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Los catalanes franceses, o catalanes del Norte, como se llaman a sí mismos, han protagonizado varias acciones de protesta en los últimos meses, porque no quieren perder el nombre de su región ni pasar a pertenecer una autonomía más grande en el proceso que desde el pasado 1 de enero la República Francesa está llevando a cabo: una nueva división territorial que ha comportado la fusión de buena parte de sus regiones administrativas, pasando de las 22 anteriores a las 13 actuales.
Hasta ahora, siempre habían sido la región Languedoc-Roussillon, con su centro neurálgico en Perpignan. Sin embargo, desde el 1 de octubre tendrán que unirse a la vecina Midi-Pyrénées y pasar a llamarse Occitania, un nombre que ha provocado la rebelión de unos 450.000 catalanes que viven al otro lado de la frontera.
El catalanismo político de la llamada ‘Catalunya Nord’ ha unido fuerzas para reivindicar un nombre en el que aparezca la singularidad catalana, a pesar de ser un componente minoritario ya que sólo representa uno de los trece departamentos de los que se compone lamacroregión. El objetivo es conseguir que la nueva región se llame Occitania-Catalunya, un nombre que reivindica las identidades, culturas y lenguas de sus habitantes, aunque no incluye ni toda Occitania ni, por descontado, toda Catalunya.
Los habitantes de esta región consideran que el cambio de nombre borraría del mapa sus tradiciones, su lengua y su historia común con los vecinos catalanes si no se incluye la palabra ‘Catalunya’ como parte del mismo. Por eso, han organizado una gran manifestación este sábado en Perpignan e interpuesto un recurso administrativo ante el Consejo de Estado, que tendrá la última palabra al respecto.