El hierro ha sido un metal muy empleado desde tiempos remotos para la confección de diferentes herramientas sencillas sustituyendo, en su momento, los objetos elaborados con hueso y piedra.
Una vez se propagó su uso, no se circunscribió sólo a aplicaciones puramente físicas sino que se utilizó en el mundo de los rituales mágicos específicamente de protección.
En este sentido, se ha considerado al hierro como un poderoso talismán contra espíritus negativos, duendes, genios y otras criaturas maléficas.
Anatema para duendes, brujas y hadas
Los duendes y algunos otros seres mágicos son extremadamente vulnerables al hierro. Aparte del simbolismo ancestral del hierro como metal protector, por los tres clavos de ese metal con los que Nuestro Señor fue puesto en la Cruz, tiene que ver con su capacidad de detectar campos magnéticos, los que usan para desplazarse y también para captar los pensamientos de otros a distancias cortas. La presencia de hierro interrumpe esto y los llena de pánico.
Entre las cosas inanimadas, el hierro frío es anatema para todo el mundo de las hadas.
El pastor escocés Robert Kirk, que escribió la obra “La Comunidad Secreta de los Elfos, Faunos y Hadas” en 1691, y de quien se dice que lo raptaron las hadas por divulgar sus secretos y por haber tenido la temeridad de caminar por un montecillo que les pertenecía a ellas, dijo: “Se dice que estas Hadas son de una naturaleza intermedia entre el Hombre y el Ángel, lo mismo que se pensaba que los Demonios eran viejos. Son de espíritu inteligente y laborioso y cuerpo mutable y sutil, como el llamado Astral, con una Naturaleza parecida a la de una Nube condensada, y se ven mejor en el crepúsculo. Estos Cuerpos resultan tan fáciles de manejar para los sutiles Espíritus que los habitan, que pueden hacer que aparezcan y desaparezcan a su gusto”.
Kirk explica en su obra que “nada terreno las aterroriza tanto como el hierro frío” y añade que no tienen “nada de hierro y sí muchas cosas de pedernal amarillo”.
Asusta a los espíritus
Es una creencia muy extendida que el hierro aleja a las hadas, las brujas, los demonios, los fantasmas y los genios. Esta idea ya aparece en La Odisea, donde se dice que “el hierro asusta a los espíritus”.
En un nacimiento hindú se colocaba hierro a los pies de la cama para ahuyentar a los espíritus malignos, práctica que se conserva en los países celtas, donde el hierro colocado en una cuna evita también que las hadas cambien el bebé por un sustituto. Si cualquiera entra en el submundo de las hadas o los gnomos, le conviene dejar un trozo de hierro a la entrada, para que no pueda cerrarse tras él, impidiéndole el regreso al mundo superior.
No es sólo a las hadas a quienes no les gusta el hierro: el hierro tiene una mala reputación casi universal. Los hindúes llaman a la edad final de destrucción y oscuridad en que ahora vivimos la Kali-yuga, edad del hierro, que viene al final del ciclo anterior al regreso a la nueva edad de oro.
Siempre ha habido una prohibición contra el uso del hierro en los ritos sagrados como, por ejemplo, la construcción del templo de Salomón donde “no había ni martillo ni hacha ni se oía ninguna herramienta de hierro en la casa mientras se estaba construyendo”.
Las hadas tocadas por el hierro, aunque sea por accidente, desaparecen inmediatamente del mundo mortal. Hay un cuento celta en el que una esposa hada advierte a su esposo mortal de los peligros del hierro: desapareció al rozar por accidente el freno de un caballo. Por eso, una herradura de caballo es un amuleto eficaz contra las brujas y las hadas malas.
Un cuchillo o cualquier objeto de hierro arrojado detrás de nosotros es eficaz para evitar que nos siga cualquier mortal con malas intenciones, dispuesto a crearnos problemas y un cuchillo debajo de un felpudo de la puerta principal protege la entrada a la casa. Ninguna bruja puede caminar sobre hierro frío.
Temor a los herreros
A los herreros se les teme por su asociación con el hierro. Son también obreros de lo mágico, puesto que son “dueños del fuego” y el metal fundido es una cosa misteriosa, a la que se mira con miedo y terror reverencial. San Patricio rezaba contra “los hechiceros de las mujeres, los herreros y los druidas”.
Los herreros tienen tanto poder de creación como de destrucción. Igual que los albañiles poseen también secretos de la profesión y de poderes rituales de transformación, celosamente guardados y transmitidos únicamente a los iniciados. Los herreros parece que descienden de los ayudantes de los dioses del fuego: Vulcano, Lugo, Loki y otros. Se convierten en los enanos negros de los cuentos de hadas que fraguan las armas mágicas y las armaduras impenetrables. Este doble aspecto de creación y destrucción se refleja en los enanos que son o amables y protectores, como en la historia de Blancanieves, o malignos, como el de Blancanieves y Rosa Roja.
Los romanos incrustaban clavos en las paredes de sus casas para conservar la salud, en especial durante las épocas de plagas. Igualmente creían que trazando un círculo en el suelo con un objeto férreo se preservaba de influjos funestos a quien se encontraba en su interior, haciéndole inaccesible a hechizos y mal de ojo.
En la edad media se empleó el hierro como remedio contra la gota, la erisipela, panadizos e hinchazones, y de él se hicieron linimentos que aliviaron el picor de la sarna. Se pensaba, también, que el uso de un anillo de hierro era eficaz contra el reuma y que si se colocaba una espada vieja junto a la cama, se prevenían retortijones y calambres nocturnos. Para quitar las verrugas, se restregaban con un trozo herrumbroso de hierro, en especial el que había sido forjado en Jueves Santo.
Objetos de hierro en la pared
En cuanto a su aspecto mágico, al hierro se le atribuía la virtud de anular el poder de las brujas escondiendo un objeto de hierro en un rincón del exterior de la casa junto a un muro. Igualmente, se consideraba, como una medida de protección, colgar en la pared cuchillos, espadas, puñales viejos, tijeras -todos ellos siempre con las puntas hacia abajo- y hasta herraduras, con fin de alejar los peligros. Y por otra parte, la Inquisición nos ha dejado numerosos ejemplos de los más bárbaros, crueles y espeluznantes instrumentos de tortura que uno pueda llegar a imaginarse, todos ellos construidos con hierro y madera: el potro, la picota, la dama de hierro, etcétera…
Hoy día aún se conserva la creencia de que una herradura colgada en la casa sobre la puerta principal, confiere protección. Las teorías en cuanto a la manera “apropiada” de colgar las herraduras difieren. Sin embargo, se cree, mayoritariamente, que al contrario de los objetos cortantes anteriormente citados, las herraduras deben ponerse con las puntas hacia arriba. Lo ideal, siempre que se pueda, es clavarlas con tres de sus clavos originales.
A pesar que el hierro es un metal básicamente de protección, existen ciertos tabús. Por ejemplo, no se deben recolectar hierbas curativas con cuchillos de hierro, ya que se cree que las vibraciones de este metal “obstruyen” y “confunden” las energías de las hierbas.
En la actualidad, se sigue considerando el hierro como un metal de protección, y se fabrican todo tipo de cruces con clavos de hierro y distintos amuletos.
Pequeños rituales mágicos con hierro
También existen muchos rituales de magia al respecto. He aquí algunos ejemplos:
-Poner pequeños trozos de hierro en cada cuarto de la casa, o enterrarlos en cada esquina de la propiedad.
-Obtener una vela blanca gruesa de 7 cms. de espesor y ocho clavos viejos de hierro. Calentar los clavos en el fuego (o en la llama de una vela roja), luego clavar cada uno en la vela blanca conformando un dibujo al azar. Encender la vela con los clavos y visualizarse protegido, defendido y seguro.
-Esconder entre las ropas de un niño un trocito de hierro hasta que llegue el día de su bautizo.
– Para evitar que los alimentos se corrompan o que la buena suerte huya de una casa tras fallecer alguien en ella, se recomienda tocar con un objeto de hierro todo lo que esté en la cocina y fuera de ella.
Los barrotes de las celdas
En la actualidad muchas de estas antiguas costumbres han caído en el olvido, pero el uso del hierro, en su aspecto de protección, sigue siendo fundamental en ciertos lugares, como pueden ser las cárceles.
Un viejo sacerdote nos contó en una ocasión que los barrotes de las celdas en muchas prisiones se fabricaban de hierro, para impedir no solamente que los presos pudieran escaparse, sino para que tampoco pudieran salir de las celdas los malos espíritus o incluso los mismísimos demonios que acompañaban o que permanecían pegados a algunos de los condenados más crueles, como es el caso de asesinos o violadores.
Por eso, quizás, se escuchan con cierta frecuencia espeluznantes relatos sobre fantasmas o espíritus que siguen penando y manifestándose en distintas formas en cárceles y prisiones de todo el mundo.
Se trata de las entidades espectrales que están retenidas en esos lugares por el mágico poder del hierro de los barrotes, tras los cuales permanecen encerrados esos espíritus o demonios, porque no pueden atravesarlos.
Josep Riera de Santantoni
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