Desde el punto de vista metafísico y esotérico se considera que sólo existe un elemento en la naturaleza, en cuya raíz estaría la llamada Deidad. Los llamados siete elementos, de los cuales cinco ya han manifestado su existencia, son la vestidura y el velo de esa Deidad, de cuya esencia viene directamente el hombre, bien se le considere física, psíquica, mental o espiritualmente. Según varios autores, en varias civilizaciones a lo largo de la Historia y en diversos lugares, como en la civilización egipcia, el hinduismo o la alquimia y la teosofía, se considera que la constitución septenaria o los siete principios son todos y cada uno de los elementos o esencias originales, que serían las diferenciaciones fundamentales de las que se han formado todas las cosas. Designan los siete aspectos individuales y fundamentales de la Realidad única universal, tanto en el cosmos como en cada uno de los seres. De ahí vienen los siete aspectos en su manifestación en el ser humano. Es la división de la Naturaleza en siete «planos de expresión». Según la teósofa Helena Petrovna Blavatsky (1831 – 1891), estos principios no se deben considerar como entidades separadas, dispuestas concéntricamente, sino interpenetrados, aunque conservando su identidad. Cada principio es sustento del inmediato superior. Blavatsky dividía los siete principios en dos grupos: una Tríada superior, y un Cuaternario inferior. Blavatsky utilizaba las palabras en sánscrito que utiliza el hinduismo. La Tríada superior, que representa el individuo en su parte espiritual, así como la individualidad inmortal, sin forma, que está formada por Atma, Budhi y Manas. El Cuaternario inferior representa la personalidad mortal, con forma, formada por los cuatro principios inferiores, que son Kama-manas, Linga-sarira, Prana, y Stula-sarira o cuerpo físico. La Tríada y el Cuaternario se mantienen unidos durante la vida física por el llamado ’’Hilo de Plata’’ o Antarkarana. Así mismo, diversos autores relacionan cada uno de estos principios con distintos caminos del desarrollo humano.
Para explicarlo en un mayor detalle, primero hablaríamos de la Triada superior imperecedera, que en primer lugar estaría formada por el Espíritu (en sanskrito Atma), que sería la unidad con lo Absoluto, como radiación suya. Por otro lado tendríamos el Alma Espiritual (en sanskrito Buddhi), que es el vehículo del Espíritu universal puro (Atma). Por último tendríamos el elemento Mental (en sanskrito Manas), que es un principio dual en sus funciones. Es la mente humana superior, cuya luz o radiación conecta a la Mónada [dúo Atma-Buddhi] con el hombre mortal durante la vida. El estado futuro y el destino kármico del hombre dependen de sí Manas gravita hacia abajo, hacia Kâma–Rûpa, el asiento de las pasiones animales, o bien hacia arriba, hacia Buddhi, el Ego espiritual. En el último caso, la conciencia más elevada de las aspiraciones espirituales individuales de la mente (Manas), asimilándose a Buddhi, son absorbidas por éste y forman el Ego que va a la visión Devachanica, Esta visión sólo se presenta en los
discípulos debidamente ejercitados en las escuelas más elevadas del ocultismo. Dicha clarividencia, también se denomina visión espiritual. En el Cuaternario menor tenemos por un lado el asiento de los deseos y pasiones animales (Kama o Kâma-Rûpa). Este es el centro del hombre animal, en donde yace la línea de demarcación que separa al hombre mortal de la entidad inmortal (la Triada Superior). Asimismo tenemos la Vida o principio vital (Prâna). Solo es necesario para el cuerpo físico, el cuerpo astral, el Kâma-Rûpa y las funciones del Manas inferior, el cual abarca todas aquellas funciones limitadas al cerebro físico. También tenemos el Cuerpo Astral (Linga Sarira), que es el doble o el cuerpo fantasma. Finalmente tenemos el Cuerpo Físico (Rûpa o Sthula-Sarira), que es el vehículo de todos los otros “principios” durante la vida. En el Buddhismo Esotérico, de Alfred Percy Sinnett, Kama, Manas y Buddhi son llamados respectivamente el alma animal, el alma humana y el alma espiritual del ser humano. En algunos seres humanos es la Inteligencia superior (Manas) la que domina al resto. En otros es el alma animal (Kâma-Rûpa) quien domina, manifestando los instintos más bajos.
El término antarkarana, ‘causa interna’ en idioma sánscrito, representa al corazón, que los hinduistas creían que era el sitio donde se encontraba el alma, o la conciencia, la mente y la inteligencia. Según la teosofía, elantarkarana puede representar un puente entre el ser inferior (manas inferior) y el ser superior (manas superior). Ambos formarían parte del manas, o ser supremo. El ser superior y el ser inferior son distintos estados de consciencia del ser humano. La presencia del velo de maia (ilusión), que el ser humano se impone a sí mismo como mecanismo de defensa, impide la visión del antarkarana como parte del ser. A principios del siglo XXI, en el ámbito de los grupos del New Age se creó un símbolo que representa el antarkarana. Se le atribuye una grandísima antigüedad. El término Nueva Era o New Age, utilizado durante la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI, se refiere a la Era de Acuario y nace de la creencia astrológica de que cuando el Sol «pasa» de un signo del zodíaco al siguiente, desde el punto de vista de un observador en la Tierra, se producirían cambios en la humanidad. No hay acuerdo acerca de la duración de cada era, aunque según algunos astrólogos, el Sol saldrá de la constelación de Piscis para entrar en Acuario alrededor del siglo XXVII, mientras que según otros habría entrado el 4 de febrero de 1962. Según esta creencia, la constelación que señala el Sol, un toro, una cabra, un escorpión, etc., influiría de alguna manera en la conciencia y el desarrollo de los seres humanos. El antarkarana es un símbolo antiquísimo de sanación y meditación que ha sido usado en el Tíbet y la China durante miles de años. La clarividente Michelle Griffith informa que este símbolo fue entregado a los pobladores de la Tierra durante los tiempos del antiguo continente de Lemuria, hace más de 100.000 años, al mismo tiempo que el antiguo reiki. Pero el reiki, un método de curación mediante la imposición de manos, fue recreado formalmente por el monje japonés Mikao Usui (1865 – 1926) en 1922. Sin embargo, las primeras menciones al símbolo del antarkarana no aparecieron en esa época sino varias décadas más tarde, a finales del siglo XX.
Se dice que el símbolo del antarkarana neutraliza la energía negativa que se haya acumulado en cualquier objeto, simplemente colocando el objeto entre dos símbolos del antarkarana. Este símbolo tiene efectos positivos, lográndose notables resultados, al igual que con el reiki y mediante la meditación, ya que producen un notable cambio de flujo energético en el aura y los chakras. El antarkarana es un símbolo multidimensional. Está constituido por tres sietes sobre una superficie plana, desde una perspectiva que parece bidimensional. Los tres siete representan los siete chakras, los siete colores y los siete tonos de la escala musical. Desde otra perspectiva aparece como un cubo tridimensional. La meditación tibetana utilizando estos símbolos era realizada en una habitación iluminada con velas. Una pared estaba cubierta con cobre pulido que actuaba como un espejo. En la pared opuesta había tapices que mostraban símbolos antarkarana. El lama tibetano se sentaba y miraba fijamente la imagen del símbolo que se reflejaba en el espejo de cobre. Esta meditación es una meditación yantra. La palabra sánscrita yantra proviene del prefijo yan, que significa concepción mental. Yantra, pues, significa literalmente “instrumento”. Hace referencia a representaciones geométricas complejas de niveles y energías del cosmos, personalizadas bajo la forma de una deidad escogida, y del cuerpo humano, en cuanto réplica microcósmica del macrocosmos. El yantra se interioriza por completo en los niveles más altos del ritual tántrico, a través de la construcción mental de un modelo geométrico complejo, así como su visualización. El tantra o tantrismo es una de las variadas tradiciones esotéricas orientales que enseñan a utilizar el deseo material con el propósito de espiritualidad. Existe en variantes hinduistas, budistas, yainas y bon. El tantra en sus variadas formas, existe en países como Bután, Corea, China, Tíbet, India, Indonesia, Japón, Mongolia y Nepal. Una vez construido mentalmente, el yogi lo va disolviendo de manera gradual (laya). Los yantras se construyen de interior a exterior o de exterior a interior, dependiendo de la figura geométrica en la que el yogi piense. El yogi logra identificarse completamente con la figura escogida, hasta el punto de no diferenciar si el yantra está en su interior o es él quien penetra en el yantra. Los practicantes de esta clase de ejercicios mentales del yoga afirman que, si se efectúa con éxito, este ejercicio catapultará al practicante hacia la conciencia pura (sâdhaka), más allá de la distinción entre sujeto y objeto.
En el Tantra se emplean un gran número de yantras. El más famoso de todos es el Sri Yantra, que se compone de nueve triángulos yuxtapuestos y colocados de forma que dan origen a 43 pequeños triángulos. Cuatro de los nueve primeros triángulos están orientados hacia arriba y representan simbólicamente la energía cósmica masculina Śivá; los otros cinco triángulos se orientan hacia abajo y representan la fuerza femenina Śakti. Estos triángulos están rodeados de un loto de ocho pétalos que simboliza a Vishnú. Envolviéndolo, un loto de dieciséis pétalos representa el poder del yogui sobre la mente y los sentidos. Encerrando este loto se encuentran cuatro líneas concéntricas que se conectan simbólicamente con los dos lotos. La triple línea que lo rodea designa la analogía entre el universo entero y el cuerpo humano. Según Blavatsky, la Tríada y el Cuaternario se mantienen unidos durante la vida física mediante el antahkarana. Se ha traducido a veces como puente entre el Ser inferior, o Kama-manas. y el Ser superior, o Manas, en relación con el pensamiento. En elBhagavad-guita, libro que forma parte de la inmensa epopeya hinduista Majábharata, el dios Krisná menciona que la Naturaleza se expresa en distintos elementos. Annie Besant (1847 – 1933), escritora ocultista británica, parece indicar que el carro simboliza el cuerpo humano, vehículo de la mónada y de los principios que integran el hombre. La palabra sánscrita rath puede traducirse por cuerpo humano y vehículo: “Entonces, Madhava y el hijo de Pandú, de pie sobre su gran carro de guerra arrastrado por caballos blancos, soplaron sus divinas conchas“. Según el teósofo William Quan Judge (1851 – 1896),el Bhagavad-guita podría referirse a la evolución del hombre, del universo, o al carácter moral. En el texto épico Majábharata, el rey Dritá Rastra era el hijo de Ambika, la primera esposa del rey Vichitra Viria. Su padre biológico era el sabio Viasa, hermano de Vichitra Viria. Este ciego, rey de Jastina Pura, la ciudad fundada por Jastin, el rey hijo de Sujotra, de laDinastía lunar, fue padre de cien hijos con su esposa Gandhari. Esos hijos fueron conocidos como los Kauravas o Kurus. Duriodhana y Duj Shásana (‘duro instructor’) fueron sus dos primeros hijos.
La Dinastía lunar (Soma vamsa o Chandra vamsa) es una de las tres casas principales de la casta chatría, guerreros y gobernantes. Esta dinastía legendaria era descendiente de Soma, o Chandra, dios de la Luna, mientras que las otras dos casas principales, la Dinastía solar (Suria-vamsa) y la Dinastía del fuego (Agní-vamsa) afirmaban descender respectivamente de Suriá (el dios del Sol) y de Agní (el dios del fuego). El término vamsa (‘bambú’) significa en este caso ‘genealogía’, por el parecido entre un pedigrí y las ramificaciones de un bambú. Dentro de este árbol genealógico hubo varias sub-ramas, no todas ellas legendarias. Se trataba de Bharata-vamsa, Yadu-vamsa, Puru-vamsa, Kuru-vamsa, Pandu-vamsa y otras, surgidas del nombre de cada progenitor prominente de la línea. A lo largo de la historia, muchas comunidades del sur de Asia han afirmado descender del dios Chandra a través de estos linajes. En el hinduismo, Chandra (‘brillo’) es el dios de la Luna y un graha, ‘influenciador cósmico‘ sobre los seres vivientes de la madreBhumidevi (Tierra). Se identifica con la deidad lunar védica Soma (‘jugo’). En la astrología Hindú, losNavagraha, o nueve reinos, son algunos de los influenciadores principales. Todos los navagraha poseen movimientos relativos con respecto a las estrellas fijas de la esfera celeste en el zodiaco. Ellas comprenden a los planetas: Marte, Mercurio, Júpiter, Venus, y Saturno, el Sol, la Luna, como también ciertas posiciones en el cielo, como Rahu, norte o punto del nodo lunar ascendente, y Ketu, sur o nodo lunar descendente. Según afirman algunos, los grahas son los que “producen la influencia“, que apunta a la influencia kármica sobre el comportamiento de los seres vivos. Según el tratado astrológico Prasna Marga, existen numerosas entidades espirituales denominadas grahas o espíritus. Todas estas entidades, excepto los navagrahas, se dice que han nacido del enojo de Shiva o Rudra. La mayoría de los grahas son, por lo general, de naturaleza maléfica, aunque existen unos pocos que pueden ser buenos. La enciclopedia Puranica, en la sección ‘Graha Pinda’, presenta una lista de los grahas, espíritus o entidades espirituales, que se dice que acosan a los niños. La misma obra presenta los nombres de los espíritus (grahas), como por ejemplo ‘Skhanda graha’, que se dice causa malos comportamientos.
Chandra es descrito como joven y bello, y lleva en las manos un loto. Va montado en un carro, que simboliza a la Luna, con el que recorre el cielo cada noche, tirado por diez caballos blancos o por un antílope. El nombre de Soma hace referencia al soma, jugo psicotrópico ritual, y convierte a la Luna en el dios de las plantas y la vegetación. La legendaria capital de la Dinastía lunar era la antigua ciudad de Pratisthana, que se decía que había sido fundada por el primer príncipe lunar, Pururavas, hijo de Budha, que no es el mismo Buda fundador del budismo. Budha era el hijo de Chandra, a su vez hijo de uno de los primeros sabios, Atri y su esposa Anasuia. En el Rig-veda, el texto más antiguo de la India, de mediados del II milenio a. C., no se menciona a Dritarastra ni a los otros personajes que le acompañan, como el dios Krisná, los hermanos Pándavas, etc. La primera aparición de Dritarastra se encuentra en el texto épico-religioso Majábharata, del siglo III a. C. Después de la muerte de Vichitra Viria, su madre Satiávati envió a su primer hijo, Viasa. De acuerdo con los deseos de su madre, para que su hermano muerto tuviera alguna descendencia, Viasa tuvo relaciones sexuales con las dos esposas de Vichitra Viria, en dos noches diferentes. Una de las esposas, Ambika, tuvo un hijo ciego, Dritá Rastra (o Dritarastra). Entonces se llegó a la conclusión de que ella habría cerrado los ojos para no ver la fea desnudez de Viasa cuando éste visitó la tienda de la reina viuda. Otra de las esposas, Ambalika, tuvo un hijo albino, Pandú (‘pálido’), por lo que se llegó a la conclusión de que ella no habría querido cerrar los ojos y habría empalidecido de espanto. Luego del nacimiento del ciego Dritá Rastra, Satiávati envió a Viasa por tercera vez para copular con Ambika. Pero ésta no podía soportar la idea de tener relaciones sexuales con aquel horrible sabio. Entonces Ambika envió a su esclava, cuyo nombre no se registró en la leyenda. Dicha esclava tuvo un hijo que no era ciego, Vidura, por lo que se llegó a la conclusión de que ella habría sido muy complaciente con el santo varón. A pesar de sus excelentes cualidades, y de que se supone que era una encarnación del dios Iāma, Vidura no pudo ser el rey de Hastinapura debido a su bajo nacimiento. Pandu, a pesar de su enfermedad cutánea, que podía ser lepra o albinismo, fue rey. Y luego de la muerte de Pandu, Dritá Rastra se convirtió en rey de Hastinapura. Cuando su primer hijo, Duriodhana, se convirtió en enemigo de los hermanos Pándavas (hijos de Pandú), se consideró que Vidura y Bhishmá habrían percibido malos augurios y le habrían pedido a Dritá Rastra que lo matara. Pero el amor de padre de Dritá Rastra lo impidió.
Duriodhana quería ser el heredero, pero Dritá Rastra tuvo que considerar al mayor de los Pándavas, Iudistira, porque era mayor que Duriodhana. Como solución, el abuelo Bhishmá sugirió que partieran el reino deHastinapura en dos partes. Dritá Rastra le dio a Iudistira la mitad del gran Kurukshetra (‘el campo de los Kurus’), aunque le dio la peor parte, una zona de bosques deshabitados y llamados Khandavá (‘azúcar cande’), que habían sido sagrados para el antiquísimo rey-dios Indra y que sería quemado por Agní (el dios del fuego), ayudado por Áryuna y su primo Krisná. Dritá Rastra siguió reinando en la mejor parte del reino, para que un día su hijo Duriodhana lo heredara. Dritá Rastra fue uno de los muchos hombres que estuvieron presentes cuando Iudistira perdió el juego de dados contra Shakuni, Duriodhana, Duj Shasana y Karna. En cada tiro, el rey Iudistira perdió todo: su reino, su riqueza, sus hermanos y finalmente su esposa. Dritá Rastra no intervino cuando su hijo Dushasana trató de desnudar en público a Draupadī, la esposa de los cinco hermanos Pándava, en frente de toda la corte. Finalmente, el ciego monarca temió la venganza de los poderosos Pándavas contra sus hijos, y entonces les devolvió todo lo que Iudistira había perdido. Sin embargo, Shakuni desafió a Iudistira una vez más, y Iudistira volvió a perderlo todo. Esta vez, los Pándavas fueron forzados al exilio durante 13 años. Pero varios mayores le advirtieron a Dritá Rastra que los Pándavas nunca olvidarían esta humillación. El sabio Viasa bendijo a Sañyaia, el auriga de Dritá Rastra, que tenía la habilidad de ver el pasado, el presente y el futuro, para poder narrar a la distancia los sucesos de la Guerra de Kurukshetra, entre los Kauravas, los hijos de Dritá Rastra, y los Pándavas. El primer verso del Bhagavad-gītā es una pregunta de Dritá Rastra a Sañyaia, pidiéndole que le cuente qué está sucediendo en el campo de batalla. La angustia de Dritá Rastra iba creciendo día a día, a medida que Bhima fue vengándose de todos sus cien hijos, uno por uno. Sañyaia a veces consolaba al desesperado rey, pero cada vez le recordaba que la religión estaba del lado de los Pándavas, y que no había medios humanos para ganar una guerra contra Krisná y Áryuna. Al final de los 18 días de batalla, Dritá Rastra estaba enloquecido de dolor por haber perdido a sus cien hijos a manos de Bhima. Cuando el rey ciego se encontró con los Pándavas, quienes habían venido a pedirle bendiciones para ascender al trono que habían ganado por la fuerza, él los abrazó uno por uno. Pero cuando llegó el turno de Bhima, Krisná recordó que el rey ciego tenía la fuerza de 100.000 elefantes, por una bendición que le había dado su padre Viasa. Entonces Krisná quitó a Bhima y en su lugar puso una estatua de entrenamiento con la exacta forma de Bhima, que Duriodhana mantenía para prepararse a luchar contra él con la maza.
Cuando Dritá Rastra abrazó la estatua, recordó que el fortísimo hombre que estaba abrazando era el asesino de todos sus cien hijos, y su ira explotó. El abrazo fue tan fuerte que la estatua de piedra quedó reducida a polvo. Cuando se calmó, le explicaron que había sido engañado y que Bhima seguía vivo. Fingió entonces que recuperaba su compostura, pero maldijo a los hermanos, pero su bendición no tuvo ningún efecto. Esa es una de las enseñanzas de Majábharata en contra de las enseñanzas de los textos védicos, más antiguos. Iudistira fue coronado rey tanto de Indraprastha como de Jastina Pura. La guerra había acabado con los varones de toda la India. Según el texto, en los 18 días de esa única batalla murieron 3.936.600 soldados. Iudistira, una vez más, mostró su amabilidad cuando decidió que el rey del reino Kuru debía ser Drita Rastra. Le ofreció al rey ciego el respeto completo y la deferencia que se le da a una persona mayor, a pesar de su maldad y de haber criado tan mal a sus cien hijos. Después de muchos años como rey de Hastinapura, Drita Rastra se fue, junto con su esposa Gandhari, su cuñada Kunti, madre de los Pándavas, y su hermano Vidura el Shudrá, en un viaje final a los Himalayas. Se cree que murieron en un incendio forestal. El rey Drita Rastra simbolizaría el cuerpo humano, ya que, en cuanto que ciego de nacimiento, representaría el cuerpo sin el espíritu vivificador, la materia insensible, incapaz por tanto de gobernarse. Es por tanto rey de nombre, siendo el regente el rey Pandú, fallecido varias décadas antes de la guerra descrita en el Bhagavad-gītā. Los kuravas representarían el yo inferior, Cuaternario o personalidad, así como sus elementos materiales, pasionales, etc., mientras que los Pándavas representaeían el Yo superior, los elementos espirituales del individuo (Tríada). Según el brahmán Subba Row (1856 – 1890), Áryuna simbolizaría la mónada humana, el ser humano en su esencial realidad. Krisná sería la encarnación de la Divinidad, el Logos hecho carne para aleccionar al hombre. La batalla de Kuruksetra simbolizaría ese enfrentamiento entre las potencias inferiores y las superiores en el ser humano, entre las fuerzas que se enclavan en la materia y las que llevan a la iluminación espiritual, el trono deHastinapura, entre los kurus y los pandavas. Para H. P. Blavatsky, los caballos de Áryuna eran dos. En cambio, según el Majábharata, el Visnú-purana, y el Padma-purana eran cuatro caballos: Balajaká, Megha Puspa, Shaibia y Sugriva. Es posible que la idea de que los dos caballos de Áryuna representaran la personalidad humana pertenezca a Helena Blavatski.
Mahatma Gandhi, en su comentario al Bhagavad-gītā, presenta la misma idea. Dice Gandhi en la introducción que no se trata de un trabajo histórico ni de una guerra real, sino que es un duelo que se produce continuamente en los corazones de los seres humanos. Se trata de un duelo interno. La guerra real es inútil y no trae más que desgracias, incluso a los vencedores. El cuerpo humano sería el verdadero campo de batalla, el campo de Kuru o Kurushetra, entre los aspectos superiores e inferiores. Gandhi habla del Bien y del Mal. Los Kuravas representan las fuerzas del mal y los Pandavas las fuerzas del bien. Según Gandhi: ”El Bhagavad-gītā no es un discurso histórico. A menudo se necesita una ilustración física para demostrar una verdad espiritual. Esto no es una descripción de una guerra entre primos sino entre nuestras dos naturalezas –el Bien y el Mal-. Yo considero a Duryodhana y los suyos como los bajos impulsos en el hombre, y a Arjuna y los suyos como los elevados impulsos. El campo de batalla es nuestro propio cuerpo”. Quizá la idea de que los caballos de Áryuna representan la personalidad, se deba a una idea hinduista de que los cinco sentidos son como caballos. En tiempos no muy lejanos, sólo se hablaba generalmente de cuatro Elementos, mientras que en filosofía sólo se admiten cinco. Pues el cuerpo del Éter no está completamente manifestado aún, y su nóumeno es todavía el “Padre AEther Omnipotente”, la síntesis del resto. Los cuatro Elementos fueron plenamente caracterizados por Platón, cuando dijo que era aquello “que compone y descompone los cuerpos compuestos”. El Fuego, el Aire, el Agua, y la Tierra, eran tan sólo la vestidura visible, los símbolos de las Almas o Espíritus animadores invisibles, los Dioses Cósmicos, a quienes el hombre ignorante rendía culto, y el sabio sencillo, pero respetuoso, rendía reconocimiento. A su vez, las subdivisiones fenomenales de los Elementos eran animadas por los llamados Elementales, los “Espíritus de la Naturaleza”, en los grados inferiores.
Jamás ha habido todavía un gran reformador del Mundo cuyo nombre haya pasado a nuestra generación, y que no haya sido una emanación directa del Logos, esto es, una encarnación esencial del “Espíritu Divino que es séptuple”. Asimismo habría aparecido antes, en Ciclos anteriores. Ellos reconocerán, entonces, la causa que produce ciertos enigmas de las edades, tanto en la historia como en la cronología; la razón, por ejemplo, de por qué los números y las individualidades de los Rishis y Manus están tan mezclados, así como de por qué Krishna y Buddha hablan de sí mismos como de reencarnaciones. Krishna se identifica con el Rishi Nârâyana.Osiris es un Gran Dios y al mismo tiempo un “Príncipe en la Tierra”, que reaparece en Thoth Hermes, mientras qué a Jesús (en hebreo, Joshua) de Nazareth se le reconoce cabalísticamente como Joshua, el hijo de Nun, así como en otros personajes. La Doctrina Esotérica explica todo esto diciendo que cada uno de estos, así como muchos otros, aparecieron primeramente en la Tierra como uno de los Siete Poderes del Logos, individualizado como un Dios o Ángel (Mensajero). Luego, mezclados con la Materia, reaparecieron por turno como grandes Sabios e Instructores que “enseñaron” a la quinta raza, después de haber instruido a las dos razas precedentes. Gobernaron durante las Dinastías Divinas, y finalmente se sacrificaron para renacer en bien de la humanidad, así como para su salvación en ciertos períodos críticos; hasta que en sus últimas encarnaciones se convirtieron verdaderamente en sólo “partes de una parte” sobre la Tierra, aunque de hecho sean el Uno supremo en la Naturaleza. Ésta es la metafísica de la teogonía, u origen de los dioses. Cada poder de los Siete, una vez individualizado, tiene a su cargo uno de los elementos de la creación y lo gobierna. De ahí los muchos significados de cada símbolo. En su obra Histoire de la Magie, Eliphas Lévi examina el gran símbolo cabalístico del Zohar. En el grabado se observa un hombre blanco arriba y una mujer negra abajo invertida, con las piernas pasando bajo los brazos extendidos de la figura masculina y apareciendo por la espalda, mientras que sus manos se juntan en ángulo a cada lado. Eliphas Lévi hace de este símbolo la “Luz”, reflejada inversamente en la Naturaleza y en la Materia, o sea, las “Tinieblas”. Las dos figuras en piedra blanca y negra han existido en los templos de Egipto desde tiempo inmemorial, según la tradición y la historia, hasta los mismos días del rey Cambises, que personalmente las vio. Por tanto, el símbolo ha debido existir hasta hace unos 2.500 años, pues Cambises, que era hijo de Ciro el Grande, sucedió a su padre el 529 a. C.
Estas figuras eran los dos Kabiri, personificando los polos opuestos. Heródoto explica que cuando Cambises entró en el templo de los Kabirim, rompió a reír estrepitosamente, al percibir lo que pensó era un hombre de pie y una mujer cabeza abajo ante él. Estos eran, sin embargo, los polos, con cuyo símbolo se quería conmemorar “el paso del Polo Norte original de la Tierra al Polo Sur del Cielo”. Pero también representaban los Polos invertidos, a consecuencia de la gran inclinación del eje, que cada vez daba por resultado el desplazamiento de los mares, la sumersión de las tierras polares y el consiguiente levantamiento de nuevos continentes en las regiones ecuatoriales, y viceversa . Estos Kabirim eran los Dioses del “Diluvio”. Esto puede ayudar a comprender la aparente confusión entre los numerosos nombres y títulos dados a los mismos Dioses y clases de Dioses. George Stanley Faber (1773 – 1854), teólogo anglicano y autor prolífico, al principio del siglo XIX mostró la identidad de los Coribantes, Curetas, Dióscuros, Anactes, Dii Magni, Idei Dáctilos, Lares, Penates, Manes, Titanes y Aletae, con los Kabiri. Estos últimos eran lo mismo que los Manus, los Rishis y los Dhyân Chohans, que encarnaron en los Elegidos de la tercera y cuarta razas. Según Blavatsky, los Dhyân-Chohans (“los Señores de la Luz”) son los devas o dioses más elevados, correspondientes a los arcángeles de la religión católico-romana. Las Inteligencias divinas encargadas de la superintendencia del Cósmos. Sanchoaniathon, antiguo historiador fenicio de Tiro del siglo XII a. C., considera a los Aletae o Titanes (los Kabirim) como contemporáneos de Agruerus, el gran Dios Fenicio, al que Faber pretende identificar con Noé. Se cree que el nombre de Titán deriva de Tit-Ain, las “fuentes del abismo caótico”. Tit-Theus, o Tityus, es el “diluvio divino”. Vemos que los Titanes, que son siete, están relacionados con el Diluvio y con los siete Rishis salvados por el Manu Vaivaswata. El Manú de nuestra actual raza aria es el Manú Vaivaswata, desde hace unos setenta mil años. Los Titanes son los hijos de Kronos, el dios del tiempo, y de Rhea, la Tierra; y como Agruerus, Saturno y Sydyk, son un solo y mismo personaje. Los siete Kabiri pasan también por ser los hijos de Sydyk o Saturno, por lo que los Kabiri y los Titanes serían los mismos personajes. Faber escribió: “No dudo que los siete Titanes o Kabiri sean también los siete Rishis de la mitología inda, que pasan por haberse salvado en una embarcación con Manu“.
Así, mientras que en la Teogonía de Hesiodo, los Kabiri-Titanes fueron siete Grandes Dioses, desde el punto de vista cósmico y astronómico los Titanes eran llamados Atlantes. Los siete Grandes Dioses misteriosos, que inspiran temerosa veneración, son también llamados los Dióscuros, las deidades envueltas en la obscuridad de la Naturaleza Oculta. Ellos se convierten en los Idei Dáctilos entre los adeptos sanadores, por medio de los metales. La verdadera etimología del nombre Lares, que significa “Fantasmas”, debe buscarse en la palabra etrusca lars, “conductor” o “jefe”. El historiador fenicio Sanchoniathon traduce la palabra Aletae por “adoradores del fuego”, y Faber cree que se deriva de Al-Orit, el “Dios del Fuego”. En ambos casos es una referencia al Sol. En el caso de los Kabiri, sus atributos y dobles facultades se denotaban por los nombres de los templos a los que respectivamente pertenecían, así como también por los de sus sacerdotes. Todos ellos, sin embargo, pertenecían a los grupos de Dhyân Chohans o devas. Los sabeos, que adoraban a los “Regentes de los Siete Planetas”, del mismo modo que los hindúes adoran a sus Rishis, tenían a Seth, o Set, y a su hijo Hermes (o Enoch), como el más elevado de los Dioses Planetarios. Los sabeos eran un pueblo semítico que, en fecha desconocida, entraron a Arabia septentrional desde el norte, marcharon al sur y fundaron el Reino de Saba, en territorio del actual Yemen, unos 370 kilómetros al noroeste de Adén. La civilización sabea comenzó entre los siglos XII a. C. y X a. C. y sus gobernantes son mencionados en las crónicas asirias de finales del siglo VIII a. C. y principios del siglo VII a. C. El antiguo Reino de Saba estableció su poder a principios del primer milenio a. C. En el siglo I a. C. fue conquistada por los himiaritas, antiguo Estado de la parte meridional de la península arábiga. Pero después de la desintegración del primer imperio himiarita de los reyes de Saba y de Dhu-Raydan, reapareció el Reino Medio Sabeo a principios del siglo II. Fue finalmente conquistada por los himiaritas a finales del siglo III. Su capital fue Ma’rib. El reino se localizaba a lo largo de la franja de desierto, llamado Sayhad por los geógrafos árabes medievales, y que ahora se denomina Ramlat al-Sab`atayn. En la Arabia meridional se establecieron varios reinos en el antiguo Yemen, con los mineanos al norte en Uadi al-Jawf, los sabeos en la franja suroccidental que se extiende desde la sierra hasta el mar, losqatabanos al este, y los hadramitas el este de ellos. Los sabeos, al igual que los otros reinos yemenitas de la misma época, estaban involucrados en el lucrativo comercio de especias, sobre todo el incienso y la mirra.
Los sabeos han dejado una gran cantidad de inscripciones con el monumental alfabeto musnad, o abecedario árabe meridional, y documentos en escritura zabur, que abarcan alrededor de 1300 años de historia y que terminaron con la extinción del reino en el siglo VI. La visita de la Reina de Saba a Salomón aparece en el Primer Libro de los Reyes: “Oyendo la reina de Saba la fama que Salomón había alcanzado por el nombre de Jehová, vino a probarle con preguntas difíciles“. Seth y Enoch fueron tomados de los sabeos y luego redefinidos por los judíos; pero la verdad respecto de ellos puede aún descubrirse incluso en el Génesis. Seth es el progenitor de aquellos hombres primitivos de la tercera raza en que habían encarnado los Ángeles Planetarios. El mismo Seth era un Dhyân Chohan, y pertenecía a los Dioses informadores, mientras que Enoch, o Hermes, se decía que era su hijo. El escritor árabe Soyuti dice que los anales más primitivos mencionan a Seth como fundador del Sabeísmo, y que las pirámides, que representan el sistema planetario, eran consideradas como el lugar del sepulcro tanto de Seth como de Hermes o Enoch. Allí iban los sabeos en peregrinación, y cantaban oraciones siete veces al día, volviéndose hacia el Norte, donde estaba el Monte Meru o el Olimpo. Abd-al-latif (1162 – 1231), también conocido como al-Baghdadi, reconocido doctor, historiador, egiptólogo, explorador, y uno de los escritores de su tiempo con más obras en el cercano oriente, nos refiere algunas cosas curiosas acerca de los sabeos. También Shehab Eddin Ahmed Ben Yahya, que escribió 200 años más tarde, sostiene “que cada pirámide estaba consagrada a una estrella ”, o al Regente de una Estrella. Abd-al-latif nos asegura que había leído en libros sabeos antiguos que “una pirámide era la tumba de Agathodaemon y la otra de Hermes”. Agathodaemon no era otro que Seth, y según algunos escritores Hermes fue su hijo, según Staniland Wake en su obra The Great Pyramid. Mientras que en Samotracia y en los templos egipcios más antiguos, los Kabiri eran los Grandes Dioses Cósmicos, en los templos griegos sus ritos se hicieron casi fálicos para el profano. En este caso eran tres y cuatro, o siete, los principios masculino y el femenino, la llamada Crux Ansata, la “llave de la vida” o la “cruz egipcia“.
Algunos escritores clásicos sostenían que sólo eran tres principios, mientras que otros mencionaban cuatro. Otros, además, han sostenido con igual razón, desde su punto de vista, que sólo había dos Kabiri. Estos eran, esotéricamente, los dos Dióscuros, Cástor y Pólux; y exotéricamente Júpiter y Baco. Estos personificaban geodésicamente a los polos terrestres; y astronómicamente el polo terrestre y el polo de los cielos, así como también el hombre físico y el espiritual. Para comprender la alegoría, sólo se necesita leer esotéricamente la historia de Sémele y de Zeus, o Júpiter, y el nacimiento de Baco, o Dioniso, con todas las circunstancias que median. Sémele es un personaje perteneciente a la mitología griega. Su equivalente en la mitología romana esStimula. Dentro de la tradición tebana, Sémele era hija de Cadmo, rey de Tebas. Elegida por el dios Zeus como amante mortal, de este engendró a Dioniso (“dos veces nacido“), dios de la vendimia y el vino, en uno de sus encuentros furtivos. La esposa del dios, Hera, celosa por los encuentros, le sugirió a Sémele que dejara su relación con Zeus. Pero, al no lograr su propósito, decidió que lo mejor sería castigar a la joven amante. A este respecto, Hera le dijo que, en verdad, estaba siendo engañada, pues su verdadero amante no era Zeus, sino un hombre normal y corriente que se hacía pasar por la divinidad, aprovechándose para ello de su ingenuidad. Ante esto, y si quería estar segura, debería pedirle que este le diera alguna prueba de su poder e inmortalidad. Dicho esto, Sémele no dudó en ir a pedirle a Zeus que le demostrara todo su poder, y este, feliz porque a esas alturas ella ya estaba embarazada, le prometió que le daría todo cuanto ella deseara. Ella, perseguida por las palabras de Hera, le imploró que se le apareciera en todo su esplendor y, aunque el dios trató de persuadirla para que pidiera otra cosa, no encontró el modo de convencerla. Siendo esto imposible y, al parecer, como ella le pedía a Zeus mostrarse en toda su magnificencia, los rayos y el fuego que este desprendía acabaron por incinerar a Sémele. Zeus consiguió salvar al niño y lo cosió a su muslo para que terminara su proceso de gestación. Unos meses después, Dioniso nació en el monte Pramnos de la isla Icaria, a donde Zeus fue para liberarlo, ya crecido, de su muslo. Zeus, el “Padre de los Dioses” y Dioniso, el “Dios jovial del Vino”, personificaban los dos polos terrestres. Los elementos telúrico, metálico, magnético, eléctrico e ígneo son todos otras tantas alusiones y referencias al carácter cósmico y astronómico de la tragedia del diluvio. En Astronomía, los polos son verdaderamente la “medida celeste”. Y lo mismo son los Kabiri-Dióscuros y los Kabiri-Titanes, a quienes Diodoro atribuye la “invención del Fuego” y el arte de trabajar el hierro. Por otra parte, Pausanias, viajero, geógrafo e historiador griego del siglo II, indica que la deidad Kabiri original era Prometeo, el Titán amigo de los mortales.
Pero el hecho de que, astronómicamente, los Titanes -Kabirim, fuesen también cósmicamente los Dioses que presiden sobre todos los metales y obras terrestres, no impide que, en su carácter divino original, sean las Entidades benéficas, que, simbolizadas en Prometeo, trajeron la luz al mundo y dotaron a la Humanidad de inteligencia y razón. Son ellos, en la mayoría de las teogonías, en especial la hindú, los Fuegos Divinos Sagrados. Ellos son los Agniputra, o Hijos del Fuego, en la India, y los Genios del Fuego, bajo nombres numerosos, en Grecia y en otras culturas. La palabra semítica kabirim contiene la idea de “el poderoso, el potente y el grande”. Estos Dioses fueron universalmente reverenciados, y su origen se pierde en la noche de los tiempos. Pero ya fueran adorados en Frigia, Fenicia, la Tróade, antigua región histórica situada al noroeste de Asia Menor (Anatolia), Tracia, Egipto, Lemnos o Sicilia, su culto siempre estuvo relacionado con el Fuego, por lo que sus templos siempre fueron construidos en las localidades más volcánicas. En el culto exotérico pertenecían a las Divinidades Ctónicas (‘pertenecientes a la tierra’). En mitología y religión, y en particular en la griega, el término ctónico designa o hace referencia a los dioses o espíritus del inframundo, por oposición a las deidades celestes. A veces también se los denomina telúricos. La palabra griega khthốn es una de las varias que se usan para ‘tierra’ y se refiere típicamente al interior del suelo más que a la superficie de la tierra o a la tierra como territorio. Evoca al mismo tiempo la abundancia y la tumba. Las divinidades ctónicas pertenecen a un viejo sustrato mediterráneo, identificado con Anatolia. Los ciclos de la naturaleza, los de la vida y la supervivencia tras la muerte están en el centro de las preocupaciones que traducen. La arqueología revela, especialmente en los lugares de posibles santuarios y en las tumbas de la época neolítica y de la Edad de Bronce, los ídolos actualmente calificados de Grandes Madres o Madres-Tierra, supuestamente relacionados con los cultos a la fecundidad y la fertilidad. La relación de estos objetos con los de otros sitios, como Anatolia, sugiere que esta antigua religión mediterránea asociaba esta diosa con un toro o un cordero, tema que permanecerá largamente en la región. En Creta, el culto a esta Gran Diosa se transforma durante el II milenio a. C., a medida que aparecen nuevos actores, como diversos animales, plantas, etc. Toda una muchedumbre de demonios guía a los dioses, tales como los Curetes o los Dáctilos, que se expanden en esta época y tendrán numerosos descendientes en la mitología griega, como las quimeras, las gorgonas o las sirenas.
La misma Diosa Madre se duplica sin duda como madre e hija, como será más tarde el caso de sus herederas Deméter y Perséfone. El santuario de los Grandes Dioses de Samotracia albergaba un culto mistérico dedicado a un panteón de divinidades ctónicas, de las que la más importante era la Gran Madre. El Cristianismo ha hecho de las Divinidades Ctónicas los Dioses Infernales. Son ellos “los grandes, benéficos y poderosos Dioses”. En Tebas, Deméter y Perséfone, considerados como Kabirim, tuvieron un santuario. En Menfis los Kabiri tenían un templo tan sagrado, que nadie, excepto los sacerdotes, podía penetrar en sus sagrados recintos. Pero al mismo tiempo, debemos tener en cuenta que el título de Kabiri era genérico; que los Kabiri, poderosos Dioses, pero también mortales, eran de ambos sexos. Como regentes de poderes siderales y terrestres, fueron ellos también, en el principio de los tiempos, los Regentes de la Humanidad. Encarnados como reyes de las “Dinastías Divinas”, dieron el primer impulso a la civilización. He aquí por qué se dice que los Kabiri aparecieron como bienhechores de los seres humanos y, como tales, vivieron durante mucho tiempo en la memoria de las naciones. A estos Kabiri o Titanes se atribuye la invención de la escritura, el Deva-Nâgari o lenguaje de los Dioses, así como de las leyes y legislatura, de la arquitectura, la magia, y el uso medicinal de las plantas. Hermes, Orfeo, Cadmo, Asclepio, todos estos semi-dioses a quienes se atribuye la revelación de las ciencias a los hombres. A los Kabiri se les atribuye el haber revelado la agricultura, capacitando a la humanidad para producir grano y trigo. Lo que Isis-Osiris, los Kabiri de aquel tiempo, hicieron en Egipto, se dice que Ceres lo hizo en Sicilia. En la mitología romana Ceres era la diosa de la agricultura, las cosechas y la fecundidad. Su equivalente en la mitología griega era Deméter. De ella reciben su nombre los cereales. Ceres era hija de Saturno y Ops, madre de Proserpina, hermana de Juno, Vesta, Neptuno, Plutón y Júpiter. Enseñó a los hombres el arte de cultivar la tierra, de sembrar, recoger el trigo y elaborar pan, lo que hizo que fuese considerada diosa de la agricultura. Su hermano Júpiter, prendado de su belleza, engendró con ella a Proserpina, asimilada a Perséfone en la mitología griega. También Neptuno se enamoró de ella y, para escapar de éste, Ceres se transformó en yegua. Pero el dios se dio cuenta y se transformó a su vez en caballo, siendo así Ceres madre del caballo Arión. Ceres era también la patrona de Enna (Sicilia). Según la leyenda, rogó a Júpiter que Sicilia fuese ubicada en los cielos. El resultado, debido a que la isla tiene forma triangular, fue la constelación Triangulum, uno de cuyos nombre antiguos fue «Sicilia».
En la religión de los nahuas, en México, se consideran fundamentales las cuatro direcciones del espacio o cuatro puntos cardinales, así como la idea de centro, arriba y abajo. Entre los nahuas, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca son dualidad y antagonía. Ometéotl, el creador, el principio dual, masculino y femenino, en la cultura nahua, viviendo en el decimotercero cielo, engendró cuatro hijos: el primero fue Yayauhqui Tezcatlipoca (Tezcatlipoca oscuro), el segundo Tlatlauhqui Tezcatlipoca (Tezcatlipoca Rojo, también llamado Xipe Tótec o Camaxtle), el tercero fue el Tezouhqui Tezcatlipoca (Tezcatlipoca azul), que entre los de habla nahuatl conocido como Huitzilopochtli (colibrí zurdo) y el cuarto, el Iztac Tezcatlipoca (Tezcatlipoca blanco) o Quetzalcóatl. En una de las leyendas nahua, Tezcatlipoca y Quetzalcóatl originaron al mundo. Existía solo un océano primigenio, donde únicamente vivía el monstruo de la tierra, Cipactli. Tezcatlipoca ofreció su pie como señuelo, y el monstruo de la tierra emergió y se lo comió. Entonces, Tezcatlipoca y Quetzalcóatl se apoderaron de él, y lo extendieron para convertirlo en la Tierra. Sus múltiples ojos se convirtieron en estanques y lagunas, y sus fosas nasales son las cuevas. Para resarcir el daño que le hicieron al monstruo de la tierra, Tezcatlipoca exige ofrendas humanas, consistentes en dar de cada uno lo mejor de sí, alcanzando la trascendencia a través de la acción y la preservación de la naturaleza. Entre los toltecas era un protector y transformador que descendió del cielo a la tierra valiéndose de una tela de araña, para destruir la obra de Quetzalcóatl, a quién se le apareció bajo el aspecto de un viejo que le ofreció el brebaje de la inmortalidad, pero que en realidad era una bebida enloquecedora. Los espíritus de los muertos debían presentarse ante Tezcatlipoca para recibir su sentencia vestidos con una piel de ocelote y con un yugo de madera al cuello. Antes de entrar en el reino de la muerte, la morada de Mictlán, eran sometidos a varias pruebas. Cada unos de los Tezcatlipoca se corresponde con cada uno de los puntos cardinales. El Tezcatlipoca rojo rige el Este, el negro el Norte, el blanco el Oeste y el azul el Sur. Dicho simbolismo se refleja en la Piedra del Sol, con un jeroglífico que representa el centro, Ollín, una encrucijada de caminos, imagen del movimiento representado por el juego de pelota, una cruz dinámica. Se considera al ser humano un campo de batalla. El hombre dedica su vida para reconciliar sus principios de la personalidad con su realidad espiritual. Si gana el espíritu se dice que el hombre ha florecido. La guerra florida representa la guerra interior. Era un ritual en el que el candidato (el centro) luchaba con cuatro guerreros disfrazados de jaguar, los cuatro puntos cardinales, los cuatro pétalos de la flor, los cuatro elementos. Su victoria representaba la victoria del Espíritu sobre el Cuaternario de la personalidad, la flor que se abre. La flor abierta representa el alma. El dios Xochipilli es el Señor de las Flores, la resurrección interior. Tezclatipoca es el Señor de la Guerra Florida. Huitzilopochtli es el dios colibrí, Señor de la Guerra Interior, la lucha del hombre con su personalidad. La conquista interior eleva al alma-colibrí hasta fundirse con el Sol. La guerra florida no tiene un objetivo material sino ritual.
En la Teogonía de Môchus vemos primero al Éter, y después al Aire, los dos principios de los cuales naceUlom, el Dios Inteligible, el Universo visible de la Materia. En el Katha Upanishad indo, Purusha, el Espíritu Divino, se encuentra ante la Materia Original, y de la unión de ambos surge la Gran Alma del Mundo, “Mahâ-Âtmâ, Brahman, el Espíritu de Vida”, que se correspondería con el Alma Universal o Ánima Mundi, constituyendo la Luz Astral de los Teurgistas y Kabalistas. El Alma del Mundo (en latín: Anima Mundi) es el espíritu etérico puro, el cual fue proclamado por algunos filósofos antiguos como lo subyacente en toda la naturaleza. Es lo que anima la naturaleza de todas las cosas como la misma alma anima al ser humano. El filósofo griego Platón, en su obra Timeo, nos dice: “Por tanto, es de resaltar que: este mundo es, de hecho, un ser viviente dotado con alma e inteligencia, una entidad única y tangible que contiene, a su vez, a todos los seres vivientes del universo, los cuales por naturaleza propia están todos interconectados“. La idea se originó con Platón y también está presente en doctrinas orientales, como el Brahman (Dios) y el atman (alma) en el hinduismo. Consecuentemente los estoicos creían que era la única fuerza vital presente en el universo. El estoicismo es uno de los movimientos filosóficos que, dentro del periodo helenístico, adquirió mayor importancia y difusión. Fundado por Zenón de Citio en el 301 a. C., adquirió gran difusión por todo el mundo grecorromano, gozando de especial popularidad entre las élites romanas. Su período de preeminencia va del siglo III a. C. hasta finales del siglo II d. C. Tras esto, dio signos de agotamiento, coincidiendo con la descomposición social del alto Imperio romano y el auge del cristianismo. Similares conceptos fueron sostenidos por filósofos tales como Paracelso (1493-1541), Baruch Spinoza (1632-1677), Gottfried Leibniz (1646-1716) y Friedrich Schelling (1775-1854). Desde los años sesenta del pasado siglo XX ha sido recobrado por defensores de la hipótesis de Gaia, que considera que la Tierra es un ser vivo, tal como opina el científico James Lovelock. Los Elementos de Platón y Aristóteles eran, pues, los principios incorpóreos asignados a las cuatro grandes divisiones de nuestro mundo cósmico. Georg Friedrich Creuzer (1771 – 1858), filólogo y arqueólogo alemán, define estas creencias primitivas como “una especie de magismo, un paganismo psíquico, y una deificación de potencias; una espiritualización que colocaba a los creyentes en estrecha comunidad con esas potencias”. Tan estrecha, por cierto, que las Jerarquías de esas potencias han sido clasificadas en una escala de siete, desde lo ponderable hasta lo imponderable. Son septenarias en su verdadera gradación cósmica , desde su composición química o física hasta la puramente espiritual. Para el filósofo Hermético, son Fuerzas relativamente “ciegas” o “inteligentes”, según sus principios respectivos. Miles de años transcurrieron antes de verse degradadas, en la época actual, a simples elementos químicos.
De todos modos, los cristianos, y protestantes bíblicos debieran tributar a los Cuatro Elementos una mayor veneración, si es que quieren conservar alguna veneración por Moisés. Pues la Biblia pone de manifiesto, en cada página del Pentateuco, la consideración y el significado místico en que los Cuatro Elementos eran tenidos por el legislador hebreo Moisés. El pabellón que contenía al Sancta Santórum era un Símbolo Cósmico, consagrado, en uno de sus significados, a los Cuatro Elementos, a los cuatro puntos cardinales, y al Éter. Josefo describe al Sancta Santórum como de color blanco, el color del Éter. Y esto también explica por qué en los templos egipcios y hebreos, según Clemente de Alejandría, una cortina gigantesca, sostenida por cinco columnas, separaba al Sancta Santórum, representado por el altar en las iglesias cristianas, de la parte accesible a los profanos, y en que sólo a los sacerdotes les era permitido penetrar. El Sancta Sanctórum es el recinto más sagrado, tanto del Tabernáculo como del Templo de Jerusalén, dos construcciones hebreas del antiguo Israel. Sancta Sanctórum en latín significa “Santo de los Santos” y hace referencia a un lugar que es sumamente santo. Los términos Sancta Sanctórum y Santo de los Santos poseen su referente último en un texto de la Biblia hebrea, que lo describe como el santuario interior más privado del Tabernáculo y, posteriormente, como el recinto más reservado del Templo de Jerusalén, donde era preservada el Arca de la Alianza, que contenía los Diez Mandamientos que Yahveh había entregado a Moisés en el Monte Sinaí. Al recinto en cuestión accedía exclusivamente el Sumo Sacerdote de Israel y lo hacía solo en el Día de la Expiación. Según la tradición judía, las instrucciones para la construcción del Sancta Sanctórum emanaron del propio Yahveh y son evocadas ritualmente por los israelitas observantes. En Éxodo 26 leemos: “Harás además un velo de tela azul, púrpura y escarlata, y de lino fino torcido; será hecho con querubines, obra de hábil artífice. Y lo colgarás sobre cuatro columnas de acacia revestidas de oro; sus ganchos serán también de oro, sobre cuatro basas de plata. Colgarás el velo debajo de los broches, y pondrás allí, detrás del velo, el arca del testimonio; y el velo os servirá como división entre el lugar santo y el lugar santísimo. Y pondrás el propiciatorio sobre el arca del testimonio en el lugar santísimo“. En el texto citado, “lugar santísimo” hace referencia a Santo de los Santos y es a su vez sinónimo de Sancta Sanctórum. En otros pasajes bíblicos se hace referencia a las dimensiones específicas del Sancta Sanctórum o Dvir, formando ellas un cubo de diez metros de lado, en un recinto que era tan ancho como el recinto denominado Santo y que presentaba a su vez solo la mitad del mencionado recinto.
En Crónicas 3 leemos: “Hizo asimismo la habitación del lugar santísimo; su longitud, correspondiente a la anchura de la casa, era de veinte codos, y su anchura era de veinte codos; la revistió de oro fino, que ascendía a seiscientos talentos. El peso de los clavos era de cincuenta siclos de oro. También revistió de oro los aposentos altos. Entonces hizo dos querubines de obra tallada en la habitación del lugar santísimo y los revistió de oro. Y las alas de los dos querubines medían veinte codos; el ala de uno, de cinco codos, tocaba la pared de la casa, y su otra ala, de cinco codos, tocaba el ala del otro querubín. Y el ala del otro querubín, de cinco codos, tocaba la pared de la casa; y su otra ala, de cinco codos, se unía al ala del primer querubín. Las alas de estos querubines se extendían veinte codos; estaban de pie, con sus rostros vueltos hacia el salón principal. Hizo después el velo de violeta, púrpura, carmesí y lino fino, e hizo bordar querubines en él“. La noción de “lugar santísimo” (Sancta Sanctórum) es retomada en el Libro de Ezequiel: “Luego entró al interior y midió cada pilar de la entrada, y tenían dos codos, la entrada tenía seis codos de altura, y la anchura de la entrada, siete codos. Midió su longitud y tenía veinte codos, y la anchura, veinte codos delante de la nave. Entonces él me dijo: Este es el lugar santísimo“. En el santuario desmontable e itinerante que los israelitas emplearon en su paso por el desierto durante el Éxodo, el Sancta Sanctórum estaba cubierto por un velo y a nadie le estaba permitido ingresar en dicho recinto, exceptuando al Sumo Sacerdote de Israel, e incluso él sólo podía acceder una vez al año, el Día de la Expiación, para ofrecer un sacrificio e incienso. Según Levítico 16, el día en que el Tabernáculo fue erigido por primera vez en el desierto, la nube del Señor cubrió al Sancta Sanctórum. Ello se reiteró en otras oportunidades. Pero, al ocurrir, los sacerdotes evitaban ingresar en el Tabernáculo. Según la Biblia hebrea, en Números 7, el Santo de los Santos contenía el Arca de la Alianza coronada por querubines. Al haber sido completado el Tabernáculo y estar listo para su dedicación, la Voz de Dios habló a Moisés “desde entre los querubines“.
En los Evangelios se expresa que, en cumplimiento de una profecía bíblica, en el momento de la muerte de Jesús, el velo que separaba los dos recintos principales del Templo se rasgó. En los templos egipcios y hebreos, según Clemente de Alejandría, una cortina gigantesca, sostenida por cinco columnas, separaba alSancta Sanctórum de la parte accesible a los profanos, en que sólo a los sacerdotes les era permitido penetrar. Por sus cuatro colores, esa cortina simbolizaba los cuatro Elementos principales, y con las cinco columnas significaba el conocimiento de lo divino que el hombre es capaz de adquirir mediante los cinco sentidos, con ayuda de los cuatro Elementos. En la obra Ancient Fragments, de Cory Preston, uno de los “Oráculos caldeos” expresa ideas acerca de los elementos y del Éter. Afirma que del Éter han venido todas las cosas y que al mismo volverán todas. Las imágenes de todas las cosas quedan impresas en el Éter de una manera indeleble. Asimismo es el depósito de los gérmenes, o de los restos de todas las formas visibles, y hasta de las ideas. Parece que cualesquiera sean los descubrimientos que puedan hacerse en nuestros días, siempre encontramos que nuestros remotos antepasados se han anticipado a nosotros. Una pregunta que nos podemos hacer es de dónde vinieron los Cuatro Elementos y los Malachim (ángeles o mensajeros) de los hebreos. Los rabinos y los Padres de la Iglesia han igualado el concepto Malachim con Jehovah; pero su origen es idéntico al de los Dioses Cósmicos de todas las demás naciones. Los Dioses Cósmicos eran el Dios del Fuego, simbolizado por el trueno como Agni. También eran el Dios del Agua, simbolizado por el toro fluvial, o cualquier río o fuente sagrados, como Varuna, Neptuno, etc. Además eran el Dios del Aire, que se manifiesta en el huracán y la tempestad, como Indra. Y, por último, eran el Dios o Espíritu de la Tierra, que aparecía en los terremotos, como Plutón, Yama y tantos otros. Estos eran los Dioses Cósmicos, sintetizándose siempre todos en uno, como sucede en toda cosmogonía o mitología. Así, los griegos tenían a su Júpiter Dodóneo, que incluía en sí mismo a los Cuatro Elementos y los cuatro puntos cardinales, y al que se reconocía en la Roma antigua bajo el título panteístico de Júpiter Mundus. Es el mismo que ahora, en la Roma moderna, se ha convertido en elDeus Mundus, el Dios del Mundo. Como Dioses del Fuego, del Aire y del Agua, los Dioses Cósmicos eran Dioses Celestes, mientras que como Dioses de la Región Inferior, eran Deidades Infernales, aplicándose a la Tierra. Eran “Espíritus de la Tierra” bajo sus respectivos nombres de Iama, Plutón, Osiris, el “Señor del Reino Inferior”, etc., y su carácter telúrico lo demuestra.
En el marco del hinduismo, Iama es el dios de la muerte, señor de los espíritus de los muertos y guardián del inframundo. La peor mansión después de la muerte que los antiguos conocían era el Kâma Loka, el equivalente al Limbo sobre esta Tierra. En la teología católica, el limbo se refiere a un estado o lugar temporal de las almas de personas creyentes que, pasada su vida física, murieron tiempo antes de la resurrección de Jesús (limbo de los patriarcas), y un estado o lugar permanente de los no bautizados que mueren a corta edad sin haber cometido ningún pecado personal, pero sin haberse visto librados del pecado original. El dios griego Júpiter Dodóneo era identificado con Dis, o el Plutón romano con el Dionysus Chthonius, el Subterráneo, y con Aidoneus, el Rey del Mundo Subterráneo, donde, según Creuzer, se pronunciaban los oráculos. Según los ocultistas, tanto Aidoneus como Dionisio son las bases de Adonai, o Iurbo-Adonai, según llaman a Jehovah en el Codex Nazaroeus: “No debes rendir culto al Sol, que es llamado Adonai, cuyo nombre es también Kadush y El-El”. Todos esos Júpiter pertenecen a la misma familia, pero Jehovah tiene que ser incluido en ella para que resulte completa. El Júpiter Aërius o Pan, el Júpiter-Ammon y el Júpiter-Bel-Moloch, son todos correlaciones deIurbo Adonai, y con él forman uno solo, porque todos ellos son una Naturaleza Cósmica. Los antiguos conocían y podían distinguir los Elementos corporales de los espirituales en las Fuerzas de la Naturaleza. El cuádruple Júpiter, lo mismo que el Brahmâ de cuatro caras, el dueño y señor de los Cuatro Elementos, puede indicarse como representante de los grandes Dioses Cósmicos. La tradición habla de una gruta, vasto subterráneo en los desiertos del Asia Central, en que penetra la luz a través de cuatro aberturas al parecer naturales, o grietas que cruzan los cuatro puntos cardinales. Desde el mediodía hasta una hora antes de la puesta del sol, la luz pasa por ellas.Es de cuatro colores distintos, que, según se dice, son el rojo, el azul, el naranja-dorado y el blanco, efecto de condiciones especiales de vegetación y suelo, bien sea naturales o preparadas artificialmente. La luz converge en el centro, alrededor de un pilar de mármol blanco, con un globo sobre el mismo, que representa a nuestra Tierra. Llámase la “Gruta de Zaratustra”. Alrededor de 3.500 años antes de Cristo aparecen en los Vedas, libro sagrado de la India, las primeras referencias al dios Mitra. Se le nombra como dios unido a Varuna. Ambos formaban una dualidad inseparable. Mitra era el dios del amanecer, de la luz y del sol, mientras que Varuna era el dios del crepúsculo y de la noche. Ambos, luz y oscuridad, se encargaban del buen funcionamiento de la bóveda celeste. Por influencia de los arios hindúes que se trasladaron hacia el actual Irán y Turquía, ya en el año 1400 antes de Cristo, a Mitra se le nombra como dios garante de un tratado entre los Hititas y el Reino de Mitanni, situado en el actual Kurdistán, entre Turquía e Irak.
Alrededor del año 1000 antes de Cristo, nace en Bakctriana, ciudad de Persia, actual Irán, un hombre llamado Zaratustra. Este hombre es considerado por muchos historiadores como el primer ser humano que cambió verdaderamente la Historia y la concepción del mundo. Se dice que Zaratustra recibió una revelación, por la que proclamó al supuesto verdadero dios, creador del Universo, al que llamó Ahura Mazda, que significa “Señor Sabio”. En oposición a él, estaba Angra Mainyu, que significa “Demonio de la Mentira”. Ambos personificaban el Bien y el Mal y ambos luchaban por imponerse sobre la Creación y sobre los hombres. ElMandeísmo, nombre dado a esta revelación, fue la primera gran religión que tuvo un libro sagrado, el Avesta, que significa “La Palabra”, y su antigüedad es mayor que la Biblia, que tomó del Avesta algunos de sus pasajes más conocidos. Historiadores y filósofos opinan que el Mazdeísmo fue el precursor de las grandes religiones monoteístas basadas en libros sagrados, como el Judaísmo, el Cristianismo y el Islamismo, las cuales tienen como fuentes los dogmas y enseñanzas de Zaratustra. Pero, desgraciadamente, sólo se conserva un tercio del libro original escrito por Zaratustra al dictado de Ahura Mazda, según le iba siendo revelado. Lo más extraordinario, es que Zaratustra tuvo doce discípulos, como sucedió con Jesús. Todo indica que el cristianismo adoptó mucha parte del mazdeísmo. La tradición persa otorga a Zaratustra la autoría de cientos de milagros y curaciones, incluso la resurrección de varios muertos. En la religión mazdeísta ya se habla de un diluvio universal, de un arca en la que se salvaron una pareja de animales de cada especie, así como una familia. Se entroniza una Santísima Trinidad compuesta por los dioses Ahura Mazda, Mitra y la diosa Anahita, esposa de Ahura Mazda y madre de Mitra. El mazdeísmo habla de la primera pareja humana, del Paraíso, del Cielo y del Infierno, del juicio tras la muerte, de la resurrección de los muertos y del juicio final, tras la victoria sobre Angra Mainyu, ayudado por sus demonios, mientras Ahura Mazda y Mitra serán ayudados por los ángeles y arcángeles. El Avesta también anuncia la aparición en La Tierra de un Salvador, un Redentor de la Humanidad, que vendrá a enseñar a los hombres su misión en la vida y a vencer al mal. Este redentor es Mitra, hijo de Ahura Mazda. Según el Avesta, Mitra nació en una gruta el día 25 de diciembre, otra curiosa coincidencia. Una luz resplandeciente situada sobre la gruta despertó a unos pastores que fueron a adorarle. Unos magos, enterados por las estrellas de su nacimiento, fueron a obsequiarle ofrendas. En la gruta, un buey y una mula ayudaban a calentar al niño dios. Los mazdeístas creían que Zaratustra era una encarnación del dios Mitra, que había venido a la Tierra para salvar a la Humanidad.
Mitra, tras su nacimiento, ayunó en el desierto durante cuarenta días y sufrió una pasión que se celebraba en la semana del 23 de marzo, con la llegada de la Primavera. Curiosamente es la fecha aproximada en que se celebra la Pasión de Jesucristo. Durante dicha pasión, Mitra se veía obligado a matar a un toro, de cuya sangre brotaba toda la Creación. Plutarco habla de los misterios de Mitra en el año 87 antes de Cristo, ya que esta religión, la Mitraica, se extendió por todo el Imperio Romano llevada por las legiones que la adoptaron en masa cuando llegaron a Asia Menor. Incluso el emperador Trajano la protegió y declaró el domingo día del Sol, dedicado a Mitra como día festivo en todo el imperio. Más tarde lo adoptó también el cristianismo como día del Señor. La religión Mitraica tenía en su liturgia el bautismo con agua para ingresar en la misma y la confirmación posterior. En la entrada de los mitreos o templos, estaba situada una pila con agua bendecida por los sacerdotes en la cual se mojaba la mano y luego la frente para entrar purificados. Se realizaba una ceremonia o ágape, en el cual se bendecían el pan y el vino o agua, y se repartía entre los asistentes como si fuera la carne y sangre de Mitra de forma simbólica. Se cantaban himnos en honor a Mitra. El clero estaba estructurado entre Padres, o sacerdotes comunes, Obispos y Pontífices. Sobre todos ellos gobernaba el Padre de los Padres, título equivalente al del Papa. Las fechas más señaladas en el calendario sagrado de Mitra eran: el 25 de diciembre, día del nacimiento del dios; el 6 de enero, día de la adoración de los magos; el 24 de marzo, semana de pasión de Mitra; el 6 de mayo, revelación del Avesta a Zaratustra; el 16 de mayo, comienzo del ayuno de Mitra en el desierto; el 24 de junio, Mitra asciende a los cielos y es proclamado segunda persona de la trinidad; el 16 de agosto, Mitra es nombrado por Ahura Mazda intermediario entre él y los hombres y se le otorga todo el poder sobre la Tierra y sus moradores. La religión de Mitra era una religión mistérica, es decir, que guardaba algunas ceremonias en secreto sólo para unos pocos iniciados. Los creyentes en Mitra no eran admitidos de inmediato a todos los secretos de la liturgia ni se le explicaban todas las doctrinas y dogmas. Existían una serie de grados, a través de los cuales iban ascendiendo los fieles según su preparación y la piedad de su vida demostrada ante los sacerdotes y compañeros de culto. La religión de Mitra se extendió por todo el Imperio Romano. El Cristianismo y el Mitraismo convivieron hasta la llegada al poder de Constantino el Grande, el cual, creyente de Mitra, no dudó en aprovechar la ocasión para fusionar ambas doctrinas.
El Cristianismo adoptó la estructura del clero mitraico; ya que la Iglesia Primitiva Cristiana no tenía sacerdotes, todos los creyentes eran iguales ante Dios y todos podían tomar la palabra y dirigir las asambleas en donde se recordaban las palabras de Jesús. Y sólo existían unos encargados de moderar y poner orden entre los asistentes. Luego se nombraron personas entre los más ancianos y respetados, para que administraran los bienes de la congregación y repartieran entre los más pobres las dádivas de los más favorecidos, pero en las primeras iglesias cristianas no existía el clero como tal. Constantino convocó el Concilio de Nicea en el siglo IV, y lo presidió aunque no era cristiano. Los obispos, o los encargados de las iglesias de aquella época, se dejaron embaucar con los regalos y donaciones imperiales, así como con las promesas de nombramientos oficiales, que les equiparaban a los magistrados del imperio. De aquél concilio de Nicea, presidido por un no cristiano, el emperador Constantino, nació el Cristianismo tal y como lo conocemos hoy, con Jesús convertido en Dios, segunda persona de la Santísima Trinidad y Redentor de los hombres, así como la estructura clerical y la mayoría de los dogmas y creencias cristianas. A partir de ese momento, el Mitraismo fue perseguido a muerte, sus libros quemados, sus templos derribados, y en pocos años, proscrito por edicto imperial de Teodosio. No es extraño que hoy sea difícil encontrar un libro sobre esta religión que tanto ha aportado al cristianismo, a nuestra cultura y a nuestra forma de vivir. No existe ningún original de los Evangelios cristianos canónicos anterior al siglo V. Todos los Evangelios fueron reescritos, modificados y adaptados a las nuevas normas eclesiales copiadas del mitraismo. Los Evangelios originales escritos en el siglo I y II, desaparecieron tras la persecución implacable de la jerarquía imperial y eclesiástica. La figura de Jesús fue retocada para hacerla más parecida a Mitra, Dionisos, Adonis, Osiris, Krisna y otros dioses redentores de la Humanidad. Todos ellos murieron y resucitaron, y algunos de ellos nacieron de una virgen. Adonis, por ejemplo, resucitaba en Primavera, mientras que Krisna estuvo muerto tres días. En Egipto se realizaba desde tiempo inmemorial una ceremonia de iniciación, mediante la cual el neófito era atado a una cruz tumbada horizontalmente y depositado en lo más profundo del templo, en donde permanecía sin luz, agua ni comida, durante tres días. Al término de su muerte aparente el neófito era sacado a la luz y proclamado nacido de nuevo. El Cristianismo adoptó las fechas más importantes del mitraismo como suyas, para aprovechar la inercia y la fe del pueblo, que ya estaba acostumbrado a celebrarlas desde siglos atrás. Sólo se limitaron a cambiar el nombre del dios a honrar.
Según Blavatsky, la cuarta raza, la de los atlantes, incluían en sus artes y ciencias la manifestación fenomenal de los Cuatro Elementos, que asumió así un carácter científico, y que atribuían con razón a la intervención inteligente de los Dioses Cósmicos. La Magia de los sacerdotes antiguos consistía, en aquellos tiempos, en dirigirse a sus Dioses en su propio lenguaje. Según el Libro de las Reglas: “El lenguaje de los hombres de la Tierra no puede alcanzar a los Señores. A cada uno debe hablársele en el lenguaje de su Elemento respectivo“. Es una sentencia que encierra un sentido profundo, añadiendo que la naturaleza de ese lenguaje del elemento “está compuesto de sonidos, números y figuras, no de palabras“. Quién sepa combinar los sonidos, números y figuras, atraerá la respuesta del Poder director, que sería el Dios-Regente del Elemento específico requerido. Este lenguaje del elemento es el mismo que el de los mantras, como los llaman en la India, siendo el sonido el agente mágico más potente y eficaz. Y es asimismo la primera de las claves que abren la puerta de comunicación entre los mortales e inmortales. San Pablo enseña del modo más innegable la existencia de Dioses Cósmicos y su presencia entre nosotros. El paganismo predicaba una evolución doble y simultánea. Poco ha cambiado la fraseología exotérica con respecto a las Jerarquías Divinas desde los días más gloriosos del llamado paganismo. Cuando Platón, por ejemplo, pone en boca del Principio Superior (Júpiter) las palabras, “los Dioses de los Dioses de quienes soy el hacedor, así como soy el padre de todas sus obras”, conocía el espíritu de esta sentencia como San Pablo cuando dice: “Pues aunque haya algunos que son llamados Dioses, ya en el Cielo ya en la Tierra, y así se cuentan muchos Dioses y muchos Señores...”. La Iglesia Católica Romana acepta las palabras del Apóstol en su verdadero sentido. San Dionisio, el Areopagita, discípulo de San Pablo, dice: “Y aunque hay (de hecho) los llamados Dioses, porque parece que realmente hay varios Dioses, con todo, y a pesar de ello, el Dios Principio y el Dios Superior no deja de ser esencialmente uno e indivisible”. Así hablaron también los antiguos Iniciados, sabiendo que el culto de los Dioses menores jamás podría afectar el “Dios Principio”. Sir William Robert Grove (1811- 1896), físico británico, abogado, profesor de derecho y magistrado, se dedicó a la investigación de los fenómenos electromagnéticos. Inventó una batería que lleva su nombre y demostró experimentalmente la descomposición electrolítica del agua. Sir William Robert Grove, hablando de la correlación de fuerzas, dice: “Cuando los antiguos eran testigos de un fenómeno natural que se apartaba de las analogías ordinarias y que ninguna acción mecánica de ellos conocida podría explicar lo atribuían a un alma, a un poder espiritual o sobrenatural. El aire y los gases también fueron considerados espirituales en un principio, pero posteriormente fueron investidos de un carácter más material; y las mismas palabras, espíritu, etc., se emplearon para significar el alma o un gas; la palabra misma gas, de geist, un fantasma o espíritu, nos ofrece un ejemplo de la transmutación gradual de un concepto espiritual, en concepto físico“.
Sir William Robert Grove considera, en el prefacio de su obra, “que sólo en estos fenómenos debe entender la Ciencia exacta, la cual no tiene para qué mezclarse con las causas. Causa y efecto son, por consiguiente, en su relación abstracta con esas fuerzas, simples palabras de conveniencia. desconocemos totalmente el poder generador último de cada una y de todas ellas, y probablemente siempre seguiremos lo mismo; sólo podemos comprobar la norma de su acción; debemos atribuir humildemente su origen a una influencia omnipresente, y contentarnos con estudiar sus efectos y hacernos cargo, por el experimento, de sus relaciones mutuas“. Si aceptamos la espiritualidad del “poder generador último”, sería ilógico negarse a reconocer esta cualidad, inherente en los elementos materiales y sus compuestos, como presente en el fuego, en el aire, en el agua o en la tierra. Tan bien conocían los Antiguos esos poderes, que a la par que ocultaban su verdadera naturaleza bajo alegorías diversas, nunca se apartaban del múltiple objeto propuesto. Resolvieron echar un espeso velo sobre el núcleo de verdad oculta mediante el símbolo. Pero siempre se esforzaron en conservarlo para las futuras generaciones, por lo que era bastante transparente para permitir a sus sabios discernir la verdad tras la forma del mito o de la alegoría. Esos antiguos sabios son acusados de superstición. Pero si Júpiter lanzaba sus rayos y relámpagos mortíferos sobre los que excitaban su cólera, así también lo hacía el Yahvé de Abraham y Jacob. Pues he aquí lo que leemos: “Tronó el Señor desde el cielo. Al Altísimo hizo resonar su voz. Arrojó flechas (rayos), y los dispersó (a los ejércitos de Saúl); y los derrotó“. El misionero Lavoisier dice en el Journal des Colonies: “¡Aquellos desgraciados paganos consideran en su superstición hasta a los elementos mismos como algo dotado de inteligencia!. Aun tienen fe en su ídolo Vâyu, el Dios o más bien el Demonio del Viento y del Aire. Creen firmemente en la eficacia de sus oraciones y en los poderes de sus brahmanes sobre los vientos y tempestades“.
Podemos creer en la naturaleza dual de todo objeto sobre la Tierra, en la Naturaleza espiritual y material, visible e invisible; y que la Ciencia lo prueba virtualmente, al mismo tiempo que niega su propia demostración. Pues, si como Sir William Grove dice, la electricidad que manejamos es tan sólo el resultado de la materia común afectada por algo invisible, el “poder generador último ” de toda Fuerza, la “influencia única omnipresente”, es natural entonces que creamos, como los antiguos, que cada Elemento es dual en su naturaleza. “El Fuego Etéreo es la Emanación del Kabir mismo; el Aéreo es tan sólo la unión (correlación) del primero con el Fuego Terrestre, y su dirección y aplicación sobre nuestro plano terrestre pertenece a un Kabir de menor dignidad”, quizás a un Elemental, como lo llamaría un ocultista; y lo mismo puede decirse de todo Elemento Cósmico. El ser humano posee varias fuerzas, magnética, simpática, antipática, nerviosa, dinámica, oculta, mecánica, y mental. Ello quiere decir toda clase de fuerzas. Y las fuerzas físicas son todas biológicas en su esencia, puesto que se entremezclan y se funden con frecuencia con aquellas fuerzas que hemos llamado intelectuales y morales, siendo las primeras los vehículos de las segundas. Nadie que no niegue el alma en el hombre dudará en decir que la presencia y mezcla de aquéllas son la esencia misma de nuestro ser. Ellas constituyen, de hecho, el Ego en el hombre. Esas potencias tienen sus fenómenos fisiológicos, físicos, mecánicos, así como nerviosos, extáticos, clariauditivos y clarividentes, que son considerados y reconocidos ahora como perfectamente naturales, aun por la Ciencia. No sería lógico que el hombre fuese la única excepción en la Naturaleza. Por ello pueden tener los mismos Elementos y sus vehículos, o vâhanas, en lo que llamamos las fuerzas Físicas.
Avalokiteśvara («Señor que mira hacia abajo») es el bodhisattva de la compasión. Es uno los bodhisattvas más ampliamente venerado en la corriente principal el budismo mahāyāna, así como en forma no oficial en el theravāda. Es conocido en Tíbet con el nombre de Chenrezig, en China como Guānshiyīn y en Japón como Kannon. En sánscrito, Avalokitesvara es también conocido como Padmapāni («Soporte del loto») o Lokeśvara(«Señor del mundo»). En el budismo tibetano, el Dalái Lama es considerado su encarnación de Avalokiteśvara, conocido también como Jainraisig. Los eruditos occidentales no han llegado a consenso sobre el origen de la veneración de Avalokiteśvara. Algunos han sugerido que Avalokiteśvara, junto con muchos otros seres sobrenaturales del budismo, fue un préstamo o absorción que el mahāyāna tomó de una o muchas deidades hindúes, en particular de Śivá o Viṣṇu. En el Theravāda, el nombre búdico Lokeśvara, “el señor, gobernante o soberano que observa el mundo”, fue probablemente un desarrollo de la idea de Brahmā, Viṣṇu o Śivá como ‘’Lokanātha’’, “señor de los mundos”. En Indo-China se refiere especialmente a Avalokiteśvara, cuyo rostro es frecuentemente representado en forma masculina, por ejemplo en el monasterio de Angkor. Es el buda bajo quien Amitābha ingresó a la vida ascética e hizo sus 48 votos en una existencia previa. Según la doctrina mahāyāna, Avalokiteśvara es el bodhisattva que hizo un gran voto para escuchar los ruegos de todos los seres sensibles en momentos de dificultad y posponer su propia budeidad hasta haber ayudado a cada ser sobre la tierra a alcanzar el nirvana. Entre los sutras majaianas asociados con Avalokiteśvara aparecen el Sutra del corazón, como discípulo del buda histórico Śākyamuni, y el Sutra del loto, particularmente el 25.º capítulo, el cual es a veces referido como el Sūtra-avalokiteśvara. Una conocida leyenda budista narra que Avalokiteśvarahizo el voto de nunca descansar hasta haber liberado a todos los seres sensibles del saṃsāra. Saṃsāra es el ciclo de nacimiento, vida, muerte y encarnación (renacimiento en el budismo) en las tradiciones filosóficas de la India; hinduismo, budismo, jainismo, bön, sijismo y también en otras como el gnosticismo, los Rosacruces y otras religiones filosóficas antiguas del mundo. Según estas religiones en el transcurso de cada vida, el Dharma, acciones hechas para bien, y el Karma, consecuencia de lo realizado/decidido, determinan el destino futuro de cada ser en “el proceso del llegar a ser” (evolución o involución). Este proceso cíclico termina con el logro del moksha, o union con Dios.
A pesar de su agotador esfuerzo, Avalokiteśvara se dio cuenta de que todavía quedaban muchos seres desgraciados por salvar. Después de luchar para comprender las necesidades de todos, su cabeza se dividió en once partes. El buda Amitābha, al observar su apremio, le dio once cabezas para oír los lamentos de los sufrientes. Al oír esos clamores y comprenderlos, Avalokiteśvara intentó alcanzar a todos aquellos que necesitaban ayuda, pero encontró que sus brazos se destrozaban. Una vez más, Amitābha vino en su ayuda y lo dotó con mil brazos para que pudiera ayudar a las multitudes sufrientes. Muchas versiones himalayas de este cuento incluyen ocho brazos con los cuales Avalokiteśvara hábilmente sostiene el dharma, cada uno de los cuales posee su implemento particular, mientras que las tradiciones chinas más específicas dan diferentes versiones sobre su número. Guanyin es el nombre dado en China a Avalokiteśvara bodhisattva venerado en el budismo. El valor asociado a este bodhisattva es la Compasión. El nombre Guān Yīn es una contracción de Guān Shì Yīn, que significa “quien oye los lamentos del mundo“. En occidente suele ser erróneamente conocida como la “Diosa” de la misericordia, pues suele confundirse a los buddhas y bodhisattvas con dioses. En la mitología taoísta, donde se dan otras historias sobre su origen que no están directamente relacionadas con Avalokiteśvara, es conocida como Ci Hang Zhen Ren y es considerada como inmortal. El primer monje budista que se refirió en femenino a Guanyin fue Kumarajiva, al traducir al chino el Sutra del Loto en el 406 d. C. En su traducción, siete de las treinta y tres apariciones del Bodhisattva son de género femenino. Con la introducción del Budismo Tántrico o Vajrayāna en China durante la dinastía Tang, siglo VIII, fue creciendo en popularidad la representación de Avalokiteśvara como una hermosa figura de rasgos femeninos con vestidos blancos. Guan Yin ha hecho voto de no entrar en los reinos celestiales hasta que todos los seres vivientes hayan completado su proceso de iluminación y se liberen del ciclo de nacimiento, muerte y reencarnación (samsara). En la devoción popular, Guanyin rescata a quienes acudan a ella en momentos de dificultad, sobre todo ante los peligros producidos por el agua, el fuego o las armas. La Bodhisattva comprende los sentimientos de temor y responde a las peticiones de ayuda con su Compasión. Como Madre Misericordiosa, oye las peticiones de quienes desean tener hijos. Asimismo el Movimiento Mahakaruna (La Gran Compasión), ha dado a conocer las “108 Glorias de Guanyin“, promulgadas por S.G. Devadip Baghwan Singh, como una eficaz oración transformadora. En Occidente muchos son los que asocian la figura de Guanyin con las de las diosas madres protectoras de otras religiones, tales como la Virgen María en el Catolicismo, Isis en el antiguo Egipto, Tārā en el Budismo Tibetano y Śakti, Párvati, Sītā o Radha en el Hinduismo. En Oriente son numerosos los templos y estatuas dedicados a este Bodhisattva.
Los Logos de todas las naciones, desde el Vishvakarman Védico de los Misterios, hasta el Salvador de las naciones civilizadas actuales, son el “Verbo” que existía en el “Principio”, o el nuevo despertar de los Poderes vivificadores de la Naturaleza, con el Absoluto Único. Nacido del Fuego y del Agua, antes de que estos se convirtiesen en Elementos distintos, Él fue el “Hacedor”, el formador o modelador de todas las cosas. “Sin Él nada hecho existía de lo que fue hecho. En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”. Es el Alpha y la Omega de la Naturaleza Manifestada. “El gran Dragón de la Sabiduría ha nacido del Fuego y del Agua, y en el Fuego y el Agua todo será reabsorbido con él”. Se dice de este Bodhisattva que “Asume cualquier forma a su antojo” desde el principio de un Manvántara, una era de Manu, hasta su terminación. En la séptima raza aparecerá como Maitreya Buddha, el último de los Avatâras y Buddhas. Esta creencia es general en todo el Oriente. Sólo que durante el Kali Yuga, nuestra época actual de obscuridad materialista, también llamada la Edad Negra, no es cuando puede aparecer un nuevo Salvador de la Humanidad. Sólo en los escritos místicos de algunos ocultistas franceses, el Kali Yuga sería “l’Age d’Or”. El ritual en el culto exotérico de esta Deidad fue fundado en la magia. Los Mantras se han sacado de libros mantenidos secretos por los sacerdotes, y se dice que cada uno de ellos origina un efecto mágico. El que los recita o lee produce causas secretas que se traducen en efectos inmediatos. Guān Yīn y Avalokiteshvara son formas del Séptimo principio universal; mientras que en su carácter metafísico más elevado, esta Deidad es la agregación de todos los Espíritus Planetarios, los Dhyân Chohans. Él es el “Hijo del Padre”. Coronado con siete dragones, aparece sobre su estatua la inscripción Pu-tsi-k’iun-ling, “el Salvador universal de todos los seres vivos”. En un templo de P’u-to, la isla sagrada de los buddhistas en China, está representado Guān Yīn flotando sobre un ave acuática negra, conocida como Kâlahamsa, y vertiendo sobre las cabezas de los mortales el elixir de vida, que al fluir se transforma en uno de los principales Dhyâni-Buddhas, el Regente de una estrella llamada la “Estrella de Salvación”. En su tercera transformación, Guān Yīn es el Espíritu vivificador o Genio del Agua. Créese en China que el Dalai-Lama es una encarnación de Guān Yīn, que en su tercera aparición terrestre fue un Bodhisattva; mientras que el Teshu-Lama es una encarnación de Amitâbha, Buddha o Gautama.
Avalokiteshvara, o Guān Yīn, Séptimo Principio Universal, es el Logos percibido por el Buddhi, o Alma Universal, como el agregado de los Dhyâni-Buddhas. Y no es el “Espíritu de Buddha presente en la Iglesia”, sino el Espíritu Universal Omnipresente manifestado en el templo del Cosmos o Naturaleza. Yoginîni es una palabra sánscrita, equivalente a Sena y a Dutica, o prostituta sagrada del templo, a la que se rinde culto como Yoni o Shakti. Los libros de moral en la India prescriben a una mujer fiel evitar la sociedad de las Yogini. Dice Max Müller al tratar de las “Falsas Analogías”, que el sinólogo más célebre de su época, Abel Rémusat, sostiene que las tres sílabas I, Hi, Wei, en el Tao-te-king, se referían a Je-ho-vah. Guān Yīn es, místicamente, el Logos, o el Verbo. Es llamado el “Dragón de la Sabiduría” porque los Logos de todos los sistemas religiosos antiguos están relacionados con las serpientes y simbolizados por ellas. En el antiguo Egipto, el Dios Nahbkun, “el que une los dobles”, era representado como una serpiente sobre piernas humanas, con brazos o sin ellos. Era la Luz Astral, reuniendo, por medio de su potencia dual fisiológica y espiritual, el Prototipo en el “Cielo” o la Naturaleza. Era el emblema de la resurrección de Cristo para los ofitas, o de Jehovah en forma de la serpiente de bronce, que curaba a los que la miraban. También para los templarios la serpiente era un emblema de Cristo, como se ve por el grado templario en la Masonería. El símbolo de Knuph, o el Alma del Mundo, dice Jean-François Champollion, “está representado entre otras formas bajo la de una enorme serpiente sobre piernas humanas; siendo este reptil el emblema del Buen Genio, y el verdadero Agathodaemon, es algunas veces barbudo”. Este animal sagrado es idéntico, pues, a las serpientes de los ofitas, y está representado en un gran número de piedras grabadas, llamadas joyas gnósticas o basilídeas. Aparece con varias cabezas humanas y animales, pero esas piedras siempre llevan inscrito el nombre de Chnoubis, símbolo solar gnóstico egipcio. Este símbolo es idéntico a otro que, según Jámblico y Champollion, era llamado el “Primero de los Dioses Celestes”, el dios Hermes, o Mercurio, para los griegos, a cuyo Dios atribuye Hermes Trimegisto la invención de la Magia y la primera iniciación de los hombres en la misma. Y Mercurio es Budh, la Sabiduría, la Iluminación, o “Nuevo Despertar” en la Ciencia divina.
Fuentes:
- Blavatsky, H.P. – La Doctrina Secreta
- Blavatsky, H.P. – ISIS sin velo
- Cory Preston – Ancient Fragments
- La Biblia