CIUDAD DEL CABO, nov (IPS) – África, que experimentará una creciente urbanización en las próximas décadas, tendrá el desafío de combinar la rápida expansión de las ciudades y el desarrollo económico con la preservación del ambiente y la reducción de la huella de carbono.La mayor parte del producto interno bruto se genera en las ciudades, que son el motor de la economía y donde se origina la innovación y el cambio. Pero por lo mismo, también es donde se crea la mayor parte de la contaminación y el daño ambiental.
«Las ciudades son responsables de 75 por ciento de los gases invernadero porque es donde vive la mayor parte de la gente», Marlene Laros, asesora de política y estrategia de Iclei Sudáfrica, una asociación global de gobiernos locales dedicada al desarrollo sustentable.
Laros habló en la inauguración de la conferencia Cambio Inspirador, que se desarrolla entre este viernes 18 y el domingo 20 en Ciudad del Cabo, y donde se discuten vías para que las ciudades africanas puedan responder al recalentamiento planetario.
«A partir de 2050, 60 por ciento de la población africana vivirá en ciudades, bastante más que el actual 40 por ciento. Es un hecho que no podemos cambiar. Nuestro desafío es cómo hacer frente a la urbanización», indicó Laros.
La experta sugirió integrar las medidas para contener el cambio climático con las políticas económicas y de desarrollo para atender al mismo tiempo, y no de forma aislada, temas relacionados con pobreza, empleo y ambiente.
El cambio climático está estrechamente vinculado con el ambiente, la economía, la política, la pobreza, la seguridad alimentaria, el acceso al agua y el entorno urbanístico. Si África quiere crear ciudades verdes, deberá considerar todos estos factores, indicó Laros.
Uno de los mayores desafíos para la creación de ciudades verdes es que las naciones africanas deberán duplicar su infraestructura a partir de 2050 para atender su rápido crecimiento urbano. Eso implicará grandes proyectos de construcción, una de las actividades más contaminantes.
«La construcción consume entre 30 y 45 por ciento de la producción global de energía. Usamos entre seis y ocho por ciento de la demanda de combustible fósil para construir. Son costos muy altos y nada sustentables», alertó el consultor independiente Robert Zipplies. «Necesitamos encontrar formas diferentes que protejan el ambiente para desarrollar nuestras ciudades», apuntó.
Pero no será fácil de llevar a cabo, pues el desarrollo económico sigue prevaleciendo sobre el ambiente en un continente donde el alivio a la pobreza y la creación de empleos son las prioridades de todo gobierno.
En urbes como Ciudad del Cabo es más redituable construir estacionamientos que un parque o cualquier otro espacio público, indicó Laros.
Debido a políticas de ordenamiento territorial y a fuerzas del mercado que favorecen a los ricos, los pobres urbanos de África – que constituyen la mayoría de los hogares– son cada vez más vulnerables a los potenciales efectos del cambio climático. Eso pone en riesgo la resiliencia de las comunidades urbanas en todo el continente.
Los urbanistas están por tanto en una posición ideal para contribuir a la lucha contra el cambio climático, pero no se han involucrado lo suficiente en África. Solo unas pocas estrategias municipales analizan los peligros y los factores de vulnerabilidad ante los actuales y futuros efectos del recalentamiento planetario en zonas urbanas.
Disminuir la huella de carbono (la cantidad de gases invernadero emitidos) de una ciudad tendría muchos resultados positivos, como una población más saludable, arguyó Leonie Joubert, investigadora y autora de varios libros sobre cambio climático.
«Las ciudades africanas fueron construidas de forma expansiva y dispersa, por lo cual la circulación de mercancías en ellas toma tiempo y dinero. Su diseño hace que emitan mucho dióxido de carbono. Por cada caloría que llega a la ciudad se requiere de un servicio ecosistémico para producir el alimento y transportarlo», explicó.
Es decir que el alimento transportado a los centros urbanos expandidos tiene una mayor huella de carbono y suele ser menos fresco y más procesado. «Las ciudades nos hacen gordos y nos enferman», remarcó Joubert. «Hay una epidemia de obesidad en África, junto con una grave desnutrición, situación que deriva de significativos problemas climáticos», explicó.
Una solución sería tener ciudades más densamente pobladas para crear economías a mejores escalas, según ella.
«Sería más fácil y barato crear sistemas de transporte público para reducir la cantidad de vehículos particulares y que haya más personas caminando. Ciudades más densas permiten bajar el costo de los alimentos saludables, así como la huella de carbono, porque se abarata su traslado», explicó.
Joubert llamó a exigir ciudades más verdes en el ámbito municipal.
El cambio climático no es un asunto que deban atender de forma exclusiva los gobiernos nacionales, pues sus consecuencias se sienten más a menor escala. Los gobiernos locales tienen más relación con las personas que lo sufren directamente y están mejor ubicados para construir ciudades resilientes, al tiempo que evitan retrocesos en el desarrollo social y económico, alcanzado con mucho esfuerzo.
Cada urbanita africano tiene un papel para desempeñar, señaló Joubert. «Las políticas nacionales parecen impenetrables para las personas de a pie, pero es mucho más fácil movilizar a la gente en las ciudades», sostuvo.
http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=99626
Qué cruz de noticias, dios mío!!!