Desde hace algunas décadas la física cuántica y la astrofísica renovaron su interés en la llamada teoría del multiverso, una hipótesis que, en términos generales, propone que el universo es en realidad todos los universos, que una partícula es simultáneamente todas las partículas (con todos sus posibles estados) y que si no lo experimentamos de ese modo y, por el contrario, nuestra experiencia de la realidad es histórica, unívoca, es a causa de nuestra acción sobre el universo, la cual lo modifica de modo tal que nos permite experimentar sólo una de esas posibilidades.
Curiosamente, la ciencia investiga algo que otros han especulado desde hace mucho más tiempo. Borges, por ejemplo, en “El jardín de senderos que se bifurcan”, tiene un fragmento que de pronto parecería sacado de un artículo especializado sobre universos paralelos. Escribe el argentino:
La explicación es obvia: El jardín de los senderos que se bifurcan es una imagen incompleta, pero no falsa, del universo tal como lo concebía Ts’ui Pên. A diferencia de Newton y de Schopenhauer, su antepasado no creía en un tiempo uniforme, absoluto. Creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas la posibilidades. No existimos en la mayoría de esos tiempos; en algunos existe usted y no yo; en otros, yo, no usted; en otros, los dos. En éste, que un favorable azar me depara, usted ha llegado a mi casa; en otro, usted, al atravesar el jardín, me ha encontrado muerto; en otro, yo digo estas mismas palabras, pero soy un error, un fantasma.
—En todos—articulé no sin un temblor—yo agradezco y venero su recreación del jardín de Ts’ui Pên.
—No en todos—murmuró con una sonrisa—. El tiempo se bifurca perpetuamente hacia innumerables futuros. En uno de ellos soy su enemigo.
Apenas un ejemplo de una vasta tradición especulativa que quizá tiene su origen en algo que podríamos llamar la “angustia de la elección”: si elegir algo significa, al mismo tiempo, descartar todas las otras posibilidades, marcadamente en nuestra vida subjetiva puede ser que ese mecanismo dé lugar a la angustia de no poder entrar a todas esas puertas que se cierran de golpe cuando elegimos sólo una. “¿Qué hubiera pasado si…?” es una pregunta que puede cifrar esa frustración de, como decíamos, experimentar la realidad históricamente, en instantes que se suceden y no en estados que ocurren simultáneamente.
Para continuar sobre esa reflexión, compartimos ahora un par de cortometrajes que retoman esta idea para desarrollarla visual y narrativamente.
El primero lleva por nombre A Truncated Story of Infinity y corrió bajo la dirección de Paul Trillo (2012), quien también escribió el guión, en buena medida gracias al libro The Hidden Reality, del físico teórico Brian Greene, entusiasta investigador de la teoría de cuerdas. En su corto, Trillo examina el hecho sin duda portentoso de que “no hay otro día más que este día”, una premisa sencilla y al mismo tiempo profundamente compleja cuando sus ramas comienzan a extenderse hacia todas las posibilidades que hay en ese día.
El otro corto, un tanto menos reciente, es una animación de Vincent Bierrewaerts estrenada en 2008. Ahí el motivo es sencillo: ¿Qué tanto puede hacer un desempleado más o menos desesperado cuando en la calle encuentra tirada una cartera llena de dinero? ¿Qué tanto, este hecho mínimo, podría cambiar su vida?
Pero entonces, ¿por qué, de entre todos los mundos, este? Leibniz, teólogo y matemático, diría que porque este es el mejor de los mundos posibles. Y no se trata de una respuesta tautológica: es el mejor porque es el que experimentamos. Otra forma de decir que este es el mundo sobre el cual nuestras acciones tienen y generan efectos.
http://pijamasurf.com/2014/09/el-mejor-de-los-mundos-posibles-dos-cortometrajes-sobre-las-posibilidades-infinitas-de-la-eleccion/
Wow… Que sorpresa tan agradable, VISUALIZAR estos cortos.
Gracias Maestro.