Las Upanishads son la fuente textual primordial para conocer la profunda metafísica del hinduismo; son su corazón y esencia mismos. En ellas encontramos diferentes intuiciones sublimes sobre la Realidad Suprema. Las Upanishads siempre manifiestan que esta Realidad no es otra cosa que la propia esencia del ser humano.
La tradición védica contiene diferentes niveles de enseñanzas para satisfacer las diversas necesidades de las tipologías de buscares… En este contexto se pueden dividir los Vedas en tres secciones según el énfasis y el enfoque de su contenido. El karma kanda, que trata de los rituales y se dirige a aquellos individuos que buscan beneficios en un ámbito mundano o relativo, ya que los Vedas no obvian este aspecto de la experiencia humana; el upasana kanda, integrado en su mayor parte por contemplaciones y meditaciones; y, finalmente el jñana kanda, que expone el conocimiento sutil del atman-Brahman, el conocimiento del Absoluto, del ser de todo, de la Realidad Suprema. El jñana kanda es la parte de los Vedas integrada por las Upanishads. Como ya se ha dicho, se las denomina también Vedanta o el final (anta) de los Vedas.
Estos tres niveles de enseñanza védica son plenamente complementarios. Es bien cierto que determinados estudios orientalistas han interpretado la enseñanza de las Upanishads como una ruptura o una evolución en la tradición. En cambio, la visión tradicional hindú la percibe como la continuidad de una enseñanza milenaria. Así, para el hinduismo han habido en todo momento dos grandes caminos o margas que corresponden a dos maneras de vivir: el pravritti marga, es decir, el camino de la acción en el mundo que lleva al cumplimiento de responsabilidades en sociedad y en familia; y el nivritti marga, el camino de la renuncia, de la soledad y del ascetismo. Los Vedas ofrecen guía y apoyo para los dos caminos sin conflicto alguno.
La palabra upanishad proviene de la raíz sánscrita sad, que significa «debilitar, alcanzar, aniquilar». El prefijo upa- denota proximidad, y la partícula ni, totalidad. El significado profundo de upanishad connota la humildad con la que el discípulo se ha de acercar a su maestro; se interpreta como «sentarse cerca (de un maestro) con devoción y atención». Otra connotación importante es la noción de «secreto»…
El gran expositor del Vedanta, Shankaracharya, interpreta el significado de la palabra upanishad como «aquello que destruye» la ignorancia y «aquello que lleva» a Brahman. La palabra upanishad denota conocimiento y a la vez hace referencia a los textos que contienen esta sabiduría de la Realidad Absoluta o Brahman. Los textos conocidos como Upanishads son más de doscientos. Una de las Upanishads, la Muktika-upanishad, menciona 108, que se pueden clasificar según el Veda al cual pertenecen. También es común clasificarlas según su contenido…
Aun así, las Upanishads más antiguas son las que tienen la completa autoridad de la tradición. La Muktika-upanishad menciona trece como las de mayor importancia: Isavasya, Kena, Katha, Prasna, Mundaka, Mandukya, Aitareya, Taittiriya, Chandogya, Brihadaranyaka, Kausitaki, Maitrayana y Svetasvatara. De estas, la Chandogya y la Brhidaranyaka son las más significativas por su antigüedad y extensión, y porque representan las dos principales vías de aproximación metafísica de las Upanishads: la cósmica o saprapancha y la acósmica o nisprapancha.
Veámoslo con mayor detalle. La aproximación cósmica o saprapancha entiende que Brahman es el soporte infinito del universo, que este universo es la emanación de Brahman y que la totalidad de la creación jamás es diferente a Él. El sabio Sandilya lo formula así en la Chandogya-upanishad:
Todo esto es Brahman. De Él emana el universo, en Él el universo se funde, en Él el universo respira. Por tanto, el hombre ha de meditar en Brahman con la mente calmada.
Aquel que tiene mente, aquel cuyo cuerpo es sutil, aquel cuya forma es luz, aquel cuyos pensamientos son verdad, aquel cuya naturaleza es como el espacio, aquel cuya creación es este universo, aquel que contiene todos los deseos, todos los olores y todos los sabores, aquel que abraza la totalidad del mundo, aquel que nunca habla, aquel que no tiene ansia alguna.
Él es mi Ser, dentro del corazón, más pequeño que un grano de arroz, más pequeño que un grano de cebada, más pequeño que una semilla de mostaza, más pequeño que un grano de mijo; Él es mi Ser dentro del corazón, más grande que la tierra, más grande que la región del medio, más grande que el cielo, más grande que todos estos mundos.
Aquel cuya creación es el universo. Él es mi Ser dentro del corazón. Él es Brahman.
La otra vía de aproximación, denominada nisprapancha o acósmica, pone énfasis en la realidad del universo concebida como una apariencia de Brahman. El método de indagación para el reconocimiento de la Realidad parte de la negación de toda relación entre Brahman y el mundo manifiesto.
El gran sabio Yajñavalkya le dice a Gargi:
Oh, Gargi, los conocedores de Brahman lo llaman el Imperecedero. No es ni burdo ni sutil, ni corto ni largo; no es rojo ni húmedo; no es una sombra ni la oscuridad, no es aire ni espacio; es desapegado, sin sabor ni olor, sin ojos ni orejas, sin voz ni mente; no es luminoso, ni tiene energía vital, ni boca; no tiene dimensión, ni exterior ni interior. No se alimenta de nada, ni nada se alimenta de Él. […] En verdad, Gargi, el Inmutable nunca puede verse, pero es el que Ve. Nunca puede escucharse, pero es el que Escucha. Nunca puede ser pensado, pero es el que Piensa. No se puede conocer, pero es el Conocedor. No hay otro observador que Este (Inmutable), no hay otro oyente que Este, no hay otro pensador que Este, no hay ningún otro conocedor más que Este. (Brihadaranyaka-upanishad, III, 8,8 y 11)
Esta descripción de Brahman por medio de la negación de cualidad y de todo concepto no ha de llevar a la conclusión que la Realidad última –el Absoluto– es el vacío, sino a la imposibilidad de limitar la aprehensión del Absoluto por medio de cualquier categoría del pensamiento humano. En las Upanishads encontramos otras descripciones de Brahman, como es el caso de la profunda y conocida descripción como sat-chit-ananda, es decir, existencia, conciencia y dicha absolutas. Otras aproximaciones son: Vijñanam anandam Brahma, «Brahman es conocimiento y dicha absolutos» en la Brihadaranyaka-upanishad, o , «Brahman es Realidad, Conocimiento e Infinitud» en la Taittiriya-upanishad.
La esencia de la enseñanza de las Upanishads es la no-dualidad. La Realidad es no dual, esta Realidad es Brahman, Absoluto. Las Upanishads constantemente destacan que no hay diferencia entre la esencia de nuestra realidad individual (jiva), la esencia del universo manifestado (jagat) y la esencia de la divinidad (ishvara), y concluyen que la realidad de los tres radica en la Realidad de Brahman, que es su soporte. Tal como dice la Brihadaranyaka-upanishad: en verdad, no existe la dualidad (en este mundo). Quien ve pluralidad aquí va de muerte en muerte.
Las Upanishads no son tratados sistemáticos, sino que son textos en los cuales los rishis de la Antigüedad formulan su experiencia directa de la Realidad con una autenticidad conmovedora. La metafísica que exponen se expresa con gran naturalidad y sencillez en forma de historias y de profundos diálogos íntimos entre maestros y discípulos. Habitualmente nos encontramos frente a textos escritos en prosa de una gran calidad poética. Muchas de las expresiones utilizadas son altamente simbólicas y a menudo esconden su significado real, razón por la cual es necesario estudiar adecuadamente las Upanishads dentro de la tradición para comprender plenamente su auténtico significado.
Las Upanishads insisten en la propia experiencia como forma de conocimiento y muestran que la investigación y la indagación reales tienen lugar dentro de nosotros mismos; establecen una clara distinción entre dos clases de conocimiento: el superior para y el inferior apara. El conocimiento inferior alude a la totalidad de los conocimientos del mundo relativo, es decir, las ciencias empíricas, las artes y el conocimiento sagrado que tengan relación con las cosas o estados que sean efímeros o perecederos. Es interesante ver en las Upanishads el fuerte anhelo de trascender la finitud, así como el intenso fuego del discernimiento y la ausencia total de dogmatismo y rigidez, de tal modo que se considera que los cuatro Vedas forman parte del conocimiento inferior, dado que tienen que ver con un ritualismo o una cosmovisión a menudo relativos y ligados al mundo del devenir.
La sabiduría suprema de las Upanishads es el conocimiento no dual del atman. Pero ¿cómo podemos alcanzar este conocimiento si las Upanishads mismas nos enseñan que el atman no puede ser jamás objeto de conocimiento? ¿Qué es este conocimiento? Seguimos con la Brihadaranyaka-upanishad, en la cual Usasta le preguntó al sabio Yajñavalkya:
Explícame qué es este Brahman que es inmediato, presente, que puede percibirse directamente, que es el atman y que está presente en el interior de todo.
Yajñavalkya: Es tu propio atman que está en el interior de todo.
Usasta (que seguía su proceso de indagación) vuelve a formular la misma pregunta: ¿Quién es el que está en el interior de todo, Yajñavalkya?
Yajñavalkya le respondió: Tú no puedes ver a quien ve lo que es visto, tú no puedes escuchar a quien escucha lo escuchado, tú no puedes pensar en quien piensa lo pensado, tú no puedes conocer al conocedor de lo conocido. Este es el atman, que está en el interior de todo. Todo lo demás es perecedero.
Las Upanishads no ofrecen un corpus de «conocimiento», no llevan a comprender «algo», sino que despiertan otra «visión» de las cosas que comporta una profunda transformación interior. Con el despertar del conocimiento, el adepto, absorto en la contemplación de la unidad, percibe a todos los seres como su propio atman y su propio atman como todos los seres.
En ocasiones, esta enseñanza experiencial se transmite a partir de situaciones cotidianas; otras veces, por la proximidad entre maestro y discípulo. También se transmite por medio del silencio. La Chandogya-upanishad explica que el joven Svetaketu vivió durante doce años en casa de su gurú, donde efectuó su aprendizaje. Al cumplir los veinticuatro años volvió a casa de sus padres. Era un joven bien instruido pero arrogante. Su padre, Uddhalaka, también un gran maestro, inmediatamente percibió la arrogancia como un obstáculo en el desarrollo de su hijo y le dijo: Svetaketu, querido, te crees erudito, pero te has vuelto vanidoso y te sientes muy orgulloso de tu conocimiento. ¿Le pediste a tu gurú que te enseñara aquella sabiduría con la cual puedes conocer lo que no puede ser conocido, percibir lo que no puede ser percibido y comprender lo que no puede ser comprendido?
Syetaketu, sorprendido, le preguntó a su padre por ese conocimiento. Uddhalaka le pidió que le trajera una fruta del árbol de nyagrodha. Cuando la tuvo, le pidió a Svetaketu que la partiera. «¿Qué ves?» «Unas semillas muy pequeñas», respondió Svetaketu. Y su padre le pidió que partiera una. «Ahora, ¿qué ves?» «Nada en absoluto.» Esta fue la enseñanza final de Uddhalaka: «Ciertamente, hijo mío, de esta esencia sutil que no percibes surge este inmenso árbol de nyagrodha. Créeme, querido, esta esencia invisible y sutil es el espíritu de todo el universo. Eso es la Realidad. Eso es el atman. Eso eres tú (Tat Tvam Asi).»
El conocimiento de las Upanishads se expresa destilado esencialmente en las cuatro «grandes afirmaciones» o mahavakyas, consideradas la esencia misma del Veda. Las mahavakyas indican y afirman la completa identidad del alma individual o jivatma y la Realidad Absoluta o paramatma. Estas mahavakyas son:
- Praiñanam Brahma, «Brahman, el Absoluto, es Conciencia», sentencia que proviene de la Aitareya-upanishad del Rig-veda.
- Aham Brahmasmi, «Yo soy Brahman, el Absoluto». Proviene de la Brihadaranyaka-upanishad del Yajur-veda y muestra la vía de contemplación no dual que ha de seguir la persona que aspira a la liberación.
- Tat Tvam Asi, «Eso eres tú». De gran relevancia, proviene de la Chandogya-upanishad del Sama-veda y es también conocida como la upadesha vakya o la instrucción del gurú.
- Ayam Atma Brahma, «Este atman es Brahman». Proviene de la Mandukya-upanishad del Atharva-veda y es conocida como la expresión plena del reconocimiento interior del aspirante que ha despertado a la Realidad.
La sabiduría de las Upanishads es el camino más abierto pero a la vez es el camino más secreto, ya que hace falta una extraordinaria pureza interior para poder acceder a ese conocimiento tan sutil, que no es otro que el reconocimiento de la propia realidad, del propio ser. Los rishis afirman que el adepto ha de morir a la finitud, es decir, a las identificaciones limitadoras, para nacer en la infinitud del atman.