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La Inteligencia Artificial está llamada a marcar un antes y un después en la actividad empresarial y en los procesos productivos, pero como sucede con cualquier otra revolución, su advenimiento no se producirá en forma de suave aterrizaje ni estará exento de dificultades. La empresa española comienza a explorar con decisión las posibilidades de una nueva era y empieza a entender sus dificultades y a descubrir sus límites, como varios representantes de grandes compañías y expertos en disrupcion tecnológica explicaron esta semana en la jornada «22 Digital Ecosystem» («Bringing Value Through AI») organizada en el campus de Madrid de IESE.
Un intercambio de opiniones que comenzó incidiendo sobre una de las claves de la sociedad (y, por lo tanto, la empresa) del siglo XXI: un cliente más conectado, más informado y sujeto a las propuestas de un entorno competitivo cada vez más abierto, en un «mix» en el que conviven globalización e hiperpersonalización.
Como señala el profesor del IESE Javier Zamora: «El dato se convierte en un activo, y hay que ir más allá de la mera automatización, entramos en el ‘proceso del dato’, en la Inteligencia Artificial. El quid de la cuestión está en la forma en la que estas empresas incorporan científicos de datos que no solo entiendan el dato en sí mismo, sino su aplicación en el modelo de negocio específico». En todo caso, un sistema apoyado en tres aspectos: el técnico, el regulatorio y el organizativo.
«El dato se convierte en un activo, y hay que ir más allá de la mera automatización»
La asignatura de la privacidad se sitúa en el centro del debate: cómo servir mejor a los clientes y a los objetivos de la empresa (hacen falta más y mejores datos) en tiempos de restricciones en este sentido. Con el riesgo de una tecnología, la Inteligencia Artificial que, en la base, puede reflejar las tendencias de la sociedad… con sus defectos. «Si la realidad es racista, sexista y clasista, lo más probable es que nuestra inteligencia artificial, si no estamos muy atentos, también lo sea», avisó Pere Nebot, CIO de CaixaBank. Y Richard Benjamins, embajador de IA y Datos de Telefónica, subrayó cómo «existe una tensión evidente entre la personalización del producto, la privacidad del usuario y el trato justo que debe recibir».
Carmen Mateas, socia fundadora de Mateas Lawyers incidió, por su parte, en la dimensión jurídica de una conexión entre máquinas y personas: «Los reguladores antimonopolio comunitarios ya están teniendo en cuenta en sus investigaciones si los datos fomentan la posición dominante de una compañía, si los buscadores o recomendadores de Amazon o Google dan preferencia a sus propios productos o si las plataformas son transparentes con sus usuarios de negocio».
Una seguridad jurídica, y unas necesidades de ciberseguridad que aumentan exponencialmente, aun más con la llegada de las redes 5G, como señaló Carlos Gavilanes, responsable de Estrategia Sectorial en GSMA, entidad que representa a operadores móviles de todo el mundo: «Supondrá la conexión de millones de cosas a internet, lo que significa que existirán más puertas de entrada para los ‘malos’». Todo un desafío en la era de la «Industria 4.0», el «Internet de las Cosas», etc.
Se destacaron, además, enfoques propios de los modelos de negocio de cada sector, coincidentes en la necesidad de no parar de desarrollarse en torno al dato y al «consumer centric» (cliente en el centro). Por ejemplo, Pedro Esquivias, chief customer officer de Tendam Global Fashion Retail (agrupa marcas como Cortefiel, Pedro del Hierro, Women´s Secret, etc.) destacó cómo los científicos de datos deben contar con personas que ayuden a «traducir, explicar en lenguaje claro las principales características de esos modelos a otros departamentos». Y Lourdes de la Sota, directora VX Customer Journey de SEAT, reivindicó la convivencia entre la empresa cada vez más conectada y el trato directo con el cliente gracias a la capilaridad de la red de concesionarios.
La tecnología ayuda a la empresa, pero lo hace a gran velocidad, por lo que hay que estar a la altura. Como se destacó en el encuentro, hay aplicaciones que se llegan a implementar en dos semanas… un ritmo en el que no hay que perder de vista una evidencia: cómo controlar que los modelos de negocio del siglo XXI sean éticamente, socialmente, responsables (en tiempos en los que los algoritmos llegan a tomar decisiones). Sin duda, se habló de máquinas pero, en todo momento, de personas.
Del dato al Consejo de Administración
Los profesores de IESE Joan E. Ricart y Javier Zamora, y José Luis Pérez Tejada, director de Análisis en Barcelona de Penteo, presentaron en la jornada los resultados preliminares del «Estudio IESE-PENTEO sobre Transformación Digital». Javier Zamora destacó como no basta con implantar una tecnología puntera como la IA sin más, sino que hace falta atraer talento, formar a la plantilla e impulsar una cultura corporativa que anime a trabajadores y directivos a exprimir la promesa de la Inteligencia Artificial («el dato es el principal activo de las empresas»).
Un trabajo que debe ser predictivo más que prescriptivo, con la analítica avanzada como premisa fundamental para que la cadena de valor funcione lo mejor posible, y con la mejor trazabilidad, el mejor control, de la «gestión digital» (el porcentaje de datos conectados a la organización). Si todo funciona bien, tanto en empresas como en instituciones el objetivo es ser fieles al lema: «Más datos, mejor gobierno».