«Existe una evidente contradicción entre marxismo y religión, sencillamente se trata de dos comprensiones filosóficas de la realidad completamente.
Pero no solo tiene esa significancia, sino que abrir un debate sobre si son compatibles es la vuelta al socialismo premarxista, y a los conceptos antimarxistas que fueron combatidos por Karl Marx, Friedrich Engels y la I Internacional.
En ese compendio de disparates, confusiones y contradicciones teóricas, incluso se impulsa la idea de que el primer comunista de la historia fue un personaje mítico judeocristiano –Jesús–; con lo que se da otro salto en la negación del materialismo dialéctico e histórico, pues de haber existido ese personaje –está por demostrar su existencia histórica–, jamás podría haber sido comunista, pues el comunismo es fruto del desarrollo histórico, de condiciones históricas concretas que solo se dieron con el desarrollo de las fuerzas productivas y con la aparición del proletariado, y que estuvo precedida de las revoluciones burguesas de finales del siglo XVIII.
Durante dicho capítulo veremos la utilización de términos como socialista como sinónimo de alguien que busca instaurar una sociedad «socialista», hay que advertir que históricamente, desde comunistas, socialdemócratas hasta anarquistas han llevado este término, ahora los nuevos revisionistas lo utilizan como sinónimo para hablar de alguien que desea instaurar el «socialismo propio» del siglo XXI, pero aquí en el presente capítulo no vamos a pararnos en la distorsión que hacen de ese término para su sociedad capitalista, sino que el objetivo es fijarse como los revisionistas, que se autodenominan herederos del marxismo, quieren presentar como su «sociedad socialista» como perfectamente compatible con la religión de su país.
Pongamos sobre la mesa ejemplos del ridículo que aludimos.
Hugo Chávez, que llegó a declararse marxista y cristiano, dijo sobre esto:
«Juro por Cristo, el más grande socialista de la historia». (Hugo Chávez; Acto de investidura del tercer mandato presidencial, 2007)
Evo Morales, líder de Movimiento al Socialismo, también se reivindicó cristiano y marxista, y expresó:
«Nosotros somos revolucionarios, Jesucristo fue el primer socialista del mundo que ha dado su vida por los demás». (Evo Morales; En un Acto Público en la Paz, 2013)
Daniel Ortega, máximo dirigente del Frente Sandinista de Liberación Nacional, presidente de Nicaragua, y autodenominado también marxista declara:
«A lo largo de nuestra vida, en los momentos de alegría y en los momentos de dolor, siempre he invocado a Dios, y le he agradecido a Dios. Nuestras raíces son el cristianismo, de ahí vienen nuestros valores, del cristianismo. Para llegar a Sandino, primero llegué a Cristo.
Para llegar a la Revolución Cubana, primero llegué a Cristo. Para llegar a Marx, a Lenin, a Engels, primero llegué a Cristo. Para llegar al pueblo, primero llegué a Cristo. Ahí reside la principal fortaleza de este pueblo, que es profundamente cristiano, católico o evangélico; cristianos.
¿Quién más poderoso que Cristo? Dios. Solo Dios. (…) Sí, me hizo una entrevista Playboy, y me preguntaron de la revolución, e insistían en que esta era una revolución atea. Porque claro, estaba aquel principio que tenía su base de sustentación, de que la religión era el opio de los pueblos… Pero yo descubrí desde mi niñez, que Cristo no era el opio de los pueblos, ¡Cristo es, y era, la conciencia de los pueblos, y seguirá siendo la conciencia de los pueblos!». (Daniel Ortega Saavedra; Discurso en el acto de conmemoración del 35 aniversario de la Revolución Popular Sandinista, 19 de julio del 2014)
Estamos seguros que Daniel Ortega y otros, por influjo de la teología de la liberación –que alcanzó enorme influencia entre los procesos latinoamericanos de liberación–, puede haber conocido a algún autor marxista, puede que realmente se interesara por las obras de los clásicos marxista-leninistas, que realmente intentara hacer un estudio materialista a las religiones, pero lo repudiable es que no haya llegado a las mismas conclusiones que Marx y Engels y otros verdaderos revolucionarios marxista-leninistas, y que a diferencia de ello siga a día de hoy haciendo publicidad del cristianismo como «panacea» para los males de la sociedad, por encima del marxismo, el leninismo, y del «sursum corda».
¿Nos preguntamos para qué necesitan los nicaragüenses a Marx si Dios es la conciencia del pueblo según Daniel Ortega?
Veamos otro ejemplo. En este caso, Daniel Ortega, se refiere a la institucionalización de los valores «socialistas» y «cristianos» en la constitución de la república a través de las reformas impulsadas por su gobierno:
«Ahora, en estos tiempos de paz, de reconciliación y paz, es posible plasmar en nuestra constitución, que los valores del pueblo nicaragüense son los valores del cristianismo. Que los principios del pueblo nicaragüense son los principios socialistas, y que las prácticas del pueblo nicaragüense son las prácticas solidarias, Nicaragua cristiana, socialista y solidaria, así lo dice nuestra constitución, y así lo establece nuestra constitución». (Daniel Ortega Saavedra; Discurso en el acto de conmemoración del 35 aniversario de la Revolución Popular Sandinista, 19 de julio del 2014)
Lo cierto es que la reforma constitucional dio al traste con la separación entre iglesia y Estado, una reforma retardataria donde las haya que ni siquiera la burguesía tradicional se ha atrevido a darle carácter constitucional, podemos decir que la dirigencia del Frente Sandinista de Liberación Nacional y su gobierno han sentado las bases para la instauración de una teocracia cristiana en Nicaragua, pero eso ya lo veremos en el último capítulo del documento dedicado a las constituciones de los países bajo el «socialismo del siglo XXI».
Como hemos ido viendo en todos estos ejemplos, la incomprensión de que es la religión y qué papel ha jugado y sigue jugando en las sociedades ha dado lugar a que se abra un abanico de ideas que pretenden incorporar, incluso equiparar el idealismo metafísico cristiano y de otras religiones, con el materialismo dialéctico científico del marxismo-leninismo; y es que el idealismo religioso no sólo forma parte de la práctica de sus acciones, sino que orgullosamente se incluye en la teoría de su doctrina, o se ha elevado a instancias constitucionales como hemos podido comprobar en el caso concreto de Nicaragua con el gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional, que incluso apoyándose en esos supuestos valores cristianos ha derogado derechos entendidos como fundamentales, como es el caso de la ley que regulaba el derecho al «aborto terapéutico» añadiendo sin cambio la imposición de penas de cárcel para la mujer y para el médico que lo ejecuten.
Esto se ha traducido en el agravamiento de los altos índices de embarazo adolecente que ya sufría Nicaragua, y que por otro lado ha merecido la felicitación de la secta española católico-fundamentalista del «Opus Dei». No olvidemos que estas medidas tienen implícito un carácter de clase ineludible, y es que las mujeres que sufren tal medida son aquellas que no cuentan con recursos económicos, las que si lo tienen podrán desplazarse a terceros países para llevar a cabo el procedimiento médico prohibido.
Sobra decir, que tampoco el Estado nicaragüense, no tiene medios tampoco para hacerse cargo como debiera de los niños no deseados, por lo que es una muestra más de las contradicciones a las que se expone una sociedad capitalista que además se adentra en el barrizal religioso para hacer sus leyes.
En el mismo sentido discurrieron los intentos de despenalización del aborto en Ecuador en donde un furibundo Rafael Correa en un arrebato fundamentalista lanzó un ultimátum-chantaje dónde amenazaba con dejar la presidencia; tras lo cual el proyecto propuesta de despenalización del aborto fue retirado.
Lo que queda de ejemplo para la posteridad como funciona la democracia burguesa y la democracia interna en los partidos que se reclaman «socialistas del siglo XXI», en que además vemos una completa subordinación al factor líder y sus intereses particulares; dicho de otro modo, la sola y única voluntad de un sujeto bastó para detener el avance de la sociedad y el reconocimiento de un fundamental derecho.
Continuemos con las citas para que podamos apreciar el grado de desviación sufrida:
«Seguramente tenemos concepciones distintas de la justicia. Pero, la justicia desde la mística, la filosofía, y ese camino práctico que une a Nicaragua, es el cristianismo, y, agregamos nosotros, el socialismo y la solidaridad. (…) Fortalecer el espíritu y las prácticas comunitarias; apoyar y ser parte de nuestro pueblo en sus expresiones de fe, católica y/o cristiana/evangélica. Acompañar a pastores, sacerdotes y religiosos en sus prédicas, propuestas y prácticas». (Rosario Murillo; Consejo de comunicación y ciudadanía del poder ciudadano; Estrategia de trabajo y comunicación, 2013)
Como acabamos de ver, ¡se llega al punto de exigir al militante que para ser un buen miembro del partido se ha de acompañar en sus prédicas, propuestas y prácticas a los representantes de la religión en cuestión!
Pero, ¿desde cuándo los representantes religiosos han obrado en pro del socialismo? ¿Quién quiere ocultar la oposición de los representantes religiosos a las reformas agrarias o a las nacionalizaciones de los bancos, transportes, etc.? ¿Quién no ha oído hablar del histérico papel anticomunista de la iglesia en las revoluciones lideradas por partidos comunistas como en Polonia, Hungría, etc.?
¿Quién no conoce el papel que jugaron enemigos del comunismo como el cardenal Mindszenty, el cardenal Wyszyński o los propios Papas Pio XII o Juan Pablo II? ¿Y ni siquiera en las revoluciones socialistas: qué decir del papel retardatario del ahora reivindicado cardenal Miguel Obando y Bravo, quién jugó un papel esencialísimo en la organización y financiación de la contrarrevolución nicaragüense de los años 80?:
«Es un hecho bien conocido que la ideología religiosa siempre sirve y ayuda a las clases explotadoras para robar y oprimir a las masas trabajadoras. Esta es una herramienta para criar el sentimiento de impotencia en la gente ante el sufrimiento, la desgracia y la miseria. La ideología religiosa nubla la mente humana y paraliza su voluntad para la transformación de la naturaleza y la sociedad.
Esta es la razón por la que Marx, como es bien conocido, comparó la religión con el opio. (…) Precisamente a causa de que la religión desempeña un papel reaccionario es la razón por la que ha gustado y cuenta con el apoyo de las clases dominantes. El lenguaje del capitalista, el revisionista, y el clérigo reaccionario es esencialmente la misma.
El partido marxista-leninista no puede conciliar con la ideología religiosa y su influencia. La base teórica de la política y del programa del verdadero partido de la clase obrera es la filosofía marxista-leninista y no el idealismo y la religión. La lucha de clases para la construcción del socialismo no puede separarse de la lucha contra la religión». (Enver Hoxha; La autogestión yugoslava; teoría y práctica capitalista, 1978)
Los actuales dirigentes del «socialismo del siglo XXI» utilizan precisamente la ignorancia de las personas bañadas en el idealismo religioso para justificar su política, se atreven incluso a presentarla como «bendecida». Es el caso de Nicolás Maduro, actual dirigente del Partido Socialista Unido de Venezuela, que pretende jugar con el sentimentalismo de sus militantes hacía su predecesor, Hugo Chávez, asegurando meses atrás, en época de campaña electoral, que se le apareció en forma de «pajarito» para bendecirle:
«Y mientras estaba allá orando, desde mi corazón, pidiendo las bendiciones de Dios, pidiendo la sabiduría de nuestro Cristo Redentor, hablándole al alma de nuestro comandante Chávez, pidiéndole fuerza, llegó un pequeño pajarito, y en la pequeña capilla dio tres vueltas, tres vueltas dio; yo me quedé quieto, y el pajarito se posó en una viga de madera al frente, y el pajarito se me quedó viendo y silbó (silba), silbó.
Y yo también le respondí el silbido (silba). Y el pajarito voló, dio una vuelta y se fue. Y yo sentí que allí estaba el espíritu y las bendiciones del comandante Hugo Chávez para esta batalla que hoy empieza para la victoria del 14 de abril». (Nicolás Maduro; Declaraciones en un mitin en Barinas, 2 de abril del 2013)
Justificó días después esta misma reencarnación con otra explicación, si cabe más bochornosa:
«Esto sólo lo podemos entender nosotros. ¿Ustedes saben por qué sólo lo podemos entender nosotros? porque a nosotros no nos cabe el amor aquí en el corazón, de patriota, de bolivarianos que tenemos, somos puro amor, y el amor nos lleva a la fe, a la fe verdadera en Cristo redentor, a la fe en la patria. Y, yo lo vi, me dio como alegría, yo también le silbé porque yo sé silbar pues; (silba), el pajarito se sorprendió, volvió a silbar, dio, empezó a volar, me dio una vuelta y se fue.
Y yo tengo derecho a sentir lo que sentí. (…) Yo sentí el espíritu de mi comandante Chávez, echándome la bendición y protegiéndome para esta batalla que estoy dando, para esta batalla que va a culminar el 14 con una gran victoria del pueblo venezolano; así lo sentí, así lo sentí. (…) Entonces ellos, ayer andaban con su cosa, andaban con su cosa, que si el pajarito de Maduro, que si el pajarito de Nicolás, dios perdónalos por su maldad». (Nicolás Maduro; Discurso en la concentración en el estado Táchira, 2 de abril del 2013)
Este tipo de declaraciones demuestran que estos funestos dirigentes o bien nadan en un océano de supersticiones, ignorancia, y oscurantismo religioso, o que como nosotros tenemos claro: conscientemente engañan a la gente con el componente religioso. En este caso concreto, se intenta fabricar un mártir que adorar, y que «se aparece» dando la bendición a su sucesor para llevar las riendo del destino del país.
Pero como es preciso atender y comprender, este fenómeno de reivindicación religiosa es transversal a todos los actores del «socialismo del siglo XXI»; hemos visto como el Frente Sandinista de Liberación Nacional hace suyo en sus documentos el cristianismo, lo que también ocurre en el Movimiento al Socialismo de Evo Morales, en la Alianza PAIS de Rafael Correa.
En definitiva, utilizan el componente religioso, manipulan la religiosidad tradicional de los pueblos, para captar militantes o simpatizantes y así fortalecer su poder. Es decir, todos estos partidos «neo-socialistas cristianos» –es el caso del Partido Socialista Unido de Venezuela– establecen como oficial, entre sus variados documento, al cristianismo como sustento de su ideología:
«El partido asume el ideario bolivariano, la contribución de Ezequiel Zamora y Simón Rodríguez, así como los aportes de lucha y organización de los pueblos indo-afroamericanos; se inspira en los orígenes del cristianismo, en la teoría de la liberación». (Partido Socialista Unido de Venezuela; Libro rojo, 2010)
Y añade a continuación:
«Se nutre del socialismo científico y las experiencias de sus hombres y sus mujeres que han luchado por la revolución y la construcción del socialismo». (Partido Socialista Unido de Venezuela; Libro rojo, 2010)
Pero para desgracia de ellos, «no se puede ser amigo de dios y del diablo», no se puede uno nutrir del marxismo y sus representantes mientras a la vez se nutre del cristianismo u otra religión.
Desde el nacimiento del marxismo, sus ideólogos han sido claro respecto al papel de la religión y sus consecuencias directas en la conciencia de la clase obrera:
«La religión es la teoría universal de este mundo, su compendio enciclopédico, su lógica popularizada, su pundonor espiritualista, su entusiasmo, su sanción moral, su complemento de solemnidad, la razón general que la consuela y justifica.
Es la realización fantástica del ser humano, puesto que el ser humano carece de verdadera realidad. Por tanto, la lucha contra la religión es indirectamente una lucha contra ese mundo al que le da su aroma espiritual.
La miseria religiosa es a un tiempo expresión de la miseria real y protesta contra la miseria real. La religión es la queja de la criatura en pena, el sentimiento de un mundo sin corazón y el espíritu de un estado de cosas embrutecido. Es el opio del pueblo.
La superación de la religión como felicidad ilusoria del pueblo es la exigencia de que éste sea realmente feliz. La exigencia de que el pueblo se deje de ilusiones es la exigencia de que abandone un estado de cosas que las necesita. La crítica de la religión es ya, por tanto, implícitamente la crítica del valle de lágrimas, santificado por la religión». (Karl Marx; Crítica de la filosofía del derecho de Hegel, 1844)
Lenin tampoco auguró ninguna duda sobre el carácter de la religión, y su tóxica influencia ideológica en la conciencia de las masas:
«La religión es una de las formas de opresión espiritual que gravita por doquiera sobre las masas abrumadas por el trabajo incesante en bien de otros, por la pobreza y la privación.
La impotencia de todos los explotados en su lucha contra los explotadores, origina inevitablemente la creencia de una vida mejor, después de la muerte, del mismo modo que la impotencia del salvaje en su lucha con la naturaleza, da origen a la creencia en los dioses, los diablos, los milagros, etc.
La religión enseña a aquellos que se debaten toda su vida en la pobreza a que sean resignados y pacientes en este mundo, y los consuela con la esperanza de la recompensa en el cielo. En cuanto a los que viven del trabajo ajeno, la religión les enseña a ser «caritativos», suministrándoles así un justificativo a su explotación y, por decirlo así, un billete barato para el cielo. «La religión es el opio del pueblo».
La religión es una especie de tóxico espiritual en el que los esclavos del capital ahogan su conciencia y adormecen su anhelo de una existencia humana decente». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Socialismo y religión, 1905)
Por tanto, declarar que entre marxismo y cristianismo –por citar la religión a fin de los «socialistas del siglo XXI»– no hay contradicción, no solo es una burda mentira, sino que se trata de una visión socialdemócrata del mundo y sus relaciones:
«Todas y cada una de las organizaciones religiosas, son órganos de la reacción burguesa llamados a defender la explotación y a embrutecer a la clase obrera. (…) El marxismo es materialismo. En calidad de tal, es implacable enemigo de la religión». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Actitud del partido obrero hacia la religión, 1908)
¿Cuáles deben de ser las tareas del partido comunista respecto al Estado y la religión? ¿Debe de ser financiado las instituciones religiosas?
«El Estado debe desligarse de la religión; las sociedades religiosas no deben estar unidas al Estado. Toda persona debe ser absolutamente libre de profesar la religión que le plazca o no profesar ninguna, esto es, ser atea, como acostumbran a serlo los socialistas.
No debe existir ninguna diferencia entre los derechos de los ciudadanos por razones de religión. (…) No debe pagarse subsidio alguno a la Iglesia, ni concederse fondos del Estado a las iglesias ni a las instituciones religiosas. Estas deben ser independientes del Estado, asociaciones voluntarias de ciudadanos feligreses». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Socialismo y religión, 1905)
¿Acaso el partido puede hacer la más mínima concesión al cristianismo en lo ideológico? ¿Debe de evitar la propaganda atea para no asustar a los obreros cristianos?
Dejemos clara la cuestión entre partido marxista-leninista y la religión con otro fragmento de Lenin:
«La religión debe ser considerada como una cuestión privada»; tal es la posición corriente de los socialistas respecto a la religión. Pero es menester definir el significado de estas palabras precisamente para evitar todo equivoco. Nosotros exigimos que se considere a la religión como una cuestión privada en lo que concierne al Estado; pero de ninguna manera podemos considerarla como una cuestión privada en nuestro propio partido. (…)
No obstante, para el Partido Socialista Proletario la religión no es una cuestión privada. Nuestro partido es una organización de luchadores conscientes y progresistas por la liberación de la clase obrera. Semejante organización no puede ni debe ser indiferente a la ignorancia y al oscurantismo bajo la forma de creencias religiosas. Nosotros exigimos la total separación de la Iglesia del Estado con objeto de disipar la neblina de la religión con armas pura y únicamente intelectuales, mediante nuestra prensa y la persuasión oral.
Uno de los objetivos de nuestra organización, el Partido Obrero Socialdemócrata ruso [así se llamaban los marxistas revolucionarios, hasta que tras la Primera Guerra Mundial se autodenominaron comunistas, para diferenciarse de la socialdemocracia de la II Internacional – Anotación de Bitácora (M-L)], consiste precisamente en luchar contra todo engaño religioso entre los trabajadores.
Para nosotros, la lucha ideológica no es una cuestión privada, sino una cuestión que interesa a todo el partido y a todo el proletariado. Si es así ¿por qué no declaramos en nuestro programa que somos ateos? ¿Por qué no impedimos a los cristianos y creyentes que vengan a nuestro partido? La respuesta a esta pregunta revela una diferencia muy esencial entre la actitud democrática burguesa y la democrática socialista frente a la religión.
Nuestro programa está enteramente basado en la filosofía científica, para ser más exacto materialista. Por consiguiente, al explicar nuestro programa debemos necesariamente explicar las verdaderas raíces históricas y económicas de la religión.
Así pues, nuestro programa incluye por fuerza la propaganda del ateísmo. (…) Probablemente tendremos que seguir el consejo que, en su tiempo, Engels diera a los socialistas alemanes: el de traducir y propagar entre las masas la ilustrativa literatura atea del siglo XVIII». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Socialismo y religión, 1905)
Esto, como sabemos, es algo que los nuevos revisionistas quieren ocultar. De hecho, refiriéndonos a uno de los recientes comentarios sobre que no hay contradicción entre marxismo y cristianismo, se ha reacuñado la vieja paradoja que expresa que: «existen marxista-leninistas cristianos», que el ser profundamente religioso no altera para nada la visión materialista y dialéctica del sujeto, ¡su visión científica!, que se debe hacer una excepción en la lucha contra este campo contrarrevolucionario a fin de «respetar» costumbres «ya arraigadas en la sociedad».
No es de extrañar ver entre las ideas de estos nuevos «ideólogos», la defensa de un «socialismo» que se debe esforzar en comprender los dogmas religiosos anticientíficos para no causar pánico entre las masas en lo concerniente al llamado «socialismo del siglo XXI».
Esta actividad de conciliación fue descubierta, denunciada y combatida hace décadas por el marxismo-leninismo. Un ejemplo de ello, fue como Enver Hoxha denunció la deriva de los revisionistas modernos, que cesaron la lucha contra el idealismo religioso, siguiendo la estela de la Internacional Socialista y de sus partidos socialdemócratas, que ya bien entrados los años 60 no sólo renunciaron oficialmente en sus programas al marxismo, sino que oficializaban a la vez la religión como guía teórica:
«La socialdemocracia actual, no solamente ha caído desde hace tiempo en las posiciones del idealismo filosófico, y ha asumido la defensa del idealismo, sino que se esfuerza por encontrar apoyo, e incluso por fundirse con su forma más extrema, la religión.
Así por ejemplo, en los programas de la socialdemocracia alemana, austriaca, suiza, etc., se subraya que el «socialismo democrático» tiene sus raíces en la ética y la doctrina cristiana, que socialismo y religión, lejos de excluirse concuerdan perfectamente». (Enver Hoxha; Los revisionistas modernos en el camino de la degeneración socialdemócrata, y la unión y fusión con la socialdemocracia, 1 de abril de 1964)
Hay que añadir, que no es casual que algunos partidos del «socialismo del siglo XXI» estén afiliados a la Internacional Socialista referida en la cita anterior y que agrupa a los diferentes partidos socialdemócratas del mundo. Las coincidencias entre todos estos partidos por aceptar la sociedad burguesa y sus pilares ideológicos, y en este caso, por aceptar la religión, los hace propicios para tal unión.
Los seguidores del «socialismo del siglo XXI», no sabemos si conscientemente o no, están repitiendo las tesis del revisionismo yugoslavo, el cual afirmaba, que hoy en día la religión no era un obstáculo para el socialismo, y que lejos de eso, las diferentes religiones están a favor del triunfo del socialismo, dichas declaraciones del revisionista Edvard Kardelj, fueron hostigadas por Enver Hoxha como frases que sólo causaban la mofa de los marxista-leninistas, sino también de los clérigos:
«Ahora nos dice este «gran filósofo» que los clérigos con sus profundas creencias idealistas y religiosas de repente han caído en el amor al socialismo, con el orden social que se basa en la filosofía marxista-leninista, en el materialismo dialéctico e histórico. No sólo los trabajadores, los comunistas y todas las personas honestas en este planeta cuestionaran esto al leer estas frases del renegado titoista, sino que también los mismos clérigos se estarán riendo, porque hasta el día de hoy ni siquiera han soñado afirmar eso del socialismo; de este socialismo que maldecían y aún maldicen de todo corazón». (Enver Hoxha; La autogestión yugoslava; teoría y práctica capitalista, 1978)
Es claro que la burguesía históricamente, como otras clases dominantes en el pasado, han buscado y azuzado las diferencias religiosas de las clases no dominantes para obtener uno u otro propósito. Es normal entonces que la burguesía use el tema religioso para decir al obrero que efectivamente religión y comunismo no pueden ser unidos, y que su deber «como buen cristiano, musulmán, judío, etc.», es ir en contra el comunismo, si realmente respeta su fe.
Obviamente ahí es donde entra el papel activo de los comunistas de ganarse a las clases trabajadoras influenciadas por esta táctica de la burguesía, que hace que antepongan sus intereses religiosos a sus intereses de clase:
«Las diversas creencias religiosas en Albania han servido a las clases dominantes del interior y a los invasores para dividir y esclavizar al pueblo. Los diferentes invasores han utilizado siempre la religión como arma ideológica. Por esta razón la lucha secular que el pueblo albanés ha llevado contra los invasores y los opresores extranjeros ha sido dirigida también contra el clero reaccionario, instrumento de éstos. (…)
Durante la lucha de liberación nacional el partido frustró todos los esfuerzos de los ocupantes italianos y alemanes y de los traidores del país por dividir al pueblo en musulmanes y cristianos. Desenmascaró y frustró todas las tentativas del alto clero, sobre todo del católico para apartar a las masas populares del partido y del frente liberación nacional.
Después de la liberación fracasaron asimismo los esfuerzos del clero reaccionario y de los demás enemigos de clase por obstaculizar la edificación socialista del país invocando «la palabra de Dios». (Enver Hoxha; Sobre el papel y las tareas del Frente Democrático, 14 de septiembre de 1967)
Vale decir que porque un obrero sea católico, por ejemplo, no significa que sea automáticamente un sujeto ajeno a la revolución, el partido comunista deberá persuadirle de su error, pero al mismo tiempo no rechaza su compromiso de clase, si realmente lo tiene. Esto decía, el honorable español José Díaz durante la guerra civil española:
«Nosotros, el Partido Comunista de España, respetamos las creencias religiosas, aunque no las profesemos. En el gobierno hay un ministro católico y miles de católicos se baten al lado del pueblo en las trincheras. Es necesario ganar para nuestra causa a las masas campesinas que todavía son católicas.
Y les haremos comprender su error. Esa será una labor lenta y tenaz de educación.. (…)
Donde haya alguien, que ayude al pueblo, que haga algo en defensa de nuestra España, que haga algo para ayudarnos a ganar la guerra, hay que considerarles como un aliado, sin meterse a averiguar sus creencias religiosas. A los trabajadores que las profesen, nuestro deber es hacerles comprender, a lo largo del tiempo, que están equivocados. Tenemos, en apoyo de esto, un hecho concreto; tenemos el hecho grandioso de la Unión Soviética. En la Unión Soviética hay todavía algunas iglesias abiertas al culto.
¿Pero quién entra en ellas? En los primeros tiempos de la revolución, todavía entraba mucha gente en las iglesias. Pero hoy, cuando pasamos por delante de alguna de las iglesias que quedan aún en la Unión Soviética, vemos que sólo entran en ellas el pope y cuatro pobres viejos apegados a su rutina. ¿Y qué ocurre? Que las iglesias van desapareciendo como consecuencia de la nueva educación, ante la nueva generación, hija del socialismo». (José Díaz, ¿Qué hacer para ganar la guerra?; Conferencia pronunciada en el teatro Olimpia, de Valencia, 2 de febrero de 1937)
Aunque no nos debemos hacer ilusiones con que este «defecto» del obrero no influye para nada en sus aspiraciones revolucionarias, es igual de claro que ese obrero siempre lleva implícito una visión del mundo no materialista, no marxista, por lo tanto, el auxilio que este obrero pueda prestar a la revolución en muchos temas siempre estará limitado a sus propias limitaciones ideológicas causadas por la religión.
El partido debe empezar desde la época previa a la toma de poder a implantar una serie de educación sobre el tema religioso, si bien a otros cuadros también le debe esta educación sobre la religión y otros temas, para pertrecharles del materialismo dialéctico, siempre habrá que hacer más esfuerzos por crear la visión atea y materialista del mundo con el elemento que arrastre la herencia religiosa de la vieja sociedad. Esto lo veremos más adelante al ver cómo trata Lenin la cuestión entre partido y religión.
Históricamente ha habido varios movimientos a los que les era imposible renunciar a sus dogmas religiosos y a su visión idealista del mundo, pero que a su vez tenían un hondo sentido de justicia, la igualdad, etc. Estos han intentado hilar la lucha de clases y la religión, creando una nueva doctrina, es el caso de la «teología de la liberación» [1].
Vale aclarar que la «teología de la liberación», que aunque intentó beber del marxismo-leninismo, no logró adaptarse a la esencia del mismo, tampoco logró penetrarlo por las contradicciones intrínsecas entre marxismo y religión ya descritas.
Esta corriente ha de ser considerada el punto de partida de estas deformaciones hoy en desarrollo en los procesos latinoamericanos.
Esta intoxicación religiosa explica en parte el asistencialismo con tintes caritativos desarrollada en el marco económico de los países bajo la influencia del «socialismo del siglo XXI», que si bien alivian en parte la carga que han de soportar las clases que venden su fuerza de trabajo, no cambia el régimen capitalista, sólo lo disfraza bajo el manto de la caridad; similar función puede realizar el «Estado del bienestar» en cuanto a la repartición de migajas y la no resolución de los problemas de raíz.
Nunca se debe dejar de denunciar que los partidos que defienden los fundamentos teóricos del «socialismo del siglo XXI» apuesten por la unión y fusión ideológica con la religión. En ese sentido es conocida desde tiempos ya lejanos la perorata liberal sobre la libertad de conciencia, intentando con ello negar al partido su deber inquebrantable en este campo ideológico: luchar contra la reacción religiosa desde la educación de las masas.
Para el marxismo-leninismo la libertad es conciencia de la realidad objetiva, sus necesidades, sus posibilidades. Al contrario que el idealismo que considera que la libertad es inherente a la condición humana, en tanto la realidad es incognoscible; el materialismo dialéctico entiende que la libertad no es innata, sino que se ha de desarrollar en la medida de que se va interactuando con el momento histórico concreto, en la medida en que se va adquiriendo conciencia de las necesidad; es decir, la libertad no puede existir si el sujeto, o los sujetos, no tienen conciencia de la necesidad como producto del desarrollo histórico.
Sin la conciencia de la necesidad la libertad se convierte en una actividad meramente subjetiva. Marx luchó toda su vida contra el liberalismo, contra la libertad de conciencia religiosa que quiere establecer una paz duradera con el oscurantismo:
«¡Libertad de conciencia!» Si, en estos tiempos de lucha cultural se quería recordar al liberalismo sus viejas consignas, sólo podía hacerse, naturalmente, de este modo: todo el mundo tiene derecho a satisfacer sus necesidades físicas, sin que la policía tenga que meter las narices en ello. Pero el Partido Obrero, aprovechando la ocasión, tenía que haber expresado aquí su convicción de que «la libertad de conciencia» burguesa se limita a tolerar cualquier género de libertad de conciencia religiosa, mientras que él aspira, por el contrario, a liberar la conciencia de todo fantasma religioso». (Karl Marx; Crítica del Programa de Gotha, 1875)
Y como nos recuerda el albanés Enver Hoxha refiriéndose a Friedrich Engels, la religión es parte de las «constituciones establecidas por las clases vencedoras», eso debe de ser recordado sobre todo en el ámbito en que se desarrolla el «socialismo del siglo XXI», un continente donde –como muchos otros– se impuso el cristianismo a sangre y fuego –en un silenciado genocidio–.
Del mismo modo se hace referencia a veces a la influencia de la religión en el orden socio-económico existente, y lo presentan como algo, que constituye la propia estructura de dicha sociedad, esto es profundamente anticientífico, elevar la superestructura –como es la religión– como más influyente que la propia estructura económica es antimarxista.
Más de uno sabrá que Roma como sociedad esclavista se empapó más y más en el cristianismo por la «epifanía» cristiana sufrida antes de una batalla por el emperador romano Constantino I, con las consecuencias que eso engendraría al Imperio Romano y sus sucesores de creencia cristiana; pero la estructura económica romana ya estaba predeterminada antes de la llegada del cristianismo, fue la acción subjetiva de Constantino como «vencedor» de la guerra civil romana quién impuso esa influencia que se amoldaría a la estructura y «dejaría huella», pero tampoco llegaría a cambiar dicha estructura económica, que era la base. Además ha de tenerse en cuenta, que el cristianismo, no era más que reflejo de otras religiones más antiguas que se desarrollaron paralelamente en la sociedad romana y las sociedades predecesoras, por lo que su religión –superestructura– no era algo que escapara a la estructura de las sociedades romanas y de otras sociedades precedentes:
«Engels nos aclara que, en último análisis, el factor más importante, el factor decisivo en la historia es la «producción y la reproducción» de la vida real. Esto debe ser bien entendido, nos enseña, es decir, la economía es la base, pero no el único factor determinante, ya que existen asimismo otros elementos, como son las formas políticas de la lucha de clases y sus resultados, las constituciones establecidas por las clases vencedoras, las formas jurídicas, las concepciones religiosas, las diversas teorías políticas, etc.
Todo esto influencia con su acción y naturalmente deja huellas. Hay, pues —dice Engels—, acción y reacción de todos estos factores, pero entre ellos resalta, se destaca e influye el factor económico». (Enver Hoxha; Estudiemos la teoría marxista-leninista en estrecho enlace con la práctica revolucionaria, 1970)
En definitiva, la religión no es más que un cumulo de ideas, dogmas, creencias, leyendas y cuentos populares que se condensan en un todo mítico cuyos orígenes se remontan a la prehistoria. La realidad la deposita en lo abstracto en donde la verdad, toda la verdad, es revelada por un ente incognoscible, en ellas el «poder pastoral» es el instrumento de dominación final de la sociedad, y se ejerce a través de la manipulación de los sentimientos –amarillismo– razón por la que es útil al poder.
Digamos que en esencia son intentos de comprensión del entorno surgidos en el seno de sociedades esclavistas de la edad de piedra, incluso anteriores a ella, que se caracteriza por el sincretismo endogámico –plagio de ideas entre ellas– mutabilidad y adaptación a las transformaciones ocurridas en las sociedades humanas, una derivación de la intoxicación de los valores culturales sociales y el «sentido común» que le es inherente, muy pronunciado desde el desarrollo del pensamiento científico basado en la objetividad. Las religiones paralizan el pensamiento crítico, y lo someten a la voluntad de lo «sagrado».
Por ello con toda razón Enver Hoxha sentenció para la posteridad:
«La lucha contra la ideología religiosa está estrechamente relacionada con la lucha contra el imperialismo y el revisionismo, con la lucha por el socialismo y el comunismo». (Enver Hoxha; Como se debe comprender y combatir el cerco imperialista-revisionista de nuestro país y el efecto de su presión sobre nosotros, 1973) (
Equipo de Bitácora (M-L);
El revisionismo del «socialismo del siglo XXI», 2013)
Notas
[1] Es un conjunto de ideas de justificación «teosóficas» surgidas en el seno de la iglesia católica, entre los jesuitas, se trata de un intento por hacer del cristianismo una respuesta más tangible para los desposeídos en los planos políticos, económicos y sociales. Entiende a la pobreza como un pecado social en el que hay ejecutores y víctimas.
Se caracteriza por adolecer de una estructura ideológica propia que considerar; y podemos asumir que es el resultado de la mezcla de dos corrientes filosóficas completamente contrapuestas: por un lado el idealismo propio de las religiones judeocristianas encarnado en la caridad elemental, y del otro el materialismo dialéctico como fuente de las ideas más avanzadas de emancipación social.
En algún momento, ante las contradicción elemental entre el idealismo y materialismo filosófico, así como la interacción con los movimientos emancipadores latinoamericanos, los militantes de la teología de la liberación abrazaron al marxismo-leninismo; y cuando se produjo el colapso del bloque migraron al postmodernismo neoliberal, con poquísimas excepciones, lo que demostró lo ya referido, la carencia de bases ideológicas firmes y propias.
http://bitacoramarxistaleninista.blogspot.com/2015/05/el-neo-socialismo-cristiano-equipo-de.html