Psicología/Valeria Sabater
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Cuando uno descubre por fin lo que hay más allá de la fronteras del miedo, del “tú no puedes” o del “tú no sabes” que nos inculcaron otros, nada puede detenernos. Porque la aventura de ser uno mismo en un mundo que se esfuerza cada día en que no lo consigamos, es sin duda el mejor de los logros.
Si pensamos en ello durante un momento, nos daremos cuenta de que vivimos en una sociedad que funciona a base de etiquetas. Es un mecanismo dañino para clasificar a las personas, para delimitarlas y alejarlas a su vez de su propia esencia. Su propia identidad. Lo peor de todo ello es que es algo que vivimos cada día en las escuelas, en los entornos laborales e incluso en nuestros núcleos familiares.
► Es mejor ser uno mismo que una mala copia de alguien más.
Es necesario que nos liberemos no solo de las “costras” de dichas etiquetas y de las atribuciones que otros han creado para nosotros. Para descubrir aquello que somos, para tocar con los dedos la grandeza que acontece en nuestro interior, hay que atreverse, hay que derrumbar los muros del miedo y la indecisión.
Porque la felicidad de ser uno mismo no aparece porque sí, es una lucha constante, un camino que se crea cada día avanzando más allá de la línea del miedo.
Cuando uno descubre que puede decidir
“Para ser feliz hay que tomar decisiones”. Seguro que has oído esta frase más de una vez, pero…¿lo ponemos en práctica realmente? Para entender un poco mejor esta cuestión recordemos un instante de la novela “Alicia en el País de las Maravillas”, de Lewis Carroll. Estamos seguros de que te va a invitar a una sencilla reflexión.
En un momento dado, Alicia le hace la siguiente pregunta al gato de Chesire: “¿Podrías decirme, por favor, qué camino debo tomar para salir de aquí?”, a lo que el gato responde: “Eso depende del sitio al que quieras llegar”, “La verdad es que no me importa mucho”, indica Alicia. A lo cual, el gato de Chesire le responde lo siguiente “Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes”.
¿Qué enseñanza obtenemos de esto?
Para ser nosotros mismos debemos ser congruentes en las decisiones que tomamos. Porque en un mundo en el que existen ilimitadas posibilidades hay que tener claras nuestras prioridades. De lo contrario, lo más probable es que nos acabemos perdiendo.
Para conseguirlo, vale la pena poner en marcha los siguientes mecanismos:
Las expectativas que los demás tienen sobre nosotros nos determinan muchas veces sobre los caminos que debemos tomar Se “apropian” de pedacitos de nuestra vida hasta dejarnos sin voz ni voto. No lo permitas, descubre cuáles son tus prioridades y reclámalas, lucha por ellas. Puedes y debes decidir por ti mismo.
Decir “NO” a los demás cuando así lo creemos necesario, no es un acto de egoísmo, es un acto de autorrespeto, de necesidad vital. Quien descubre el valor de dar una negativa a tiempo se libera de increíbles pesos que vetaban la entrada a muchos de esos sendero soñados.
Si no sabes aún cuál es tu camino vital atiende a tus valores (a los tuyos y a los de nadie más) y escucha a tu corazón (al tuyo y de nadie más). Las palabras que te revelen serán la brújula en tus mapas personales del día a día.
Todo aquello que puedes hacer
Pasamos gran parte de nuestra vida rodeados de juicios de valor. Esos que nos “dejan caer de forma gratuita” en nuestros contextos laborales, en nuestros círculos de amistad e incluso, por qué no, nuestras parejas. Tampoco podemos olvidar el ámbito familiar: padres y madres que etiquetan a sus hijos y programan sus futuros en base a determinados juicios de valor, en ocasiones, poco acertados.
► “Nunca es demasiado pronto ni demasiado tarde para que uno se ocupe de su propia alma”
-Epicuro-
Más tarde entramos en el complejo mundo educativo donde se nos juzga por notas y rendimiento, pero nunca por ese mundo interior que va más allá de las estructuras establecidas, esas que se empeñan cada día en decirnos lo que debemos hacer de acuerdo a lo que se espera de nosotros. Porque si has sacado un “4” en matemáticas, ni se te ocurra ser ingeniero.
Muchos de nosotros crecemos dando una gran importancia a la opinión de los demás, tanto, que poco a poco creamos unas barreras defensivas y una zona de confort en la cual instalarnos, para poder seguir así esos parámetros que los demás han creado para nosotros.
Carl R. Rogers, célebre psicólogo humanista, nos indicaba que no hay nada más desesperante que intentar ser lo que otros esperan, dejando de ser lo que uno desea. Es una incongruencia vital que nos enferma y nos apaga. Por ello, valdría la pena pensar unos instantes en las siguientes ideas.
Nadie descubre lo que es hasta que se da cuenta de todo lo que puede hacer, pero para ello, es necesario propiciar nuestras propias oportunidades. Atrévete por ejemplo a cambiar de escenarios, ponte a prueba y descubre hasta dónde puedes llegar.
Josh Billing fue un conocido humorista y escritor del siglo XIX que solía recomendar lo siguiente “sé como un sello, pégate a una cosa y no te detengas hasta que no llegues a tu destino”.
Esto mismo es lo que deberíamos poner en práctica. Así que no olvides encender la luz de tu autoestima, explorar todos los rincones de tu alma para recordar tus sueños y, por encima de todo, prestar más atención a tus necesidades.