Cuando por la pérdida de un ser querido, nos invade el dolor, la tristeza; los pensamientos llegan a un punto en que se pierde el deseo de vivir, parece imposible sentir el deseo de volver a reír. Sin embargo la vida no se detiene; ¡continua!
Todo nos obsesiona con que el tiempo pase, y ojalá fuese rápido. Nos encontramos en una situación que necesitamos entretenimiento, sea cual sea: paseos cine, televisión, deporte, etc., todo consiste en buscar horas entretenidos para escapar de algo; “algo” que no tenemos definido, sólo es cuestión personal, como un intento de olvidarnos de la realidad. Realmente en este mundo tan agitado en el cual nos ha tocado vivir, muchos decidimos “no pensar”, seguir esa línea que la vida nos marcó, dándonos una falsa y temporal sensación de paz, y auto creencia, que con el tiempo todo puede pasar.
Nos convertimos en infelices, intranquilos, grises, tristes, desmotivados, sin querer detenernos en la situación que nos ha tocado vivir. No queremos detenernos y pensar que no disponemos de tiempo necesario para reflexionar y enfrentarnos con nosotros mismos, recapitular y pensar, que es lo que debemos hacer. Justamente la vida se nos convierte en un drama, que nos obstruye la mente sin dejarnos decidir.
En la primera etapa, después de la tremenda desgracia, actuamos sin sentimiento de dolor, fríamente, casi como un robot. Ni una lágrima, ni un lamento. Son los días posteriores al trágico óbito, es decir no efectuamos ningún cambio de actitud. Nos predomina la confusión, convenciéndonos de ¡eso tenía que ser así! Pero pasa el tiempo; ese tiempo que ahora nos parece tremendamente lento, que no tiene fin, que no hay solución. Solo podemos permitirnos una sola cosa: “la aceptación”
En ese estado de ánimo en el cual nos encontramos oscila un ritmo vertiginoso, Pasamos de un dolor atroz a una rabia profunda, que no sabemos canalizar, mientras que a nuestro alrededor la vida sigue con sus banalidades y sus problemas cotidianos. Es cuando después de pasado un determinado tiempo, es importante trabajar con las emociones y el dolor de esa pérdida. Si, es algo terrible; toda una vida juntos y ahora pienso que no pudimos decirnos ni adiós.
Es difícil determinar cuando acaba el dolor. Podríamos decir que termina cuando los sentimientos y estados afectivos de la persona vienen determinado por lo que pasa en nuestra vida cotidiana. Aunque por mucho que tratemos, los efectos de esa pérdida, siempre estarán ahí sobre nuestras creencias, por mucho que queramos disuadirlos.
Nunca deberíamos olvidarnos de algo tan importante como es “decidir” Eso, solo uno lo puedes efectuar. En estos casos debemos decidir cambiar. De ahí dependen los resultados de nuestra vida. Vivir una vida sin sentido, sin ilusión, sin norte es demasiado triste. Ya la vida se encargará de ponerla aún peor.
No desearía terminar tan catastrofista, sólo hacernos ver que todos deberíamos tener la valentía de lanzarnos a las aguas profunda de nuestro ser interior y descubrir ese gran tesoro que hay en cada uno de nosotros. Puesto que lo más increíble es que siempre nos sorprenderemos, al descubrir lo maravilloso que es el ser humano que llevamos dentro.
Meditación: Sé que llegará el día en que nos veamos nuevamente y te tendré preparado un gigante regalo de amor, para compensar los cumpleaños que no estuvimos juntos.
¡¡Cuánto te he querido!!
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