La historia de Álvaro es realmente muy dura, pero él ha sabido sacar de lo malo lo mejor. Mi conocido era taxista y se ganaba más o menos bien la vida, pero un día tuvo un accidente con el coche. El vehículo quedó destrozadoy él perdió una pierna, aunque como es un luchador, se acostumbró a la prótesis y salió adelante. El problema es que, aunque cobraba la pensión de invalidez, no tenía suficiente dinero para mantener el nivel de vida de cuando trabajaba. Por este motivo,él, su mujer y sus hijos se tuvieron que mudar a un barrio más pobre. Y, entonces, la tragedia volvió a golpearle. Un hijo se juntó con lo peor de aquel barrio y acabó cayendo en las drogas. Él y su esposa hicieron todo lo que estuvo en su mano para que su hijo se apartara de todo aquello, sin embargo, no hubo manera, fue cayendo en picado, llegó a cometer algunos robos y acabó detenido. Pasó un corto periodo en la cárcel, que no hizo más que agravar su problema. Intentaron ayudarle, estaban desesperados, pero no había nada que pudieran hacer. Al cabo de tres años de sufrimientos, el chico falleció a causa de una sobredosis.
Se quedaron destrozados. Álvaro, apenas hablaba, parecíaun muerto viviente, no podía asimilar lo que había ocurridoy era muy triste verle así. Hablaron de mudarse de barrio de nuevo, en parte, porque temían que los demás siguieran el camino de su hermano. Le dieron muchas vueltas y, finalmente, decidió que no lo iba a hacer. Dijo que alguien tenía que movilizarse para evitar que más niños acabaran convertidos en drogadictos y que como él no tenía que trabajar porque tenía la invalidez permanente, se iba a encargar de ello. Al principio, la verdad, nos dio un poco de miedosu decisión y lllegamos a pensar que, igual con la muerte de su hijo, había perdido la cabeza, pero nos equivocamos.
Álvaro, hablaba con los profesores de los colegios del barrio, les informaba de cuándo había camellos en la puerta de la escuela y de qué niños eran más vulnerables. Incluso, a veces, se ponía en contacto con los propios padres. Los profesores, al principio, pasaban, porque decían que no era su trabajo, pero cuando vieron que las tácticas surgían efecto, empezaron a colaborar también con él. No sólo eso, le apoyaron en una idea que tuvo: hacer un taller nocturnopara que los dragadictos rehabilitados estudiaran. Muchos de los profesores dieron clases gratis.
Ahora, los camellos saben que si Álvaro pasa por allí, la policía vendrá pronto para echarlos. Muchas familias que tienen hijos drogadictos van a hablar con él. Es algo muy duro, porque de cada cinco chicos puede salvar uno, pero que ese uno vale la pena.
Creo que es algo realmente valiente y de héroes anónimos.
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Álvaro es también un héroe. Gracias Domi.