De la servidumbre moderna

Capítulo I: Epígrafe

“Mi optimismo está basado en la certeza de que esta civilización está por derrumbarse.

Mi pesimismo, en todo lo que hace por arrastrarnos en su caída.”

Capítulo II: La servidumbre voluntaria

“Es el mal de estos tiempos, los locos guían a los ciegos.”

El Rey Lear, Acto IV, escena primera, William Shakespeare

La  servidumbre  moderna  es  una  esclavitud  voluntaria,  consentida  por  la muchedumbre de esclavos que se arrastran por la faz de la tierra. Ellos mismos compran las mercancías que los esclavizan cada vez más. Ellos mismos procuran un trabajo cada vez más  alienante  que  se  les  otorga  si  demuestran  estar  suficientemente  amansados.  Ellos mismos  eligen  los  amos  a  quienes  deberán  servir.  Para  que  esta  tragedia  absurda  pueda tener lugar, ha sido necesario despojar a esa clase de la conciencia de su explotación y de su alienación. He ahí la extraña modernidad de nuestra época. Al igual que los esclavos de la antigüedad,  que  los  siervos  de  la  Edad  Media  y  que  los  obreros  de  las  primeras revoluciones ndustriales, estamos hoy en día frente a una clase totalmente esclavizada, solo que no lo sabe o más bien, no lo quiere saber. Ellos ignoran la rebelión, que debería ser la única reacción legitima de los explotados. Aceptan sin discutir la vida lamentable que se planeó para ellos. La renuncia y la resignación son la fuente de su desgracia.

He ahí la pesadilla de los esclavos modernos que no aspiran sino a ser llevados por la danza macabra del sistema de la alienación.

La  opresión  se  moderniza  expandiendo por  todas  partes  las  formas  de mistificación que permiten ocultar nuestra condición de esclavos.

Mostrar  la  realidad  tal  como  es  y  no  tal  como  la  presenta  el  poder,  constituye  la subversión más genuina.

Sólo la verdad es revolucionaria.

Capítulo III: La planeación territorial y la vivienda

“El  urbanismo  es  esta  toma  de  posesión  del  medio  ambiente  natural  y  humano  por  el

capitalismo  que,  desarrollándose  lógicamente  como  dominación  absoluta,  puede  y  debe

ahora rehacer la totalidad del espacio como su propio decorado.”

Guy Debord, La Sociedad del Espectaculo.

A  medida  que  construyen  su  mundo  con  la  fuerza  alienada  de  su  trabajo,  el

decorado de este mundo se vuelve la cárcel donde tendrán que vivir. Un mundo sórdido, sin

sabor ni olor, que lleva en sí la miseria del modo de producción dominante.

Este  decorado  está  en  permanente  construcción,  nada  en  él  es  constante.  La

remodelación  continua  del  espacio  que  nos  rodea  está  justificada  por  la  amnesia

generalizada  y  la  inseguridad  con  las  que  tienen  que  vivir  sus  habitantes.  Se  trata  de

cambiarlo todo a la imagen del sistema: el mundo se vuelve como una fábrica, cada vez

más sucio y ruidoso.

Cada parcela de este mundo es propiedad de un Estado o de un particular. Este robo

social que es la apropiación exclusiva de la tierra se materializa en la omnipresencia de los

muros, de las rejas, de las cercas, de las barreras y de las fronteras. Son las marcas visibles

de esa separación que lo invade todo.

Pero al mismo tiempo, la unificación del espacio, según los intereses de la cultura

mercantil,  es  el  gran  objetivo  de  nuestra  triste  época.  El  mundo  debe  convertirse  en  una inmensa autopista, absolutamente eficiente, para facilitar el transporte de las mercancías.

Todo obstáculo, natural o humano, debe ser destruido.

La  concentración  inhumana  de  esa  masa  de  esclavos  es  fiel  reflejo  de  su  vida:  se

asemeja  a  las  jaulas,  a  las  cárceles,  a  las  cavernas.  Pero  a  diferencia  del  esclavo  o  del prisionero, el explotado de la época moderna debe pagar por su jaula.

“Pues no es el hombre sino el mundo el que se ha vuelto anormal.”

Antonin Artaud

 

Capítulo IV: La mercancía

“A primera vista, una mercancía parece ser una cosa trivial, de comprensión inmediata.

Su  análisis  demuestra  que  es  un  objeto  endemoniado,  rico  en  sutilezas  metafísicas  y

reticencias teológicas.”

Karl Marx, El Capital, capítulo I, libro 4.

En  este  estrecho  y  lúgubre  espacio  en  donde  vive,  el  esclavo  acumula  las

mercancías, que según los mensajes publicitarios omnipresentes, deberán traerle la felicidad

y  la  plenitud.  Pero  entre  más  acumula  mercancías,  más  se  aleja  de  él  la  posibilidad  de

acceder un día a la felicidad.

“De qué le sirve al hombre poseerlo todo, si a cambio pierde su alma.”

El Evangelio según San Marcos 8, 36

La  mercancía,  ideológica  por  esencia,  despoja  de  su  trabajo  al  que  la  produce  y

despoja  de  su  vida  al  que  la  consume.  En  el  sistema  económico  dominante,  ya  no  es  la demanda  la  que  condiciona  la  oferta,  sino  la  oferta  la  que  determina  la  demanda.  Es  así como, de manera periódica, surgen nuevas necesidades consideradas vitales por la inmensa mayoría de la población: primero fue el radio, luego el carro, el televisor, el computador y ahora el celular.

Todas  estas  mercancías,  distribuidas  masivamente  en  un  corto  lapso  de  tiempo,

modifican  en  profundidad  las  relaciones  humanas:  sirven  por  un  lado  para  aislar  a  los

hombres un poco más de sus semejantes y por otro, para difundir los mensajes dominantes

del sistema. “Las cosas que poseemos terminan por poseernos.”

Capitulo V: La alimentación

“Lo que es comida para unos, es veneno para otros.”

Paracelso

Pero  es  cuando  se  alimenta  que  el  esclavo  moderno  ilustra  mejor  el  estado  de

decadencia en que se encuentra. Disponiendo cada vez de menos tiempo para preparar la

comida que ingiere, se ve reducido a consumir a la carrera lo que la industria agroquímica

produce.  Erra  por  los  supermercados  en  busca  de  los  ersatz  que  la  sociedad   de  la  falsa abundancia consiente en darle. Su elección no es más que una ilusión. La abundancia de los productos alimentarios no disimula sino su degradación y su falsificación. No son otra cosa

que organismos genéticamente modificados, una mezcla de colorantes y conservantes, de

pesticidas, de hormonas y de otros tantos inventos de la modernidad. El placer inmediato es

la regla del modo de alimentación dominante, así como la de todas las formas de consumo.

Y las consecuencias que ilustran esta manera de alimentarse se ven por todas partes.

Pero es frente a la indigencia de la mayoría que el hombre occidental se regocija de

su posición y de su consumo frenético. Por tanto, la miseria está dondequiera que reine la

sociedad mercantil totalitaria. La escasez es el revés de la moneda de la falsa abundancia.

Aunque  la  producción  agroquímica  es  suficiente  para  alimentar  a  la  totalidad  de  la

población, en un sistema que hace de la desigualdad un criterio de progreso, el hambre no

deberá desaparecer jamás.

“Ellos están convencidos de que el hombre, especie pecadora por excelencia, domina la

creación.  Como si todas las demás criaturas no hubieran sido creadas sino para servirles

de comida, de pieles, para ser martirizadas y exterminadas.”

Isaac Bashevis Singer

La otra consecuencia de la falsa abundancia alimentaria es la multiplicación de las

fábricas de concentración y el exterminio bárbaro y a gran escala de las especies que sirven

para alimentar a los esclavos. Esta es la esencia misma del modo de producción dominante.

La vida y la humanidad no resisten más ante el afán de lucro de unos cuantos.

Capítulo VI: La destrucción del medio ambiente

“Qué triste es pensar que la naturaleza habla y que el género humano no la escucha.”

Victor Hugo

El  pillaje  de  los  recursos  del  planeta,  la  abundante  producción  de  energía  o  de

mercancías, los residuos y los desechos del consumo ostentoso hipotecan las posibilidades

de supervivencia de nuestra tierra y de las especies que la pueblan. Pero para darle paso al

capitalismo  salvaje,  el  crecimiento  no  deberá  parar  jamás.  Hay  que  producir,  producir  y

volver a producir cada vez más.

Y  son  los  mismos  que  contaminan  quienes  se  presentan  hoy  en  día  como  los

salvadores del planeta. Esos imbéciles de la industria del espectáculo, patrocinados por las

firmas multinacionales, intentan convencernos de que un simple cambio en nuestros hábitos

bastará  para  salvar  al  planeta  del  desastre.  Y  mientras  que  nos  culpan,  continúan

contaminando  sin  cesar  el  medio  ambiente  y  nuestro  espíritu.  Esas  pobres  tesis  seudo-ecológicas  son  repetidas  por  todos  los  políticos  corruptos  que  necesitan  eslóganes

publicitarios.  Pero  se  cuidan  bien  de  no  proponer  un  cambio  radical  en  el  sistema  de

producción. Se trata, como siempre, de cambiar algunos detalles para que lo esencial siga

siendo igual.

Capítulo VII: El trabajo

“Trabajo, del latín tri palium “tres palos”, instrumento de tortura.”

Para entrar en la ronda del consumo frenético, hay que tener dinero y para tenerlo,

hay que trabajar, es decir, venderse. El sistema dominante ha hecho del trabajo su principal

valor, y los esclavos deben trabajar cada vez más para pagar a crédito su vida miserable. Se

agotan en el trabajo, pierden con él la mayor parte de su fuerza vital y tienen que soportar

las peores humillaciones. Pasan toda su vida haciendo una actividad extenuante y molesta

para  el  beneficio  de  unos  cuantos.  La  invención  del  desempleo  moderno  tiene  como

propósito asustarlos y hacerles agradecer sin cesar la generosidad del poder.

¿Qué harían sin esta tortura que es el trabajo? Son estas actividades alienantes las

que nos presentan como una liberación. ¡Qué mezquindad y qué desdicha!

Siempre apresurado por el cronómetro o el látigo, cada gesto de los esclavos está

calculado  a  fin  de  aumentar  la  productividad.  La  organización  científica  del  trabajo

constituye la esencia misma de la desposesión de los trabajadores, del fruto de su trabajo y

del tiempo que pasan en la producción automática de las mercancías o de los servicios. La

actividad del trabajador se confunde con el de una máquina en las fábricas, o con el de un

computador en las oficinas. El tiempo pagado no se recupera jamás.

De  esta  manera,  a  cada  empleado  se  le  asigna  un  trabajo  repetitivo,  ya  sea

intelectual o físico. Él es un especialista en su área de producción. Esta especialización se

reproduce  a  escala  planetaria  en  el  marco  de  la  división  internacional  del  trabajo.  Se

concibe en Occidente, se produce en Asía,  se muere en África.

Capítulo VIII: La colonización de todos los sectores de la vida

“El hombre entero está condicionado al comportamiento productivo por la organización

del trabajo, y fuera de la fábrica, mantiene la misma piel y la misma cabeza.”

Christophe Dejours

A  medida  que  el  sistema  de  producción  coloniza  todos  los  sectores  de  la  vida,  el

esclavo moderno, no conforme con su servidumbre en el trabajo, sigue desperdiciando su

tiempo en las actividades de esparcimiento y las vacaciones planificadas. Ningún momento

de su vida escapa al dominio del sistema. Cada instante de su vida ha sido invadido. Es un

esclavo de tiempo completo.

Capítulo IX: la medicina mercantil

 

“La medicina hace morir más lentamente.”

Plutarco

La  degradación  generalizada  de  su  medio  ambiente,  del  aire  que  respira,  y  de  la

comida  que  consume;  el  stress  de  sus  condiciones  laborales  y  de  la  totalidad  de  su  vida social son el origen de las nuevas enfermedades del esclavo moderno. Su condición servil

es  una  enfermedad  para  la  cual  no  existirá  jamás  ninguna  medicina.  Sólo  la  completa

liberación  de  la  condición  en  la  que  se  encuentra,  puede  permitirle  al  esclavo  moderno

reponerse de su sufrimiento.

La medicina occidental no conoce sino un remedio contra los males que sufren los

esclavos modernos: la mutilación. Es a base de cirugías, de antibióticos o de quimioterapia

que se trata a los pacientes de la medicina mercantil. Nunca se ataca el origen del mal sino

sus consecuencias, porque la búsqueda de las causas nos conduciría inevitablemente a la

condenación implacable de la organización social en su totalidad.

Así como el sistema actual ha convertido cada elemento de nuestro mundo en una

simple mercancía, también ha hecho de nuestro cuerpo una mercancía, un objeto de estudio

y  experimentación  para  los  seudo-sabios  de  la  medicina  mercantil  y  de  la  biología

molecular. Los amos del mundo ya están a punto de patentar todo lo viviente. La secuencia

completa  del  ADN  del  genoma  humano  es  el  punto  de  partida  de  una  nueva  estrategia

puesta en marcha por el poder. La decodificación genética no tiene otra finalidad que la de

ampliar considerablemente las formas de dominación y de control.

Como tantas otras cosas, nuestro cuerpo ya no nos pertenece.

Capitulo X: la obediencia como segunda naturaleza

“A fuerza de obedecer se obtienen reflejos de sumisión.”

Anónimo

Lo  mejor  de  su  vida  se  le  escurre  por  los  dedos,  pero  él  continúa  porque  tiene  la

costumbre  de  obedecer  desde  siempre.  La  obediencia  se  ha  convertido  en  su  segunda

naturaleza. Obedece sin saber por qué, simplemente porque sabe que tiene que obedecer.

Obedecer,  producir  y  consumir,  he  ahí  el  tríptico  que  domina  su  vida.  Obedece  a  sus

padres, a sus profesores y a sus patrones, a sus propietarios y a sus mercaderes. Obedece a

la ley y a las fuerzas del orden, obedece a todos los poderes porque no sabe hacer otra cosa.

No hay nada que lo asuste más que la desobediencia, porque la desobediencia es el riesgo,

la  aventura,  el  cambio.  Así  como  el  niño  entra  en  pánico  apenas  pierde  de  vista  a  sus

padres, el esclavo moderno se siente desorientado sin el poder que lo ha creado. Por eso,

continúa obedeciendo.

El miedo ha hecho de nosotros unos esclavos y nos mantiene en esa condición.  Nos

inclinamos ante los amos del mundo; aceptamos esta vida de humillaciones y de miseria,

solamente por temor.

Sin  embargo,  nosotros  disponemos  de  la  fuerza  numérica  frente  a  la  minoría  que

gobierna.  Su  fuerza  no  la  obtienen  de  su  policía  sino  de  nuestro  consentimiento.

Justificamos  nuestra  cobardía  al  enfrentamiento  legítimo  contra  las  fuerzas  que  nos

oprimen  con  un  discurso  lleno  de  humanismo  moralizador.  El  rechazo  a  la  violencia

revolucionaria  está  anclado  en  los  espíritus  de  aquellos  que  se  oponen  al  sistema

defendiendo unos valores que el mismo sistema les ha enseñado.

Pero cuando se trata de conservar su hegemonía, el poder no vacila nunca en utilizar

la violencia.

 

Capitulo XI: represión y vigilancia

 

“Bajo  un  gobierno  que  aprisiona  injustamente,  el  lugar  del  hombre  justo  es  también  en

prisión.”

Henry David Thoreau, La Desobediencia Civil.

Sin embargo, existen algunos individuos que escapan al control de las conciencias,

pero están bajo vigilancia. Todo acto de rebelión o de resistencia es asimilado como una

actividad desviada o terrorista. La libertad no existe sino para aquellos que defienden los

imperativos mercantiles. A partir de ahora, la verdadera oposición al sistema dominante es

totalmente clandestina. Contra esos opositores, la represión es la regla vigente. Y el silencio

de  la  mayoría  de  los  esclavos  frente  a  esta  represión  es  justificada  por  el  propósito

mediático y político de negar el conflicto que existe en la sociedad real.

Capítulo XII: El dinero

“Y  aquello  que  hicimos  antes  por  el  amor  de  Dios,  lo  hacemos  ahora  por  el  amor  al

dinero, es decir, por amor a aquello que da la sensación más elevada de poder y la buena

conciencia.”

Aurora, Nietzsche

 

Como todos los seres oprimidos de la historia, el esclavo moderno necesita de su

mística y de su dios para anestesiar el mal que le atormenta y el sufrimiento que le agobia.

Pero este nuevo dios, a quien entregó su alma, no es más que la nada. Un trozo de papel, un

número que tiene sentido solo porque todos han decidido dárselo. Es por este nuevo dios

que estudia, trabaja, riñe y se vende. Es por este nuevo dios que ha abandonado sus valores

y está dispuesto a hacer lo que sea. Él cree que entre más plata posea más se librará de la

coacción que lo sujeta. Como si la posesión fuera de la mano de la libertad. La liberación es

una ascesis que proviene del dominio de sí mismo; un deseo y una voluntad de actuar. Está

en  el  ser  y  no  en  el  tener.  Pero  hay  que  decidirse  a  no  servir  ni  obedecer  más.  Falta  ser capaz de romper con unos hábitos que nadie, al parecer, osa poner en tela de juicio.

 

Capitulo XIII: No hay alternativa a la organización social dominante

 

Acta est fabula

El juego terminó

Ahora  bien,  el  esclavo  moderno  está  convencido  de  que  no  existe  alternativa  a  la

organización del mundo presente. Se ha resignado a esta vida porque piensa que no puede

haber otra. Es ahí en donde reside la fuerza de la dominación presente: hacer creer que este

sistema  que  ha  colonizado  toda  la  superficie  de  la  Tierra  es  el  fin  de  la  historia.  Ha

convencido a la clase dominada que adaptarse a su ideología equivale a adaptarse al mundo

tal  como  es  y  tal  como  ha  sido  siempre.  Soñar  con  otro  mundo  se  ha  convertido  en  un crimen  condenado  al  unísono  por  los  medios  y  por  todos  los  poderes.  El  criminal  es  en realidad  aquel  que  contribuye,  consciente  o  no,  a  la  demencia  de  la  organización  social dominante. No hay locura más grande que la del sistema presente.

Capítulo XIV: La imagen

 

“Pero, sabed, oh rey, que no adoraremos a tus dioses ni nos arrodillaremos ante la imagen

de oro.”

Antiguo Testamento, Daniel 3:18

Ante  la  devastación  del  mundo  real,  es  necesario  para  el  sistema  colonizar  la

conciencia de los esclavos. Es por eso que el sistema dominante ha decidido enfocarse en la

disuasión que, desde la más pequeña edad, cumple el papel preponderante en la formación

de  los  esclavos.  Ellos  deben  olvidar  su  condición  servil,  su  prisión  y  su  vida  miserable.

Basta  con  ver  esa  muchedumbre  hipnótica,  conectada  a  las  pantallas  que  acompañan  su vida cotidiana. Ellos disfrazan su insatisfacción permanente con el reflejo manipulado de

una  vida  soñada,  hecha  de  dinero,  de  gloria  y  de  aventura.  Pero  sus  sueños  son  tan

lamentables como su vida miserable.

Hay  imágenes  para  todo  y  para  todos.  Esas  imágenes  llevan  en  sí  el  mensaje

ideológico de la sociedad moderna y sirven de instrumento de unificación y de propaganda.

Se multiplican a medida que el hombre es despojado de su mundo y de su vida. Es el niño

el primer blanco de esas imágenes. Hay que volverlos estúpidos y extirparles toda forma de

reflexión y de crítica. Todo ello se hace, claro está, con la desconcertante complicidad de

sus padres, quienes han desistido ante el impacto de los medios modernos de comunicación.

Ellos  mismos  compran  todas  las  mercancías  necesarias  para  la  esclavización  de  su

progenie.  Se  desentienden  de  la  educación  de  sus  hijos  y  se  la  dejan  al  sistema  del

embrutecimiento y de la mediocridad.

Hay imágenes para todas las edades y para todas las clases sociales. Los esclavos

modernos  confunden  esas  imágenes  con  la  cultura  y,  a  veces,  con  el  arte.  Se  recurre

constantemente a los instintos más bajos para vender cualquier mercancía. Y es la mujer,

doblemente esclava en la sociedad presente, la que paga el precio más alto.

Ella es presentada como simple objeto de consumo. La rebelión ha sido también reducida a

una  imagen  desprovista  de  su  potencial  subversivo.  La  imagen  sigue  siendo  la  forma  de comunicación más directa y más eficaz: crea modelos, embrutece a las masas, les miente,

les infunde frustraciones y les insufla la ideología mercantil. Se trata, pues, una vez más y

como siempre, del mismo objetivo: vender, modelos de vida o productos, comportamientos

o mercancías, vender no importa qué, pero vender.

Capitulo XV: El entretenimiento

“La televisión embrutece a los que la miran, no a los que la hacen.”

Patrick Poivre d’Arvor

Esos  pobres  hombres  se  divierten,  pero  ese  divertimiento  no  sirve  más  que  para

distraerlos del auténtico mal que los acosa. Han dejado que hicieran de su vida cualquier

cosa y fingen sentirse orgullosos de ello. Intentan lucir satisfechos pero nadie les cree; ni

ante  al  frío  reflejo  del  espejo,  alcanzan  a  engañarse.  Pierden  su  tiempo  delante  de  unos imbéciles que los hacen reír o cantar, soñar o llorar.

A través del deporte mediático, se representa el éxito y el fracaso, el esfuerzo y  las

victorias que el esclavo moderno ha dejado de vivir en carne propia. Su insatisfacción lo

incita a vivir por encargo frente a su aparato de televisión. Mientras que los emperadores de

la  Antigua  Roma  compraban  la  sumisión  del  pueblo  con  pan  y  circo,  hoy  en  día,  es  con divertimientos y consumo del vacío que se compra el silencio de los esclavos.

Capitulo XVI: El lenguaje

“Uno cree que domina las palabras, pero son las palabras las que lo dominan a uno.”

Alain Rey

El control de las conciencias es el resultado de la utilización viciada del lenguaje

por la clase económica y socialmente dominante. Siendo el dueño de todos los medios de

comunicación, el poder difunde la ideología mercantil a través de la definición fija, parcial

y amañada que le atribuye a las palabras.

Las palabras son presentadas como si fueran neutras y su definición como evidente.

Controladas por el poder, designan siempre una cosa muy distinta a la vida real.

Es  ante  todo  un  lenguaje  de  la  resignación  y  de  la  impotencia,  el  lenguaje  de  la

aceptación  pasiva  de  las  cosas  tal  como  son  y  tal  como  deben  permanecer.  Las  palabras actúan por cuenta de la organización dominante de la vida y el hecho mismo de utilizar el lenguaje del poder, nos condena a la impotencia.

El  problema  del  lenguaje  es  el  punto  esencial  de  la  lucha  por  la  emancipación

humana. No es una forma de dominación que se añada a otra sino que es el centro mismo

del proyecto de sometimiento del sistema mercantil totalitario.

Es  a  través de  la reapropiación del lenguaje y,  por  tanto, de  la comunicación real

entre  las  personas,  que  surge  de  nuevo  la  posibilidad  de  un  cambio  radical.  Es  en  este sentido  que  el  proyecto  revolucionario  converge  con  el  proyecto  poético.  En  la

efervescencia  popular,  la  palabra  hablada  es  re-aprendida  y  reinventada  por  extensos

grupos. La espontaneidad creativa se encuentra en cada uno y nos une a todos.

 Capitulo XVII: La ilusión del voto y la democracia parlamentaria

“Votar es abdicar.”

Elysée Reclus

No  obstante,  los  esclavos  modernos  se  sienten  todavía  ciudadanos.  Creen  votar  y

decidir libremente quién conducirá sus asuntos, como si aún pudieran elegir. Pero, cuando

se  trata  de  escoger  la  sociedad  en  la  que  queremos  vivir,  ¿creen  ustedes  que  existe  una diferencia fundamental, entre la socialdemocracia y la derecha populista  en Francia, entre

demócratas  y  republicanos  en  Estados  Unidos  y  entre  laboristas  y  conservadores  en  el

Reino Unido? No existe ninguna oposición, puesto que los partidos políticos dominantes

están de acuerdo en lo esencial: la conservación de la presente sociedad mercantil. Ninguno

de  los  partidos  políticos  que  pueden  acceder  al  poder  pone  en  entre  dicho  el  dogma  del mercado. Y son esos mismos partidos los que, con la complicidad mediática, acaparan las

pantallas; riñen por pequeños detalles con la esperanza de que todo siga igual; se disputan

por  saber  quién  ocupara  los  puestos  que  les  ofrece  el  parlamentarismo  mercantil.  Esas

pobres querellas son difundidas por todos los medios de comunicación con el fin de ocultar

un  verdadero  debate  sobre  la  elección  de  la  sociedad  en  la  que  queremos  vivir.  La

apariencia y la futilidad dominan sobre el profundo enfrentamiento de ideas. Todo esto no

se parece en nada, ni de lejos, a una democracia.

La democracia real se define en primer lugar y ante todo por la participación masiva

de  los  ciudadanos  en  la  gestión  de  los  asuntos  de  la  ciudad.  Es  directa  y  participativa.

Encuentra su expresión más autentica en la asamblea popular y en el dialogo permanente

sobre  la  organización  de  la  vida  en  común.  La  forma  representativa  y  parlamentaria  que usurpa  el  nombre  de  democracia  limita  el  poder  de  los  ciudadanos  al  simple  derecho  de votar; es decir, a nada. Escoger entre gris claro y gris oscuro no es una elección verdadera.

Las sillas parlamentarias son ocupadas en su inmensa mayoría por la clase económicamente

dominante, ya sea de derecha o de la pretendía izquierda social demócrata.

No hay que conquistar el poder, hay que destruirlo. Es tiránico por naturaleza, sea

ejercido por un rey, un dictador o un presidente electo. La única diferencia en el caso de la

“democracia” parlamentaria es que los esclavos tienen la ilusión de elegir ellos mismos al

amo que deberán servir. El voto los ha hecho cómplices de la tiranía que los oprime. Ellos

no son esclavos porque existen amos, sino que los amos existen porque ellos han elegido

mantenerse esclavos.

 

Capitulo XVIII: El sistema mercantil totalitario

 

“La naturaleza no creó amos ni esclavos, yo no quiero dar ni recibir leyes.”

Denis Diderot

El  sistema  dominante  se  define  entonces  por  la  omnipresencia  de  su  ideología

mercantil. Ocupa a la vez todos los espacios y todos los sectores de la vida. No profesa más

que: produce, vende, consume, acumula. Ha reducido todas las relaciones humanas a unas

parcas relaciones mercantiles, y considera que nuestro planeta es una simple mercancía. La

función que nos asigna es el trabajo servil. El único derecho que reconoce es el derecho a la

propiedad privada. Al único dios que rinde culto es al dinero.

El monopolio de la apariencia es total. Solo aparecen los hombres y los discursos

favorables a la ideología dominante. La crítica de este mundo se ahoga en el mar mediático

que determina qué está bien y qué está mal, lo que se puede y lo que no se puede ver.

Omnipresencia de la ideología, culto al dinero, monopolio de la apariencia, partido

único disfrazado de pluralismo parlamentario, ausencia de una oposición visible, represión

en todas sus formas, voluntad de transformar al hombre y al mundo: He ahí la verdadera

cara del totalitarismo moderno que ellos llaman “democracia liberal”, pero que es hora de

llamar por su verdadero nombre: el sistema mercantil totalitario.

El hombre, la sociedad y todo nuestro planeta están al servicio de esta ideología. El

sistema  mercantil  totalitario  ha  logrado  lo  que  ningún  otro  totalitarismo  había  podido:

ocupar cada resquicio del planeta. Hoy en día, ninguna forma de exilio es posible.

Capitulo XIX: Perspectivas

A medida que la opresión se expande por todos los sectores de la vida, la rebelión

toma el aspecto de una guerra social.   Los motines renacen y anuncian que la revolución

está por llegar.

La destrucción de la sociedad mercantil totalitaria no es un asunto de opinión,   es

una necesidad absoluta en un mundo que se sabe condenado.  Ya que el poder está en todas

partes, es por todas partes y por todo el tiempo que hay que combatirlo.

La  reinvención  del  lenguaje,  el  trastorno  permanente  de  la  vida  cotidiana,  la

desobediencia  y  la  resistencia  son  las  palabras  claves  de  la  rebelión  contra  el  orden

establecido.   Pero  para  que  de  esta  rebelión  surja  una  revolución  hay  que  encaminar  las subjetividades a un frente común.

Es en la unidad de todas las fuerzas revolucionarias que hay que obrar.   Esta no se

puede conseguir más que siendo conscientes de nuestros fracasos pasados: ni el reformismo

estéril ni la burocracia totalitaria pueden ser una solución para nuestra inconformidad.   Se

trata de inventar nuevas formas de organización y de lucha.

La  autogestión  en  las  empresas  y  la  democracia  directa  a  escala  comunal

constituyen las bases de esta nueva organización que debe ser anti-jerárquica, tanto en la

forma como en el contenido.

Al poder no hay que conquistarlo, hay que destruirlo.

Capitulo XX: Epílogo

 

“Caballeros, el tiempo de la vida es muy corto…

Si vivimos, vivimos para hollar cabezas de reyes.”

Enrique IV, Acto V, escena 2, William Shakespeare

3 comentarios en “De la servidumbre moderna

  1. Hola Maestroviejo,

    Un placer leer artículos tan interesantes, hay que recordar que nuestra alma, ya de por sí, es prisionera (por así llamarlo) dentro de un cuerpo físico, esto para poder evolucionar dentro de un mundo, también físico, dual lleno de experiencias y pruebas. Sin duda una de las pruebas mas grandes en este mundo material para cualquier ser humano es el sistema en sí, y la prueba no radica en saber moverse en dicho sistema, ni quien acumula mas riquezas, si no todo lo contrario, poder darnos cuenta que nacimos en una prisión invisible, sin barrotes, en una dictadura donde todo está en nuestra contra desde que nacemos, incluyendo a nuestros propios padres que alienados al mismo sistema harán todo para que encajemos en el.

    Pero esta no es una visión pesimista, si no todo lo contrario, la infelicidad es creada por el sistema, y más frustrados estaremos mientras no nos demos cuenta de ello, ya que, como menciona el artículo, todo nuestro valioso tiempo estará vendido a actividades programadas por el sistema, y este no deja ni una migaja para nuestra alma, TODO va para el EGO.

    Una cosa muy cierta que se menciona en el artículo es “que no existe exilio”, es decir, no podremos nunca escapar del sistema ni tampoco derrumbarlo, pero lo que si podremos derrumbar es la venda de nuestros ojos, y eso es un trabajo totalmente individual. El poder llegar a visualizar y finalmente sentir que estamos inmersos en un juego totalmente creado por unos cuantos dominadores nos hará tener una perspectiva totalmente diferente de lo que es la vida, el amor , la compasión y el servicio a los demás. Aunque no nos libraremos de las actividades mundanas alienadas al sistema, las cosas que antes eran muy importantes y nos quitaban el sueño y también nos estresaban dejarán de serlo para siempre, lo importante será conocernos a nosotros mismos, comenzar un viaje a nuestro interior.

    Empezaremos a despertar, a vencer el deseo, y también a dar sin esperar nada a cambio, podremos controlar nuestras emociones y pensamientos de una manera positiva que nos harán actuar y proyectarnos en la vida de otra manera, esa proyección positiva cambiará nuestro entorno y a los que nos rodean, podremos controlar el EGO que es el arma fundamental de este sistema materialista, podremos de alguna forma decir que empezamos a ver la luz al final del túnel, sentiremos por primera vez a la verdadera libertad como una bocanada profunda de aire fresco.

    “La sensación de querer dominar o estar dominados va desapareciendo”

    Tendremos beneficios en nuestros cuerpos también al dejar de ver la TV, cambiar la comida chatarra por frutas y verduras, tomar agua en lugar de refresco, tendremos la capacidad de sanar nuestro cuerpo con métodos naturales y conciencia en lugar de drogas con efectos secundarios nocivos, entenderemos que la mayoría de los males y debilidades los creamos nosotros mismos con nuestra propia conciencia, o mejor dicho la falta de ella.

    Les dejo unas frases muy hermosas, disculpen ya que no recuerdo los autores:

    “La verdad es la que libera, no el esfuerzo por ser libres”

    “La felicidad no consiste en adquirir y en gozar de lo adquirido, si no en NO desear, porque consiste en ser libre”

    “Nadie está más esclavizado que quien erróneamente cree ser libre”

    “El misterio no está en lo que percibimos, si no en lo que nos hace percibir”

    Un cordial saludo

  2. Hola Nacho… estoy totalmente de acuerdo con lo que decís.
    Lo único que quería agregar es que me parece que la última frase (el misterio no está en lo que percibimos, sino en lo que nos hace percibir) es muy problable que sea de un libro de Castaneda. Esas son cosas que Don Juan le decía a Castaneda sobre la percepción. Creo que son libros que valen la pena, hablan sobre la «libertad» y no dejarse atrapar por el mundo.
    A estas alturas ya he visto montones de metáforas (en libros, y en el cine sobre todo) sobre lo que es el «sistema» y lo que la gente CREE que es el mundo. Empezar un viaje hacia adentro de uno mismo es el primer paso para descubrir cosas «afuera». Comenzamos a comparar todo lo que aprendimos desde pequeños, cómo hemos sido influídos por la educación, por nuestros padres, maestros, profesores, vecinos, amigos…. en fin, comparamos todo eso con lo que se «supone» que todos quieren (el bien común) y NADA PARECE ENCAJAR. Pero he aquí que, cuando uno mismo cambia, cambia también lo «externo». Nadie que haya experimentado tal cambio va a entender de lo que se habla. Lo que cambia es la relación de importancia con las cosas (como bien vos decís) y ya es más difícil dejarse atrapar por cosas que antes parecían cuestiones de vida o muerte.
    Yo creo que lo más difícil de todo esto es intentar mostrarle a aquellos que viven DENTRO DEL SISTEMA, QUE EL SISTEMA EXISTE, que SI están atrapados y que SI SE PUEDE CAMBIAR. La resistencia a pensar que uno es un esclavo es tal vez el obstáculo más grande a vencer. Es como hablar de Dios frente a un ateo (o viceversa). Es como la ley de Newton, a toda fuerza se lo opone una igual y de sentido contrario.
    Pero eso ocurre porque estamos adiestrados a pensar así. Nos «dan» ideas, nos hacen creer que son nuestras, y luego las defendemos como si la vida nos fuera en ello. Por eso es necesario primero el cambio en uno mismo, sin eso, nada puede empezar a cambiar.
    Saludos

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