Todos cometemos errores. Es inútil pretender evitarlos ya que forman parte de nuestra vida. De hecho, gracias a ellos podemos dar un paso atrás, reestructurar nuestras creencias y crecer. Sin embago, los errores solo nos permiten crecer cuando los utilizamos como herramienta de cambio.
Al contrario, quienes tienen una percepción negativa de los errores se mantienen atados a ellos. Si nos equivocamos y no aprendemos la lección, seguiremos cometiendo esos errores o nos bloquearemos debido a la sensación de culpa.
Por eso, una de las técnicas más útiles que podemos aprender en la vida es un sencillo ejercicio de la PNL ideado por Robert Dilts. El ejercicio se basa en reconocer los aprendizajes que podemos obtener de los errores que cometemos. Se trata de examinar, de modo especial, cuál es la parte positiva de ese comportamiento que al inicio nos parece tan negativo.
Este ejercicio se basa en la idea de que, aunque en un primer momento no seamos conscientes de ello, todas las decisiones que tomamos en un momento determinado de nuestra vida, son las más adecuadas. Esto no significa que los errores no tengan consecuencias negativas, si nos equivocamos es probable que nos hagamos daño o que hagamos daño a otras personas, pero se trata de un aprendizaje que nos hará mejores personas. Si sabemos aprovecharlo.
7 pasos para convertir los errores y malos hábitos en aprendizajes útiles
1. Busca un comportamiento que te gustaría cambiar, una de esas cosas que haces a menudo pero de las cuales te arrepientes continuamente. Se trata de encontrar ese hábito que te hace sentir mal y del que te gustaría desembarazarte. No obstante, céntrate en algo relativamente sencillo, no comiences por los hábitos más complejos o aquellos que ya llevan años instaurados.
2. Pregúntate cuáles son las creencias limitantes que están relacionadas con ese comportamiento. ¿Qué creencias se encuentran en la base de ese hábito y lo sustentan? Básicamente, se trata de responder sinceramente a la pregunta: ¿porque hago lo que hago?
3. Reflexiona sobre ese comportamiento negativo que has elegido. ¿Cuáles son las consecuencias negativas y por qué te hacen sentir mal? Examinan los efectos sobre ti mismo y sobre las personas que te rodean. No te mientas, profundiza en lo que no te agrada de ese hábito.
4. Amplifica el sentimiento negativo. La mayoría de las personas evita las emociones negativas, es lo que se conoce como evitación experiencial. Sin embargo, se trata precisamente de amplificar esos sentimientos: ¿Cuál es el peor escenario posible que puedes imaginar? ¿Cuán mal podrías llegar a sentirte? ¿Cuánta culpa experimentarías? La idea es aumentar a desmesura los sentimientos, hasta que resulten paradójicos o francamente imposibles.
5. Busca la intención positiva de la conducta. En sentido general, cualquier error o mal hábito tiene en su base una intención positiva, se trata tan solo de encontrarla. Por ejemplo, el hecho de perder los estribos y alzar la voz puede indicar que necesitas ser escuchado, que necesitas expresar una opinión y no conoces otra manera de hacerlo. Comprender la intención positiva de la conducta te ayudará a mirarla desde otra perspectiva.
6. Identifica el resultado positivo del “error” que cometes. Básicamente, se trata de encontrar la utilidad de ese error. En un principio puede resultar un ejercicio paradójico y difícil de entender porque en nuestra mente lo hemos etiquetado como algo negativo y no concebimos la idea de que pueda estar vinculado a algo positivo. Por eso, es importante que te tomes tu tiempo y pienses que la mayoría de nuestros comportamientos nos reportan algún beneficio. Por ejemplo, alzar la voz y enfadarnos puede hacer que los demás nos escuchen, cuando normalmente no lo hacen.
7. Revive el error mientras experimentas un estado positivo. Se trata de un paso importante, y quizá uno de los más difíciles ya que la clave consiste en volver a revivir ese error o mal hábito, pero desde una actitud desprejuiciada y libre de crítica. Para ello, se recomienda que primero entres en un estado positivo, en el que te sientas a gusto, para lo cual te puede ayudar la meditación, y después imagina que repites ese comportamiento pero reaccionando de una manera diferente, sin sentirte mal por ello o vapulearte porque te has equivocado o has sido débil una vez más. La idea es que profundices en cómo reaccionas cuando no eres víctima de tus emociones. Así tendrás un pequeño guión a seguir la próxima vez que te encuentres en una situación similar.
Por último, solo tienes que asimilar todo lo que has aprendido. Y no esperes que todo cambie de la noche a la mañana, ten paciencia. Mejorarás a medida que repites el ejercicio.