por Worms Argentina
La agricultura industrial moderna es fuente de graves intoxicaciones humanas y destrucción de la biodiversidad que sustenta todo el ciclo biológico mundial.
Es sabido de los graves daños sufridos en la historia moderna por los operarios que trabajaron en contacto con los primeros agroquímicos, tanto como los afectados en zonas aledañas a fumigaciones y asperjados con esos productos.
Plaguicidas y herbicidas han sido los principales destructores de fauna y flora desplazada de los campos agrícolas, tanto como de enfermedades y lesiones a humanos.
…desde hace muchos años se ha comprobado el grave efecto de los fertilizantes de base nitrogenada y fosfatada aplicados en gran escala…
Sin embargo ya desde hace muchos años se ha comprobado el grave efecto de los fertilizantes de base nitrogenada y fosfatada aplicados en gran escala durante períodos prolongados, los cuales van alterando la fisicoquímica de los suelos y modificando los ciclos climáticos e hidrológicos, tanto como el fenómeno de eutrofización de las aguas superficiales aledañas a campos de cultivo.
Las imágenes satelitales de los grandes lagos de norteamérica tanto como la muerte del mar Aral en Rusia son ejemplos dramáticos de ese efecto.
Sin embargo, los daños no terminan en eso.
Recientemente se ha aceptado oficialmente a través de la OMS el poder tóxico y probablemente cancerígeno en humanos del herbicida más usado, el glifosato. Una sustancia que se rocía casi como lluvia en nuestro país sin que se aplique control alguno más que la famosa “receta agronómica” y las buenas prácticas que dependen casi exclusivamente de la buena voluntad del agricultor.
Sólo hace muy poco tiempo se fueron dictando ordenanzas de exclusión para el rociado de ese producto cerca de zonas urbanas, aunque existan estudios que demuestran la capacidad de deriva y difusión atmosférica de esa sustancia a distancias mayores de las actualmente aceptadas como seguras.
Y otro efecto aún no considerado oficial y masivamente es el lixiviado por percolación,
en donde varios agentes son arrastrados desde la superficie por el agua hacia las napas subterráneas al filtrarse.
El nitrato, componente primordial de los fertilizantes sintéticos como la urea y sustancia peligrosa para la salud humana por su capacidad de variación a nitrito, un agente de conocido poder carcinogénico, ha demostrado una capacidad enorme de lixiviación, principalmente por su solubilidad en agua y otras características electroquímicas.
Las napas inferiores y aledañas a campos de cultivo están impregnadas de nitratos luego de decenios de exageradas y crecientes aplicaciones.
Las napas inferiores y aledañas a campos de cultivo están impregnadas de nitratos luego de decenios de exageradas y crecientes aplicaciones.
Hay que recordar que la urea es un fertilizante por exceso, es decir, agrega cantidades exorbitantes de nitrato al suelo de las cuales las plantas sólo pueden absorber y aprovechar una porción muy pequeña, quedando el resto para su acumulación.
Se aplica aún con ese efecto simplemente porque es barata, extrayéndose por reformado del gas natural.
El concepto de “barato” que nos hace dependientes de recursos fósiles no renovables. Barato mientras hay, hasta que se acaba. Por tanto, sin importar como se mire, estos fertilizantes no constituyen una fuente estable de recursos sino precaria.
Sin embargo, otra sustancia esencialmente soluble en agua, por tanto pasible de lixiviación es el mismísimo glifosato, el asesino de lo vegetal que demuestra ya ser tóxico para animales y hombres.
Sus productores aseguran que no genera percolación sino que su poder tóxico queda sólo en suelos y ventea al aire, como extraño consuelo a nuestra preocupación. Sin embargo no hay ningún estudio de campo que demuestre tal postulado teórico con seguridad.
De hecho, existen ya múltiples positivos en análisis de contenido de glifosato de aguas de pozo de consumo en nuestro país y en todo el mundo.
Uno de ellos es el caso de la escuela “Paso a paso” de la localidad de Almada, en Pehuajó Norte, cuya directora María Cristina De Zan solicitó el estudio luego de observar variaciones importantes en la salud y capacidades de niños y docentes, en diciembre de 2015.
El estudio fué realizado por el Laboratorio PRINARC, de la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Nacional del Litoral de la ciudad de Santa Fe, y dió como resultado una concentración de 3+/-1 ng/ml, siendo el límite máximo tolerable (?) un valor de 0.6 ng/ml.
La escuela se encuentra lindante con campos de cultivo de soja y el pozo de agua tiene una profundidad de 52 m, algo bastante poco compatible con una contaminación superficial y sí con un proceso de percolado. Casos similares se han encontrado en EEUU y en España.
En estos momentos hay cientos de ciudades y pueblos de campo en nuestro país cuyas aguas de consumo son extraídas de pozos alimentados por napas en similares condiciones de exposición.
Datos para tener en cuenta.
Es el agua que bebemos.