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La figura del rey Juan Carlos I está siendo revisada tras su abdicación. Fernando Rueda –autor de El dosier del Rey- asegura en un revelador reportaje en Historia de Iberia Vieja que, el futuro de España, se decidió desde Washington interviniendo en la elección del monarca.
El rey emérito Juan Carlos I fue apoyado por los Estados Unidos como sucesor de Franco, de este modo la CIA, la famosa Agencia Central de Inteligencia, convertía al monarca en una suerte de espía de los norteamericanos.
Y es que entrados los años 60, la CIA tuvo una información única sobre lo que pasaba en el interior de España. Sabían que se estaban organizando movimientos políticos y sindicales, en los que disponían de colaboradores que les informaban. Eran parte de una tupida red llena de personas influyentes en la vida política, económica y cultural, con los que mantuvieron muy buenas relaciones
A la sazón comenzaron a poner un énfasis especial en controlar el tejido político, no solo el vinculado al franquismo, sino también el de la oposición. La Administración estadounidense consideraba a España vital para sus intereses estratégicos y no deseaba que cambiara su estatus, para lo que estaban dispuestos a hacer cualquier cosa. Establecieron contactos con todas las fuerzas políticas que se iban estableciendo, menos con los comunistas del PCE que fueron vigilados pero se juramentaron para que nunca entraran en la vida política española.
Este control les permitió afrontar el inicio de los años 70 con la convicción de que Franco no duraría mucho y era necesario establecer los mecanismos para que hubiera un cambio político que respetara sus intereses creados.
La Guerra Fría seguía vigente y España era imprescindible como retaguardia frente a una invasión soviética de Europa. El encargado de esta misión sería Vernon Walters, que llegaría a ser director adjunto de la CIA, y hombre de confianza del presidente Richard Nixon para España.
Walter se reunió con el propio Franco, a quien tuvo el valor de hablar de su muerte y de la necesidad de evitar una revolución en España.
Estados Unidos apoyaba abiertamente al príncipe Juan Carlos como sucesor ya que le consideraba próximo a sus intereses. Walters fue a hablar con el vicepresidente Carrero Blancocon objeto de establecer los mecanismos para que los servicios secretos de los dos países se coordinen para llevar a cabo la Transición de la manera más segura. Nada debe impedir que Juan Carlos suceda a Franco. Planes como el de la “Operación Tránsito”, que establecía cómo tenía que actuar el nuevo Rey tras la muerte del dictador, son elaborados por los espías del SECED, bajo la supervisión de la CIA.
No es casual, por tanto que la primera visita que realiza al extranjero el nuevo Rey, tras la muerte del dictador el 20 de noviembre de 1975, fuera a los Estados Unidos. Allí consiguió el apoyo de la primera democracia mundial y sólo un año después vendría el cambio de estatus de la relación de los dos países con la firma de un Tratado de Amistad y Cooperación que suponía dejar de ser un aliado de tercera división e iniciar el camino del respeto mutuo.