Todas las fotos cortesía de Peter Dench
El gran verano de borrachera por Europa. Con demasiada frecuencia, la primera vez que los adolescentes británicos disfrutan de un periodo de tiempo solos, sin la supervisión de sus padres, suelen acabar bebiendo hasta el coma etílico, haciéndose tatuajes horribles o cometiendo algúnacto depravado que suscita todo tipo de titulares en Inglaterra y la aprobación de nuevas ordenanzas contra actos depravados en los países de destino (principalmente España).
El fotógrafo Peter Dench lleva más de una década fotografiando a británicos. El resultado de este trabajo se recoge en una trilogía de libros, Alcoholand England, England Uncensored y su entrega más reciente, The British Abroad. Para este último, Dench pasó un verano viajando entre cuatro de los destinos vacacionales más populares entre los ingleses -Ayia Napa, Sunny Beach, en Bulgaria, Ibiza y Magaluf- para inmortalizar los mejores momentos etílicos de la juventud británica.
Hace poco me reuní con Peter para hablar sobre qué ha aprendido con este proyecto.
VICE: Hola, Peter. ¿Qué has aprendido de los británicos durante los meses que estuviste trabajando en The British Abroad?
Peter Dench: Este es mi tercer libro sobre el pueblo británico y sus costumbres. Entre 1998 y 2008 estuve trabajando en el anterior, Alcohol and England, y ya entonces me di cuenta de un dato histórico significativo: los ingleses empiezan a beber cada vez más jóvenes, por menos dinero y de forma más excesiva que nunca antes. El tiempo ha corroborado esa sensación. Supongo que conThe British Abroad pasará algo similar: con el tiempo veremos que era un periodo en el que viajar resultaba muy barato.
¿Crees que eso se está acabando?
No puedo hacer predicciones, pero ¿recuerdas cuando se podían comprar vuelos por una libra? Esos precios prácticamente no se encuentran hoy día.
También ha empezado a haber una respuesta ante este tipo de turismo, como vemos en las medidas que se han tomado en Magaluf.
Sí. Es un equilibrio precario, porque los negocios quieren vender y por otro lado tienen que aguantar el comportamiento de los ingleses borrachos. Sin embargo, creo que deberían adoptar medidas más radicales. Prohibir que la gente beba en la calle es una forma demasiado suave de abordar el problema.
¿Cuál fue el primer sitio que visitaste para el proyecto?
Todo empezó como un artículo para el New Yorker, para el que me enviaron a Porec, en Croacia, y a Ayia Napa, Sunny Beach e Ibiza. Yo quería acabar en Magaluf, porque cuando era pequeño veraneaba allí.
¿Y el peor de todos?
San Antonio (Ibiza) fue el sitio donde más me costó trabajar, porque la mayoría mezcla bebida y drogas. Sé cómo actúa la gente borracha y la gente que toma drogas, pero es imposible predecir cómo se comportará una persona que mezcla las dos cosas. Allí conocí a un grupo de nueve chicos de Coventry que se habían metido algo y lo habían regado con nueve litros de vodka. No sabía si querían quitarme la cámara, darme un abrazo o sacarme una navaja.
En Sunny Beach parecen más ingenuos.
¿Hay muchos británicos allí, o es una mezcla?
Están más mezclados, y creo que eso ayudó. Muchos británicos ven a los de Europa del Este como una amenaza, y esa sensación ayudaba a calmar el ambiente un poco. En el libro no especifico toda esta información ni dónde se hicieron las fotos porque la idea era demostrar que esa escena podría darse en cualquier parte; aplicamos nuestra forma de divertirnos allá donde vamos, en lugar de dejarnos cautivar por las características únicas de cada destino.
¿Crees que la reputación de los británicos está justificada? ¿Viste muchos bañadores a lo Borat, peleas y gente meando en la calle?
Sí. Estuve un par de noches patrullando por la playa de Magaluf con George, encargado de la seguridad de la zona, y me comentó que los ingleses eran los que más trabajo le daban.
¿Descartaste alguna foto porque te habrías sentido demasiado incómodo publicándola?
Sí. Yo creo en una forma de hacer periodismo fotográfico. Sé que no voy a cambiar el mundo, pero al menos puedo lanzar una pregunta al aire y, con suerte, se puede producir un cambio. Y no creo que la mejor forma de hacerlo sea mostrar tíos con la polla fuera.
Como decías, este es tu tercer libro de un estudio fotográfico sobre Inglaterra. ¿Qué cambios has percibido con el paso de los años?
Creo que hay más tolerancia hacia los problemas económicos. Ahora se habla de la pobreza más abiertamente porque la gente ya no se siente tan avergonzada de su situación. Creo que ya no existe esa división norte-sur. También tengo la sensación de que existe un concepto equivocado de los ingleses; yo solo he recibido un puñetazo en mi vida, por ejemplo. Creo que hay mucha tolerancia.
Y ¿cómo se aplica eso en sitios como, por ejemplo, Magaluf?
Quedé bastante sorprendido, la verdad. Pensaba que todo el mundo estaría haciendo vídeos burlándose de sus amigos para colgarlos en Facebook, pero en general no vi nada de eso. Los miembros de los grupos se protegían entre ellos. No es que fuera todo palmadas en la espalda y apretones de manos, pero tampoco vi tantas peleas.
¿Viste muchas?
Nuevamente, el problema está en mezclar drogas y alcohol. El caos llega al vaciarte una botella de vodka y unas cuantas rayas de coca. Yo crecí en la época en la que había mucha violencia en el fútbol y aquello resultaba mucho más intimidante y perturbador que unas peleas puntuales en un bar.
¿Alguna vez has pensado en documentar eso? Supongo que hoy día no vale la pena.
Resulta patético. Hace poco vi un documental sobre las «nuevas pandillas». El conflicto resultó ser entre un par de chicos de Bury y otros dos de Blackburn que iban a enfrentarse en un aparcamiento, pero al final uno de los bandos no se presentó.
Todos tendemos a aferrarnos a una parte de nuestra juventud, pero yo ya tengo 43 años y no encajo tan bien como antes.
Peter, en el centro, durante unas vacaciones en Magaluf en 1989.
¿Crees que el ser consciente de ello en el primero lugar que visitaste cambió tu perspectiva en el resto de destinos?
Bueno, lo hice todo de una sentada, a excepción de lo de Porec, que fue antes. Visité los cuatro sitios seguidos. Volvía a casa por un día y me volvía a marchar.
Duro.
Sí, pero bueno, no es que me fuera a las trincheras, ¿no? Eso sí, hacia el final ya estaba un poco cansado. Recuerdo que lo pensé mientras estaba tumbado en la cama en mi habitación de Magaluf, oliendo a grasa de patatas fritas y escuchando Swedish House Mafia por enésima vez.
¿Trataste mucho con los representantes de los locales?
Sí, mucho. Pero su forma de actuar es otra historia.
A veces parecen más radicales que los propios turistas.
Sí. He visto a algunos de ellos caer redondos al suelo, perder las formas y aprovecharse de según qué situaciones. Es preocupante que la seguridad de los turistas esté en manos de representantes como ellos. También he visto más representantes con úlceras en la boca que turistas.
¿Encontraste a mucha gente que se llevara una decepción con sus vacaciones? A veces las expectativas son muy altas.
Parece haber un aire de tristeza en general. Cuando viajé a Ayia Napa había unos chicos en Heathrow que se estaban poniendo hasta arriba de bebida y en el avión pidieron champán. Luego los vi en una pool party haciendo lo mismo: son personas a las que nada cambiará su concepto de unas vacaciones.
Vi tristeza en el hecho de que se daban cuenta de que habían estado ahorrando todo el año para pasar dos semanas al sol y no les llenaba.
¿Cuál es la media de edad en esos lugares? ¿Viste a muchos adolescentes en su primer viaje sin padres?
Sí, muchos. En Ibiza la media sube un poco, por lo caro que es todo allí. Yo fui a Magaluf cuando tenía 17 años, demasiado joven. Éramos un grupo de chavales de una pequeña ciudad de clase obrera haciéndonos los chulitos, pero al ver a tantos tíos mayores que nosotros nos dimos cuenta de que estábamos en lo más bajo de la jerarquía.
Última pregunta: ahora que has acabado la trilogía, ¿vas a dejar un poco apartado el tema Gran Bretaña?
Sí, me voy dos semanas a Dallas. Estaré un día en un campo de tiro, otro en un partido de béisbol y también visitaré un festival religioso… Es hora de explorar cosas nuevas. Ese es el plan. Ya veremos qué tal va.
Gracias, Peter.
A continuación puedes ver más fotos de The British Abroad:
Traducción por Mario Abad.
Buen reportaje informativo.