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«Se acaba la risa, la alegría, todo es una desgracia. Es un torbellino que no tiene fin, una nube gris de la que no te puedes escapar», refiere Samuel*, recordando el inicio del período de depresión por el que pasó su esposa.
Un grave accidente automovilístico desató el trastorno. Estuvo hospitalizada y, tras un largo período de convalecencia, no pudo regresar a trabajar debido a las heridas que sufrió.
«Piensas que la persona que tienes a tu lado se está volviendo loca. Es muy difícil, especialmente al principio, cuando no sabes qué está pasando», afirma Samuel.
Cuando una persona recibe un diagnóstico de depresión, la atención de quienes tiene a su alrededor se concentra en ese individuo, comprensiblemente.
Pero los familiares o amigos que conviven y cuidan a los que sufren esa enfermedad mental, pasan por momentos muy difíciles y también están en riesgo de desarrollar un cuadro depresivo.
Los días siguen pasando
La dinámica familiar empieza a girar en torno a la enfermedad del ser querido.
Pero mientras eso pasa, la vida continúa. Las cuentas por pagar siguen llegando, hay que mantener el hogar, cocinar, trabajar, ocuparse de otros miembros de la familia, en especial si hay niños.
Samuel cuenta que salía de su casa todas las mañanas para llevar a la escuela a los dos hijos de la pareja -de 4 y 5 años- antes de ir a su oficina.
«No había opción, tenía que seguir trabajando y tratando de darle a los niños un poco de rutina y normalidad. Cuando regresábamos, al final de la tarde, me bajaba del carro primero y le decía a ellos que esperaran a que viniera a buscarlos».
Y continúa: «Abría la puerta y revisaba la casa. Me daba miedo entrar y encontrar a mi esposa ahorcada. Tenía que estar seguro de que mis hijos no fueran a presenciar algo tan traumático».
Terror, dolor e impotencia
Quienes han pasado por esa situación, coinciden en señalar que es muy difícil manejar la intensidad de los sentimientos que se generan.
«Todos los días, mi esposa me decía que se quería morir. Estaba aterrorizado.Estás cansado, frustrado, angustiado, triste. No tienes fuerza, no ves cómo vas a salir del hueco en el que estás», señala Samuel.
Algo similar vivió Rebeca*, la madre de un adolescente de 14 años.
La voz todavía se le quiebra cuando habla de uno de los peores momentos de la crisis por la que atravesó su hijo.
«Mamá, déjame morir, déjame morir», le decía el chico en una de las tres ocasiones en las que intentó quitarse la vida.
«Sientes pavor, dolor, miedo, es una situación extremadamente estresante. Ves a tu hijo sufrir y no sabes qué hacer. Sentía que a mi corazón y a mi vida le habían quitado un pedazo», dice Rebeca.
TIPOS DE DEPRESIÓN
Grave. Afecta el día a día del individuo, a quien se le dificultan acciones tan básicas como comer, bañarse y dormir. Es común experimentar varios episodios. Puede ser necesaria la internación en un hospital.
Medianamente severa. El efecto que tiene la condición en la vida de las personas que la padecen es limitado. Pueden tener dificultad para concentrarse en el trabajo, para motivarse o hacer las cosas que generalmente se disfrutan.
Desorden bipolar. El cambio de humor de quienes sufren de esta condición es extremo. Se pueden sentir eufóricos e indestructibles, y enseguida, desespero, letargo y pensamientos suicidas.
Depresión postnatal. Es lo que experimentan algunas madres después de dar a luz. La ansiedad, el cansancio, la incapacidad de cuidar del bebé y la falta de confianza pueden ser sensaciones sobrecogedoras.
Fuente: Fundación Salud Mental
CÓMO LLEVAR LA DEPRESIÓN DE UN SER QUERIDO
1.- Mantenerse saludable. Se debe llevar una alimentación adecuada y hacer las comidas en horarios regulares. Descansar suficiente y hacer algún tipo de actividad física también es importante.
2.- Compartir lo que se siente con alguien de confianza. Es fundamental poder apoyarse en un familiar o un amigo, particularmente si se está atravesando un momento difícil. Si no es posible encontrarse en persona, un correo electrónico, un texto, un videochat o una conversación por teléfono es igualmente útil.
3.- Practicar alguna técnica de relajación. Además de relajarse permite que la persona que cuida a quien sufre de depresión, se dedique a sí mismo por un tiempo. Algunas alternativas son: yoga, meditación y atención plena. Incluso unos pocos minutos, serán de gran ayuda.
4.- Organizarse. Es útil realizar un cronograma con las actividades que hay que hacer y apuntar información importante como la dosis de medicación que tiene que tomar el paciente y teléfonos de emergencia. También es importante preparar un plan en caso de improvistos.
Fuente: Mind, ONG británica dedicada a la salud mental.
*Nombres ficticios para preservar la identidad de los entrevistados.