Las enseñanzas de Thich Nhat Hanh siempre fueron profundas y prácticas, mostrándonos formas efectivas de aplicar las ideas más profundas del budismo en nuestras propias vidas. Aquí recurre a la psicología budista y moderna para enseñarnos cómo cultivar el hábito de la felicidad. De la edición de mayo de 2022 de Lion’s Roar .
Todos tenemos la capacidad de ser felices. Tenemos semillas de compasión, comprensión y amor en nosotros. Todos tenemos muchas buenas semillas de felicidad y alegría. Sin embargo, también tenemos el hábito de correr en nosotros. Esta energía inquieta de insatisfacción y lucha nos separa del momento presente y de nosotros mismos.
En parte, estamos corriendo hacia algo. Creemos que la felicidad no es posible en el aquí y ahora, así que tratamos de correr hacia el futuro. Pensamos que si podemos obtener suficiente poder, fama, riqueza o admiración de los demás, finalmente seremos felices. Esperamos que si corremos hacia estas cosas más rápido y con más fuerza, seremos felices.
Cuando desarrollas el hábito de ser feliz, entonces todo lo que haces, como servirte una taza de té, lo haces de tal manera que genera alegría y felicidad.
Al mismo tiempo que corremos hacia una cosa, corremos hacia otra. Cada uno de nosotros tiene sufrimiento, desesperación, ira y soledad dentro de nosotros. Si no sabemos cómo estar con estas emociones fuertes, queremos alejarnos de ellas lo más rápido posible.
Porque siempre estamos corriendo, no estamos allí para nosotros mismos. Estamos demasiado ocupados tratando de llegar a otro lugar para estar con el yo que tenemos ahora. Y si no somos capaces de cuidar de nosotros mismos, no podemos estar allí para nuestros seres queridos. Así que no solo estamos huyendo de nosotros mismos, también estamos huyendo de nuestra familia y amigos.
Todo este correr es mucho trabajo. Es agotador y crea tensión en nuestro cuerpo y mente. Lo hacemos porque se ha convertido en un hábito, pero con atención consciente y una mirada profunda, podemos transformar el doloroso hábito de correr en un hábito de felicidad.
Las raíces de nuestra energía del hábito
¿De dónde viene la energía que nos impulsa a correr? Necesitamos detenernos y mirar profundamente en las raíces de nuestra energía habitual para transformarla.
Cada uno de nosotros lleva las energías del hábito de nuestros antepasados. Nuestra conciencia tiene una gran capacidad para recibir y absorber energías de quienes nos han precedido y de quienes nos rodean. Llevamos estas energías en nuestra conciencia como cincuenta y una formaciones mentales diferentes conservadas en forma de semillas, o bija en sánscrito. Estas semillas de amor, felicidad, compasión, miedo, odio, ansiedad, etc. están en cada uno de nosotros.
La psicología budista divide la conciencia en dos partes. Una parte es conciencia mental y la otra es conciencia almacenada. La conciencia mental, que la psicología occidental llama “la mente consciente”, es nuestra conciencia activa. Debajo está el almacén de conciencia, que contiene las semillas de las cincuenta y una formaciones mentales.
Los primeros cinco de estos se llaman formaciones mentales universales, porque están presentes en todas las demás formaciones mentales.
El contacto, la primera formación mental universal, ocurre cuando un órgano sensorial y un objeto se unen.
Luego, la atención de la formación mental tiene la función de atraerlo hacia un objeto en particular. Cuando escuchas un sonido, tu atención se dirige a ese sonido. Hay atención apropiada e inapropiada, y con atención plena, puedes elegir enfocar tu atención en algo que sea saludable y beneficioso.
La tercera formación mental universal, el sentimiento, puede ser agradable, desagradable o neutral. Con atención plena, nuestros sentimientos desagradables pueden transformarse en sentimientos agradables, como los sentimientos de gratitud. Cuando un sentimiento es agradable, puedes dejar de pensar y volverte consciente del sentimiento. Si puedes dejar de pensar en esto o aquello, puedes ser muy feliz simplemente caminando descalzo por la playa, sintiendo la arena entre los dedos de los pies.
La cuarta formación mental universal es la percepción. Cuando ves, saboreas, escuchas o sientes algo, aparece en tu mente como un signo que sugiere un nombre. Cuando vemos algo con pétalos y un tallo, nuestra mente le da el nombre de “flor”. Si no llevamos nuestra atención plena a nuestra percepción, es posible que no nos demos cuenta cuando está mal. Entonces podríamos confundir un trozo de cuerda con una serpiente. Podemos creer que una persona nos está ignorando cuando en realidad es sorda, o podemos ver algo y pensar que nos causa dolor cuando en realidad nos puede traer alegría. La percepción incorrecta siempre es posible y puede provocar miedo, ira e irritación.
La quinta formación mental universal es la intención, también conocida como volición. Tienes contacto con el objeto, tu sentimiento y tu percepción sobre él, y luego tienes tu relación con ese objeto. Tú decides si poseerlo o alejarlo. La quinta formación mental es tu decisión de aceptar o rechazar un objeto.
Transformando la Energía del Hábito
Nuestra energía del hábito proviene de estas formaciones mentales. Sus semillas forman vías neuronales que conducen al sufrimiento o a la felicidad.
Cualquier semilla que se manifieste en la conciencia de tu mente regresa a tu conciencia almacenada más fuerte que nunca. Por ejemplo, cuando entra en contacto con algo que desencadena en usted un sentimiento de ira, su viaje frecuente por esa vía neuronal convierte la ira en un hábito. Pero con la intervención de la atención plena, puedes borrar el camino neural negativo y abrir otro camino que te lleve a la comprensión y la felicidad.
Tu depresión, miedo, celos, desesperación y los conflictos dentro de ti son todas formaciones mentales negativas que contribuyen a tu hábito de huir. No tengas miedo de ellos. Si quieren subir, déjalos subir, reconócelos y abrázalos.
No podemos transformar la energía del hábito solo con nuestra inteligencia y nuestro deseo de hacerlo. Necesitamos algo de perspicacia, y la perspicacia proviene de una mirada profunda. La única forma de transformar la energía del hábito es reconocerla, aceptarla con atención plena y practicar invitar a las semillas positivas a crear energías del hábito positivas.
La atención plena nos ayuda a reconocer la energía del hábito de correr. Cuando notamos su presencia, le sonreímos y nos liberamos de él. Cuando reconocemos la energía del hábito de correr, pierde su poder y ya no puede empujarnos a correr. Entonces podemos liberar fácilmente la tensión en nuestro cuerpo.
Algunas energías de los hábitos son muy difíciles de transformar. Si arruga una hoja de papel, es difícil que vuelva a quedar plana. Tiene la energía del hábito de estar arrugado. Somos lo mismo. Pero la felicidad también puede ser una energía del hábito. La práctica de la atención plena nos permite crear hábitos energéticos nuevos y más funcionales.
Supongamos que hace una mueca cuando escucha cierta frase. No es porque quieras hacer una mueca; simplemente sucede automáticamente. Para reemplazar esta vieja energía del hábito por una nueva, cada vez que escuches esa frase puedes respirar con conciencia. Al principio, la respiración consciente puede requerir un esfuerzo, porque todavía no es algo natural. Sin embargo, si continúa practicando, la respiración consciente se convertirá en un hábito energético nuevo y positivo.
Vías neuronales no pensantes y nuevas
La práctica del no pensar es el secreto para crear nuevos hábitos. Cuando el pensamiento se asienta, pierdes la experiencia inmediata del contacto y pasas a las otras formaciones mentales. No tienes muchas oportunidades de estar en el aquí y el ahora, de estar en contacto con lo que está en tu cuerpo ya tu alrededor. Así que toma conciencia del contacto y los sentimientos. De esta manera puedes estar en contacto con los elementos de nutrición y curación disponibles en tu cuerpo y en el entorno, tanto físico como mental.
Con la intervención del mindfulness se puede borrar un camino neural negativo y abrir otro camino que lleve a la comprensión y la felicidad.
Suponga que cada vez que está preocupado, ansioso o irritado, busca un gran trozo de pastel para cubrir ese sentimiento en usted.
Este es un hábito, porque se ha creado una vía neural en tu cerebro para ello. Pero si te permites detenerte antes de alcanzar el pastel, puedes reconocer tanto el patrón como las otras sensaciones que suceden en tu mente y cuerpo. Puede notar que en realidad no tiene hambre, sino que está triste o cansado. El hábito de respirar y notar tu tristeza aliviará ese sufrimiento de manera más efectiva que el pastel, y no tendrás el sufrimiento de estar demasiado lleno y malhumorado.
Con la atención plena y la concentración interviniendo en el proceso de percepción, se puede crear una nueva vía neuronal que no conduzca al sufrimiento. En cambio, conduce a la comprensión, la compasión, la felicidad y la curación. Nuestros cerebros tienen el poder de la neuroplasticidad; pueden cambiar
Supongamos que alguien dice algo que te enfada. Tu viejo camino quiere decir algo para castigarlo. Pero eso te convierte en una víctima de la energía de tu hábito. En cambio, puedes detenerte, aceptar la ira y la irritación que hay en ti y sonreír. Con atención plena, miras a la otra persona y te das cuenta del sufrimiento que hay en ella. Es posible que haya hablado así para tratar de obtener alivio. Puede pensar que hablar así lo ayudará a sufrir menos, aunque en realidad lo hará sufrir más.
Con solo uno o dos segundos de mirar y ver el sufrimiento de la otra persona, nace la compasión. Cuando nace la compasión, ya no sufres más y es posible que encuentres algo que decir que lo ayude. Con la práctica, siempre podemos abrir nuevos caminos neuronales como este. Cuando se convierten en un hábito, lo llamamos el hábito de la felicidad.
Cuando desarrollas el hábito de ser feliz, entonces todo lo que haces, como servirte una taza de té, lo haces de tal manera que genera alegría y felicidad.
Practicamos la atención plena para ponernos en contacto con la atención adecuada, detener nuestro pensamiento y disfrutar del sentimiento que es posible en el aquí y ahora. Reconocemos las muchas condiciones de felicidad que hay aquí, más de lo que podríamos imaginar. Esto es posible. Mientras lo hacemos, se produce la curación. No tenemos que hacer ningún esfuerzo, porque tenemos el hábito de la felicidad.
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