Una pregunta planteada encuentra su respuesta total cuando está plenamente disuelta en la lucidez silenciosa. Si la respuesta se limita a un pensamiento, contiene los gérmenes de un nuevo problema. Una cosa es realmente conocida cuando es usted «uno» con ella, cuando está totalmente disuelta en la conciencia unitiva; entonces, pierde su carácter distinto, deja de estar separada de usted. Nunca la podemos captar en una relación sujeto-objeto; se consume cuando hay identidad con ella y sólo subsiste su esencia con la cual usted es uno.
El conocedor último conoce al conocedor relativo, al yo empírico que reflexiona, capta, habla. Se le puede comparar con la luz que permite hacer visibles los objetos. La lucidez, la conciencia son necesarias antes de que haya conocimiento de un objeto que es continuamente cambiante y como último conocedor, estoy necesariamente fuera de este cambio. Si se deja impregnar por esta verdad, si deja que se presente a usted, se despertará a lo que realmente es, lo que siempre ha sido y lo que será eternamente: toda presencia.