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«Por favor, paren los disparos. Por favor, paren los disparos. Por favor, paren los disparos».
«Repetí la misma frase unas mil veces durante dos o tres horas. Había bastante silencio. Era solo mi voz y los disparos».
Así recuerda lo sucedido el 6 de octubre de 1976 Thongchai Winichakul, uno de los líderes de la manifestación estudiantil que ocupó la Universidad de Thammasat, en Tailandia.
Decenas de estudiantes murieron ese día, que marcó el inicio de una nueva era de gobierno militar en el país asiático.
El conteo oficial habla de 46 muertos, aunque otras fuentes independientes estiman que fueron más de 100. Cientos de estudiantes resultaron heridos.
Winichakul, al igual que el resto de los manifestantes, estaba preocupado por el posible colapso del gobierno civil instaurado en 1973.
«Alrededor de la medianoche comenzaron a llegar grupos paramilitares dederecha y la policía. A las dos de la madrugada ya estábamos rodeados y no podíamos salir», le contó Thongchai Winichakul hace unos años a la reportera de la BBC Lucy Williamson.
Entre 2.000 y 4.000 estudiantes fueron sitiados en el campo de fútbol de la Universidad de Thammasat, en Bangkok, la capital de Tailandia.
Control militar
El país era inestable políticamente. Tres años antes de la matanza, los estudiantes habían encabezado las protestas que forzaron la caída del gobierno militar deThanom Kittikachorn, a quien el rey Bhumibol Adulyadej obligó a renunciar.
La transición tailandesa hacia una democracia parlamentaria ocurrió en un momento convulso, después de que varias guerras civiles sacudieran la región.
Era la época de la Guerra Fría y una espiral de propaganda nacionalista, de odio hacia los enemigos políticos, había tomado cada vez más fuerza en Tailandia.
En el otoño de 1976, los estudiantes comenzaron a protestar nuevamente,después de que Kittikachorn regresara para convertirse en monje budista.
Ante las nuevas protestas estudiantiles, algunos grupos de derecha acusaron a los jóvenes de simpatizar con la ideología comunista imperante en Vietnam, Camboya y Laos.
Además, por esos días, los estudiantes representaron una obra de teatro que fue considerada por algunos tailandeses un insulto a la monarquía.
Durante la noche del 5 de octubre, la confrontación entre los estudiantes y quienes se les oponían a ellos se fue volviendo cada vez más tensa.
Grupos armados se reunieron fuera del campus universitario, al otro lado de las verjas que los estudiantes habían cerrado, velando por su protección.
El profesor Puey Ungphakorn, rector de la Universidad de Thammasat en aquel momento, explica que hubo disparos desde fuera y que es probable que algunos estudiantes hayan respondido también con disparos.
La policía entró con el pretexto de mantener la ley y el orden. «No dispersaron a nadie. Abrieron fuego con una ametralladora», le dijo Ungphakorn a la BBC.
Muchos policías eran miembros de unidades especiales entrenadas para combatir. Venían armados con revólveres, rifles de asalto, granadas, e incluso armas de defensa antitanques, para hacer frente a los estudiantes, describió la agencia de noticias AP.
Según un reportero de la BBC que explicó la situación a sus oyentes en octubre de 1976, los policías fueron seguidos por las milicias derechistas que portaban armas de fuego automáticas.
Balas y bombas
«La balacera más intensa comenzó alrededor de las cuatro de la mañana. A las cinco y media, dos bombas cayeron en el medio del terreno. Algunos murieron al instante. Los disparos no pararon», relata Winichakul.
«Todos estaban aterrorizados. Yo y otros pocos estábamos a cargo del micrófono. Les habíamos hablado de política, pero cuando los disparos comenzaron no tuve nada más que decir. Solo supliqué a la policía que pararan».
«Seguí hablando hasta que vi a la policía entrar al campo de fútbol y disparar, disparar, disparar. Dispararon indiscriminadamente. Yo dejé el micrófono y traté de escapar. Estaba aterrorizado y triste. Recuerdo que lloré mucho. No podía pensar», cuenta.
Neal Ulevich, fotógrafo de la agencia de noticias AP reconocido con un premio Pulitzer en 1977, fue entrevistado recientemente por el periódico Bangkok Postsobre lo ocurrido en la Universidad de Thammasat.
«Estaba parado del lado de la policía en el campo de futbol. Como todo el tiroteo estaba dirigido desde allí hacia el edificio en que se habían refugiado los estudiantes, cualquier otro lugar hubiera sido demasiado arriesgado», expresa Ulevich.
«En un punto, cuando las cosas se calmaron un poco, me moví hacia el terreno. Pero los disparos comenzaron de nuevo y me tiré a la tierra. Estuve seguro de que me iban a disparar, pero el fuego se calmó de nuevo».
Por la mañana la policía recorrió la universidad, tomando prisioneros a los estudiantes. Les obligaron a quitarse las camisas y a tenderse boca abajo en el campo de futbol.
«Los estudiantes se habían rendido. Unos pocos pudieron escapar», recuerda el fotógrafo.
Quemando cadáveres
Las milicias persiguieron a los estudiantes que encontraron a su paso, incluso a los heridos que estaban en las ambulancias.
Los cuerpos de algunos fueron colgados y golpeados hasta la deformación. Enterraron estacas en algunos cadáveres y encendieron una pira para quemar los restos de una parte de los asesinados.
Esto sucedió a plena luz y ante la vista del público, en las afueras de la universidad.
Uno de los reportes radiales de la BBC informó aquel día que más de mil estudiantes fueron arrestados. Los atacantes acusaron a los estudiantes de haber insultado a la monarquía.
«Si bien la brutalidad y los disparos habían terminado, todavía había miles de manifestantes derechistas en la calle», describe el reportero de la BBC.
«Los líderes estudiantiles fueron arrestados y acusados de insultar a la monarquía y amenazar a la nación».
«Yo fui arrestado. La policía sabía quién era quién. Ellos pasaron entre los estudiantes gritando algunos nombres, incluyendo el mío», rememora Winichakul.
«No supieron que ya me tenían hasta dos o tres días después. 3.000 personas fueron arrestadas y yo estaba en la última celda que ellos chequearon».
«Cuando supieron que era yo, me pusieron con los otros líderes. Unos días después la mayoría de los estudiantes fueron liberados, pero nosotros nos quedamos».
Según Winichakul, no les permitieron ver a nadie por unos dos meses.
El regreso al orden militar
Él y los otros líderes fueron puestos en libertad bajo un acuerdo de amnistía unos meses después.
Pero para ese momento ya el antiguo orden militar había vuelto al poder.
Unas horas después de que la policía tomara el control de la universidad, un grupo autoproclamado Consejo de Reforma Nacional Administrativa Nacional declaró que algunos ministros, políticos, y estudiantes estaban amenazando a la monarquía y la nación, como parte de un complot comunista.
Inmediatamente el comité declaró una ley marcial, estableció la censura de prensa y prohibió reuniones de más de cinco personas, entre otras medidas.
«Perdimos. Los militares volvieron y consolidaron su poder«, expresa Winichakul.
Winichakul cree que la manera en la que los tailandeses piensan sobre la masacre ha cambiado con el paso del tiempo: «Al principio, no éramos vistos como víctimas. Éramos malas personas, los enemigos del país».
«Mucha gente en el país ni siquiera sabe que hubo una masacre».
Winichakul pensó que aquel suceso sería su fin.
Cuando le preguntan ¿cómo pudo superar todo eso?, él explica que la juventud es algo que tenía a su favor.
«Yo tenía 19 años. Es una suerte ser joven», concluye.