El Bundestag rechaza reconocer el genocidio de Namibia

Berlín teme que la matanza practicada a principios del siglo XX en su colonia de África Occidental abra una caja de Pándora de reclamaciones e indemnizaciones

En un breve debate de apenas media hora el Bundestag decidió recientemente desestimar una propuesta de los tres partidos de la oposición, para que se reconozca como genocidio la matanza practicada contra los Herero y los Nama, dos naciones ganaderas de Namibia, por el Reich alemán a principios del siglo XX en su colonia de Africa del Sudoeste Alemana.

El gobierno de Berlín reconoce en aquel capitulo colonial una, «responsabilidad histórica y moral hacia Namibia», pero rechaza hablar de «genocidio», así como presentar disculpas oficiales a los descendientes de las víctimas, para no dar pie a demandas de indemnización. Berlín firmó en 1955 el convenio internacional sobre prevención y castigo del genocidio pero alega la no retroactividad del acuerdo.

Más de un centenar de organizaciones no gubernamentales alemanas han condenado esa posición, firmando el manifiesto «El genocidio no prescribe». «La actitud del gobierno equivale a una negación del genocidio», dice Kristian Kopp de la ONG «Berlin Postkolonial», uno de los promotores del manifiesto.

El breve imperio colonial alemán arrancó a partir de los años ochenta del siglo XIX, sobre todo tras la Conferencia de Berlín (1884), y concluyó en 1919, como consecuencia de la derrota germana en la Primera Guerra Mundial, que significó el despojo de sus colonias a cargo de otras potencias europeas. En África, dicho imperio comprendía tres regiones, al oeste del continente, Namibia, al sur, y Togo-Camerún al norte. Al este, una gran región alrededor de los grandes lagos. Los tres territorios tenían una extensión total de dos millones de kilómetros cuadrados que cuadriplicaba a la del propio Reich en Europa.

El genocidio de los Herero y Nama de Namibia es una nota a pie de página en la historia de los crímenes europeos en el continente. Fue consecuencia del expolio de tierras y ganado de esas naciones que los colonos practicaron a partir de su llegada, creando un resentimiento que concluyó en revueltas con algunas decenas de blancos muertos. El genocidio fue la respuesta a aquellos levantamientos liderados por Hendrik Witbooi y Samuel Maharero.

Tras iniciales éxitos insurgentes el Imperio destacó en Namibia a Lothar von Trotha, un general con experiencia en el aplastamiento de la rebelión boxer en China. En Octubre de 1904, von Trotha dictó una «orden de exterminio» contra los rebeldes, documento que se conserva en el Museo Nacional de Botswana. Previamente ya había adelantado a un periódico alemán que, «contra quienes no son humanos la guerra no puede practicarse humanamente». El método de von Trotha no hizo distinción entre sexos ni edades. Mediante fusilamientos, envenenamiento de pozos, campos de concentración y marchas inducidas a través del desierto de Kalahari, los alemanes eliminaron en cuatro años a unas 100.000 personas, entre ellas el 80% de los Herero y el 50% de los Nama. Gran parte de los supervivientes fueron esclavizados para obras públicas o en la economía colonial.

Un reconocimiento de ese genocidio «abriría una caja de Pandora» dice Kopp, una peligrosa cadena de reclamación de indemnizaciones que podría ir mucho más allá de los más de 200.000 Herero y Nama que podrían reclamarlas, algo que las organizaciones firmantes consideran justo. Considerado por los promotores de esta iniciativa como «el primer genocidio», la historia colonial europea está llena de esas matanzas, por lo que sentar un precedente en Namibia podría abrir también la puerta a reclamaciones semejantes contra el Reino Unidos, Francia, España, Portugal, Holanda, Rusia, Italia , entre otras potencias coloniales europeas.

Namibia ha tenido una actitud «ambivalente» en este caso, señalan observadores. Recibe una ayuda alemana al desarrollo considerada generosa: 15 euros por habitante en 2010, para una población de 2 millones. Su gobierno y su parlamento están dominados por la etnia Ovambo, con muy poca representación de Herero y Nama, sin embargo algunas torpezas de funcionarios alemanes, lograron que el parlamento de Windhoek se pronunciara a favor del reconocimiento del genocidio y las reparaciones.

En septiembre el gobierno de Namibia se ofendió por el carácter no oficial que tuvo la devolución de una veintena de cráneos de rebeldes en el hospital berlinés de La Charité. Los cráneos, entre ellos uno de niño y cuatro de mujeres, formaban parte de los miles que se enviaron a Alemania para estudiar la «inferioridad racial» de aquellas personas. El gobierno envió al acto a una secretaria de Estado de exteriores, Cornelia Pieper, que entre abucheos expresó el «pesar» del gobierno por aquel capítulo de la historia y se tuvo que ir sin terminar su discurso.

La iniciativa «El genocidio no prescribe» incluye la petición de que se practique una «descolonización del espacio público en Alemania», dejando de honrar, «a los criminales coloniales mediante monumentos, nombres de calles y plazas», algo que, de prosperar, alteraría significativamente el callejero europeo.

http://es.sott.net/articles/show/13117-El-Bundestag-rechaza-reconocer-el-genocidio-de-Namibia

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