Hay quien señala que el mundo se distingue entre personas emocionales y personas racionales. Es más, si hay algo que nos gusta es situarnos en una categoría y atribuir nuestro modo de comportarnos, de reaccionar y de vivir a ese gradiente donde, o bien mandan las emociones o lidera la lógica y la razón. Sin embargo… ¿hacemos bien al establecer esta polarización?
La respuesta es «no». Las emociones, aunque nos sorprenda, están detrás de todas y cada una de nuestras acciones y también, tras cualquier proceso mental. Toda decisión, toda actuación en apariencia lógica y racional tiene detrás un componente emocional, y que esto sea así es algo normal y esperable por un hecho muy concreto: nuestro cerebro es un órgano emocional que en un momento dado de nuestra evolución, empezó a razonar de manera más sofisticada.
Es imposible separar razón de emoción porque las estructuras neurales que median en cada uno de nuestros comportamientos y decisiones hacen uso de ambas esferas. Somos lo que pensamos, pero por encima de todo, somos lo que sentimos. Ahora bien, es cierto que hay personas más impulsivas que otras, hombres y mujeres que se dejan guiar más por la intuición que por esa decisión más meditada y consensuada con un largo ejercicio de reflexión.
Sea como sea, debemos tenerlo claro, la emoción no se puede excluir de ningún comportamiento. Por tanto, no hay nadie en este mundo que camine por la vida exento de alegría, miedo, angustia, pasión, asco o vergüenza… Veamos más datos a continuación.
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