraíso.
    Las matanzas por lo tanto, de todo tipo, ya pueden ser físicas, morales, mentales, psíquicas o espirituales entran dentro de esta rueda final donde se trata ya de liberar al ser Humano de la lacra de la negación y la carga de la muerte constante para poder liberar sólo energía y muerte físicas.
    Quien no entienda, cuando mata por placer, y además regocijándose en el mal ajeno (ya que así vive representado su propio teatro de horror, trasladando el propio sufrimiento a la victima); o quien no entienda que realmente el comer cadáveres que aunque produzca ese enorme placer visual, mental… está comiendo cadáveres de seres vivos, y además con el desprecio absoluto por la vida, está en las puertas todavía de ese grado no evolutivo que es la herencia de aquellos primeros seres homínidos, condenados a verse en la más terrible desolación y desarraigo del Espíritu mismo.

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