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Una fluida relación de pareja implica un permanente dar y recibir. Cuando la pareja se siente parte del mismo equipo ve, como algo normal, el trabajar juntos por el bien de su relación.
Contrariamente a lo que se piensa, la causa primordial de las relaciones infelices no acostumbra a ser los problemas, sino la forma cómo nosotros los manejamos. Mostrar nuestro desacuerdo, incluso enfadarnos constructivamente, puede hacer maravillas para aclarar las cosas y conseguir un nuevo equilibrio en la relación.
Sin embargo, los conflictos llegan a ser un problema cuando se caracterizan por la presencia de las cuatro actitudes que destruyen la relación: la crítica, el desprecio, la defensa, y el encierro.
Criticar es atacar la personalidad o el carácter de nuestra pareja, en vez de enfocarnos en solucionar la conducta específica que nos molesta.
Realmente es saludable y aconsejable ventilar los desacuerdos, pero no lo es en absoluto, el atacar la personalidad, o el carácter del cónyuge en el proceso.
Es la diferencia entre decir: «Estoy molesto porque no sacaste la basura» o decir, «No puedo creer, que no sacaste la basura. Eres tan irresponsable».
La crítica daña la relación, incrementa el desamor en la otra persona y es una fácil avenida que desembocara en el cansancio en la relación.
Cuanto más se use esta táctica, más cansada estará la pareja de ti.
El desprecio es un paso que va más allá de la crítica e implica el derribar o insultar a la pareja. El desprecio es un signo abierto de la ausencia de respeto.
Ejemplos del desprecio incluyen el burlarte de tu pareja, el poner los ojos en blanco o mirar a otro lado mientras te habla, poner cara de desprecio, o derribar al otro con el humor sarcástico.
El desprecio es un símbolo que nos habla de la ausencia del amor en nuestra relación. Es un acto de soberbia que anula la tolerancia, y por tanto, la capacidad de convivir.
Permanecer a la defensiva, en medio de un conflicto, puede ser una respuesta natural, pero no ayuda a mejorar la relación.
Cuando estamos a la defensiva, usualmente, experimentamos mucha tensión y eso dificulta que nos enfoquemos realmente en lo que se ha dicho. Reaccionamos, por ejemplo, negando responsabilidades, inventando excusas, o respondiendo a una queja con otra.
Nos encerramos en nosotros mismos cuando, simplemente, nos negamos a responder. Valerse de esta medida defensiva, de vez en cuando, puede ser saludable; pero, como una manera típica de interactuar, llega a ser destructiva para cualquier relación.
Encerrarse, replegarse, es una señal de escape en el matrimonio, en vez de querer resolver los problemas.
Todas las parejas emplearán estos tipos de conducta en alguna ocasión en su matrimonio.
Así somos los humanos, pero cuando una de estas actitudes reside permanente, la relación va camino al fracaso.
Existen parejas en que cada uno de los miembros hace suya una de estas cuatro actitudes. Entonces se dan las combinaciones, por ejemplo: crítica – defensa, desprecio – encierro, etc., dependiendo de si las personalidades que interactúan son opuestas. Cuando las personalidades son similares se pueden dar las combinaciones: crítica – crítica, encierro –encierro, etc.
La presencia de las cuatro actitudes puede darse como diferentes estadios en la relación de la pareja. Lo trágico se da cuando uno intenta reparar el daño hecho por estas actitudes, y el otro lo recibe, repetidamente, con rechazo.
En este caso, la posibilidad de que la relación termine en divorcio es muy grande. Los problemas en una relación de pareja son algo muy común, de hecho el convivir con otro ser humanoes la mayor aventura que podamos vivir y para su correcto funcionamiento tiene que estar motivado por el amor y por el deseo de cooperación mutua.
Ningún matrimonio puede ser dichoso a menos que cada uno de los cónyuges ame al otro como así mismo.
Si deseas casarte, debes desear ser una buena esposa antes que aspirar a tener un buen marido, o debes desear ser un buen marido, antes de pensar en obtener una buena esposa.
En la vida en pareja te derrotarás a ti mismo, si lo que deseas es dominar a alguien.
Nadie quiere ser dominado, ni vivir en un ambiente de constante crítica y humillación.
La relación de pareja es gratificante cuando se asienta sobre la libertad y el respeto.
Las bases de toda estructura es lo que la sostiene, una casa construida sobre un cimiento sólido soportará fuertes lluvias y temblores, no así la estructura construida sobre una base débil, arenosa o lodosa.
Las relaciones de pareja se inician con el enamoramiento, etapa de fascinación y encantos, adecuada para el mutuo conocimiento de la pareja.
Es el principio de la relación, basado en la atracción y la idealización de la persona, que se cree calza con la idea mental de la persona perfecta que se cree encontrar.
Sin embargo, el enamoramiento pasa una vez que la idealización aterriza en la realidad de los seres humanos, simples mortales llenos de virtudes y defectos.
Razón por la cual el enamoramiento es un principio, pero no la base que pueda sostener ninguna relación.
Es el mutuo amor y no el enamoramiento lo que sostiene a la relación.
Es el amor, la fuente de la que emana la comunicación profunda que lleva a la intimidad del universo, que es tu pareja, es el intercambio de sentimientos, deseos y formas de pensar en el marco de la aceptación y el respeto.
Construye tu casa, tu vida relacional sobre un cimiento sólido y cuando vengan las circunstancias difíciles los dos estaréis juntos para superarlas, evitando estrellarse en los cuatro enemigos de la pareja.