http://www.bbc.com/mundo/especial/vert_cul/2016/10/160417_vert_cultura_simbolos_usados_por_poderosos_yv
Cuando los jefes de estado hablan, el mensaje más importante no siempre está en las palabras que pronuncian.
Si realmente quieres entender qué están diciendo alguno de los presidentes o primeros ministros, observa las pinturas colgadas detrás de ellos durante las conferencias de prensa o encuentros oficiales, o cuando «espontáneamente» se detienen en un pasillo para responder una pregunta a un periodista.
Efectivamente, ese cuadro que te mira fijamente sobre el hombro de los líderes a menudo está lleno de más significados calculados de lo que crees.
Algunas veces esos mensajes son fáciles de interpretar, otras no tanto. Aquí te contamos algunos ejemplos.
Hollande, Merkel y los museos
Tomemos como primer caso una foto del presidente de Francia, Francois Hollande, en el museo de Louvre, en París.
En la imagen se observa al mandatario flanqueado por dos retratos a cuerpo entero realizados por el maestro holandés Rembrandt, que habían pertenecido a una colección privada durante 130 años y que fueron adquiridos por el Louvre y el museo Rijksmusem de Amsterdam, para ponerlos en exhibición.
Con esta puesta en escena Hollande se transformaba en un defensor de la cultura accesible a todos, venciendo el acaparamiento del arte en manos de los ricos.
Un mensaje igual de nítido es posible captar al ver a Angela Merkel, jefe del gobierno alemán, obligada a posar en enero de este año frente a «Niñas en el campo», una pequeña pintura que muestra a dos niñas con llamativos vestidos floreados.
La obra fue realizada en 1943 por Nelly Toll, entonces una niña de ocho años que vivía en un gueto judío en Polonia. Ahora forma parte de la exhibición de arte más grande sobre el Holocausto que se haya hecho fuera de Israel.
En momentos cuando el antisemitismo crece de manera inquietante en Europa, la imagen de Merkel parada al lado de la visión de un mundo pacífico pintado por una niña sobreviviente del Holocausto es más elocuente que el discurso que cualquier líder pudiera aspirar.
Aún más. Ver a las dos mujeres estrechando manos, Merkel y Toll, ahora de 80 años (la única artista viva de los participantes en la exhibición), es la recreación de la alegría e inocencia de las dos niñas pintadas en el cuadro detrás de ellas.
¿Los mejores amigos?
Aunque todos los líderes mundiales están al tanto de las señales subconscientes transmitidas por los apoyos visuales que los rodean, el equipo responsable de cuidar la imagen de Barack Obama, presidente de Estados Unidos, está llevando estás prácticas a otro nivel.
Miremos por ejemplo el reciente viaje de Obama a Cuba, el primero que realizaba un mandatario estadounidense en 88 años.
El corto recorrido desde Washington a la isla en el Caribe (unos 145 kilómetros) realizado en marzo de este año, fue el paso más audaz en el curso de su polémica agenda para restablecer las relaciones diplomáticas entre ambos países.
El momento fue representado visualmente por un artista cubano que se robó toda la atención mundial.
Entre los incómodos eventos previstos en el itinerario de Obama durante su estadía en tierras caribeña, se incluyó un encuentro con un grupo de disidentes políticos, muchos de los cuales temían que el descongelamiento de las relaciones entre Washington y La Habana solo condujera a un endurecimiento de la tendencia represiva del presidente Raúl Castro, al quedar legitimado su régimen con la visita oficial.
Ahí entró en escena Michel Mirabal, un artista contemporáneo de Cuba, cuyo amplio cuadro sirvió de impactante fondo para el encuentro.
La obra muestra a cada lado representaciones de las banderas estadounidense y cubanas, elaboradas con huellas de manos superpuestas, formando holgados trazos en rojo, blanco y azul en un fondo gris.
La imagen colocada detrás de Obama durante el encuentro sirvió para evocar las preocupaciones de los detractores del gobierno cubano.
Difícilmente se pudo encontrar otra pintura tan inteligentemente escogida para transmitir tantos mensajes clave de manera subliminal: por un lado, capturó la esencia de la difícil situación que viven los oprimidos por el gobierno de Cuba, y por el otro lado, reflejó el compromiso de Obama en poner fin a las sanciones contra ese país.
Las huellas de manos colocadas frenéticamente sobre el lienzo, como si de una tormenta se tratara, dan la sensación de arte callejero realizado ilegalmente: contiene una inocencia que rememora los moldes de barro hechos por niños en las guarderías.
Al mismo tiempo, cada bandera simula un anagrama visual de la otra, hecho con las mismas huellas de manos ubicadas en una posición levemente distinta, una sutileza para sugerir que los dos países son esencialmente inseparables.
«Habla suavemente y ten un garrote en la mano»
Obama se ha convertido en un experto curador-en-jefe cuando se trata de desarrollar la coreografía sus presentaciones.
El 25 de febrero pasado el presidente de los Estados Unidos reafirmó su intención de cerrar el centro de detención en la bahía de Guantánamo, en Cuba, una instalación que muchos han calificado como emblemática en la controversial forma que el gobierno estadounidense ha tratado a los sospechosos de terrorismo.
Esta es una promesa electoral fundamental de la campaña presidencial de Obama en 2008.
Sus esfuerzos iniciales de cerrar el centro de detención chocaron con la resistencia de aquellos que argumentan que una acción como esa enviaría a los islamistas una señal de debilidad en la lucha contra los yihadistas.
Frente a esos alegatos de debilidad, Obama mantuvo la decisión de convocar a una rueda de prensa para anunciar su determinación a cerrar Guantánamo de una vez por todas, utilizando de fondo el retrato de uno de sus predecesores, el temerario Theodore Roosevelt.
Es difícil creer que esa imagen haya sido casual.
Después de todo, fue Teddy Roosevelt quien en 1898 lideró la legendaria división de caballería llamada los «jinetes rudos» en su victoria contra el dominio español sobre Cuba, estableciendo por primera vez el control estadounidense sobre Guantánamo.
Al colocarse virtualmente al lado de un del heroico retrato de un líder galopante, a quien se le acuña la frase «habla suave, pero ten un garrote en la mano», Obamaesperaba beneficiarse de la poderosa imagen del presidente más «macho» que ha tenido Estados Unidos.
Bush y el Guernica de Picasso
Sin embargo, es obvio que el equipo de Obama no es el único de los últimos gobiernos estadounidenses en reconocer el poder que tiene el arte para impulsar sus agendas políticas.
El expresidente George W. Bush llegó a mostrar una alarmante capacidad para manipular la estética, a fin de controlar la opinión pública.
A principio de febrero del 2003, cuando Estados Unidos promovía intensamente la guerra contra Irak en la Naciones Unidas, unos funcionarios colocaron una cortina azul a lo largo de un tapiz que colgaba cerca de la entrada del Consejo de Seguridad, justo en el lugar donde representantes del Departamento de Estado solían dar declaraciones a los equipos periodísticos de televisión.
¿Qué podía ser tan peligroso en ese tapiz como para que no pudiese ser transmitido al hogar de los televidentes? (sobre todo, cuando se sabía que los representantes del gobierno de Bush sostenían una intensa agenda de contactos para lograr un consenso que autorizara el lanzamiento de una campaña de terror contra Saddam Hussein).
La respuesta era realmente demoledora. El tapiz contenía una versión de la obra maestra de Picasso contra el fascismo: el Guernica, una estremecedora pintura de 3,4 metros que muestra los horrores del bombardeo aéreo registrado en esa población vasca en 1937.
La pintura original se encontraba en el Museo de la Reina Sofía, en Madrid, y había sido puesta temporalmente en exhibición en Nueva York durante las protestas contra la guerra de Vietnam a finales de la década de 1960 y principios de los 70.
Para muchos, era una obra cuyo espíritu iba en dirección opuesta a la agresividad de la política exterior de Estados Unidos en ese momento.
Treinta años más tarde, la imagen congelada del caos con cabezas de caballos que braman y brazos y piernas desmembradas, fue considerada un fondo visual inconveniente para cualquier vocero del gobierno que fuese fotografiado mientras abogaba por la guerra.
Una ruidosa campaña electoral
La intensa relación entre la política presidencial y el arte visual está por sufrir un nuevo giro por quien prevalezca en la ruidosa elección que se apodera de los Estados Unidos en este momento.
Si Hillary Clinton gana nuevamente la Casa Blanca para su familia, ¿su primera incursión en la política del arte visual será retirar de la exhibición pública el retrato oficial de su esposo que se encuentra colgado en la Galería Nacional de Retratos, del Instituto Smithsoniano?
En 2015, diez años después que el artista Nelson Shanks presentara el retrato de Bill Clinton, el autor confesó haber incluido en la obra una alusión al escándalo registrado con Monica Lewinski.
¿Y qué pasaría si gana Donald Trump en noviembre?
Su plan de construir un muro a largo de toda la frontera entre Estados Unidos y México es el sueño de todo artista del grafitti. Si lo lleva adelante, se convertirá en un enorme lienzo en blanco.