«¿Por qué esta tendencia general a subrayar las faltas de los demás? ¿Por qué ensañarse con hombres y mujeres que se debaten en medio de tantas dificultades? Lo más extraordinario es que, criticándolos mucho creen dar muestras de lucidez, de sabiduría y también de amor. Se dice «quien bien ama bien castiga» y el castigo sigue necesariamente a la crítica: no se puede «castigar» bien a alguien si no vemos en qué ha actuado mal. No, en numerosos casos el amor no consiste en criticar ni tampoco es sabio hacerlo. Amar a los seres, es comprender sus dificultades y actuar con delicadeza para aliviar sus sufrimientos. Sin embargo la crítica tiene más bien tendencia a burlarse, arañar, herir. A menudo, esto no se trata de amor, sino de encarnizamiento. El verdadero amor no se mancha de sangre, sino que es grande y luminoso. A través de él, os unís a Dios y Dios os aconseja los mejores métodos para actuar con los seres.
¿Qué es un buen crítico? Un buen jardinero que sabe podar los árboles, enderezarlos, desembarazarlos de las larvas y los insectos dañinos. Preserva lo que es bueno y pronto aparecen flores y frutos magníficos.»
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