Desde los años cincuenta hasta los setenta en el país vecino de Reino Unido se produjeron una serie de experimentos conocidos como Expediente Dorset llevados a cabo por el Centro de Investigación Microbiológica de Porton Down, cerca de Salisbury en Wiltshire. Porton Down siempre ha estado en la vanguardia de armas biológicas y químicas, siendo una de las instalaciones más secretas del mundo. Tuvo un papel muy importante durante las dos guerras mundiales.
La mayoría de los ensayos realizados y dirigidos desde esta desconocida instalación sucedieron en colaboración con los EE.UU.. Tenían la finalidad de estudiar la vulnerabilidad de Gran Bretaña frente a un presunto ataque químico o biológico por parte de la Unión Soviética.
El remolcador Icewhale |
Los experimentos y sus resultados han sido conocidos con el paso de los años gracias a la desclasificación de documentos. Lamentablemente como en muchas otras ocasiones, estos experimentos científicos secretos pudieron afectar a la salud de la población civil. Sobre todo a los principales grupos de riesgo como son las personas mayores, niños y enfermos crónicos de distintas dolencias. Parte de estos experimentos se realizó desde el aire, aunque una parte importante se hizo por mar desde un buque, el Icewhale, el remolcador utilizado para dispersar bacterias contra la población desde la bahía de Lyme.
Los primeros ensayos fueron llevados a cabo mediante el uso de aviones principalmente entre 1955 y 1967. Se utilizaron aviones que barrían el Reino Unido de norte a sur propagando esencialmente sulfuro de zinc y cadmio. Estos experimentos se conocieron bajo el titular de “The Fluorescent Particle Trials”. Uno de los aviones utilizados sería el bombardero medio y popular Canberra WV 787 de la English Electric. Estos compuestos químicos de color amarillento eran muy utilizados ya que eran observables con luz ultravioleta. Estos materiales inorgánicos de formas cristalinas supuestamente no eran nocivos para la población. Sin embargo no son solubles al agua y en grandes cantidades pueden terminar acumulándose en órganos y huesos, y están actualmente clasificados como carcinógenos. Se realizaron medidas y cálculos para estimar a qué distancia era necesario lanzar dichas partículas para cubrir una gran zona.
Un avión Canberra en plena operación. Obsérvese que la estela que deja no coincide con la alineación de los motores, sino que parece salir de la cola |
Ya bien entrado los años sesenta, el ministerio de Defensa británico se planteó la opción de utilizar bacterias en vez de químicos. Esta vez se probarían lanzados desde el mar, desde cañones a bordo de un barco. La bahía de Lyme fue el escenario seleccionado ya que era casi perfecta su geometría semicircular. Ayudados por los vientos para desplazar la dispersión de agentes hacia tierra. Era una bahía que reunía muy buenas condiciones e incluso existían unas instalaciones militares cercanas para dar soporte.
Más de un millón de personas estuvieron expuestas en la costa sur de Inglaterra a bacterias como la Escherichia coli y la Bacillus subtilis o globigii. La primera es una bacteria que se encuentra en el intestino y aunque no suele provocar problemas si puede causar algunas enfermedades así como fuertes diarreas hemorrágicas e insuficiencia renal. La subtilis se encuentra comúnmente en el suelo y no es considerada patógena aunque puede llegar a contaminar los alimentos. Ésta bacteria ya fue utilizada en otros experimentos anteriores. Se utilizaba como simulador de Ántrax ya que es impermeable a variaciones de temperatura, luz ultravioleta, inanición y desinfectantes. Se pensaba que era inocua aunque actualmente se conoce que puede producir septicemia, es decir una infección generalizada que se transmite a los órganos por la sangre.
Bacilos esparcidos: a la izquierda Subtilis, a la derecha E-coli |
Los ensayos se realizaron durante 4 fases, la primera se utilizó la bacteria Enterobacter aerogenes a unas 5 millas del área de muestreo. En las otras tres fases se fue aumentando el alcance hasta las 20 millas usando la mezcla de esporas de gobigii proporcionadas por Fort Detrick en EE.UU. y ecoli de Porton Down.
Para proyectar las bacterias se utilizaría un buque reformado que realizaría una serie de trayectorias definidas. El buque elegido sería un remolcador de salvamento, una embarcación de bandera británica que no levantaría sospechas, el ETV Icewhale. Se utilizaron varias tuberías que repartirían las bacterias almacenadas en bombonas hacia popa utilizándose compresores diésel para lanzar la nube. El buque Icewhale era un remolcador que operaba en la costa de Weymouth. Desplazaba unas 360 toneladas y poseía una eslora de unos 37 metros. La velocidad máxima que alcanzaba esta embarcación era unos moderados 9 nudos.
Rociadores de la mezcla colocados en la popa del «Icewhale» |
Curiosamente el Icewhale no estaba protegido ni preparado para recibir sus dosis de microorganismos que podía acumular durante las dispersiones. Se desconoce que medidas de protección utilizaron. El Icewahle no fue el primer barco utilizado en este tipo de ensayos, ya existían precedentes. Algunos de los buques utilizados anteriormente fueron el FT Cockchafer, el ETV Whimbrel o el HMS Galatea.
El 14 de noviembre de 1963, el buque Icewhale partió desde su base en la isla de Portland hacia la bahía de Lyme. A las 1320 horas los equipos situados en la popa del barco, comenzaron a proyectar las partículas mientras se desplazaba en línea recta siguiendo un rumbo fijo previamente establecido en una carta donde estaban señaladas todas las trayectorias. Durante esta primera pasada se estimó que se arrojó un volumen aproximado de unos 100 litros de bacterias. La nube formada en esta primera fase se desplazó hacia la costa gracias a la acción del viento.
Todas las fases del experimento fueron realizadas de noche para que la luz del día no afectara a las bacterias y obviamente para pasar desapercibido por la población. La mayoría de ese tipo de ensayos habían sido efectuados durante las horas de oscuridad. Se realizaron muchas rutas de diversas orientaciones y longitudes y a varias distancias de la costa, algunas de ellas peligrosamente próxima a las poblaciones. Todo fue monitorizado por un radar de vigilancia de la flota instalado en Weymouth. Así se aseguraba que el trafico marítimo existente en la bahía no obstaculizara al Icewhale.
En tierra varios grupos móviles tomaban muestras de la concentración de las bacterias. El muestreo se realizó en diversas lugares de las poblaciones de la costa cercana. Lugares como aparcamientos, colegios, institutos, calles principales y también a una milla de distancia a diferentes núcleos urbanos.
Mapa donde se encuentran representadas las distintas trayec- torias efectuadas por el «Icewhale» esparciendo bacterias. |
En 1966 siguieron los experimentos propagando de nuevo cientos de litros de bacterias. Los resultados fueron comparados con los ensayos anteriores. En ensayos previos obtenidos en la zona de Dorset se comprobó un efecto adverso sobre las bacterias. El aire reinante en las poblaciones afectaba al e. coli. A este fenómeno adverso se le denominó OAF (Open Air Factor) Factor en Aire Abierto. Se estudió por parte de los científicos, la necesidad de cubrir a las bacterias con alguna sustancia protectora. Determinaron que era posible la protección de las esporas mediante una nube de aerosoles para poder contrarrestar el OAF.
En tierra se realizaron una docena de ensayos de menor calibre aunque situado en núcleos poblados. Por ejemplo se lanzaban estelas desde un vehículo Land Rover en movimiento por carretera en el condado de Somerset. Entre 1964 y 1973 se colocaron bacterias en telas de araña introducidas en cajas para probar cómo los gérmenes sobrevivían en diferentes entornos. Estas pruebas se llevaron a cabo en ubicaciones por todo el país, incluyendo Londres, Southampton y Swindon.
Lo cierto es que no se conformaron y los experimentos continuaron con el buque Icewhale generando más aerosoles con bacterias dirigidas hacia tierra. Utilizaron más tipos de bacterias, algunas desconocidas que no salieron a la luz en los documentos desclasificados. Uno de los muy empleados por los EE.UU. era la Serratia marcescens. Bacilo que puede ser muy peligroso para el hombre ya que causa de infecciones nosocomiales y urinarias. Los aerosoles estaban compuestos de fenol o ácido carbólico aplicado en la fabricación de nailon y fibras sintéticas. Este aerosol, muy nocivo en altas concentraciones, fue ya utilizado por los nazis en sus temibles inyecciones letales.
Todos estos experimentos se dieron a conocer públicamente en los años noventa. Se hizo una investigación por parte del gobierno británico para aclarar si estas dispersiones afectaron finalmente a la población local. Aunque las conclusiones indicaban que había muy pocas probabilidades de que hubieran perjudicado la salud de las personas que habían estado expuestas. De todas formas siempre existió riesgo en niños, personas mayores y personas con enfermedades graves.
Sin embargo se conocen casos de mujeres que nacieron en esos años en las poblaciones incluidas en los ensayos que cuando fueron adultas sufrieron algunas complicaciones. Por ejemplo tuvieron numerosos abortos sin motivo aparente. Otras dieron a luz hijos con graves discapacidades y parálisis cerebral. Estos casos no eran aislados ya que las hermanas de estas mujeres que habían nacido en aquellos años tuvieron los mismos problemas con sus descendencias.
Imagen aérea de las instalaciones de Porton Down |
Obviamente no se ha desclasificado todo la documentación existente sobre estos experimentos y seguro que alguna de estas informaciones que se hicieron públicas han sido alteradas. Este tipo de ensayos seguramente, pese a quien pese, se seguirán realizando en beneficio de la defensa de algunos países, justificándose frente a posibles ataques biológicos. Sus responsables nunca han informado de que hayan dejado de realizar estas pruebas sobre todo a raíz del 11-S.
Pero podemos dar por seguro que hay países que siguen experimentando con las población civil desde bases militares.
Jass
(Fuente: http://informeinsolito.com/)
http://astillasderealidad.blogspot.com/2019/04/icewhale-experimentos-secretos-contra.html