Una vez se hicieron públicos los resultados las elecciones del 26 de junio de España, empezó de nuevo el juego político para formar coaliciones.
Esto después de que el Partido Popular resultara el vencedor, aunque sin alcanzar la mayoría absoluta necesaria.
En este artículo pretendemos estudiar el resultado de las elecciones y las posibles opciones para formar un gobierno en el país ibérico, además de analizar los problemas que generan en el pueblo y en la imagen del país el vacío de gobierno.
¿Qué pasó en los comicios y cuáles son las perspectivas?
Estas elecciones se realizaron en medio de una incertidumbre política, aderezada con los escándalos políticos y de corrupción del partido gobernante. Es por ello que, hasta cierto punto, el resultado fue sorprendente; el propio Partido Popular volvió a ganar, logrando 137 diputados, 14 más que en las de diciembre pasado. El Partido Socialista Obrero Español, PSOE, se mantuvo en el segundo puesto, con 85 escaños, aunque perdió cinco en el camino, su peor resultado desde el retorno de la democracia a España en 1978. La fuerza Unidos Podemos logró 71 diputados, igual número que en diciembre, mientras el gran perjudicado fue Ciudadanos, que perdió 8 diputados.
Estos resultados han servido para poner de relieve que ninguna organización política puede formar gobierno por sí sola, por lo que ya se habla del posible reinicio de los diálogos para crear pactos para poner fin al vacío de gobierno que, durante seis meses, ha afectado al país con una crisis sociopolítica.
En práctica, se vuelven a repetir las condiciones de los comicios precedentes. La coalición que podría tener todas las cartas para conseguir una mayoría absoluta sería una formada por el Partido Popular, el Partido Socialista Obrero Español y Ciudadanos. Para una coalición solo entre el Partido Popular y Ciudadanos faltarían 5 escaños, mientras que para un bloque de izquierdas restarían 20.
El 19 de julio sería la fecha establecida para que se constituya el nuevo Parlamento español. Solo a partir de entonces, el rey Felipe VI puede abrir la ronda de contactos con los partidos, según prevé la Constitución, en orden de menor a mayor. Se espera que esas reuniones comiencen inmediatamente, para no perder tiempo a la hora de permitir que el monarca proponga a un candidato a la investidura como jefe del Ejecutivo.
Visto que las rondas de encuentros entre el monarca y los partidos no pueden arrancar hasta que no se haya formado el Parlamento, sería lógico que los partidos comenzaran lo antes posible. Además, si tenemos en cuenta que, a finales de septiembre, debe estar ya elaborado el proyecto de los Presupuestos Generales del Estado para 2017, sería recomendable que el proceso de confección de las cuentas públicas comience a finales de agosto. En caso de no haberse formado gobierno que pueda proceder a su elaboración, se verían obligados a extender las que están en vigencia actualmente, elaboradas hace un año por la administración en funciones.
Los tiempos marcados por la Constitución española no se pueden activar hasta que el rey no proponga un candidato a la investidura como jefe del Ejecutiva. En caso de que el candidato presentado logre una mayoría absoluta en una primera votación o una mayoría simple en un plazo de 48 horas después, entonces se puede formar Gobierno.
De fracasar ambos intentos, se determina un plazo de dos meses para que las formaciones políticas comiencen a dialogar. Si tras esos dos meses los intentos para investir a un nuevo jefe del Ejecutivo resultaran inútiles, el rey se vería en la obligación de disolver el Parlamento y convocar nuevos comicios, exactamente como ocurrió a comienzos de mayo.
El punto muerto y los daños para el país
La situación que se vive actualmente en el terreno sociopolítico español es una clara evidencia de la continuación del bloqueo político que proponen las diversas formaciones, ya que al igual que Unidos Podemos, el propio secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, aseguró que no apoyarán la investidura de Mariano Rajoy ni con su voto, ni con su abstención, lo que podría agudizar aún más la crisis de esta nación europea.
La economía sería la primera en sentir los efectos negativos de esta situación prolongada. En el campo económico y de inversiones, sean extranjeras o locales, la seguridad y estabilidad son primordiales. Así que, en medio de esta incertidumbre política en la que el Gobierno no puede ni debe adoptar decisiones importantes, existe la posibilidad de que se produzca una retracción de los inversores extranjeros y también locales. De esa forma, la economía española, que requiere en gran medida de la inversión extranjera, no conseguiría recuperarse, creando una situación de estancamiento, por no decir de retroceso.
Asimismo, en cuanto a los compromisos internacionales, existen ciertos riesgos, tanto respecto en relación con la Unión Europea como con otros organismos mundiales, ya que la contraparte debe dialogar con un partido en el gobierno que se encargue de ejecutar los planes acordados. Además, en tales circunstancias, quienes quieren adoptar decisiones importantes en asuntos bilaterales, seguramente preferirán esperar hasta que se establezca un gobierno, especialmente en lo que respecta a un país como España, ya que la política difiere mucho en dependencia del partido que asuma el poder. Es decir, resulta obvio que la política exterior e interna de Podemos sea totalmente diferente de la que promulgaría el PP o el PSOE.
Con todo lo expuesto se puede decir que la ciudadanía ha demostrado con su voto que sí está cansada. Tanto el Brexit como las negociaciones que motivaron el bloqueo político en España desgastaron las opciones progresistas del PSOE y Unidos Podemos. La gente solo quiere que se produzca la formación de un gobierno y, en este caso, del Partido Popular, el que cuenta con más posibilidades, para que al menos la situación permanezca estable.
El pueblo es consciente de que de continuar en estas condiciones en que está sumido el país, la cuarta economía de la Unión Europea (UE) corre peligro, es especial después del golpe provocado por la salida del Reino Unido del bloque comunitario. Además, si bien el país podría encaminarse a superar la mala situación que atraviesa, la tasa de paro continúa en el 20 por ciento y la deuda supera el 100 por ciento de su Producto Interior Bruto (PIB).