PLUTÓN EN ACUARIO – Un viejo cuento asiático –

En las lejanas montañas que rodean una pequeña aldea cuyo nombre quedó olvidado, donde el bambú se balancea en armonía con el viento, un anciano sabio reunió a los aldeanos para compartir una historia sobre los tiempos cambiantes. Habló del Dragón de la Transformación, cuyo nombre era Plutón, que se aventuraba en el Reino de Acuario, el Portador de Agua y el Guardián de la Mente Colectiva. La voz del anciano fluía como el arroyo que alimentaba los arrozales de los valles, llena de sabiduría y de parábolas para quienes desearan escuchar.

El anciano dijo: «En los días por venir, el Dragón de la Transformación despertará los vientos que agitan los corazones de todos. Este Dragón ha dejado los bosques de Capricornio, donde reformó las estructuras del poder, y puso en evidencia, la oscuridad que se escondía de muchas de ellas y ahora se eleva hacia los vastos cielos abiertos de Acuario, buscando no a unos pocos, sino a los muchos. En su aliento yace tanto la destrucción como el renacimiento, y soplará sobre el Árbol de la Unidad, el antiguo árbol bajo el cual todos los seres se congregaban al que ahora les cuesta acudir.»

El anciano contó la historia de una bandada de gorriones que, durante muchos años, seguía el mismo camino a través del cielo. Volaban juntos por costumbre, uno detrás del otro, sin cuestionarse, sin buscar otro rumbo. Pero cuando la sombra del Dragón pasó sobre ellos, el aire cambió. Los gorriones encontraron que sus alas ya no latían al mismo ritmo de antes. Algunos deseaban volar a nuevas tierras, mientras que otros temían lo desconocido. Surgió una gran tormenta entre ellos—una tormenta no de viento y lluvia, sino de ideas y deseos. Cada canto de gorrión se volvió más fuerte, cada voz insistiendo en su propia verdad. Y así, los viejos patrones de su vuelo se disolvieron.

El anciano hizo una pausa, y luego habló del Fabricante de Faroles, un humilde artesano que vivía en una aldea distante. Pasaba sus días haciendo faroles para aquellos que viajaban a través de la oscuridad. La gente amaba su trabajo, porque cada farol era único, iluminando su camino en la noche. Cuando el Dragón entró en Acuario, el Fabricante de Faroles vio cómo el mundo cambiaba a su alrededor—la gente ya no buscaba sus faroles, pues habían descubierto una nueva luz: una luz que nacía de la unión de sus propias manos y mentes, una luz que no requería aceite ni mecha, sino que nacía de su ingenio colectivo.

El anciano explicó que Plutón en Acuario trae el poder de los muchos y desafía las viejas formas. Los faroles de ayer, una vez apreciados, podrían ya no tener el mismo valor. En cambio, la gente aprendería a crear su propia luz, juntos. Pero esta nueva luz, nacida de su esfuerzo colectivo, también contenía un peligro: una luz tan poderosa que podría cegar, si caía en manos de quienes buscaban el control. El Fabricante de Faroles se dio cuenta de que su oficio no estaba obsoleto, sino que necesitaba transformarse. Comenzó a enseñar a los aldeanos cómo usar su luz sabiamente, cómo asegurarse de que calentara sin quemar, cómo revelarla sin cegar.

«El Dragón», dijo el anciano, «pondrá a prueba el corazón de la humanidad. Traerá maravillas, tecnologías que conectan cada mente, ideas que prometen libertad, pero que podrían encadenar si no se manejan con cuidado. Así como los gorriones tuvieron que aprender a volar libremente pero juntos, la humanidad debe aprender el equilibrio entre la libertad individual y la responsabilidad colectiva. Cada uno debe convertirse en portador de su propio farol, pero también en guardián de la luz para los demás.»

Los aldeanos escuchaban, imaginando los años venideros: la desintegración de las viejas torres, donde unos pocos gobernaban desde arriba, y la construcción de puentes que conectaban a cada alma con otra. El anciano sonrió suavemente y continuó: «Habrá quienes se resistan, quienes deseen los antiguos modos donde el poder residía en manos de unos pocos. Y habrá quienes busquen romper todos los lazos, ser libres sin considerar a los demás. Pero el verdadero camino a seguir es como el bosque de bambú—cada tallo erguido, pero doblándose juntos en el viento, arraigados a la tierra que los nutre a todos.»

El anciano terminó con una última parábola: «Cuidado con la ilusión del poder. El Dragón en Acuario puede traer una tormenta, una tormenta de ideas, de nuevas formas de vivir, de rebelión contra lo que ya no sirve. Pero el verdadero poder no está en la tormenta en sí, ni en la fuerza de sus vientos. El verdadero poder está en el centro tranquilo, el espacio donde la verdad de cada persona puede ser escuchada, donde cada gorrión encuentra su propio camino en el cielo, pero ninguno vuela solo.»

Mientras la voz del anciano se desvanecía, los aldeanos inclinaron sus cabezas, comprendiendo que los próximos veinte años traerían tanto desafíos como oportunidades. Necesitarían encontrar nuevas formas de ser, de conectar, y de compartir el poder. Y, sobre todo, tendrían que recordar que, como el bambú, su fortaleza no residía en la resistencia, sino en la Adaptabilidad y la Unidad.

PLUTÓN EN ACUARIO – Un viejo cuento asiático –

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