El PNV ha aprobado esta mañana, durante su asamblea general reunida en el Palacio de Congresos Baluarte de Pamplona, el documento político «Batasuna eta indarra» («Unidad y fuerza»), que recoge su «hoja de ruta» hasta 2020. «Va dirigida fundamentalmente a dar un nuevo paso en el autogobierno de Euskadi», ha indicado el responsable del área institucional del partido, Koldo Mediavilla, en declaraciones a los medios una vez producida la votación -de 350 votos, 345 han sido a favor-. «Tiene como elementos sustantivos el reconocimiento nacional de Euskadi, la consecución de una bilateralidad en la relación de Euskadi con el Estado, el reconocimiento y aplicación del derecho a decidir y su incorporación al marco jurídico y los ámbitos de bilateralidad con las instituciones y el fondo de poder que pueda corresponder a la comunidad vasca», ha resumido.
Más de mil miembros del PNV, entre afiliados, representantes de la asamblea nacional y cargos internos y públicos, se reúnen este fin de semana bajo el lema «Guztiok bat» («Todos a una») en la capital navarra, donde el segundo gran hito del cónclave, además de la aprobación de la «hoja de ruta», pasa por la renovación de la ejecutiva por un mandato similar. Renovación sin sorpresas: mañana Andoni Ortuzar será reelegido como presidente de los nacionalistas vascos. La elección de Pamplona no es casual: aquí se celebró en 1977 la primera asamblea nacional del PNV tras la dictadura, y el partido aprovecha la coyuntura para hacer un guiño a la comunidad autónoma y reivindicar su presencia desde hace más de un siglo. Guiño apoyado en el nuevo contexto, con un cuatripartito de tintes nacionalistas en el poder tras las pasadas elecciones municipales.
El documento político -remitido a la militancia el pasado mes de noviembre para que aportara enmiendas-, según ha acotado Mediavilla, «establece los criterios en los que se va a mover el PNV en los próximos cuatro años». Los nacionalistas evitan marcar plazos concretos para sus reivindicaciones y califican de «diagnóstico» el espíritu del texto, desarrollado en consonancia con el remitido al Parlamento vasco para una eventual reforma del autogobierno.
«Lo lógico es que los contenidos que aquí surjan tengan su consecución práctica en la ponencia de autogobierno», ha confirmado Mediavilla. Los ejes resumidos por el dirigente peneuvista se desarrollan a lo largo de 28 páginas que concluyen con unas «Bases de un nuevo estatus para Euskadi. Institucionalización del derecho a decidir», según el borrador difundido a los medios de comunicación. El texto definitivo se dará a conocer la próxima semana.
En su preámbulo, el PNV determina que «tras las elecciones generales celebradas en diciembre, el Estado español debe hacer frente a una nueva transición» y aboga por una «nueva configuración territorial y política del Estado». «De producirse un proceso de reforma constitucional, el PNV volverá a presentar la iniciativa de modificación que registró en agosto de 2011 en base al reconocimiento del derecho de autodeterminación del pueblo vasco», advierten los nacionalistas, que propugnan dos vías: incorporar «al texto constitucional el derecho de autodeterminación» o llevar a cabo una «profundización de los derechos históricos de la adicional primera». Reclaman, en la misma línea, que se den «las condiciones políticas y sociales que nos acerquen eficazmente a la institucionalización del derecho a decidir».
El PNV da por agotado el actual Estatuto de Autonomía del País Vasco, de 1977. «El problema global ya no estriba en una disputa de si Euskadi debe tener más o menos competencias. Es el concepto en sí de autogobierno el que ha entrado en crisis por la pérdida paulatina de valor del Estatuto», recoge el documento. Aquí, los peneuvistas cargan contra el Gobierno, al que acusan de haber provocado una «devaluación» que «invalida el actual marco estatutario» mediante «medidas recentralizadoras» o por la intervención del Tribunal Constitucional. «Urge actualizar (…) la relación de convivencia de Euskadi con el Estado español. Es el tiempo de alcanzar un nuevo pacto, un nuevo estatus para Euskadi».
Nuevo «estatus»
A partir de este punto, el documento sienta las «bases» del pretendido «nuevo estatus», partiendo de una premisa: «Nos encontramos en una nueva encrucijada», afirma el PNV dentro de su idea de «segunda Transición». Se cita el ejemplo del referéndum escocés, pero son dos referencias «de casa» de las que beben las reivindicaciones soberanistas de los «jeltzales»: el estatuto aprobado por el Parlamento vasco en 2004, en medio del desafío del ilegal plan Ibarretxe, y los llamados acuerdos de Loyola de 2006, cuando Zapatero promovió contactos con ETA y su entorno en los que se implicó al PNV.
«Euskadi no es una simple comunidad autónoma. Y ello debe quedar claro en un futuro acuerdo político con el Estado. Euskadi necesita un nuevo estatus en que el pueblo vasco sea reconocido como nación», es el aviso para navegantes que lanza el PNV, potencial socio de Pedro Sánchez en su intento de ser investido presidente del Gobierno. Aviso complementado con este otro: «La solución federal (…) que proponen algunos no sirve si los elementos federados son las comunidades autónomas hoy existentes (…). Euskadi no puede ser una comunidad autónoma más o un estado federado más en versión socialista. Esa ficción ya no se aguanta».
El «reconocimiento como nación», defiende el PNV, «debe suponer una bilateralidad en la relación con el Estado». En este punto, proponen crear «para algunos supuestos concretos, un órgano especial de arbitraje en el que sus miembros fueran designados a mitades por ambas partes». «Las competencias exclusivas», señalan, serían «realmente genuinas» y sin verse «afectadas por decisiones externas». También se reclaman guiños como una representación en foros como la UNESCO o el viejo anhelo de que las «selecciones nacionales vascas» puedan competir en «todos los ámbitos deportivos».
El PNV aspira a que este nuevo estatus tenga encaje en la Unión Europea, que «debe ser la senda de avance hacia nuestro mañana» y «debe adoptar, para ello, una nueva hoja de ruta que acoja su auténtica plurarlidad nacional, más allá de los actuales miembros estado-nación, reconociendo también a los pueblos y naciones europeas que son realidades políticas y vivenciales anteriores a los propios Estados».
Pensiones propias
Al margen del documento político que funciona como hoja de ruta hasta 2020, epicentro de la actividad de este sábado, la asamblea también recoge la presentación de otros documentos de distinta índole, del que destaca una comunicación que propugna un «sistema propio de seguidad social y pensiones» tanto en el País Vasco como en Navarra. Un texto de trabajo bajo el compromiso de impulsarlo en el futuro que plasma una reivindicación que ya constaba en el programa electoral de los nacionalistas vascos para los recientes comicios generales.
El sistema propio al que aspira el PNV estaría integrado por «un sistema público financiado por cotizaciones (contributivas), un sistema público financiado por tributos (mauyormente no contributivas, pero también de garantía de ingresos) y un sistema complementario, voluntario o libre, potenciado desde plantemientos sobre todo fiscales de discriminación positiva de las EPVs de empleo, progresando hacia un sistema uniforme de protección social».
Para articularlo, la propuesta plantea configurar «un órgano gestor capacitado para la preparación del modelo de traspaso del régimen económico de la Seguridad Social en un primer momento, y capaz de la gestión completa de la Seguridad Social en su dimensión universal más tarde».
«Somos navarros, somos vascos»
La mañana ha concluido con un acto ante el Monumento a los Fueros que el PNV ha aprovechado para lanzar un discurso en clave navarra, con el presidente de la directiva en la comunidad autónoma, Unai Hualde, afirmando: «Somos navarros y por el hecho de serlo sentimos que formamos parte del pueblo vasco. Consideramos que Navarra constituye un sujeto político, y que como navarros tenemos el derecho a decidir libre y democráticamente nuestro futuro».
«Somos navarros, somos vascos, y por ello no queremos vivir de espaldas al resto de territorios de nuestro pueblo. Queremos tender puentes con nuestros hermanos de Vizcaya, Guipúzcoa, Álava y País Vasco francés. Ahora seguimos viviendo aquel dulce sueño que algunos empezaron en Pamplona hace más de un siglo», ha remachado.