¿Por qué el tiempo pasa más rápido que antes cuando envejecemos?

Por qué el tiempo pasa más rápido que antes

Los relojes miden el paso del tiempo. Sus manecillas se mueven inexorablemente a un ritmo preciso, pero nuestro reloj interno no siempre está sincronizado con ellas. Algunas veces el tiempo pasa volando y otras veces es increíblemente lento.

Si acabas de regresar de las vacaciones, quizá tengas la sensación de que esos días pasaron volando. Pero si te falta una semana para irte de vacaciones, esas jornadas se te harán una eternidad. Sin embargo, la mayoría de las personas coincide en algo: el tiempo pasa más rápido que antes a medida que sumamos años al calendario.

¿Por qué el tiempo pasa más rápido que antes?

El tiempo se acelera o ralentiza en dependencia de cómo experimentemos una situación. No es un secreto para nadie que las horas pasan volando cuando nos sentimos bien y nos estamos divirtiendo, pero los minutos pueden parecer horas martirizantes cuando nos sentimos mal.

Sin embargo, también existe un fuerte vínculo entre la percepción del tiempo y el procesamiento de la información. Cuanto más información procesamos, más lento parece pasar el tiempo. Esa es la razón por la que cuando vemos por segunda o tercera vez una película, nos parece más corta que la primera vez: ya no necesitamos procesar tanta información porque la conocemos.

De hecho, un estudio clásico de la Psicología comprobó que cuanto más compleja y exigente cognitivamente sea la tarea a la que nos enfrentamos, más lento pasará el tiempo. Eso también significa que cuando permanecemos en nuestros entornos habituales, viviendo las mismas experiencias con las mismas personas, el tiempo suele pasar más rápido.

Como a medida que envejecemos nos volvemos más resistentes al cambio y más apegados a nuestras rutinas, con un grupo de amigos más pequeño, esa falta de novedad hace que un día se parezca al otro, de manera que da la sensación de que el tiempo vuela.

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Al contrario, cuando somos niños o jóvenes vivimos muchísimas experiencias nuevas que nos obligan a procesar una enorme cantidad de información. Esa estimulación constante, la necesidad de integrar las nuevas experiencias y la novedad hace que cada día sea diferente, lo que “expande” el tiempo.

A medida que nos hacemos mayores, no solo vivimos cada vez menos experiencias nuevas, sino que nuestra percepción del mundo se vuelve más automática. Nos volvemos progresivamente más insensibles a nuestro entorno porque ya lo conocemos. Como resultado, vamos absorbiendo gradualmente menos información, lo que significa que tendremos la sensación de que el tiempo pasa más rápido.

En definitiva, la tendencia a crear esquemas para adaptarnos a las situaciones más rutinarias que demanda la vida adulta, junto al hecho de que ya conocemos muchas cosas y las percibimos como repetitivas y poco novedosas, hace que el tiempo vuele.

¿Cómo alargar el tiempo y lograr que cada día cuente?

Es un hecho que, a medida que se avanza en el calendario, las semanas, meses y años pueden parecer un suspiro. De hecho, un estudio realizado en la Facultad de Medicina de Lisboa reveló que el reloj interno de las personas mayores parece ir más rápido. Pero no todo está perdido: hay formas de ralentizar esa sensación y hacer que el tiempo rinda más.

1. Rompe la rutina

La rutina es como vivir en piloto automático, puede ser eficiente, pero es poco memorable. Introducir pequeños cambios en tu día a día prolongará la percepción del paso del tiempo. No tiene que ser cosas especiales, valen pequeños cambios, como variar tu ruta al trabajo, probar un desayuno diferente o hacer algo distinto el fin de semana. Esos momentos de novedad generan recuerdos más vívidos, haciendo que los días parezcan más largos.

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2. Aprende algo nuevo

No hay nada como aprender algo nuevo para añadir significado a los días. Y dado que nuestro cerebro adora los retos, aprender una nueva habilidad es una buena estrategia para enriquecer tus días. Ya sea tocar un instrumento, hablar un nuevo idioma o aprender jardinería, cada sesión de aprendizaje estimula la creación de conexiones neuronales, haciéndote sentir que el tiempo está bien invertido. También puedes animarte a conocer nuevas personas con las que puedas conectar a un nivel más profundo o compartir momentos agradables que añadan una nueva dimensión al tiempo.

3. Practica el mindfulness

Los niños y jóvenes suelen disfrutar del presente. En cambio, a medida que entramos en la edad adulta vivimos más en el pasado o en el futuro, por lo que es normal que las horas se nos escapen. Practicar la meditación mindfulness nos ayudará a estar plenamente presentes, lo que ralentizará la percepción del tiempo. Por tanto, la próxima vez que tomes un café o escuches una canción, dedícale toda tu atención. Practicar mindfulness no solo te ancla al presente, sino que también reduce el estrés, permitiendo que cada instante tenga mayor peso emocional.

En resumen, el tiempo es uno de nuestros recursos más valiosos y, aunque no podamos detenerlo, tenemos la posibilidad de cambiar cómo lo experimentamos. Incorporar elementos novedosos en nuestra rutina, estar presentes y dedicar tiempo a lo que realmente importa no solo hace que las horas rindan más, sino que añaden plenitud a cada una de ellas. Al final, lo que marca la diferencia no es cuánto tiempo tenemos, sino cómo lo vivimos.

Referencias Bibliográficas:

Coelho, M. et. Al. (2004) Assessment of time perception: The effect of aging. JINS; 10(3): 332-341.

Thomas, E.A. & Weaver, W.B. (1975) Cognitive processing and time perception. Perception & Psychophysics; 17: 363–367.

¿Por qué el tiempo pasa más rápido que antes cuando envejecemos?

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