Casi 900 niños rusos son adoptados cada año por familias estadounidenses. Sin embargo, su vida en Estados Unidos puede ser muy diferente a la que habían soñado. Muchos acaban en un rancho cerca de la forntera con Canadá. Los abusos que sufren los menores por parte de sus padres adoptivos son frecuentes. Algunos acaban directamente en un avión de regreso como fue el caso de un niño que en 2010 fue devuelto por su madre adoptiva como si se tratara de una mercancía defectuosa. Pero hay menores que corren peor suerte, ese fue caso del pequeño Iván Skorobogátov, a quien sus padres adoptivos estadounidense asesinaron de manera brutal. “Hay una realidad no contada sobre los niños que han sido o están siendo abusados. Hasta que no los maten, no saldrán en los titulares. Es imposible saber qué pasa”, asegura Mirah Riben, autora del libro ‘El mercado de la cigüeña’. El problema de la falta de transparencia se hace evidente en el centro ‘Ranch for Kids’, situado en el noroeste de los EE.UU. a solo ocho kilómetros de la frontera con Canadá, donde acaban decenas de niños, a quienes sus padres adoptivos los rechazan o simplemente tienen problemas para educarlos. El pasado 28 de junio, el Defensor de los Derechos del Niño en Rusia, Pável Astájov intentó visitar el centro pero se le impidió ver a los menores. Según denuncia en su cuenta de Twitter, Astájov se encontró con innumerables trabas. “Hay tantas mentiras en torno a las condiciones reales de los niños adoptados por familias estadounidenses. No tenemos ni idea de lo que ocurre con ellos. Me consta que hay 24 niños rusos de diferentes edades y, por lo que yo sé, los reubicaron justo antes de mi visita”, dijo el funcionario. Conforme al sitio web de la institución, se trata de un hogar para niños adoptados donde se tratan problemas de salud y aprenden hábitos útiles para su futura integración en la sociedad, mediante la realización de tareas domésticas y la convivencia con la naturaleza. Sin embargo, las autoridades rusas afirman que allí los niños están completamente aislados del mundo exterior, lo que es una violación de sus derechos. Tras la fallida visita, Astájov se encontró con el sheriff y el fiscal de la región donde está el rancho. Los medios de comunicación relatan que el fiscal afirmó que en el centro los menores sufren violencia. Hace poco incluso una de niña de nueve años se decidió a huir del rancho. “Veo muchos problemas y falta de transparencia porque no hay una regulación. Los menores se han convertido en un bien muy demandado en Estados Unidos. Además no hay un seguimiento tras la adopción”, señala Mirah Riben. Esta situación podría cambiar drásticamente tras la ratificación por parte de Rusia de un acuerdo con EE.UU. en materia de adopción. A partir de ahora será posible supervisar la evolución de los niños rusos adoptados por familias estadounidenses. El visto bueno de los parlamentarios rusos abre una nueva etapa en la que las grandes distancias no serán un obstáculo para seguir de cerca el destino de los menores. Por fin los niños tendrán una garantía legal que les permita ser felices en su nuevo hogar, tan lejos de la patria que los vio nacer.
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