Una IA metida a filosofa es como pedir a un mono poesía. Afortunadamente en las respuestas, se puede apreciar las grandes limitaciones que aún tiene la IA con respecto a la consciencia humana.
maestroviejo
Como muy probablemente algunos saben, en las últimas semanas la herramienta de inteligencia artificial ChatGPT ha llamado la atención de una buena cantidad de personas en todo el mundo.
En buena medida, dicho interés se debe a que ChatGPT, desarrollado por la empresa OpenAI, se ha presentado como el bot conversacional más sofisticado hasta la fecha o mejor afinado, pues es capaz de responder un espectro verdaderamente amplio de temas (incluso aquellos que el consenso contemporáneo considera sensibles) de una manera tan natural y bien redactada, que dichas respuestas bien podrían parecer haber sido elaboradas por un ser humano.
A propósito de su funcionamiento, cabe mencionar que, de hecho, la base de “conocimiento” de ChatGPT son por supuesto obras realizadas por seres humanos, desde libros y artículos de sitios web, hasta noticias en periódicos y al parecer también conversaciones sostenidas entre dos o más personas. Fue así como se desarrolló el algoritmo con el que el software se entrenó en la capacidad de entender una pregunta y formular una respuesta adecuada o satisfactoria para ésta.
En ese sentido, la fascinación reciente por ChatGPT sigue el linaje de las fantasías que algunos urdieron en el siglo XIX sobre una época ya permanente de libertad y regocijo que el uso de las máquinas provocaría inevitablemente. Todavía en 1932, en su Elogio a la ociosidad, Bertrand Russell aludió en su texto a la posibilidad de que las máquinas reducirían el tiempo que el ser humano dedicaba entonces al trabajo y que, por consecuencia, habría entonces tiempo suficiente para crear, para cultivar la mente y el espíritu, para dedicarse a los intereses más genuinos que se agitan en nuestro espíritu y, en suma, para ser felices y vivir de verdad. Por supuesto, casi cien años después de ese ensayo, ese anhelo tuvo un devenir diametralmente distinto. O, mejor dicho, en la misma inercia con que ya ocurría desde la Revolución Industrial.
Como sea, ChatGPT muestra sin duda una habilidad notable para ofrecer respuestas claras, fundamentadas (hasta cierto punto) y con una calidad aceptable de argumentación y redacción. No es casualidad que el software ya esté siendo usado por estudiantes de distintos grados para cumplir con la tareas que les piden sus maestros, aun cuando, vale la pena señalar ahora, el acercamiento que ChatGPT puede realizar a temas particularmente complejos es más bien superficial y hasta un tanto naïve.
Fue así como, para probar la herramienta, realizamos diez preguntas con inspiración filosófica y las cuales han sido recurrentes en la historia de la disciplina. Algunas de ellas son preguntas no necesariamente académicas, sino que incluso, en el espíritu más genuino de la filosofía, se pueden considerar patrimonio neto del ser humano, de cualquiera y de todas las épocas, de la persona a quien una mañana de pronto se le presentan las preguntas sobre el propósito de la existencia, por qué el mal existe o si el ser humano posee un alma.
Compartimos a continuación el resultado de esta prueba, con algunos datos adicionales como la extensión de la respuesta y el tiempo que ChatGPT tardó en formularla. Asimismo, al final añadimos una valoración final de éstas. Seguir leyendo 10 preguntas filosóficas para ChatGPT, el bot de conversación capaz de responder cualquier pregunta →