La muerte infantil sin llanto: la leche en polvo de papá Nestlé.

«Lo que se les ha quitado a estas mujeres es su creencia en su capacidad de dar: «no tenemos nada que dar a nuestros hijos». Y así se cierra el ciclo de la dependencia económica. Del terreno autónomo al supermercado y del pecho autónomo a la leche en polvo enlatado: la estafa es total. Y sus consecuencias son mortales, ni más ni menos.»

 
«El nordeste de Brasil es, en la actualidad, la región más subdesarrollada del hemisferio occidental. Gigantesco campo de concentración para 30 millones de personas, padece hoy la herencia del monocultivo del azúcar. (…) Más de la mitad de los niños que nacen muere antes de llegar a los 10 años.» Eduardo Galeano, escritor.



Texto adaptado de la antropóloga médica Nancy Scheper-Hughes. «La muerte sin llanto» (1992)



«Existe una correlación directa y positiva entre lactancia materna y supervivencia infantil. Un estudio patrocinado por el gobierno de Sao Paulo descubrió que el 32% de los infantes alimentados con biberón estaban desnutridos, mientras que sólo lo estaba el 9% de los alimentados con leche materna.



Los niños alimentados con biberón están expuestos a la contaminación del agua al consumir preparados de leche en polvo, así como a los gérmenes que pueden haber en biberones, pañales, platos y cucharas sin esterilizar y a las carestías en el suministro y distribución de la leche en polvo.



Las evidencias son tan incuestionables que algunos gobiernos han acometido iniciativas para acabar con esta práctica de alimentar al bebé con biberón. En 1977, en Papúa Nueva Guinea se aprobó una legislación que marcaba la obligatoriedad de llevar recetas para comprar biberones y pañales de plástico. En 1980, el gobierno sandinista de Nicaragua puso en práctica reglamentos laborales que permitían a las madres amamantar a sus hijos en los puestos de trabajo y que restringían la venta de preparados de leche en polvo infantil.



A pesar de este tipo de medidas, en el tercer Mundo, a cada generación que pasa hay menos madres que dan de mamar a los hijos, especialmente donde el trabajo asalariado para las mujeres son incompatibles con el amamantamiento. En Brasil, el abandono a la lactancia materna ha sido vertiginoso: del 96% a menos del 40%.



La comida infantil básica, el mingau (mezcla de leche en polvo, harina de mandioca, azúcar y agua), lo recibe el recién nacido ya en el segundo día de vida. El calostro maternal se menosprecia como una sustancia «sucia». No es extraño que haya tantos recién nacidos que no muestren interés por el pecho cuando les es ofrecido. En poco tiempo, la leche maternal «falla». A los niños del Alto do cruzeiro (Cerro del Crucifijo) no se les pone el pecho bastante rato, o lo bastante hambrientos, después del mingau. Las mujeres no favorecen la secreción de leche y ven un descenso gradual en su leche. Las madres de la favela, como tantas mujeres en otras partes del mundo, explican que no dan de mamar a sus hijos porque no tienen «suficiente leche».



– «Es fácil para ti decir que deberíamos amamantar a nuestros bebés pero, mira esto, nuestros niños pueden chupar y chupar y lo único que vana  sacar de aquí es sangre o pus»



 
– «Y por qué?»



 
– «Porque estamos totalmente debilitadas, desgastadas, acabadas. No tenemos nada que dar a nuestros hijos, ni siquiera nuestra propia leche.»



Era inútil intentar convencer a las mujeres de que la leche de sus pechos era tan buena como cualquier otra. Oí a decenas de mujeres decir que estaba «mala», salada, infectada, acuosa…, como una poderosa metáfora que habla de la escasez y aspereza de sus vidas de mujeres.



La compra semanal de una lata de cuatrocientos gramos de leche en polvo constituye una preocupación constante en el Alto do Cruzeiro. Es el más caro de los productos alimenticios, una quinta parte del ingreso familiar. Existe la creencia de que es necesario dar al recién nacido un buen comienzo en la vida usando el más caro y especializado de Nestlé, Nestogeno, fácilmente reconocible por su etiqueta púrpura brillante con un bebé gordo durmiendo placidamente.



Existen muchos tipos de latas y cajas de leche en polvo, una mañana pude contar hasta once variedades diferentes, la gran mayoría de Nestlé. Llegaba a ocupar un pasillo entero del supermercado. Es una lástima que las mujeres analfabetas no puedan leer las diminutas advertencias impresas en la etiqueta (una concesión de la empresa para poner fin al boicot de 1978):



«Antes de consumir esta leche, asegúrese de consultar con su médico»



«Los preparados de leche en polvo sólo deben administrarse a niños sanos»



«La leche de la madre es la mejor leche para los niños»



«No olvide sostener a su bebé mientras lo alimenta»



«No mezcle este preparado sin hervir antes el agua»



«No prepare más de un biberón de leche a la vez si no dispone de refrigeración»



En cualquier caso, aquí la mayoría de las advertencias están fuera de lugar. ¿Qué mujer tiene refrigeración en el Alto? ¿Qué madre puede asesorarse con un médico antes de preparar el mingau? ¿Quién puede permitirse hervir el agua, cómo va una madre a sostener a su bebé cada vez que come si cuando se va a trabajar lo tiene que dejar en una hamaca?



Las mujeres del alto reconocen que no todos los niños toleran el mingau, y cuando se produce las primeras diarreas y vómitos, experimentan con otros tipos de mingau, pero nunca se le da el pecho como alternativa. Los bebés se mueren de una inercia debilitadora, diarreica y deshidratadora, la plaga comerciogénica de la actual generación de bebés del Alto.



La generación más vieja de mujeres criaban a sus hijos en plantaciones donde el amamantamiento y el trabajo no resultaban tan incompatibles y donde abundaba la leche de vaca. A mediados de los sesenta, el programa deComida para la Paz de Estados Unidos distribuía gratuitamente leche en polvo. Pero las mujeres se mostraban recelosas, pensaban que estaban hechas de «plantas» (quizás querían decir de soja), algunas decían que estaba hecha con cal, y los comunistas decían que estaba hecha con huesos de niños molidos. Las mujeres me hicieron saber que producía diarreas, vómitos y ceguera en sus hijos. Mucho después supe de la «ceguera nocturna», generada por una deficiencia de vitamina A en los bebés que se han alimentado exclusivamente con preparados hechos de leche desnatada en polvo. Quizás los comunistas no estuviesen tan desencaminados. El programa de Comida para la Paz acabó por fomentar entre la población una dependencia a la leche en polvo que después sería aprovechada por Nestlé y otras compañías.



Pero ¿por qué abandonaron las mujeres del Alto su resistencia inicial a la

leche en polvo? ¿Cómo se han convertido en ávidas consumidoras de un producto que no necesitan, que no pueden permitirse comprar y que contribuye a la muerte de sus hijos? Seguramente no es lo mejor preguntar a una mujer pobre que está al frente de una familia con cuatro o más hijos dependientes, además del bebé, cuales son sus opciones o preferencias de alimentación infantil. Si «prefiere» vivir, tendrá que trabajar, y el biberón es laúnica «elección» posible. Esos científicos sociales y antropólogos que abogan por la libre elección de las mujeres fomentan una noción burguesa de libertad que pasa por alto la coacción a la que se ven sometidas las vidas de las mujeres. Sus elecciones no se dan en una especie de vacuo de libre mercado, sino en un contexto más amplio de «necesidad».



La negra Irene daba el pecho a sus hijos hasta que volvía a trabajar. Sus «patroas» nunca le hubieran dejado entrar en casa si hubiesen llegado a sospechar que ella estaba lactando. «Dá nojo!» (da asco) exclamaba. No podía correr el riesgo de que de repente se mojase la blusa, mientras servía una comida familiar. «Haría que todos perdiesen el apetito»



En la transición de la agricultura de semisubsistencia al trabajo asalariado, la comida que crecía en el propio roçado (terreno) también pasó a una mercancía empaquetada.



Por otra parte, en las relaciones entre sexos se producen cambios radicales que acaban fomentando el biberón.



Mientras trataba de instruir a una joven madre en el delicado arte de dar el pecho, la chica no pudo contenerse su alegría al mostrarme el regalo de una persona «especial». Se me puso la cara larga cuando vi que se trataba no de una, sino de varias latas de Nestogeno de Nestlé. El padre de la criatura había aparecido, y las bonitas latas simbolizaban en nuevo certificado de nacimiento y la prueba de que ella también era reclamada. Una madre que amamanta a sus hijos se interpreta como un síntoma de que o bien es una mujer abandonada o que su marido no la provee ni a ella ni a su prole.También puede significar que el marido ya no está sexualmente deseoso del cuerpo de su mujer, dejando que sus tetas se arruinen. La definición de padre en el Alto do Cruzeiro corresponde al hombre que llega una vez por semana con la prestigiosa lata de etiqueta purpurina de Nestlé.



Creo que dar el pecho no es más natural o menos cultural que cocinar, pero es una forma de praxis corporal. La incapacidad percibida de amamantar reafirma el deterioro, ya bastante acentuado, de valor interno, autoestima y autosuficiencia, todo lo cual lo encarna el acto autónomo de dar el pecho a un recién nacido. Lo que se les ha quitado a estas mujeres es su creencia en su capacidad de dar: «no tenemos nada que dar a nuestros hijos».

Y así se cierra el ciclo de la dependencia económica. Del roçado autónomo al supermercado y del pecho autónomo al Nestogeno enlatado: la estafa es total.
Y sus consecuencias son mortales, ni más ni menos.»

(Dice Scheper-Hughes en un escrito más actual: «Hoy en día, las mujeres jóvenes del Alto pueden esperar a dar a luz a tres o menos niños, para ver que todos ellos viven por lo menos hasta la adolescencia. En 2001 en Timbaúba, los nacimientos infantiles habían disminuido de manera tan precipitada que parecía una huelga reproductiva de los trabajadores. En lugar de los más de 200 niños y menores de mortalidad anual de la década de 1980, a partir de la década de 1990 había menos de 50 muertes infantiles registradas por año.» http://www.naturalhistorymag.com/features/282558/no-more-angel-babies-on-the-alto-do-cruzeiro)

La leche materna era algo prohibitivo, por los propietarios de las plantaciones de azúcar y por las patroas burguesas (dueñas de la casa) para quienes las mujeres del Alto tenían que lavar y limpiar la ropa, cocinar y servir comidas. Hoy en día, ya no existen esos puestos de trabajo.)
LIBRO COMPLETO: http://www.academia.edu/4050809/scheper_hughes_la_muerte_sin_llanto
http://unaantropologaenlaluna.blogspot.com.es/2014/09/la-muerte-infantil-sin-llanto-la-leche.html

Un comentario en “La muerte infantil sin llanto: la leche en polvo de papá Nestlé.

  1. La leche materna es la mejor, afortunadamente, aquí en Argentina, casi todas las nuevas mamás amamantan, fueron décadas de no hacerlo, pero ahora gracias a hacer tanto incapié al respecto, casi no se ven los biberones. Incluso muchas que trabajan se la sacan y la conservan para dársela luego. Admirable.

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