La realidad es simplemente mas espectacular que lo que intentan hacernos creer.
El término Parhelio viene del griego: “para” significa similar y “helios” significa Sol; o sea que parhelio quiere decir “parecido al Sol”.
El Parhelio es un fenómeno óptico, poco común, que consiste en la aparición simultánea de varias imágenes del Sol observables, generalmente, a la derecha e izquierda del astro. Como todos los fenómenos ópticos, se trata sólo de una percepción visual y subjetiva del observador, provocada por la refracción de los rayos solares sobre los cristalitos de hielo que hay en nubes altas. Es pues, un meteoro que se produce bajo unas determinadas condiciones meteorológicas.
Los Parhelios, junto a los Halos, Cruces y Coronas son, entre todos los fenómenos ópticos, los que más han llamado la atención de los pueblos y los que ocupan un lugar preferente en los anales meteorológicos supersticiosos. Pero se trata simplemente de fenómenos físicos naturales y son consecuencia de los efectos de la luz en la atmósfera.
Para que se forme un Parhelio el cielo tiene que estar cubierto por nubes altas del tipo Cirros y Cirroestratos. Los CIRROS son nubes de color blanco; delgadas y de aspecto plumoso, su apariencia es delicada y fibrosa, como de seda; se presentan con las más diversas formas: penachos aislados, líneas atravesando el cielo azul claro o ramificaciones. Los CIRROESTRATOS en cambio, son capas de nubes, velos delgados y blanquecinos, que no llegan a borrar la forma del Sol. Su leve neblina da al cielo un aspecto lechoso y no impiden que se formen sombras. Este tipo de nubes se localiza por encima de los 10 Km, altitudes en las que reinan temperaturas inferiores a -20 ºC, con lo que las gotitas de agua han cristalizado en diminutos prismas de hielo (el más grande no llega a los 2 mm).
En el interior de la nube, los prismas no están quietos, presentando al sol diferentes orientaciones según sople el aire, por lo que los rayos solares incidirán en una u otra cara del prisma según la orientación que éste presente al Sol, siendo reflejados y refractados. Aquellos rayos que se refracten lo harán por una u otra cara dependiendo también de la orientación del prisma. La brevedad del meteoro se explica por las fuerzas de fricción aerodinámicas del interior de la nube, las cuales provocan cambios en la orientación de los prismas.
Los Parhelios se observan a derecha e izquierda del astro, a unos 22º de separación angular (un palmo aproximadamente) y a su misma altura sobre el horizonte. Esta separación no es constante sino que depende de la altura del Sol, ya que a medida que éste va levantándose los Parhelios se van separando. Cuando el Sol se halla a unos 40º sobre el horizonte los Parhelios se separan del Sol unos 28º y cuando el Sol alcanza los 60º de altura los Parhelios ya no se observan. En esto estriba el dinamismo del fenómeno.
Es por esto por lo que siempre veremos el color rojo más próximo al Sol.
El amarillo y el verde también se distinguen, siendo los tonos azules y los tonos violetas apenas perceptibles.
Junto a los Parhelios se pueden formar otros tipos de halos. En esta imagen vemos algunos de los más frecuentes (existen muchos más pero su estudio no viene ahora al caso).
El primer anillo concéntrico al Sol se llama HALO ORDINARIO o de HALO de 22º.
El segundo círculo concéntrico al Sol se llama HALO EXTRAORDINARIO o halo de 46º.
El anillo azul que pasa por el Sol y recorre el cielo en sentido paralelo al horizonte se llama CÍRCULO PARHÉLICO porque sobre él se forman los falsos soles. En ocasiones se puede seguir en sus 360º.
Estos falsos soles se pueden formar en varios puntos del Círculo Parhélico:
• junto al halo ordinario o PARHELIOS
• junto al halo extraordinario (más débiles en color),
• en el punto antisolar o ANTISOL
• a ambos lados del ANTISOL o ANTHELIOS,
• a 120º del Sol o PARANTHELIOS.
• Los SUBPARHELIOS son aquellos visibles bajo el horizonte, cuando el Sol está bastante alto. El observador debe estar situado en la alta montaña o volando en avión.
Tanto anthelios como paranthelios se deben a complejos rebotes del rayo en el interior de la tableta que en este caso es especialmente gruesa.
Pueden formarse también unos pequeños arcos iris sobre el Halo de 22º o sobre el de 46º. Si no se han desarrollado en su totalidad también pueden percibirse como manchas difusas coloreadas, aunque en ningún caso se llamarían Parhelios. Sus nombres son, respectivamente, ARCO TANGENTE SUPERIOR y ARCO CIRCUNCENITAL.
Al tratarse los Parhelios de fenómenos producidos por nubes de hielo, serán más numerosos en las latitudes polares donde este tipo de nubes son más frecuentes. Lo que no significa que no sucedan también en latitudes medias como España, incluso durante el verano. Según el Servicio Meteorológico de Barcelona, se contabilizan una media de 50 halos de hielo al año (entre ellos los Parhelios), pero suelen pasar desapercibidos.
“Cuando un Parhelio se dibuja en el cielo se perciben ligeras nubes llamadas “cirris”, sobre las que parece dibujarse el meteoro. Algunas veces estos cirris se funden de tal modo en una masa única, que la vista no puede percibir sus contornos; un vapor blanquecino ocupa el cielo, sobre todo en la parte próxima al Sol; el color azul ha desaparecido y en su lugar se ve una especie de niebla ligera, cuyo brillo en ciertas ocasiones no puede soportar la vista”.
Tradicionalmente, los agricultores han asociado la aparición de Parhelios con el mal tiempo en general y con la lluvia en particular. Y suele ser verdad, porque la aparición de cirros y, a continuación de cirroestratos significa que se acerca un frente cálido con su lluvia asociada. No obstante, su formación no es garantía absoluta de lluvia.
Los Parhelios serán tanto más brillantes cuantas más tabletas haya en la nube. Si sólo hay cirros en un lado del Sol, sólo se formará parhelio en ese lado. Pueden presentarse conjuntamente con el Halo o en solitario y otras veces el Halo está incompleto. Cuando se desarrollan en su totalidad presentan una cola blanca y alargada, en sentido paralelo al horizonte: es la prolongación del Círculo Parhélico.
Ocasionalmente pueden verse en las estelas que dejan los aviones. Se constata estadísticamente que se forman más parhelios en las proximidades de los aeropuertos militares. Se cree que es debido a que la onda de choque que producen los reactores provoca la oscilación de las tabletas, incrementando así la refracción.
El mismo fenómeno se puede formar en las noches de Luna. Son los HALOS LUNARES. Y también los HALOS LUNARES pueden tener falsas lunas: son los Paraselenes, que se forman en la intersección del CÍRCULO PARASELÉNICO con el halo lunar. Los halos lunares pueden ser tan espectaculares o más que los halos solares, y además ofrecen ventajas añadidas:
1. son más fáciles de observar y fotografiar porque la luna deslumbra menos
2. su observación puede suponer un doble espectáculo: ver conjuntamente halo y estrellas
3. no afecta la contaminación lumínica
4. poseen un halo añadido: el halo del misterio de la noche.
Para fotografiar un Parhelio hay que tener presente que se trata de un fenómeno dinámico que está en constante cambio como consecuencia de la movilidad de las nubes y del astro que lo provoca. Por lo tanto no hay que complicarse demasiado preparándose:
• Lo más práctico es enfocar al infinito y disparar. Lo contrario significa que corremos el riesgo de que cambie el meteoro, o lo que sería aún peor, que desapareciera.
• Sí es importante buscarse algo que tape el Sol: una farola, un poste, un arbusto o incluso, nuestra propia mano.
• Si el campo cubierto por la lente no abarca la totalidad del fenómeno, podemos hacer varias fotos parciales y luego recomponer la totalidad, utilizando un programa informático al efecto.
• Con carrete 100 ASA es suficiente, ya que lo que interesa es que tenga un grano fino.
• El revelado automático da pobres resultados; mejor el revelado manual.
• Si utilizamos máquinas digitales, no conviene abusar del formato de archivo JPG, ya que introduce distorsiones, tales como “artefactos”, degradando así la imagen.
Como decía al principio, ver un Parhelio es todo un acontecimiento porque, además de que no son frecuentes y son efímeros, nosotros no siempre estamos mirando hacia el Sol. El tipo de nubes nos será de ayuda para saber si se pueden formar, pero tampoco invariablemente. Los Cirroestratos han de tener el grosor oportuno, ya que demasiado grosor interceptaría la luz y poco grosor no daría lugar a la refracción. Además, es necesario que la cristalización del agua de la nube se haya verificado lentamente y sin que la haya turbado el viento (una cristalización rápida haría que los prismas fueran opacos). Hemos de buscarlos, sobre todo al amanecer o a la puesta de Sol, cuando la altura del astro favorece su formación.
Tenemos a nuestro favor el que no haya unos lugares más propicios que otros para su observación; todos valen. Tampoco en este caso nos molesta la contaminación lumínica. No tenemos que pasar frío ni disgustarnos porque se haya nublado; más bien al contrario, si hay nubes de hielo, mejor que mejor. Ni tan siquiera hemos de acarrear pesados equipos de observación; sólo una máquina fotográfica.
Queridos compañeros astrónomos, si tras unos días soleados observáis la presencia de Cirros y a continuación el cielo se cubre con un velo de cirroestratos, dirigid vuestra mirada a los alrededores del Sol, sobre todo si no hace viento, porque las probabilidades de que se forme un Parhelio o cualquier otra clase de halo son muy altas. El espectáculo vale la pena. ¡¡¡Mucha suerte a todos!!!