La operación Trump está tremendamente calculada por el sistema desde hace décadas.
¿Que haría usted si fuese un criminal, si su manera de actuar estuviese definida por el crimen, por la corrupción, por la amoralidad, por la violencia? Muy sencillo. Buscaría a otro tan criminal como usted y lo colocaría en escena para que atrayese las miradas y desviase parte de las que se dirigen a su persona. Y mejor todavía si se trata de otro tipo de criminalidad, de otro tipo de corrupción, de otro tipo de obscenidad. Tapar una obscenidad con otra obscenidad. Ofrecer una obscenidad alternativa a la obscenidad del sistema. Eso es lo que estamos viendo hoy con el culebrón Clinton-Trump.
Pero también estamos viendo algo mucho más preocupante, que es que estas dos obscenidades de distinto cuño están también ahí, en la escena, en el teatro de la política, para enmascarar una obscenidad aún más mayúscula, que es que vivimos en un sistema de guerra, y ahora toca guerra sí o sí.De lo que se trata en esta farsa entre Hillary Clinton y Donald Trump es precisamente de esto. El imperio atlantista-sionista se resquebraja, hace aguas por los cuatro costados. En los próximos meses y años vamos a ver sí o sí transformaciones radicales en el orden global, probablemente con conflictos regionales muy importantes, si no una guerra mundial a gran escala. Voilà la obscenidad que tratan de esconder las otras dos obscenidades.En estas circunstancias el Imperio Atlantista-sionista sabe que una gran parte de la mierda que hasta ahora ha conseguido esconder debajo de la alfombra no tiene más remedio que aparecer entre todas las fisuras del sistema. De manera que las élites atlantistas-sionistas que hoy controlan Occidente, por más que entre ellas también haya muchas fisuras, han planeado el culebrón Clinton-Trump para sacar a la luz esta trinidad de obscenidades, que se sostienen unas a otras, porque en definitiva son tres «caras» de la misma moneda. Sí, las monedas tienen tres «caras»: la cara, la cruz y el canto.
El Imperio ha funcionado, como hacen todos los imperios, en base a la criminalidad, a la violencia, a la coacción, a la hipocresía, a la mentira, a la alegalidad y la amoralidad. Y ahora estamos viendo cómo todo esto aparece de una manera cada vez más evidente y más obscena ante el público. De hecho, que estén saliendo a la luz tantas verdades, tan obscenas, tan variadas y a un ritmo tan trepidante es también parte del guión. Es para que no podamos digerirlas. Para que nos atragantemos. Para que digamos: «¡Basta! ¡No quiero saber más!»
En el hollycapitalismo todo es una gran película y si usted quiere entender la realidad lo que le recomendamos es que se siente tranquilamente en el sofá y observe, con palomitas o helado o chocolate o cerveza o lo que usted prefiera, y observe la realidad como si fuese una película de Hollywood, analice el guión y los personajes y la puesta en escena y los simbolismos varios y las referencias culturales. Así entenderá mucho mejor la llamada ‘realidad’.
Que esté saliendo tanta mierda de debajo de la alfombra no es ninguna buena señal. Sabemos que el poder-religión consiste en eso, pero preferimos que se quede debajo de la alfombra y seguir viviendo mal que bien lo más lejos posible de las élites que lo ostentan. Pero cuando el poder-religión no consigue esconder la criminalidad que le es consustancial, cuando el teatro del poder-religión se vuelve cada vez más pornográfico y más sádico, entonces hay que agarrarse fuerte porque vienen curvas.
La ob-scenidad es por definición lo que debe quedar fuera de escena. De manera que cuando caen los decorados y ya no hay escenario, porque vemos lo que este ocultaba, hay que preocuparse también, porque ha llegado el fin de la función. El sistema funciona como los machitos que salen por la noche a ligar y que se van mamando con alcohol y drogas, sin darse cuenta de que el tiempo está pasando. Y cuando llega el final de la noche encienden las luces de la discoteca y les dicen que tienen que cerrar. Y se dan cuenta de que no han ligado y se ponen agresivos. Y como no pueden irse con una chica al coche se pelean con otro que está en las mismas circunstancias. Solo que en lugar de ser blanco es negro o en lugar de ser cristiano es musulmán o en lugar de hablar inglés habla suajili.
Que la escena coincida con la obscenidad pone de manifiesto que el sistema se está agotando y que cada vez quedan menos cartuchos que utilizar. O en otras palabras, que estamos cada vez más cerca de que las élites que ostentan el verdadero poder en la sombra pateen el tablero, como dice Adrián Salbuchi, y desencadenen una guerra mundial. Porque una vez que estemos en una Tercera Guerra Mundial lo demás pasará a un segundo término.
En otras palabras, las dos obscenidades, la de Clinton y la de Trump están subiendo el tono de la función, preparando al espectador para el acto final en el que aparecerá la obscenidad con mayúsculas: el deux ex machina.
Por todo lo que decimos el simbolismo de las columnas masónicas es tan importante, tan central. Porque son el umbral que da acceso al templo del poder-religión, al santa sanctorum en el que se esconde la obscenidad del sistema. Por eso el 9/11 es tan importante para comprender, también en términos simbólicos y rituales, la transición hegemónica que hoy estamos padeciendo. Y por todo lo que venimos diciendo quizás no sea una casualidad que el primer día del nuevo presidente o presidenta de EEUU será un 11/9. Del 11.09.2001 al 09.11.2016 hay por lo tanto una cierta simetría, una suerte de especularidad. Como si la primera fecha hubiese sido el inicio de algo que ahora está tocando a su fin.
Y es que, de todas las obscenidades estructurales del sistema, seguramente la más flagrante sea el terrorismo de estado encubierto, o mejor, el terrorismo de imperio encubierto. El 9/11 (2001) fue la bandera falsa por antonomasia, la madre de todas las banderas falsas, la constatación más evidente de que nos gobiernan criminales sin escrúpulos al servicio de una agenda de dominación global al margen de cualquier moralidad y legalidad. Pero el 9/11 también puede ser interpretado como el inicio de la primera fase de la Tercera Guerra Mundial, en la que hoy estamos metidos hasta el cuello. Pues bien, si nuestra interpretación es correcta, el 11/9 (2016) vendría a ser el cierre de esta primera fase y el inicio de la segunda. Adrián Salbuchi ha dicho algo parecido.
https://www.youtube.com/watch?v=7lzjdAJgCgw
El 9/11 (2001) fue el detonante de una serie de guerras en todo el mundo y el comienzo de la demolición de los Estados de derecho. Todo apunta a que el 11/9 (2016) va a marcar el desenmascaramiento de toda esta farsa. Estamos hablando en términos relativamente simbólicos. Esto significa que las fechas no deben ser tomadas con toda exactitud.
La obscenidad del modus operandi del Imperio de las últimas décadas va a aparecer a la luz más pronto que tarde. Esta es la obscenidad que encarna Clinton. Pero como decimos cuando ocurra ya no importará demasiado porque estaremos frente a una obscenidad todavía más importante: la de la guerra como trasfondo inherente e ineludible del sistema, la de que nuestro sistema es por encima de todo y antes que nada un sistema de guerra. Y como contrapunto de todo esto tenemos la obscenidad de Trump.
Clinton representa la obscenidad del terrorismo de imperio encubierto, y Trump representa la obscenidad del millonario. La primera encarna el modus operandi del hollycapitalismo y el segundo el del capitalismo clásico. Pero lo importante es entender que ambos son dos caras de la misma moneda. Y la tercera cara que las une es la alegalidad, la amoralidad, la violencia como único fundamento del sistema, a la que este tienen que recurrir tarde o temprano porque forma parte de su ser.
El 9/11 cayeron las dos columnas del templo masónico. Pero el humo sirvió durante más de una década para seguir escondiendo el santa sanctorum que se situa tras su umbral. Quince años después, el 11/9, las últimas cortinas de humo están a punto de diluirse por completo, y la realidad del sistema saldrá a la luz. Y entonces nos dirán entre líneas:
«Sí, vale, creamos Al Qaeda. Sí, vale, creamos al Estado Islámico. Sí, vale, Obama bin Laden era un agente de la CIA. Sí, vale, el 9/11 y el resto de atentados fueron banderas falsas orquestadas por nuestras agencias de inteligencia… Pero ahora hay cosas más urgentes de las que ocuparse: ¡estamos en la Tercera Guerra Mundial!»
Donald Trump está sirviendo para que este progresivo desenmascaramiento sea mas suave, está proporcionando otro tipo de obscenidad a la obscenidad imperial que representa Hillary Clinton. Está ofreciendo el contrapunto para que una obscenidad parezca menos obscena al lado de la otra. Pero cualquiera que observe la realidad como lo que es, una pura ficción, se estará dando cuenta de que todo está perfectamente calculado.
El personaje Trump lleva dos décadas esperando en el cajón hasta que se han dado las condiciones propicias para sacarlo a escena.
http://www.nytimes.com/politics/first-draft/2015/08/09/its-not-the-first-time-trump-has-flirted-with-a-third-party-run/?_r=0
En el episodio «Bart to the Future» (Bart al futuro, 19.03.2000) de Los Simpson, ya se hacía alusión a Trump como presidente. Pero entonces todavía no era su turno, así que le retrataron como a un líder que arruinaba el país.
https://www.youtube.com/watch?v=ZtparSnQhFc