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Las conversaciones maratonianas de 10 horas entre los cancilleres de EE.UU. y Rusia en Ginebra no lograron producir «un plan integral» para poner fin a «la brutal guerra siria», constata el periodista Finian Cunningham en su nuevo artículo para RT, donde explica que el «problema fundamental» es que EE.UU. sigue negando su «papel criminal en el fomento de la guerra».
Según el articulista, el papel de EE.UU. y varios de sus aliados extranjeros en el apoyo de los grupos armados ilegales es lo que garantiza la continuidad del conflicto en el país árabe.
La «disonancia cognitiva» de John Kerry
El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, y el canciller ruso,Serguéi Lavrov, anunciaron que siguen trabajando en los detalles de un plan para poner fin a la violencia en Siria.
«Pero, ¿cómo es posible encontrar una solución cuando una de las partes es parte del problema?», se pregunta el analista agregando que, además, «el culpable está negando completamente su papel nefasto».
De esta manera, prosigue el experto, las discusiones entre Kerry y Lavrov «se asemejan más a la relación entre un paciente y un terapeuta», en la que Lavrov tiene que «trabajar laboriosamente» con los detalles sobre los cuales Kerry «sufre disonancia cognitiva».
Serguéi Lavrov y John Kerry.Pierre AlbouyReuters
Cunningham considera que parte del «problema logístico» de la aplicación de un alto el fuego en Siria y un factor importante de por qué no funcionó el alto el fuego anterior es que EE.UU. sigue sin hacer ninguna distinción entre los grupos terroristas y las milicias que Washington define como «rebeldes moderados».
Los medios occidentales «ocultan a los ciudadanos la criminalidad de sus Gobiernos»
En otras palabras, «Washington no tiene ni idea de la distinción realista entre la plétora de grupos armados que tratan de derrocar al Gobierno sirio», asegura el autor del artículo, quien opina que la gran mayoría de estos grupos son «entidades terroristas» que comparten la misma ideología y métodos extremistas, así como los mismos patrocinadores extranjeros para el suministro de armas y la financiación, entre los cuales el analista enumera a EE.UU., el Reino Unido y Francia, así como a Turquía, Arabia Saudita y otras monarquías del Golfo.
A juicio de Cunningham, los medios de comunicación occidentales tienen el mismo problema al referirse a los «moderados» y «extremistas» en Siria, lo que el analista califica de «operación psicológica de engaño para ocultar a los ciudadanos la criminalidad de sus Gobiernos».
Señales de que la ‘terapia’ está funcionando
Sin embargo, el analista señala que hay indicios de que la «terapia» de Lavrov destinada a que el lado estadounidense acepte la verdad está teniendo éxito. Así, según informóReuters sobre el último encuentro de Ginebra, el futuro de Bashar al Assad no formó parte de las conversaciones, que se centraron en «encontrar una solución eficaz y duradera para acabar con la violencia» en Siria.
El hecho de que el futuro de Al Assad no sea parte de la agenda es «una concesión significativa por parte de los estadounidenses», destaca el autor del artículo, que explica que, aunque «sin lugar a dudas» Washington todavía quiere «conseguir el premio de un cambio de régimen» —su «objetivo original para incitar a esta guerra»—, es notable que Kerry ya no insista tanto en «el mantra de ‘Al Assad debe irse'» en sus encuentros con Lavrov.
La siguiente fase de la ‘terapia’ diplomática
En opinión del experto, la siguiente fase de la ‘terapia’ diplomática de Lavrov sería «convencer a su paciente estadounidense para que llegue a un acuerdo con la verdad de su complicidad con el terrorismo», ya que las conexiones entre los políticos de la Administración de Obama y el suministro de armas a los terroristas están «documentadas y conocidas».
«Es necesario que John Kerry y otros líderes de los Gobiernos occidentales dejen de vivir en la negación y se den cuenta de la verdad: ellos son parte del problema de Siria, no su solución», asevera el analista para concluir que sin esta «rendición de cuentas» todas las declaraciones diplomáticas sobre «poner fin a la violencia» no tienen sentido y son inútiles.