Faraón Amenemhet III (XII Dinastía, entorno a 1800 A.C). |
Desde que Europa descubrió Egipto, se fascinó con él y se dedicó a descifrar los complicados jeroglíficos que los nativos egipcios eran incapaces de entender, a pesar de proclamarse sus herederos y poco menos que descendientes directos de los faraones. En cuanto Egipto fue tomando forma y vida ante los ojos de los esmerados egiptólogos europeos, a estos hombres les era imposible imaginarse a Egipto de otro modo que no fuera como una sociedad «blanca». El antiguo idioma egipcio no estaba emparentado ni con los nuevos habitantes árabes semitizados, ni menos aun con las tribus negras del Sur: parecía una incógnita. Es en los tiempos recientes cuando, no los expertos egiptólogos, sino la prensa, se ha preocupado por estos asuntos que hace tiempo estaban despejados, y a representarnos de repente a los antiguos egipcios como árabes o negros. La corrección política y el miedo al fantasma racista comenzó a importunar lo que hasta entonces había sido investigación metódica, objetiva y minuciosa por parte de verdaderos sabios en el tema.
Desde pequeño recuerdo haber visto imágenes de rubios en tomos de enciclopedia dedicados al arte egipcio, así como momias con inequívocos rasgos europeos. En su día, esto parecía la cosa más normal del mundo; hoy se ha convertido en un asunto «sensible» de cara al público. Aquí, entre otras cosas, haré una pequeña recopilación donde estas apariciones en el arte egipcio se multiplicarán, y donde veremos desfilar faraones, reinas, soldados, sacerdotes, dioses y nobles de aspecto claramente europeo.
En este artículo interesa, ante todo, mostrar cómo Egipto, esa civilización tan antigua que tiene un extraño poder de fascinación y atracción, era una sociedad dirigida por una aristocracia de origen europeo, que desapareció cuando desapareció la herencia genética que la creó, y que hoy en día la industria mediática está negando y falsificando esta información.
EL HOMBRE DE CRÔ-MAGNON, LOS GUANCHES, LOS BEREBERES, LOS LIBIOS, LA TEORÍA ATLÁNTICA Y LOS ORÍGENES DE LOS FUNDADORES DE EGIPTO
En torno a hace 40.000 años, surgió el llamado hombre de Cromagnon en Europa. Los cromañones expulsaron de Europa o exterminaron a tipos humanos menos evolucionados (como el Neandertal), y se establecieron especialmente en Francia, España y Noráfrica.
El cromagnon ha sido considerado en el pasado como el tipo humano más evolucionado que haya existido. Sus mayores similitudes se encuentran con la moderna raza nordico-blanca. Portadores de una cultura avanzada en comparación con otras variedades humas, a los cromañones se les ha llamado «los helenos del Paleolítico». En lo que se refiere a este post, los asentamientos cromañones de la región norafricana del Atlas han sido considerados por muchos como la base del Egipto faraónico.
Reconstrucción del aspecto de un hombre de Cromagnon, por el antropólogo Maurice Putman Coon.
El antropólogo y profesor de Harvard Carleton S. Coon relacionó, en su día, a los cromañones, los bereberes y los libios:
Hace 3.000 años, durante el Paleolítico Superior, un grupo de Cromagnon —los llamados hombres de Afalou— vivieron en el norte de África, y los antiguos libios descienden de ellos. Muchos de ellos fueron pelirrojos, dado que este rasgo todavía persiste en la zona… En la actualidad, los rasgos de este tipo humano se encuentran sobre todo en Noruega, Irlanda y el Rif marroquí. Los bereberes modernos descienden de los antiguos libios.
Sus afirmaciones no eran gratuitas ni estaban carentes de base. El profesor italiano Cavalli Sforza (un anti-racista al que nadie puede acusar de arrimar las ascuas a su sardina) y otros genetistas de la Princetown University confirmaron, mediante pruebas de ADN efectuadas en los años noventa, que los bereberes están más próximos a los británicos que a cualquier otro grupo racial africano o europeo. También existen otros datos confirmatorios relativos al tamaño y forma de los cráneos de Cromagnon encontrados en Afalou bou Rummel (Argelia), que son iguales a los encontrados en Dinamarca y Suecia.
Como eco, el nazi Alfred Rosenberg, en su «Mito del Siglo XX», dice que:
Los bereberes, en parte hasta la actualidad de piel clara y ojos azules, no tienen su origen en las migraciones de los vándalos, sino en la antiquísima ola humana atlántico-nórdica. Los cazadores kabiles, por ejemplo, son en gran medida, aun hoy, de procedencia nórdica completamente inobjetable.
Coon también habló de una «raza de constructores de megalitos» que él relacionaba con la nórdica y la de cromañón, que tras haber construido templos astronómicos como el de Stonehenge o pirámides subterráneas como Silbury Hill en Inglaterra, al igual que numerosos alineamientos en la Bretaña francesa como los de Carnac (nótese la semejanza lingüística con el Karnak egipcio) y muchas otras construcciones principalmente por el Occidente de Europa, llevó consigo su saber al Mediterráneo, norte de África, Libia y Egipto.
En 1883, el antropólogo francés A. Pietrement dijo que las pinturas egipcias tenían mucho que aportar a antropólogos e historiadores, notando el caso de los libios y cómo eran representados como rubios, de ojos azules y de facciones nórdicas, explicando tal vez las menciones del antiguo griego Pausanias sobre «libios rubios». (Boletín de la Societe d’Anthropologie de París, 1883, p. 862.)
Hablando de un tema que en su época era tratado sin connotaciones negativas, con toda la tranquilidad que da el ser «políticamente incorrecto» sin saberlo, Sir Flinders Petrie, famoso egiptólogo inglés, fue probablemente el primero en señalar, en 1901, las conexiones entre los fundadores de Egipto y los habitantes de Libia:
La fisionomía manifiesta una conexión decisiva y pronunciada entre el Egipto prehistórico y la antigua Libia, y por su parte la antropología apoya los numerosos testimonios arqueológicos que denotan una conexión cercana entre Egipto y Libia.
Un año después, aun muchos antes de la II Guerra Mundial y de la invención de la «corrección política», el renombrado egiptólogo E. A. Wallis Budge, describió de esta manera a los egipcios pre-dinásticos que constituyeron la base de los altos estratos de la posterior sociedad faraónica:
Los egipcios pre-dinásticos, esto es, el estrato de ellos que era nativo de Noráfrica, pertenecían a una raza blanca o de piel clara, que en muchas particularidades se asimilaba a los libios, quienes en preiodos históricos posteriores vivieron muy cerca de la orilla Oeste del Nilo. («Egypt in the Neolithic and Archaic Periods»).
Esta momia procede del pasado pre-dinástico de Egipto (estamos hablando nada más y nada menos que del año 3300 AEC) y pertenece a un noble de la época. La momia era lo bastante real como para recibir un apodo: «Ginger» (Gengibre) por el color de su pelo. «Ginger» es un término utilizado en Inglaterra para describir a una persona rubia-rojiza.
A lo largo de los milenios, como una fuente, Libia continuó ejerciendo una hechizante influencia sobre Egipto. Desde la antigüedad, los libios tenían fama de ser un pueblo de blancos rubios o pelirrojos, y a menudo con ojos verdes. Esto fue reseñado por numerosos autores, como el navegante y geógrafo griego Escílax. Los libios tehennu son representados históricamente como blancos morenos, mientras que los libios mashausha, de más al Oeste, eran rubios. El historiador griego Heródoto habla de los «maxyces» de Libia occidental, obviamente los mashausha. Este nombre ha pervivido en mazuza, una sub-tribu rifeña, y en la palabra imazighen, con la que muchas tribus bereberes se identifican, así como el amazigh, su idioma. Tenemos aquí a toda una serie de tribus norafricanas como los badarios, naqadas, guanches (pronto hablaremos de ellos), bereberes (rifeños, chenoua, kabiles-amazigh), etc., que son considerados herederos de esta presencia atlántica.
Estos dos elementos son bereberes. Según algunos antropólogos y arqueólogos, los bereberes originales eran todos así de puros y más, «oscureciéndose» con la mezcla de elementos árabe-semitas y subsaharianos. Siendo los rasgos europeos recesivos, por lógica se deduce que en tiempos pasados tuvieron que formar una proporción muy importante de la población norafricana. A día de hoy, no es raro encontrar bereberes muy blancos, rubios o pelirrojos y con ojos azules o verdes. Muchos de los que no tienen un aspecto tan nórdico conservan, sin embargo, el aspecto típico del blanco europeo castaño o moreno.
Bereber argelina.
En esta misma línea, no puedo dejar de mencionar a los antiguos guanches, que puede que sean el caso más notable por su pureza. Los guanches se consideran los pobladores originarios de las Islas Canarias, y de origen bereber-norafricano. Se han encontrado restos de varones de entorno a los dos metros y de mujeres cercanas al metro ochenta, así como cráneos con la friolera de 1900 cc de capacidad. Los guanches se consideran un vestigio de la raza que vivió bajo el clima europeo de frío extremo durante las glaciaciones, pasando al norte de África. En Canarias, construyeron curiosas pirámides escalonadas de modelo similar a las encontradas en Mesopotamia, Egipto y América. Momificaban a sus muertos de una forma parecida a en Egipto y, a día de hoy, las investigaciones y las ayudas para investigar sobre los guanches o analizar sus momias siguen siendo prácticamente inexistentes. Al parecer, los guanches tenían un anormal predominio del grupo sanguíneo 0 Rh Negativo. Esta proporción, que en la isla de Gran Canaria superaba el 90%, es desconocida en ningún pueblo europeo del mundo, acercándose algunos grupos bereberes del Atlas, o zonas como Escocia y el País Vasco.
Desgraciadamente, los guanches fueron exterminados en gran medida por los nuevos conquistadores europeos en el Siglo XV, que se quedaron maravillados por la belleza y bravura de este pueblo. Muchas veces infligieron increíbles derrotas a destacamentos militares fuertemente armados, y en otras ocasiones luchaban hasta la muerte. Los supervivientes, que en algunos casos eran extrañas tribus mestizas y primitivas y no guanches puros, fueron asimilados a la nueva población europea «goda», pero ha quedado en la memoria histórica y popular el recuerdo de aquellos aborígenes altos, blancos, rubios y de ojos azules.
Existe una vaga idea, expresada en ciertos restos arqueológicos y en los mitos egipcios, que recuerda a dioses-líderes del pueblo (como Toth) que provenían de un país «más allá de donde se pone el Sol», es decir, del Oeste. Sin embargo, el objetivo aquí no es demostrar que los fundadores y constructores de Egipto eran una especie de «atlantes» o proto-guanches, sino simplemente ponerlos en relación con las comunidades Cromagnon, los guanches, los bereberes y los libios, demostrar que eran de procedencia europea y que, para preguntarnos sobre los orígenes egipcios, no hay que mirar al Norte, al Este semita o al Sur negro, sino al Oeste, hacia el desierto del Sahara, hacia España y el Atlántico, donde se crió la raza Cromagnon.
ALGUNAS CURIOSIDADES
– Un científico puede determinar la tipología racial de un esqueleto a partir de su dentadura, sus facciones faciales, sus medidas craneales, la estructura de su cabello y su construcción corporal.
– La momia de la mujer de Tutankamón tiene pelo castaño rojizo. («Tutankhamen, The Golden Monarch», Michael Carter, N.Y. 1972 p.68)
Una imagen sacada de un libro de Historia, analizando una escena políticamente incorrecta representada en la tumba de Tutankamón: el faraón, montado en un carro tirado por dos caballos, armado con un arco y abanicado por esclavos negroides, derrota en una gran cacería a los nubios, que deben vérselas con sus flechas y sus perros de presa. Nótese cómo el faraón está representado de una forma muy distinta de los negros.
– Una momia de un hombre con cabello, bigote y barba pelirrojos fue encontrada cerca de las pirámides en Saqqara.
– Se encontraron momias pelirrojas en las cavernas de cocodrilo de Abufaida. («Remarks on Mr. Flinders Petries Collection of Ethnographic Types from the Monuments of Egypt», Henry George Tomkins, Journal of the Anthropological Institute of Great Britain and Ireland Vol. XVIIII, 1889, p.216).
– El libro «Historia de las momias egipcias» menciona una momia con cabello pelirrojo-castaño.
– Ramsés II, considerado uno de los mayores faraones si no el que más, era pelirrojo y medía 1,90.
Una imagen vale más que mil palabras: palacio de Ramses II en Menfis, alrededor de 1279 AC. El faraón, un pelirrojo, subyuga duramente a los enemigos de Egipto agarrándoles de los pelos. A la izquierda un negro nubio, en el centro un semita y a la derecha seguramente un hitita.
– La momia del príncipe Yuaa tiene sedoso cabello rubio.
– Otro faraón, Totmés II, tiene cabello castaño claro.
– El profesor francés Vacher de Lapouge menciona una momia rubia encontrada en Al Amrah, y nota que tiene el rostro y las medidas craneales de un típico galo o sajón.
Reino Medio.
– En Kawamil se encontró una momia rubia y otras muchas castañas. («L’Aryen, Sa Vie Sociale», Georges Vacher de Lapouge, Paris, Pichat, 1899, p.26).
La cabeza momificada de un joven, entorno al año 600 AEC. Nótese su pelo castaño y lacio, en modo alguno semítico o negroide.
– En Silsileh se han encontrado muchas momias castañas.
La reina Hetep-Heres de la IV Dinastía, hija de Keops, aparece en los bajorrelieves de su tumba con el pelo de color rubio, mechas horizontales pelirrojas y la piel blanca. («The races of Europe», Carleton Coon, Universidad de Harvard).
– La esposa de Keops y su cuñada eran asimismo pelirrojas.
– La momia de la reina Tiy tiene cabello castaño claro y ondulado.
– Pocas momias de faraones han sobrevivido hasta el Siglo XXI, pero una gran proporción de éstas son rubias.
– En la tumba de Amenhotep III, una pintura nos lo presenta como de cabello rojo claro. («Ancient Egypt, Discovering its Splendors», National Geographic Society, 1978 p.103). Sus facciones faciales son nórdicas. Su mujer, la Reina Thi, es representada muy clara de piel, rubia y de ojos azules.
Izquierda: la momia de Yuya, un noble egipcio de alrededor del año 1400 AEC. Era el padre de Tiy, la esposa del faraón Amenhotep III. Derecha: su esposa, Thuya, bisabuela del faraón Tutankamón. Algunos quieren que el llamativo tono de los cabellos de la momia de la izquierda haya sido producido por el proceso de momificación, pero incluso si aceptamos esto, estamos ante un individuo de rasgos faciales-craneales europeos y cabello liso-ondulado propio de «caucasoides». En cualquier caso, analizar esta momia igual que se hizo con la momia de Ramsés II despejaría las dudas sobre el color original de su cabello, pero rubio o moreno, estamos ante un tipo racial «caucasoide».
– En la tumba de un noble llamado Meketre (2000 AEC), hay una escena de granja donde se muestran individuos pelirrojos.
– El Faraón Amenemhet III parece nórdico en sus representaciones, probablemente del tipo Cro Magnon, con una osamenta pesada y una mandíbula fuerte.
– Un escriba egipcio en Saqqara, entorno al año 2500 AEC, es representado como de ojos azules. («Life of the Ancient Egyptians», Eugen Strouhal, Norman, Oklahoma, University of Oklahoma Press, 1992, p.53).
– La tumba de Mena (XVIII Dinastía) en el oeste de Tebas, muestra a mujeres rubias, y a un hombre rubio supervisando a dos hombres de piel oscura en la colecta de una cosecha.
Merit, esposa de Maya, XVIII Dinastía, alrededor de 1345 AEC, quizás un tipo racial mediterráneo o con un poco de imaginación «asiatizado», pero en ningún caso negroide o semita.
– En la tumba de Userhet (escriba del faraón Amenofis II) hay una pintura con un hombre rubio cazando desde un carro. Esta tumba también tiene otra pintura donde se representan a soldados rubios.
– La esquela funeraria del sacerdote Remi lo muestra como pelirrojo.
– Otra tumba del oeste de Tebas de la XVIII dinastía muestra a una pareja muerta, un hombre y una mujer, blancos y de cabello oscuro. Lamentando su muerte, están dos hijas de cabello rubio claro y piel clara, y su hermano mayor, un pelirrojo.
– En la tumba de Bagt, en Beni-Hassan, hay muchas pinturas que representan a individuos de ojos azules, rubios y pelirrojos.
– El cabello rubio y los ojos azules se han encontrado en la tumba del Faraón Merneptá en el Valle de los Reyes.
Diosas pelirrojas, tumba del Faraón Merneptá.
– Pinturas de la III Dinastía muestran a nativos egipcios pelirrojos y de ojos azules. («Historia del Arte Vol III», José Pijoan, Madrid, Espasa-Calpe, 1932, plato XI).
– En la tumba de Djeser-ka-ra-Seneb, en Tebas, hay pintada una mujer rubia.
– Una representación de un barco, de entorno al año 2500 AEC, está tripulada por cinco marineros rubios.
Hacer pan en Egipto: en esta representación, TODOS los involucrados son rubios con la piel bronceada. No es nada del otro mundo ver rubios en las pinturas egipcias, de hecho abundan. El problema es que los modernos medios de comunicación, así como la doctrina del sistema educativo, tienden a presentar la historia de un modo muy diferente y falsificado.
– El Dios Nuit era representado como blanco y rubio. («Le Nil et la Societé Egyptiénne», H. Champollion, Museo Boreby, Marsella, 1973, p.94).
– Una pintura en la tumba de Meresankh III en Giza, del año 2485 AEC, muestra individuos blancos y pelirrojos.
– En la tumba de Iteti en Saqqara, hay una pintura de un hombre con un aspecto muy nórdico, y con cabello rubio. («Painting, Sculpture and Architecture of Ancient Egypt», Wolfhart Westendorf, New York, Harry N. Abrams, 1968 p.65).
Esto es parte de la decoración del féretro de un noble de nombre Khui, que vivió en la XII Dinastía (1976 AEC- 1947 AEC). Algún afrocentrista ha dicho que la obvia franja dorada de su cabeza es sólo un casco, pero se antoja un tanto insólito que alguien salga a pasear al perro equipado con un casco —particularmente cuando ni siquiera los ejércitos egipcios utilizaban cascos para combatir. ¿Tenía este hombre miedo de algún meteorito? Quizás sí. Por eso los egipcios, como hemos visto y veremos, elaboraban su pan y trabajaban el campo siempre con sus cascos puestos, y era tal su meteoritofobia que incluso los llevaban bajo el techo de sus templos.
– Grafton Smith menciona el característico pelo rojo de Henutmehet, una momia de la XVIII Dinastía.
– El mencionado profesor de Harvard Carleton Coon, en su libro «The Races of Europe», dice que «muchos funcionarios, cortesanos y sacerdotes, representando la clase alta de la sociedad egipcia pero no la realeza, se asemejaban sorprendentemente a los europeos modernos, especialmente a los de cabeza larga». (Coon se refiere a los dolicocéfalos, comunes sobretodo en Escandinavia, Inglaterra, Holanda, Alemania y otros países poblados por estas gentes).
Reconstrucción del rostro de una tal Asru, de unos 50 ó 60 años, sacerdotisa-corista en un templo egipcio. A juzgar por la nariz, la longitud del cuello, la forma de su cráneo, la disposición general de su rostro y el contorno de sus ojos, casi aguileños, yo personalmente opino que es predominantemente nórdica. En todo caso, sería una estupidez decir que es negroide o semita. La discusión no sería si es blanca o no, sino qué tipo de blanca es.
– Time-Life publicó un volumen llamado «Rameses II The Great». Allí se veía una buena imagen del cabello rubio-pelirrojo del faraón.
– Un libro titulado «Chronicle of the Pharaohs» mostraba pinturas, esculturas y momias de 189 faraones y grandes personalidades de la antigua sociedad egipcia. 102 tienen aspecto europeo, 13 (principalmente los mediocres faraones de la decadencia final) parecen negroides, y el resto son difíciles de clasificar. Todas las momias representadas en el libro tienen aspecto de europeos modernos.
– El primer Faraón, Narmer, también llamado Menes, tiene un aspecto muy «caucásico».
– Los egipcios a menudo pintaban a los hombres (expuestos a la intemperie y al poderoso Sol egipcio) rojos y a las mujeres (que pasaban la mayor parte del tiempo en el hogar) más blancas.
Pinturas en Deir el-Bersa. Típico tono rojizo-bronceado para los hombres, aunque unos son rubios y otros morenos. Puesto que sus rasgos faciales no están diferenciados (como sí lo están los semitas y los negros en otras pinturas egipcias) deberíamos interpretar que estos soldados son todos de la misma raza.
– El mencionado egiptólogo E. A. Wallis Budge se refiere a una estatua pre-dinástica que «tiene ojos hechos con lapislázuli, por lo que probablemente deberíamos entender que la mujer aquí representada tenía ojos azules». («Egypt in the Neolithic and Archaic Periods»). Los egipcios concedían gran importancia al lapizlázuli, que, igual que los sumerios (quienes también eran dados a representar los ojos azules), importaban desde lugares tan lejanos como Afganistán.
– En las tumbas de Medum, dos estatuas de entorno al 2570 AEC, muestran al príncipe Rahotep y su mujer Nofret como personas de rasgos blancos. La estatua de él tiene por ojos a dos piedras verdes, y la de ella, dos piedras azul-violeta. En el Museo Egipcio de El Cairo, se pueden ver sus estatuas, junto con otras muchas de la misma época, que lucen ojos azules o grises, como el escriba Morgan o la estatua de madera de Seikh el Beled.
Estos rubios son una auténtica plaga en algunas piezas artísticas egipcias… Hay también algunos morenos, y en el medio de la fila central, sentado, tenemos lo que parece ser un pelirrojo.
– En 1925, el profesor de Oxford L. H. Dudley Buxton escribió lo que sigue sobre los cráneos del antiguo Egipto:
Entre los antiguos cráneos de los tebaidas en la colección del Departamento de Anatomía Humana de Oxford, hay especímenes que deberían ser considerados, sin dudarlo, del tipo nórdico. («The peoples of Asia»).
– El antropólogo escocés Robert Gayre escribió que
El antiguo Egipto, por ejemplo, era esencialmente una penetración de elementos raciales caucasoides en África… Esta civilización creció del asentamiento de mediterráneos, armenoides, incluso nórdicos y atlánticos, en Noráfrica. («Miscellaneous Racial Studies»).
Representación de un negroide nubio en la tumba del faraón Seti. Pelo «afro», grandes pendientes, rasgos faciales típicos, brazos largos, piel totalmente negra —absolutamente nada que ver con los egipcios típicos, rojizos y de cabello moreno.
– Una pintura de la madre del faraón Amenhotep IV (XVIII Dinastía), la muestra como de cabello rubio, ojos azules y una complexión rosácea.
– La princesa Ranofri, hija del faraón Tutmosis III, es representada como rubia en una pintura que fue recogida por el egiptólogo italiano Ippolito Rosellini.
– En 1929, los arqueólogos descubrieron la momia de la reina Meryet-Amun (otra hija de Tutmosis III), y tiene cabello castaño claro y ondulado.
El faraón Tutmosis III padreó, al menos, dos rubias. Museo de Luxor, Egipto.
– En 1989, en el Valle de los Reyes, el egiptólogo americano Donald P. Ryan excavó la tumba KV 60. Allí, encontró la momia de una mujer de la realeza, que él identificó como la reina Hatshepsut. Ryan describe la momia:
La momia estaba mayormente desenvuelta y boca arriba. Mechones de cabello rubio-rojizo estaban sobre el suelo, tras la cabeza calva.
La momia de la Reina Hatshetshut, famosa en vida por su deslumbrante belleza. Su pelo fue descrito como rubio-rojizo, aunque en esta fotografía, con la sombra, parece más bien castaño-rojizo.
– Manetón, un sacerdote greco-egipcio que vivió en el Siglo III AEC, escribió en su «Historia egipcia», que la última soberana de la VI Dinastía fue la reina Nicotris, a la que describe:
Hubo una reina Nicotris, más valiente que todos los hombres de su tiempo, la más hermosa de todas las mujeres, rubia y de mejillas rosadas. Por ella, se dice, se levantó la tercera pirámide, con el aspecto de una montaña.
– Según los autores greco-romanos, Plinio, Estrabón y Diodoro de Sicilia, la tercera pirámide fue construida por una mujer llamada Rhodopis. Traducido del griego, este nombre significa «de mejillas rosadas».
– En la Estela S de los edificios de El-Amarna, la reina Nefertiti, esposa del faraón Akenatón, es descrita, entre grandiosas frases sobre lo querida que era por el faraón, como «de rostro claro».
La reina Nefertiti, cuyo nombre significa en egipcio «aquí llega la belleza», un nombre escogido muy acertadamente por sus padres. Nefertiti fue esposa del faraón Akenatón, que instauró en Egipto un culto solar monoteísta reminiscente del posterior mazdeísmo iraní, y bajo cuyo reinado se impuso el realismo y la fidelidad en el arte egipcio, en contraposición a las formas idealizadas y vagas del arte previo, de modo y manera que Nefertiti es representada tal cual era. Este busto se hizo famoso porque encaja perfectamente con los cánones de la belleza femenina europea clásica.
Así reconstruyó el rostro de Nefertiti la cadena americana Discovery Channel (en manos de la compañía NBC del magnate mediático judío Jeff Zucker, a su vez bajo la multinacional General Electric de Jeff Immel) en 2003. Según el «USA Today», un «diseñador gráfico anónimo» se encargó de representar a su libre arbitrio «la textura de piel, color de ojos, labios» de la reina.
– La pintura de una tumba, recogida por el egiptólogo alemán C. R. Lepsius en la década de 1840, representa a una mujer rubia llamada Heteferes (entorno a la V Dinastía). El estudioso alemán Alexander Scharff observó que se la describía como una sacerdotisa de la diosa Neith, una divinidad muy querida por los libios rubios de la región del Delta. Sigue diciendo que su nombre coincide con el de la reina Heteferes II, a la que también se representa como de cabello claro, en una pintura sobre una pared en la tumba de la reina Meresankh III. Dedujo de todo esto que las dos mujeres bien podrían haber estado emparentadas, y sugirió (algo insólitamente) que el Egipto de la edad de las pirámides estaba regido por una casta de mujeres rubias.
– Los antropólogos G. Elliot, B. Smith y W. R. Dawson analizaron el cabello del faraón Ramsés II, su cráneo y docenas de esqueletos de todo el mundo para compararlos. A propósito de los restos faraónicos, establecieron que «en conjunto, muestran lazos con el neolítico europeo, el norte de África, la Europa moderna y más remotamente, la India… El grupo de esqueletos que más se aproxima a los antiguos egipcios es el del neolítico francés».
Escena idealizada del trabajo en el campo. Vemos a dos adultos, un adolescente y un pequeño, de los cuales sólo uno de los adultos es moreno (aunque ese tipo humano es el que predomina realmente en el arte del Antiguo Egipto), siendo los demás rubios, y todos de ojos azules. Sin embargo, como en el caso de los soldados de más arriba, los rasgos faciales rubio-moreno no están diferenciados, es decir, el moreno no es ni semita ni negro. Hemos de interpretar, pues, que todos estos individuos son blancos, igual que la mayoría de los tipos rojizos de cabello oscuro predominantes en el arte egipcio. (Pintura en la pared de la tumba de Ramose, administrador del Estado bajo los Faraones Amenofis III y Akenatón, en el Valle de los Reyes, entorno a 1500 AEC).
– El 20º fragmento del 141º capítulo del Libro de los Muertos, está dedicado a «la diosa grandemente querida, de pelo rojo».
– En el Libro de los Muertos, los ojos del dios Horus son descritos como «resplandecientes» o «brillantes», mientras otro pasaje nos ofrece, de una manera más explícita, a «Horus de los ojos azules». En el 140º capítulo de dicha obra, se especifica que el famoso amuleto conocido como el «ojo de Horus» o Wedjat (también llamado Wadjet, se trataba de un amuleto utilizado para mantener lejos al «ojo maligno»), debe estar hecho siempre de lapislázuli, una piedra semi-preciosa de color azul. El autor griego Plutarco, en su obra «De Iside et Osiride», capítulo XXII, dice que los egipcios imaginaban a Horus como de piel blanca, y a Set (el dios de la violencia y de las tempestades, más tarde dios de la guerra y de las armas) como de complexión rojiza (aquí podríamos estar ante referencias a la raza nórdico-blanca por un lado y la raza nórdico-roja por el otro).
El Wedjat u «Ojo de Horus».
Un amuleto de la suerte común era el ojo de Horus, el llamado ojo Wedjat. Este ojo es siempre azul, y la palabra wedjat significa «azul» en egipcio. La reina Thiy es representada como de complexión rosácea, ojos azules y cabello rubio. («Races Humaines de la Vallée du Nil», E. T. Hamy, Boletín de la Societe d’Anthropologie de París, 1886, p.739).
– En los antiguos textos de las pirámides, se dice que los dioses tenían ojos azules y verdes. Diodoro de Sicilia dice que los egipcios pensaban que la diosa Neith tenía ojos azules.
La tumba de la mujer de Zoser, el constructor de la primera pirámide egipcia, tiene una pintura en su tumba que la muestra como de pelo rubio-rojizo. («The Ra Expeditions», Thor Heyerdahl, Garden City, Doubleday, 1971, p.249).
– La mujer del Faraón Kefrén era pelirroja y de ojos azules, según las representaciones.
Kefrén.
Una máscara funeraria con los atributos de la diosa Isis muestra un vívido color verdiazul de ojos. («A General Introduction to the Egyptian Collections in the British Museum», London, Harrison & Sons, 1930, p.49).
Este hombre, que vivió entorno a 2650 AEC y que podría pasar tranquilamente por ruso, es el gran arquitecto Hemiunu (también Haman o Hemon), primo del faraón Khufu, visir del mismo y diseñador de la gran pirámide de Giza, dedicada al faraón.
La momia del Faraón Ramsés II como ejemplo de investigación antropológico-racial
(Traducido de aquí).
El faraón Ramsés II (XIX Dinastía) generalmente es considerado el faraón más poderoso e influyente que gobernó Egipto. De hecho, es uno de los pocos soberanos egipcios que se ganó el epíteto de «El Grande». Consecuentemente, sus orígenes raciales son de gran interés.
En 1975, el gobierno egipcio permitió a los franceses llevar la momia de Ramsés a París para ser sometida a procesos de conservación. Se hicieron muchos otros tests para precisar las afinidades raciales, en gran parte porque el estudioso senegalés Cheikh Anta Diop, sin ninguna base, estaba proclamando en aquella época que Ramsés era negro. Cuando el trabajo se completó, la momia fue devuelta a un ataúd herméticamente sellado, y ha permanecido fuera de la vista pública desde entonces, escondida en las entrañas del Museo de El Cairo. Los resultados del estudio fueron publicados en un trabajo magníficamente ilustrado, que fue editado por L. Balout, C. Roubert y C. Desroches-Noblecourt, y titulado «La Momie de Ramsès II: Contribution Scientifique à l’Égyptologie» (1985).
El profesor italiano P. F. Ceccaldi, con un equipo de investigación apoyándolo, estudió algunos cabellos que fueron extraídos del cuero cabelludo de la momia. Ramsés II tenía 90 años cuando murió (no está nada mal considerando la época y la inmensa cantidad de hijos que padreó, sin duda debía tener una constitución fuerte y hábitos sanos) y su pelo se había tornado blanco. Ceccaldi determinó que el color amarillo-rojizo del cabello de la momia se debía atribuir a un tinte con una solución de henna; eso demostró ser un ejemplo de las atenciones cosméticas de los embalsamadores. Sin embargo, los restos del color original juvenil del cabello permanecen en las raíces, incluso hasta una edad muy avanzada. Los exámenes microscópicos demostraron que las raíces del cabello contenían restos de pigmentos rojos naturales y que, por lo tanto, durante su juventud, Ramsés II había sido pelirrojo. Se concluyó que estos pigmentos rojos no procedían de un posible oscurecimiento o alteración post-mortem, sino que realmente representaba el color de cabello natural de Ramsés. Ceccaldi también estudió una sección de los cabellos, y determinó por su forma ovalada que Ramsés había sido de cabello ondulado. Finalmente, estableció que tal combinación de facciones probaba que Ramsés había sido un leucodermo (persona de piel blanca).
Balout y Roubet no se dejaban engañar en cuanto a la importancia de este descubrimiento, y concluyeron como sigue:
Tras haber llevado al cabo su inmenso trabajo, aun resta por extraer una importante conclusión científica: el estudio antropológico y el análisis microscópico del cabello, llevado al cabo por cuatro laboratorios: Medicina Judicial (profesor Ceccaldi), Societé L’Oreal, Comisión de Energía Atómica e Instituto Textil de Francia, mostraban que Ramsés II había sido un «leucodermo», es decir, un hombre de piel clara, cercano a los mediterráneos prehistóricos y antiguos, o brevemente, de los bereberes.
Es interesante notar la afinidad con los bereberes norafricanos: algunas tribus bereberes, como los rifeños de los montes Atlas, tienen incidencias de rubios de hasta el 60%, y tienen un porcentaje de pelirrojos comparable al de los irlandeses.
Estos hechos, sin embargo, no sólo tienen un interés antropológico, sino una gran importancia simbólica. En el antiguo Egipto, el Dios Set (o Seth, de donde se piensa que proceden los nombres de Saturno y Satán) se decía pelirrojo, y al parecer los pelirrojos adoraban al dios con devoción. En el estudio de Ramsés citado más arriba, la egiptóloga Desroches-Noblecourt escribió un ensayo, en el que discutía la importancia de la condición de pelirrojo de Ramsés. Notó que los ramesidas (la familia del faraón) eran devotos de Set, con muchos de ellos ostentando el nombre de Seti, que significa «amado Set». Concluyó que los ramesidas se creían descendientes divinos de Set,, con su pelo rojo como prueba de su linaje [1]; incluso es posible que hayan utilizado esta facción física peculiar para salir de la oscuridad y ascender al trono de los Faraones. Desroches-Noblecourt también especuló que Ramsés II bien podría haber descendido de un largo linaje de pelirrojos.
Sus especulaciones se han demostrado correctas: la doctora Joann Fletcher, consultante de la Fundación Británica de Bioantropología, ha demostrado que Seti I (el padre de Ramsés II), era pelirrojo. También se ha demostrado que la momia del Faraón Siptah (un bisnieto de Ramsés II), tenía pelo rojo.
También podemos notar la descripción antropológica de la momia de Ramsés, escrita por el historiador bíblico Archibald H. Sayce («The Races of the Old Testament»):
La XIX Dinastía, a la que Ramsés II, el opresor de los israelitas, pertenecía, se distingue por su marcada dolicocefalia. Su momia muestra un índice de 74, mientras que la cara es un óvalo con un índice de 103. La nariz es prominente, pero leptorrina y aguileña, y las mandíbulas son ortognatas. La barbilla es ancha, el cuello largo, como los dedos y uñas. El gran rey, al parecer, era pelirrojo.
Todas estas facciones son características de la raza nórdica. Finalmente, deberíamos notar que el profesor Raymond Dart declaró que la raza nórdica era «el tipo faraónico egipcio». Después estableció específicamente que la cabeza de Ramsés II es de tipo «pelásgico elipsoidal o nórdico». («Population Fluctuation over 7,000 Years in Egypt», Transactions of the Royal Society of South Africa, XXVII).
El linaje de Tutankamón
Tutankamón (reinó 1333-1324 AEC) ascendió al trono con 9 años de edad y reinó solo 10 años. Su importancia histórica no es muy grande, pero se trata de un faraón representativo porque el tesoro de su tumba (incluyendo la fabulosa máscara de oro) no había sido saqueado, su momia estaba en buen estado y se trataba de un soberano notable por haber rechazado las reformas monoteístas de su padre y predecesor, Akenatón. Su momia ha sido analizada genéticamente, pero el Gobierno egipcio no permitió la divulgación del resultado. Sin embargo, en un vídeo, se filtraron los marcadores genéticos (SNPs del cromosoma Y) del faraón, que se corresponden con el haplogrupo paterno R1b1b2, el más común en Europa Occidental. Este haplogrupo se corresponde, por tanto, con antepasados de Tutankamón como Akenatón y Amenhotep III. ¿Por qué el Gobierno egipcio no quiso publicar los resultados? Actualmente, en Egipto los R1b1b2 rondan el 2% del total de la población. La gran masa de la antigua población de Egipto debía ser predominantemente de haplogrupo paterno T. Presumiblemente, el Gobierno teme las posibles implicaciones imperialistas europeas que puede entrañar este hallazgo para su país.
¿POR QUÉ TANTAS MENTIRAS Y TANTA HIPOCRESÍA? (o cómo la realidad estalla en la cara de la doctrina oficial, de los medios de comunicación y del sistema educativo moderno)
Estos hechos deberían ser de dominio público, pues se trata de la identidad europea, del valor de la raza blanca, de la unicidad de nuestro código genético y de la importancia de la sangre que corre por nuestras venas. Si esto no se hace público, es sencillamente porque al sistema sionista no le interesa que Europa sea consciente de su poder y de su identidad. A fin de cuentas, Egipto forma parte de la historia y del legado de Europa como avanzadilla de la influencia europea en África, del mismo modo que India o Persia lo fueron en Asia.
Actualmente el sistema educativo enseña más o menos lo contrario de todo lo que hemos visto en este artículo.
Otro ejemplo de burda manipulación histórica a manos del sistema oficial. Arriba, busto original del general cartaginés Aníbal, que tantos quebraderos de cabeza dio a Roma y que procedía de antepasados greco-macedonios.
Abajo, una supuesta reconstrucción del busto de Aníbal. Este ridículo póster —señalador de las inseguridades y la falta de identidad que aquejan a muchos afroamericanos— llegó a ser apadrinado por el sistema educativo de los Estados Unidos y colgado en algunas aulas como parte de la «historia africana» de los «grandes reyes de África» y del programa multicultural de subirles la estima a los niños negros a costa de bajársela a los niños blancos.
Es revelador que los afrocentristas negros más informados, inteligentes y educados, digan que Egipto era una nación multicultural con muchas razas y que lo que importaba era la nacionalidad egipcia y el ser egipcio, no la raza del individuo en cuestión. Ahora estos individuos deben enfrentarse a una realidad que muestra algo muy diferente. Recordemos que los egipcios tenían 7 clases sociales según Heródoto y 5 según Diodoro de Sicilia, y que visto lo visto, estas clases tenían mucho que ver con la raza. Egipto tenía muchas razas, pero no por eso era multi-cultural. La jerarquía era firme, el faraón, los sacerdotes, los administradores del Estado, los capitanes militares y los nobles en general dirigían el país con férrea mano derecha desde lo alto de la pirámide y, como en cualquier sociedad de castas, en lo más bajo de la pirámide estaban los esclavos, en este caso semitas (entre ellos judíos) y negros procedentes de Nubia.
Esclavos nubios negroides, representados de una forma muy distinta a los egipcios blancos, atados uno a otro por el cuello, Gran Templo, Abu Simbel.
¿ERAN LOS EGIPCIOS BLANCOS?
Depende de lo que entendamos por egipcios. La clase alta y la realeza no sólo eran blancos, sino que en muchos casos eran perfectamente nórdicos, encuadrados en la esfera Cromagnon-libia-bereber-guanche, y nutridos más adelante por los pueblos del mar, vanguardias heleno-micénicas (como los hicsos o hyksos), hititas, heleno-macedonios y romanos. El resto de la población debía ser del tipo mediterráneo, afines a los minoicos, los etruscos, los tartesios, probablemente a la civilización del Indos y a los sumerios, etc., a juzgar por las similitudes en su arte. Probablemente los «mediterráneos» formaban la mayor parte de la población egipcia y el tipo predominante en su arte, como en la imagen de abajo, retrato de cualquier europeo moreno que se pasee sin ropa debajo del Sol mucho tiempo. Quien siga sosteniendo que tal tipo es semítico o negro, tendrá que explicar por qué no es representado como los egipcios representaban a los nubios (negros, rostro negroide) o a los judíos (nariz semítica, barba).
Este tipo racial es sin duda el que predomina en el arte egipcio. No es ni negro ni semita, y tiene facciones caucasoides.
Desconocido, V Dinastía. Este tipo racial, ni semítico ni negroide, de cabello oscuro y facciones europeas, e idéntico al encontrado en el arte etrusco o ibérico, era probablemente el predominante en las clases medias de la antigua sociedad egipcia.
El famoso escriba sentado, 2500 AEC. Labios finos (no es negroide), nariz recta (no es semita), cabello oscuro (no es nórdico) y cara caucasoide: un tipo racial «mediterráneo». Se podría sugerir quizás un tipo asiático «túrquico».
* * * * * * * *
¿Qué le pasó a Egipto? ¿Por qué cayó, después de milenios de esplendor? Como en todas las caídas de todas las civilizaciones, la respuesta está en la biología en general y la genética en particular.
En el 1296 AEC, los egipcios conquistaron Nubia (Sur, habitantes negroides), construyendo una serie de fuertes para proteger las fronteras y controlar insurrecciones. En un momento dado, estaba prohibido que cualquier Nubio cruzase la frontera y entrase en Egipto. Con el tiempo, y como es obvio en el arte egipcio, se importaron esclavos negros. Como siempre, una baja natalidad entre la nobleza egipcia, una alta natalidad entre los esclavos negros y semitas, y el mestizaje producido por la relajación de la mentalidad guerrera, aristocrática y dominante, fue la maldición de Egipto. Finalmente, en 200 años, Egipto pasó de ser una gran civilización a desaparecer del mapa de las naciones civilizadas, a merced de potencias extranjeras más fuertes.
Hasta 1050, todos los faraones habían sido predominantemente blancos o nórdicos. Con el advenimiento de la XXV Dinastía y de los «faraones negros», que tuvieron un breve y decadente reinado de 75 años, durante los cuales construyeron raquíticas pirámides de 20 metros de altura (la gran pirámide de Kheops, procedente de los buenos tiempos de los auténticos faraones, medía 146 metros), el sustrato genético y biológico originario que había creado, desde la nada, al espíritu egipcio, fue ahogado para siempre en la densa espesura de la sangre oscura.
En 343 AEC, el último rey nativo fue depuesto por los persas. En adelante, la confusa y desarraigada masa «egipcia» pasó, cual posesión, a manos persas, luego greco-macedonias (aquí experimentaron un nuevo auge, expresado en la irrupción de sangre helénica, la ciudad de Alejandría y la época de Cleopatra, una macedonia rubia), luego romanas, árabes, turcas, inglesas y, finalmente, a la tutela americana bajo Mubarak, hasta que éste fue depuesto por las rebeliones de enero de 2011. Con la amenaza islamista a las puertas, el futuro del país es más incierto que nunca.
NOTAS
[1] El historiador griego Plutarco se había referido al «pueblo de Seth», regente de Egipto durante la I Dinastía (3100 AEC), como formado por hombres pelirrojos, igual que los libios. Por otro lado, viene a cuento recordar la asociación que la Iglesia hizo, en tiempos medievales, entre Satán (Set, Saturno) y el color rojo.
fuente/europasoberana.blogspot.com
SABIENS.