Paradukkhūpadhānena,
attano sukhamicchati
verasaṃsaggasaṃsaṭṭho,
verā so na parimuccati.
Escucha
Enredado por las ataduras del odio,
quien busca la propia felicidad
infligiendo dolor a los demás,
nunca se libera del odio.
Dhammapada 21.291
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El Dhammapada: El camino de la sabiduría de Buda, traducido del Pāli por Acharya Buddharakkhita
La gran suerte del odio, es que podemos fácilmente identificarlo.
Una vez que nos damos cuenta, debemos preguntarnos por la verdadera causa de ese sentimiento. Cuando odiamos a alguien, siempre tiene que ver con nuestro ego, nunca con el sujeto odiado.
Un ejemplo de esto lo tenemos en las personas que son de un sesgo político diferente al nuestro. Si lo pensamos detenidamente, es imposible que todo, todo, lo que hagan estas personas nos produzca rechazo. Este es un claro ejemplo de intransigencia y refugio en nuestro yo como poseedor de la razón.
Sea cual sea la situación, realizar este ejercicio de introspección siempre nos ayudará. El odio destruye nuestro ser. Sustituye nuestros proyectos por una sola idea, destruir, neutralizar a la persona odiada.
Para vencer este veneno mental debemos actuar como en el resto de venenos. El antídoto consiste en inocular pequeñas cantidades de veneno, que sean soportables, hasta que podamos vernos libres de ese sentimiento destructor.
En el ejemplo señalado, un primer paso sería la lectura de artículos con el sesgo rechazado. Posteriormente, ser capaz de encontrar alguna actitud que nos parezca aceptable. La prueba definitiva sería poder nombrar a vote pronto cinco cosas con las que estamos de acuerdo con este u otro partido o persona.
Eliminar el odio requiere ir por cada una de las causas, identificadas, y tratarlas de forma individualizada.
Sentirse libres de este veneno nos permitirá disfrutar de lo bueno que ofrecen todos los seres, y ser mejor persona para todos ellos.
maestroviejo