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Tamiflu, el conocido medicamento antiviral, del que tantos países, incluida España, compraron millones de dosis en 2009 para la “pandemia” de gripe A, caduca. Es la crónica de una muerte anunciada. Pandemia no hubo pero sí pelotazo de varias farmacéuticas y en entre ellas Roche, que fabrica este (casi inútil, además) medicamento. Se sabía que sobrarían muchísimas dosis, que sería un despilfarro consentido y esto lo confirma.
En septiembre del año pasado publicamos que algunos lotes habían caducado ya y otros comenzaban a quedar obsoletos y había que tirarlos. Los antivirales que la Administración española adquirió en 2009 para hacer frente a una posible situación de pandemia de Gripe A se pierden.
Este mes de octubre caduca la última presentación que quedaba, el Tamiflu 75 miligramos.
Así lo ha notificado la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios(AEMPS), que avisa de que sólo se podrán dispensar durante este mes en el caso que hayan estado
correctamente conservadas.
En los últimos años, la AEMPS ha idoampliando la fecha límite de caducidad de estos fármacos. Quería que continuaran disponibles.
En marzo de 2014, se amplió la fecha de caducidad de las dosis que aún quedaban. Hay que tener en cuenta que España llegó a comprar quince millones de dosis de Tamiflu que almacena en un complejo militar de Burgos.
No nos cuenta la Agencia cuántas dosis caducan y por lo tanto se pierden (tendré que preguntárselo).
Fue una de las mayores estafas de la historia de la medicina.
Tamiflu (aunque también se compró el antiviral Relenza, cuyo periodo de validez inicial se ha podido ampliar y se podrán dispensar hasta junio de 2017) fue el medicamento antigripalprotagonista durante la epidemia inexistente de gripe aviar de 2005 y la pandemia de gripe A que por suerte tampoco llegó.
Y eso que resulta que el fármaco del laboratorio Roche sólo sirve para disminuir los síntomas de la gripe medio día y además no consigue que se reduzcan ni los ingresos hospitalarios por gripe ni las complicaciones graves. Vaya, que vale para muy muy poco, por escribirlo de manera fina.
Es necesario recordar también que durante años el laboratorio productor ocultó datos de los ensayos clínicos que hizo para demostrar la eficacia del tratamiento. Y cuando por fin investigadores independientes accedieron a esos datos, descubrieron la verdad sobre su bajo efecto. Gran trabajo el que hicieron publicaciones como Cochcrane Library y British Medical Journal (BMJ), que llegaron a pedir la retirada del fármaco.
Por otra parte, las reacciones adversas graves del preparado farmacológico no son desdeñables. La “evidencia científica” no avalaba el uso de Tamiflu. Pero se hizo. ¿Todo ello a qué precio? Las cifras españolas las desconozco pero el Reino Unido gastó más de 670 millones de euros en Tamiflu y Relenza.
No, no se trata de conspiración alguna. Es la codicia la que mueve los hilos. Pero es evidente que una estafa de esta magnitud no se produce por efecto de la simple concatenación de voluntades perversas.
Existe una maquinaria bien engrasada decorrupción, conflictos de intereses yseguidismo político que lo explica.
Y no termina todo ahí. El famoso fármaco Tamiflu ha recibido ayuda para futuras “pandemias”.