Cuenta una antigua leyenda que un famoso científico acudió a la casa de un maestro zen. Al llegar, se presentó enumerando todos los títulos que había alcanzado y lo que había aprendido a lo largo de sus años de estudio.
Después le pidió al maestro que le enseñara los secretos de su filosofía. Por toda respuesta, el maestro se limitó a invitarlo a sentarse y le ofreció una taza de té.
Aparentemente distraído, sin dar muestras de preocupación, el maestro virtió té en la taza del científico, y siguió echando té aunque la taza ya estaba llena.
Perplejo por aquel desliz, el científico le advirtió al maestro que la taza ya estaba llena y que el té se estaba escurriendo por la mesa.
El maestro le respondió con tranquilidad:
– Exactamente. Usted ya viene con la taza llena, ¿cómo podría aprender algo?
Ante la expresión incrédula del científico, el maestro enfatizó:
– A menos que vacíe su taza, no podrá aprender nada.
Al igual que el científico, a menudo nos aferramos a algunas creencias, hábitos, personas o formas de pensar que nos impiden crecer. Sin embargo, si queremos aprovechar nuevas oportunidades, si queremos recibir los dones que el mundo aún tiene que ofrecernos, primero debemos aprender a soltar. No podemos asir las cosas nuevas si tenemos las manos llenas.
Dejar ir es parte de la vida
La vida es un cambio continuo, seguir adelante implica que debemos dejar algunas cosas atrás, si no lo hacemos y las acarreamos, solo terminarán siendo un peso inútil que nos impedirá continuar hasta la meta que nos hemos trazado.
Por ejemplo, las personas que se mudan a un nuevo país pero siguen añorando el suyo, repitiendo sus formas de hacer sin aceptar las nuevas costumbres, terminarán siendo infelices. De la misma forma, quien inicia una relación de pareja sin haber olvidado a su ex, terminará condenando esa nueva relación al fracaso.
Por supuesto, todas las cosas del pasado no son negativas, algunos recuerdos pueden darnos fuerza en los momentos difíciles y vale la pena conservarlos, pero hay otros lazos emocionales que debemos deshacer, para prepararnos para una nueva etapa. De hecho, en muchos casos soltar no significa renunciar ni olvidar sino simplemente sentirse agradecido por lo vivido y pasar página de manera consciente, eligiendo quedarse con lo bueno y dejando atrás las emociones que no nos aportan nada sino que nos mantienen atascados y hasta nos hacen sentir mal.
Lo más interesante es que en la mayoría de los casos no es necesario quemar los puentes detrás de nosotros porque dejar ir no siempre significa cortar definitivamente con una persona o con nuestro pasado, sino hacer las paces con nosotros mismos. Implica reformular nuestras ideas y, sobre todo, nuestras emociones, soltando la añoranza, el miedo, el rencor o el apego excesivo.
En otros casos, soltar adquiere una connotación material. De hecho, sin darnos cuenta nos apegamos a muchas cosas que nos brindan una falsa sensación de seguridad. Por eso, un buen ejercicio para aprender a soltar implica deshacerse de todas esas cosas que realmente no necesitamos y que solo ocupan un lugar en nuestro hogar para hacer que no nos sintamos solos.
La magia de vaciar la taza de vez en cuando
Nuestra sociedad nos impulsa a consumir, y eso significa acaparar cosas e incluso relaciones. Sin embargo, de vez en cuando es necesario vaciar nuestra taza. Cuando lo hacemos de manera consciente ocurre un auténtico milagro porque al romper esos lazos que nos ataban podemos aprovechar realmente las nuevas oportunidades que se nos presentan. Cuando decidimos dejar atrás las cosas que nos limitan, nos estamos dando la oportunidad de ampliar nuestro «yo» hasta universos insospechados.
Piensa que si te mantienes atado a una relación de pareja dañina, no podrás conocer a una persona que realmente te complemente y te haga crecer. Si te mantienes atado a tus costumbres, no podrás descubrir nuevas formas de hacer las cosas. Si te aferras a los estereotipos, no podrás disfrutar de las maravillas que aporta la diversidad. Si te aferras al odio y el rencor, no podrás amar plenamente.
No olvides que la vida está en constante cambio y solo cuando tienes las manos vacías, podrás aferrar las nuevas oportunidades que se te presentan.
Algunas de las cosas que debemos aprender a dejar ir son:
– La necesidad de controlarlo todo, fundamentalmente a las personas que nos rodean. Sé y deja ser.
– La necesidad de tener siempre la razón, porque de esta manera no aprenderemos nada nuevo sino que nos aferraremos a nuestra forma de comprender el mundo.
– La necesidad de aferrarse al pasado, porque de esta manera no podremos caminar con paso ligero hacia el futuro.
– Los sentimientos dañinos, como el odio, la ira y el rencor, porque nos impedirán amar y disfrutar plenamente del presente.
Recuerda que la felicidad siempre es una decisión personal y que la vida está llena de oportunidades increíbles, pero debemos estar preparados para aprovecharlas.